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Cara a cara con los inmigrantes digitales de verdad

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La historia se repite. Muchas veces con tenues variaciones. Pero ese leve desplazamiento nos encuentra tan cambiados, o nos pega tan biseladamente que lo mismo es tan distinto.

Podemos ir tantas veces a un mismo lugar. Veraniego tal vez. Alguna buena excusa laboral. Obligaciones quizás. Un seminario que hay que dictar o tomar dos veces en una misma ciudad. Varias veces a lo largo de un tiempo sincopadamente, como los rituales académicos exigen.

O quizás puede tratarse de un libro o autor con el que venimos conversando desde antaño, pero que por algún motivo insondable de pronto suena distinto, parece como que lo hubiésemos leído por primera vez, o por enésima vez, y aun así algo diferente, misterioso y quizás provocativo nos regala.

Y para que no decir lo mismo de una vieja novia, ese deja vu que se convierte de pronto en un volver a vivir, o en un retorno al túnel del tiempo o en un episodio personal mas que bien logrado de El día de la marmota.

Tanto introito tiene un solo objetivo esta vez. Comparar dos visitas, recuperar un bautismo hecho hace 4 años atrás -tiempo infinito en esto de los meandros de Internet- y revisarlo a la luz de una conferencia dada hace una semana atrás-

El espacio en ambos casos fue exactamente el mismo, la sala de conferencias de la planta baja de la escuela ORT montañeses en Belgrano. El convocante también fue el mismo. Daniel Meiraldo titular de la orientación multimedia en la escuela ORT. En aquella oportunidad se trato de un seminario en donde los oradores principales fueron Daniel Mundo y el que suscribe

No puedo asegurar si la rectora era la misma aunque probable lo haya sido. Esta vez terció un personaje cual fue Dario Mischener director de la orientación tecnología, ganador del Premio Educ.ar-Intel a la Calidad Educativa, y a quien en una oportunidad le hicimos una larga entrevista en educ.ar, que resulto ser un instigador de fuste en estas iniciativas.

Mas me hubiese valido recorrer nuevamente esa entrevista porque con mi usual despiste supuse que daría una charla para educadores, cuando en realidad de lo que se trataba era de la inauguración del ciclo lectivo 2008 de la ORT, y los asistentes no serian los consabidos inmigrantes digitales (salvo en la primera fila), sino una tumultuosa turba de adolescentes adrenalinicos de entre 15 y 18 años, que forman todas las cohortes de la orientación tecnología en un número cercano a los 160.

Les debo confesar sinceramente que cuando me encontré en el estrado frente a este torbellino de cabezas y corazones arrebatados, para quienes 10 minutos de atención suponen la evolución de la humanidad entera, me preocupe bastante.

Entretener a adultos que ya casi no creen en nada es tarea relativamente fácil -comparativamente. Dirigirse a los verdaderos productores del mundo digital es un desafío difícil si no se quiere ser condescendiente, si se quiere cohabitar entre el mundo de la argumentación analógica y el mundo del estímulo táctil multimedial.

Por suerte hace rato que estoy incluyendo en las charlas videos y gráficos. Por suerte hace rato que me queda claro que los polialfabetismos mas que una panacea son una herramienta de supervivencia. Por suerte hace rato que lo institucional no me hace olvidar lo desorganizacional. Por suerte hace rato que trato de conjugar lo top-down con lo botton-up. Por suerte hace mucho que puedo articular la gestión con la opinión fundada, y la concreción de los hechos con el deber de la critica.

Una combinación de todos estos por suerte enhebró loablemente ese día del comienzo, que me hizo a acordar a la inolvidable charla que Steve Jobs dio en el 2005 en la Universidad de Stanford. Y aunque supongo que lo mío estuvo a años luz de aquella extraordinaria intervención, en todo caso una diferencia interesante fue que no es necesario renunciar a la instrucción formal para habitar estos nuevos mundos. Y que por sobre todas las cosas no es necesario irse ni a USA, ni a Japón ni a Europa para ver que otra educación es posible (bastante parecida a la que nos gustaría escalar a nivel de toda la Argentina) y que la ORT, como el Colegio Marín como incluso alguna escuelas publicas ya lo están haciendo.

Ahora de lo que se trata es de usar a instituciones como educ.ar de levadura para que eso que es bueno y que esta bien hecho, pero es patrimonio de pocos, se vaya extendiendo osmoticamente por todo el cuerpo social educativo.

Haber pasado el examen de la turba tecnológica de la ORT, aunque no hubo mas que una sola pregunta y no en público -pero fue realmente brillante objetando que el guión de Prometheus difícilmente podía haber sido escrito por Philip Dick ya que este había muerto en 1982, en realidad el video dice avatar de Philip Dick-, nos muestra que estamos bastante bien encaminados y que las iniciativas que estamos bosquejando para esta nueva faz de educ.ar están mas que bien orientadas.

Ah si un honor tenerle a Marina Umaschi, de sabático en la Argentina, como público y referente en este inicio.

Educ.ar difunde podcasts de la ORT

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