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La sombra del exito y el marketing criollo del Dasein.

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Memes dominantes

Seguramente dos memes marcarán las disputas ideológicas y los debates de ideas, o su inversa cuales son las bravuconadas y ganas de callar al otro, tan comunes en nuestro país de este transicional año 2005. Uno esta ligado a El Hundimiento, La Caída o la interminable aventura del nazismo como encarnación casi insuperable de la dialéctica amo/esclavo.

El otro será el destino y la posible reconfiguracion del futuro político de la Argentina a través del dictado de la inconstitucionalidad de las leyes de perdón y de olvido (ya dictaminado por la Corte Suprema) y el probable destino similar para los indultos mendecistas. Hace pocos días desde los sendos programas de deformación congénita de las ideas que son la usina Grondona y la usina Majul, vimos tañir la campana del primer round, y desde las columnas del ideólogo por antonomasia de estos menesteres, cual es la opinión semanal en Noticias repetida por los diarios del interior -en este caso La Gaceta de Tucumán- de James Neilson en El Pasado que no se va, vimos también allegar mas agua para ese molino.


Sobre El hundimiento ya empezamos a desgranar nuestras preocupaciones y admiración, a contrapelo de la opinión política e ideolgicamente correcta que insiste en que humanizar a Hitler es formar parte de la caterva filonazi. Sobre la inconstitucionalidad de las leyes de perdón ya también dijimos algo, matizado por nuestra condición de Barragan funcionarios en el portal educativo de la nación .

Pero hoy no queremos recorrer ninguno de esos dos caminos sino hacer referencia a la única literatura que nos llevamos en esta excursión a Tucumán mas alla de los ensayos y mamotretos teóricos que siempre penden de nuestras alforjas, que en este caso fueron Massive change y The world is flat.

Una novela que se pretende filosofica

Curiosamente La sombra de Heidegger la novela que acabamos de terminar de leer insiste en arrojarnos en brazos de la teoría y nos obliga llamativamente a volver a esos memes que queríamos dejar descansar un rato, por cuanto los dos ejes que la recorren son precisamente el nazismo y la política reciente.

La novela es de José Pablo Feinman a quien le hemos conocido textos tanto teóricos como de ficción infinitamente superiores. El titulo lo dice todo. Su estructura es tan sencilla como (poco) deslumbrante (a pesar de lo que la editorial pregona en la contratapa y en las publicidades en los diarios).

Consiste en dos cartas, una larguisima en donde Dieter Muller uno de los discípulos directos de Heidegger, le cuenta a su hijo huérfano Martin el proceso de nazificacion de Martín Heidegger, el mayor filosofo (y probablemente el ultimo del siglo XX.)

El cuento no carece de matices y novedades. A saber el respaldo que las SA de Ernst Rohm le prestaron a Heidegger para acceder al rectorado de Friburgo en 1933, y el consiguiente descenso a los infiernos del propio Heidegger, una vez que Hitler en la noche de los cuchillos (equivalente alemán de la matanza de San Bartolomé) mando matar el 30 de Junio de 1934 a sus mil líderes mas salientes (de una masa enorme de 3 millones de militantes que llegaron a tener las fuerzas armadas paralelas) a manos de las SS.

Porque después de la eliminación de Rohm, Heidegger y varios de sus discípulos directos fueron puestos bajo vigilancia de la Gestapo y mas de uno de ellos fue consiguientemente ajusticiado como Kruger, un ideólogo encargado de adaptar a Nietszche al estilo de Rosenberg y de la filosofía aria.

Desocultando a Heidegger

Digo el libro mecha aquí y alla detalles que en general no son conocidos par los legos de la historia alemana, y sobretodo las permanentes alusiones a la carrera irreversible y desesperada de Heidegger por convertirse en el Fuhrer intelectual de Alemania.

Solo que lo que dice Feinman aquí se viene repitiendo hace ya mas de dos décadas desde que Victor Farias en su Heidegger y el Nazismo hizo carrera filosófica poniendo en resonancia a Ser y Tiempo con el Discurso del rectorado.

Es curioso que Ansgar Klein quien fuera uno de los pocos filósofos profesionales que tuvimos durante nuestra cursada en la Facultad de Filosofía y Letras en la UBA de fines de los 60 nunca haya mencionado esa cara de Heidegger convirtiendo nuestra lectura de Ser y tiempo, de Introducción a la Metafísica, de La pregunta por la cosa, de la Carta al Humanismo, en experiencias internalistas que nada le debían a la política ni a la historia (en las antipodas de lo que hizo Conrado Eggers Lan con sus lecturas externalistas de Platon y de Aristóteles).

