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Tiempo viejo, manias de siempre, la torpeza eterna de la derecha vernacula

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Marianito, el profesor Grondona, preparó el terreno durante un par de domingos. Habiendo vuelto al ruedo a principios de febrero, y especulando con el desgaste de 10 meses de gobierno, una movida de Kirchner a favor y otra de Sola en contra le dejaron la pelota servida.

Tanto el acto de la ESMA, como la movilización de clase media convocada por Juan Carlos Blumberg -luchando contra la inseguridad- fueron el pretexto mas que obvio para que colgara en el ropero su imagen de progre intermitente y volviera a ser el Marianito de siempre.


El que hace 4 décadas escribió el comunicado 150 de Ongania, el que desatados los saqueos en 1988 pedía con Bernardo a su lado el despliegue de tanques en la calle.

Esta vez su guión de siempre estuvo acompañado de esos patéticos guiños a Ortega y Gasset que suele hacer, cuando no recurre a sus conocimientos de latín de estaño- y en una de sus bajadas de línea habituales, llamó al presidente Kirchner a bajarse del caballo, a encarar el espíritu de los tiempos, a dejar de lado reinvidicaciones históricas y mucho mas la voluntad de impulsar agendas propias (no como las de Marianito que se las escriben sus amigos de Barrio Parque) y sobretodo a abandonar para siempre esas pintorescas piruetas del señor K que imagina, sostiene, practica y promueve que la política debe estar por adelante encima, arriba, etc. de la economia.

Lo de Grondona resultaba patético y deleznable como cada vez que se calza el sayo que mejor corresponde a su identidad memetica. Pero la gota que desbordó el vaso no fue esa sino la reinvencion, el resucitamiento, la reaparición (después de semanas de hablar pestes -supuestas- del canal 9) del formolizado Bernardo Neustadt, que demostró con alcurnia que está apenas a un año de cumplir los 80. Porque el «no me dejen solo» abrió su boquita pintada y destilo un vitriolo como solo le conocíamos de su peor época de esplendor (ratinguero) de Tiempo Nuevo.

En dos largos bloques regalados por su pichoncito Marcelo Longobardi, Neustadt repitió lo mismo de siempre, dio lecciones de geopolítica y tecno-estrategia , le recomendó a Kirchner ir al psicólogo, pero sobretodo con párrafos simples, con slogans amarillistas y sobretodo con una retórica que llega rápido y fácil a la clase media, volvió a ser el operador de los grupos económicos llegando a niveles inverosímiles de falsificación ideológica y de desconocimiento absoluto de todas las realidades. Las propias y las ajenas.

Algo debe estar haciendo bien el señor K para que estos pastores vernáculos de los intereses imperiales estén tan encrespados y se sientan tan repugnados por el estilo K.

Porque una cosa es ironizar sobre sus discursos y otra mucho mas espeluznante es recoger el guante e imaginar que estamos viviendo en el mismo mundo que ellos describen.

Según Mariano y Bernardo la República Argentina está gobernada por montoneros que no se arrepintieron de nada y que guardadas las armas, y habiendo hecho muy bien sus deberes gramscianos, han logrado copar al Estado.

El Presidente dedica sus desvelos, en vez de a gobernar para La Nación, a participar en actos junto a terroristas. Estas decisiones molestan tanto a la ciudadanía que le provocan previsibles estreses y obligadas gastroduodenitis. Pero sobretodo cuyo consenso es nulo, la luna de miel ha terminado y sus días están tan contados como al principio de su mandato cuando nunca llegaría a mas de 1 año de gobierno.

La falsificación a la que el cuarteto de guardianes de la república son tan afectos (Grondona, Neustadt y sus discípulos mas dilectos Daniel Hadad y Longobardi) pasa de la interpretación distorsionada de los hechos a la invención de otras mentiras. Como cuando Grondona escribió en La Nación -convertido desde hace rato en tribuna de resistencia a las políticas K- que Kirchner habría dicho en la ESMA «venimos a continuar la gesta de los Montoneros».

