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Del imperialismo al imperio

Los caminos del conocimiento son tortuosos. El (des-encuentro) con las ideas es un viaje de ida… y vuelta. Poco importa como el autor nos encuentra, si es que lo hace. Puede ser por recomendación u omisión. Puede tratarse de una asalto o de una renuncia. Muchas veces nos olfatea, hojeamos tapa y contratapa y lo dejamos tieso sobre la mesa de novedades o de saldos. Me pasó a mi con Imperio de Michael Hardt y Antoni Negri, publicado en el 2000 por Harvard University Press. Recomendado por alguien lo tuve en mis manos en Octubre pasado en Nueva York y no me hizo en ese momento ni fu ni fa. Ayer mis amigos de Paidós me dieron una copia.

Solo de meternos en la introducción nos anoticiamos de un aire renovado. Aquí no vale la pavada de la filosofía política tradicional. Aquí no se reiteran letanías acerca de la democracia, que han llevado al colapso de nuestro país, por su formalismo y vetustez. Todo ese discurso hojalata que pontifica pero que no entiende nada de lo que pasa en un mundo globalizado, donde la soberanía se corrió de lugar, y en donde los políticos, los empresarios y los chantapufis tienen implantados un chip made en el siglo XIX. No, aquí se habla de la transición del imperialismo al imperio, de la producción material a la de la subjetividad, del pasaje del intercambio a la producción. Es un tratado de biopolítica y como tal se sitúa en los vértices de un triángulo en donde están por derecho mas que propio Giorgio Agemben y Michel Foucault. A ver quienes animan a balizarlo. Porque si no reprogramamos nuestras teorías de la política nos vamos todos al joraca.




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TONI NEGRI PRESENTE. DEL IMPERIALISMO AL IMPERIO.

No debía ser fácil obtener un prólogo redactado por las manos excelsas de Gilles Deleuze. Pero el filósofo preso lo consiguió, con holgura. Porque para el genial rizomático -y autor entre otras maravillas de Spinoza o el problema de la expresión, el libro La anomalía salvaje. Potencia y poder en Spinoza (original italiano de 1981) de su prologado Antonio Negri escrito en la prisión, renovó a fines de los 70 la comprensión del spinozismo al menos en dos aspectos fundamentales. Y eso ameritaba las palabras, y el prestigio, que le regaló.

Spinoza era profundamente antijuridicista. Para él existía un desarrollo espontáneo de la fuerza, al menos virtualmente. Es decir no existía en principio la necesidad de una mediación para constituir las relaciones que corresponden a las fuerzas.

Obvio que esto está en total contradicción con la concepción jurídica del mundo tal como la elaborarían Hobbes, Rousseau y Hegel. Para estos autores, que son los padres fundadores de la filosofía política, y quienes sostienen con sus ideas los fundamentos (hoy podridos) de la democracia, las cosas ocurren muy diferentemente.

Según ellos las fuerzas tienen un origen individual o privado, deben ser socializadas para generar las relaciones adecuadas que les corresponden, existe por lo tanto la mediación de un poder y el horizonte es inseparable de una crisis, de una guerra o antagonismo.

Para Deleuze la genialidad de Toni Negri radica en haber desanclado a Spinoza de los esfuerzos juridicistas que querían inscribirlo en la tradición de Hobbes y Rousseau.

Porque Spinoza pensaba en términos de multitud y no de individuos (categoría inteligentemente reapropiada por Horacio Gonzalez, al insistir en la preeminencia de la multitud por encima de la noción de pueblo en el desarrollo de los cacerolazos. Ver nuestra editorial n† 2576 El filósofo Horacio un hombre que piensa y se calla). Todita la filosofía de Spinoza forma parte de una tradición antijurídica que pasaría por Maquiavelo y llegaría hasta Marx. Se trata de una concepción de la constitución ontológica, o de la concepción física y dinámica que se opone al contrato jurídico.

Pero aquí lo importante no es la teorización, que no es poco mérito, sino la ilusión de Spinoza, retomada por Negri, de que la Holanda del siglo XVII, es decir la de los hermanos de Witt en contra de la casa de Orange, hacía pensable y posible, un tipo de mundo en donde, ya fuera un mercado como espontaneidad de las fuerza productivas, o un capitalismo como forma inmediata de la socialización de fuerzas, volvían imaginable la concresión de la utopía.

Porque lo que preocupa es si ese Spinoza convertido en una anomalía salvaje era apenas una excepción en esa Holanda igualmente excepcional. Y si tratar de portar estas ideas a otro contexto (por ejemplo al nuestro de la crisis de los pactos, del mantenimiento imposible del modelo jurídico vigente, y del cuestionamiento permanente de las corporaciones que tienen por sujeto a la multitud ) las haría recaer inevitablemente en el agujero negro de la utopía.

Para nada insiste Negri que insiste Spinoza. E insiste Deleuze que insiste Negri. Quizás el primer Spinoza (llegando hasta el prólogo de la Ethica More Geometrico) todavía estaba aun en el horizonte de la utopía, no así el segundo.

Porque es muy distinto el caso del Spinoza del Tratado Teológico-político y del cuerpo de la Etica, en donde la potencia de la sustancia se pliega sobre los nodos a los cuales ella sirve de horizonte. Por otra parte, el pensamiento se abre sobre el mundo y se plantea como imaginación material. Dejamos así el campo de la utopía para internarnos en el del materialismo revolucionario.

No se trata de suponer que han desaparecido mágicamente el antagonismo y las mediaciones. El horizonte del ser subsiste, pero como lugar de constitución politica y ya no como utopía. Los cuerpos y las almas son fuerzas. Como tales no se definen solamente por sus encuentros y choques al azar, sino por relaciones entre infinidad de partes que componen cada cuerpo y que lo caracterizan como una multitud.

Existen por lo tanto procesos de composición y de descomposición de los cuerpos, según que sus relaciones se adecúen o no entre si. Dos o mas cuerpos conformarán una totalidad, un tercer cuerpo, si componen sus cuerpos en relaciones concretas.

El mas alto ejercicio de la imaginación logrará que los cuerpos se encuentren de acuerdo a relaciones componibles. Para Negri esto vuelve sumamente importante la idea de «nociones comunes» que conforman los libros II a V de la ética.

Tanto preámbulo tiene solo un objetivo, buscar como insertar la publicación reciente Imperio de Antonio Negri y Michael Hardt (Paidos, 2002) dentro de la trayectoria de este filósofo nacido en Italiaen 1933, quien estuvo preso varios años por haber sido abanderado de las Brigate Rose, que se exilió en Francia durante mas de 14 años, que sigue preso en Roma purgando una condena de 30 años aunque bajo libertad diaria, y que ahora viene a sacudir el avispero con esta publicación.

¿Cámo pasamos de esta reevaluación abstracta de Spinoza (que por otro lado habrá que confrontar con las críticas permanentes que le hace Zizek (aunque curiosamente Spinoza no figura en el índice de nombres de El espinoso sujeto, tratando al revés de revaluar a Descartes).

Cada vez queda mas claro que usando a Zizek, a Badiou, a Negri y a Agembem, estaremos en condiciones de repensar de forma tan radical a la política actual, que todo lo que vemos (y frente a lo cual solo atinamos a chapucear), puede ser violentamente realineado, tanto en la práctica como en la teoría.



Esta es la editorial n† 2600 del jueves 13 de Marzo de 2002, del Interlink Headline News







Publicado enGlobalifobia

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