Lo cierto es que esa larguisima carta el padre que ocupa mas de 3/4 del libro trata de conjugar novelescamente lo que todo estudiante incipiente de filosofía querría seguramente leer como un cuento. Hollywood se le ha ido a la cabeza a nuestro querido Feinman y no tiene empacho en convertir en personajes de su novela al propio Martín Heidegger es claro, pero también a Hannah Arendt, a Jean Paul Sartre a quien el mismo designa como el plumífero francés, a Sally Bowles el nombre de fantasía de Liza Minelli y a alguno mas.

Decenas de paginas son transcripciones literales, o comentarios citados verbatim de textos de Heidegger, lo cual siempre es útil y es una lastima que no lo haya leído antes de dar mi seminario en Tucumán, porque podría haber aprovechado para revisar por enésima vez las ideas del profesor acerca de la técnica -que en su versión original son llamativas y en la de sus comentaristas y discípulos una aguachenta toxina.

Claro la astucia de Feinman es articular con habilidad lo real con lo posible, lo probable con lo previsible. Haberle dado como destino a Dieter la Argentina, poner en escena antes de su suicidio a Adolf Eichmann como encarnación del Fuehrer del Cuarto Reich, siempre le da al relato una patina de verosimilitud que estremecerá a mas de uno.

¿Un personahe en busca de un arrepentimiento o un autor que quiere dar catedra, noveladamante?

Lo que resulta muy trillado es sin embargo la supuesta incapacidad que tiene Dieter Mueller de negar lo innegable, el Holocausto, y de jamas reconocer su complicidad con la justificación de teoría de la solución final (¿lo vuelve eso en un argentino de los que decían en el 78 que no sabían lo que estaba pasando?, ¿lo equipara al propio Heidegger que se negó en sus escritos republicados a mediados de los 50 y los 60 a tachar su vocación filonazi o nazi explícita?

Es todavía menos feliz que ese camino sin salida lo lleve a hacer heroicamente con su muerte una investigación mas o menos exhaustiva de la relación de los intelectuales con el poder poniendo al descubierto la ambigüedad de las verdades absolutas, la racionalidad del horror y el engaño de la inteligencia a manos de la ideología.

Ese es supuestamente el objeto de la prosa de Feiman, esta su novela filosófica seria el equivalente de La Nausea -que el mismo endiosa desmedidamente en palabras del profesor Dieter Muller al sostener que si Heidegger había acuñado sus metáforas recurriendo a Holderlin, el plumífero francés se había dado el lujo de armar las suyas a partir de su propio talento literario.

Todo ese sesgo y propósito convierte a la novela en un extraño engrudo que si bien nos da la razón en cuanto a la convergencia de las problemáticas del nazismo y de las secuelas de la guerra sucia como memes dominantes del 2005, al mismo tiempo vuelve lo inverosímil de la primera parte en un ejercicio en marketing del Dasein abollado es la carta del hijo al padre en la segunda.

Acorralando a Heidegger desde el Sur

La fantasía (o el delirio) de un Heidegger acorralado simbólicamente por la presencia de una Luger que termina siendo arrojada sin consecuencias al fondo del río. Ese monologo que del otro lado se encuentra con un Heidegger supuestamente obtuso y decidido a no pedir perdón, y esa venganza de un argentino alemán que opta por la Argentina para ser expulsado nuevamente del país por el proceso tiene tan poco de filosófico como el dulce de leche o la birome.

Para algunos les resultara simpático el supuesto verdugo de Heidegger a partir del discípulo del discípulo coqueteando con Discepolo en alemán.

Mas alla de anacronismos y de voluntarismos, con la omnipotencia que el autor tiene para convertir en personaje al sujeto histórico que mejor le plazca, y con el poder de la ficción por inventar cualquier evento narrable, lo que tiene de enclenque la novela es su supuesto ajuste con la realidad.

La novela rezuma oportunismo (aunque Feinman diga sorprenderse de la coincidencia cronológica de su aparición con el estreno de La Caída), y comodidad (citar pagina tras pagina a Heidegger se parece mucho a esos días en que Feinman sin tener mucho que decir ni ganas de hacerlo gasta columna tras columna -supuestamente en forma irónica- en la contratapa de Pagina/12 diciendo cuan poco tiene para decir y sobretodo que todo es una gran hiperbole.

Porque Feinman cree que es el único novelista filosófico de la Argentina. Y no tiene empacho en sostener que su trilogía (anticipada previamente por La critica de las armas y por La astucia de la razón y cerrada precisamente por su Heiddeger discepoliano) es lo único y lo mejor que se acerca a La Nausea, su modelo insuperable.

Hay aquí mucho mas ingenio que genio, mucho mas solemnidad que ironía y hay un ajuste personal de cuentas contra rivales literarios y filosóficos que mucho lo han ninguneado a Feinman y sobre los que el ahora quiere tomarse revancha.