Nosotros ese día escuchamos los discursos paraditos adentro del propio predio junto a nuestro querido amigo el mosquito y damos fe (aunque tengamos poca) de que jamas dijo esa frase. Lo que si esta haciendo Grondona es retomar las predicas del general Iberico Saint Jean a fines de los 70 y- releyendo a su Gramsci de bolsillo– insistir hasta el hartazgo en que los montoneros han copado ideologicamente el gobierno, y que Kirchner mansamente se ha vuelto el tío Campora de los años 2000.

Según Grondona los montoneros habrían diseñado una estrategia cultural que consiste en imponer la memoria de los años 70 en las nuevas generaciones que no los vivieron, subrrayando la barbarie militar pero ignorando su propia barbarie.

Lo que Grondona amaga ignorar es que la ultima ratio del peronismo es justamente diseñar estrategias de desarrollo cultural, por lo que su enemigo (el de Grondona) no son los montoneros, sino el peronismo encarnado por Kirchner. Al no poder pegarle en forma directa el señor K, busca la estratagema infantil de demonizarlo por ex-montonero.

Bernie como siempre es mucho menos sutil y su lengua es mas dentada. Califica a Kirchner de profeta del odio, insiste en que nuestro presidente mira al país con la nuca (y no se trata precisamente de una metáfora mcluhaniana esta), que él, Bernie, estuvo en la misa de Atocha donde solo estaban los buenos, mientras que en la ESMA solo estaban (¿estábamos, eso incluye a la Dra Serra?) todos los malos, y que la designación de Kirchner refrenda al país hemiplejico (¿como se le va a ocurrir al señor K defenestrar a defensores de torturadores y poner en su lugar a ex-montoneros, que encima nunca son ex-?). Y la cantilena sigue y sigue.

Por suerte y a pesar de su autobombo perpetuo hubo varias voces periodísticas que se avivaron de este risorgimento y comenzaron a desenmascararlos. Así por ejemplo Ricardo Kirschbaum, secretario de redacción de Clarin -aunque siempre cuidadoso porque no los nombra por su venerable apellido- habló del cuarteto de los prestidigitadores como de los soldados japoneses que se quedaron sumergidos en la jungla sin saber que la guerra había terminado. Reaparecen con ferocidad y quieren arrasar con todo lo nuevo. Sin contar que en su caso fueron los padres de los modelos del terrorismo de estado y -mas cercanos en el tiempo- de las barbaridades que fueron los 90 que sacaron a la Argentina del mapa del mundo y sirvieron para aumentar su patrimonio y el de sus mandantes.

Quien mejor defenestró a estos neo-soldados japoneses fue Fernando Braga Menedez, publicitario del señor K, quien hace una semblanza ejemplar de Marianito y Bernardo en la Revista Veintitres insistiendo en que han justificado lo inadmisible, y que han mentido demasiado. Uno en tono calmo y culto y el otro en tono de psicópata bien ensayado y esquemático ejemplar.

No menos enfático y claro es Ernesto Tenenbaum quien muestra como en la Argentina la derecha se repite infinitamente a si misma como si nunca hubiese metido la pata hasta el caracú, se hayan puesto en el ridículo para siempre -como el pituto de los Carrascosa- y encima sangren por la herida permanentemente.

Como si todo lo anterior fuera poco una semana mas tarde el duo se habia vuelto a juntar y en forma inverosimil Bernardo se convertia en el invitado estrella de Marianito en La hora Clave de los tiempos viejos reviejos. Y para mi sorpresa y alegría Diego Valenzuela lo vapuleo de cabo a rabo tildandolo de simplista, retrucandole cada uno de sus desaguisados, mientras Marianito impavido veia pasar la pelota y Bernardo sin dar muestras de sorpresa ni perturbacion continuaba con sus mentiras incomubistibles.

Esto recién empieza. Astutamente el gobierno no ha contestado a casi nada de lo dicho por estos dinosaurios y apenas le ha dedicado un párrafo irónico a las misma sandeces que dice el exiliado económico Carlos Mendez en Santiago de Chile.

El juicio oral a María Julia podría mostrar el reflujo de algo que nunca imaginamos que pasaría en este país. Que los que la hacen la pagan. El probable decomiso de la senaduria perpetua que el hermano Eduardo detenta en La Rioja, seria otra paso en esa misma dirección. Un juicio por enriquecimiento ilícito a algunos de los centenares de mendecistas que se beneficiaron de la tutela ideológica de Marianito y Bernardo también seria otro buen paso en el saneamiento de la moral publica.

Los estertores y la histerias atizados por el cuarteto son también un cordón protector que la derecha quiere tenderle sus funcionarios ilustres. Pero como siempre si ellos caen los mandantes crearán nuevas asociaciones licitas o ilícitas. El ridículo se llevará por delante esos periodistruchos y los negocios seguirán. ¿Lo entenderán alguna vez Marianito y Bernardo? Nosotros por nuestra cuenta hace rato que los dejamos solos. La farsa continuará por otros medios.

Publicado enVida Cotidiana

2 comentarios

  1. Christian Schwarz Christian Schwarz

    Muy buen artículo.

    Creo que a esta altura no son pocos los que peinamos canas o se nos cae el pelo, que sabemos quienes son Neustadt y Grondona.

    Pero, como prefiero hablar desde donde se habla poco, lo trágico en nuestra Argentina no es la imbecilidad de la derecha, sino la de la «intelectualidad progresista porteña».

    A comienzos de los ’90, cuando Grondona hizo un giro «ratinguero» hacia posiciones progres, este sector lo recibió con los brazos abiertos, sabiendo que había usado la máscara de Guicciardini en El Cronista post-Perrotta, y que había sido partícipe del caso de corrupción y estafa financiera más sonado hasta la fecha, el del Banco de Intercambio Regional (BIR).

    Recuerdo un debate en la Facultad de Ciencias Sociales, en el cual el entonces decano Juan Carlos Portantiero compartió una mesa con Grondona para analizarla realidad nacional. Y la recuerdo como una de las mesas que más estudiantes había llevado por ese entonces al auditorio de la calle Uriburu.

    Toda persona puede ser perdonada y ser aceptada si admite sus culpas de modo sincero. La ingenuidad y la torpeza de la «intelectualidad progresista porteña» es su recurrencia de pretender sentarse a jugar al truco de buena fe con gente que viene con su mazo de cartas marcadas.

  2. Anónimo Anónimo

    Verdaderamente me parece pésimo y de poca clase el artículo que acabo de leer. Aquellos que nos unimos vivamente al pensar y sentir del Prof. Dr. Mariano Grondona en el ser mismo de la Patria, consideramos impensable esta suerte de críticas sin sustento nacidas del resentimiento habitual que una cierta facción de la sociedad habitualmente acostumbra. Son los detestables «apatrias» que odian la Nación y su bandera, los pilares Dios, Patria y Hogar y no hacen más que marchas y tambores resonando. Detestable forma de manifestar, el pueblo jamás debe estar en la calle, sino que tiene la posibilidad -como soberano- de expresar su voluntad cuando es menester. Mientras tanto quienes nos servimos buenamente del excelso pensar del Prof. Dr. Mariano Grondona nos sentimos representados en materia de pensamiento nacional en estos tiempos difíciles, llenos de traiciones y bajezas que soporta la Patria.
    El Dr. Grondona recuerda a todos, de allí el odio de los «sediciosos», los pilares que todo pretendido ciudadano debe poseer y en los que se debe sustentar: tradición, disciplina, honor y excelencia.
    Santa Teresa de Jesús decía «el orden lleva a Dios», y podemos concluir que sin disciplina no existe la vida. Hoy se señala con bravura a aquellos que la señalan y la suplican, como única forma de una vida aceptable como merecemos todos los hombres de buena voluntad.
    Gracias por vuestro espacio, el Señor los bendiga.

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