Siendo consejero del príncipe. Alardeando con hordas de alumnos, manteniéndose supuestamente excéntrico a las capillas, y terminando en un autobombo previsible y que poco aporta, tratándose de un critico de cine maravilloso como lo demostró en Escritos para el Cine, de un ensayista político de fuste -especialmente en su primigenio Filosofía y Nación– y de un novelista con agallas como gozamos en El Mandato, Feiman exhibe -como cualquiera de nosotros- todas sus contradicciones. El Dasein criollo se dice si en su manifiesta opacidad. ¿Podria ser de otro modo?

Referencias

Filosofía y Nación Entrevista a cargo de Gabriel D. Lerman

La condicion humana, Feinman criticando La Caida

El maestro y su sombra: Heidegger en el recuerdo Víctor Farías

Publicado enPolítica

5 comentarios

  1. Luis Mattini Luis Mattini

    ¿Crítica filosófica o critica literaria?

    Cierto, la novela no es genial sino ingeniosa. Bueno, claro, Feinman no es haroldo Conti, Saramago, ni Vargas LLOsa, es un novelista de segunda línes, digamos un Soriano.

    Y, desde luego, si leo literatura no espero un tratado de rigurosidad filosofica aunque el tema sea la filosofía.

    Feinman, para mi gusto, ni es un gran literato y en el tema es un simple licenciado en filosofia. En el esayo político es regular, ocurre , en un pais en donde la historia es Felipe Pigna, y en donde sellama filosofo a cualquier licenciado o doctor en filosofia, Feinman no puede menos que brillar.

    Pero he de reconocerle un mérito, mayo aun en su condición de judio. Finman es alguien que trata de romper los maniqueismos que dominaron el siglo veinte y nos siguen dominando. Ese maniqueismo que creyo que todos los males se termianban con el nazismo porque los nazis no eran humanos (marcianos quizas) Ese maniquesimo que se multiplica al infinito en el bastardeo de la historia que hace Pigna (Y no me molestaria en ocuparmede Pigna si no fuera porque tiene un espacio digno de mejor causa)

    Por lo tanto la critica a la novela habria que hacerla desde elpunto de vista literario. Si la novela es filosofica o no, es algo que no puede decir su autor.

    Luis Mattini

  2. noelia noelia

    q tal,No estoy del todo de acuerdo con lo que plantéa el autor de la nota. Quizás para quien estudió la carrera en la facultad de filosofía y letras la obra de Feinmann pueda resultar tediosa y repetitiva, pero para alguien ajeno a la filosofía de Heidegger, entre otros, resulta interesante y una forma mas novedosa de abordar el tema.

  3. jorge montenero jorge montenero

    Evidentemente, los argentinos medios, instruidos,inteligentes, nos ocupamos con esfuerzo (y sanha) en destruir.En hacer la critica destructiva, la deconstruccion de la obra del otro.
    Quisiera saber si estos criticos tan ferozes son, en alguna miserrima medida capaces de cosnstruir.Admiro a Feinman, y lo hago desde el deslumbramiento de un simpla ciudadano que nunca estudio filosofia, que no sabe nada de tecnicas literarias, pero que se maravillo, emociono y desperto su capacidad de cuestionar,de saber el como y el porque de los que nos pasa como sociedad, atraves de la critica de las armas, la astucia de la razon, lA SANGRE DERRAMADA , la sombra de heideberg, el mandato y todo lo que escribe Feinman, al cual admiro y me siento incapaz de criticar (mucho menos en el sentido kantiano de la palabra)
    Me hizo volver a creeer en la democracia, y, eso para mi, no tiene precio.

  4. Belia Bekerman Belia Bekerman

    4-11-2007 sobre el tema «apellidos» en Pag12: el enfoque es desde el varón .-
    las mujeres no necesitamos el «orgullo» del apellido, pisamos fuerte de otro modo,
    ni mejor ni peor, distinto
    los apellidos fueron un invento necesario del patriarcado y del derecho de propiedad
    el nombre y aun el apodo,configuran a la persona que lo porta
    el Che, el Sub.Marcos, Federico (Lorca)
    el Padrino,etc. y todos los apellidos que se utilizan descartando el nombre y el 2º apellido.-
    podríamos nombrar a Evita, la Pasionaria
    orgullosas de sus nombre o apodo, hay muchos casos semejantes en la vida coti-
    diana, referidos a maestras,escritoras,
    vecinas mías…

    firmado: abuela Beba

  5. cesar cesar

    considerese que es una novela , no un tratado eso le permite conjurar a los dogmaticos.

    cesar colombia

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