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Los bárbaros de Google. Educando con sentido a la generación Einstein Segunda Parte

La fiesta del saqueo

Los bárbaros saquean todo y saquean de todo, saquean a todos. Nada los amilana. Nada los desconcierta. Y cada uno de los saqueados reacciona como mejor puede. A veces en términos conciliatorios, otra veces con dudas y resistencias mas evidentes. Pero de todas las aldeas a saquear hay una que nos duele hasta el tuétano y que estamos dispuestos a defender con un ahinco y con una fuerza como ninguna otra.

Se trata de nuestra aldea mas cara, del mundo de los libros y de los grafemas, del mundo de la cultura letrada y del mundo sobre el papel (Olson). Porque si hay algo en que todo el mundo (defensores y detractores, amantes o repudiadores) está de acuerdo, es que nunca como hoy la ciudadela de los libros se ha visto tan afectada, para mal, como este mundo vandalizado.

Hay dos medidas en la que los críticos y nostálgicos basan toda su argumentación y todo su desconcierto. ¿O acaso nos escuchamos a diario la cantinela que proclama que…?

Medidas (erróneas) de la barbarie

1. La gente ya no lee. 2. Quienes fabrican los libros se desinteresan del contenido y solo les interesa multiplicar la tasa de ganancia. Como bien dice Baricco si bien es posible sostener (contra toda estadística y comprobación empírica) una u otra de estas tesis, combinadas no solo son insostenibles y mutuamente contradictorias, sino que testimonian mas el sentido común ingenuo que cualquier lectura «critica» (fascinante autoetiquetamiento que se arrogan los libromaníacos).

Porque los letrados no solo insisten en la mala calidad de las publicaciones masivas sino, encima, en el carácter venalmente mercantilista de quienes promocionan best-sellers como meros vendedores de cachivaches que son, de quienes violan los sagrados derechos del canon literario, y de quienquiera no valore la alta cultura, la literatura sagrada y todos los formatos que suponen el uso de los calidades intelectuales superiores para su aprehensión.

Lo cierto es que en Occidente los libros están creciendo como conejos. En USA durante los últimos 10 años aumentaron un 60%. En Italia la facturación libresca se ha multiplicado por cuatro en los últimos 20 años. Esta tendencia global no nace del azar y está entre los determinantes en última instancia de la gran mutación que esta trasladando el poder de los civilizados a los bárbaros.

Tienes un e-mail

Los críticos creen saber de que hablan. E insisten y nos asustan con imágenes (que tienen su caracterización popular en la película protagonizada por Tom Hanks & Meg Ryan «You´ve got an e-mail»). Las grande cadenas se comen a las librerías de barrio o especializadas. El editor concienzudo de otrora como Moira Irigoyen o Raul Estol amigos que alguna vez descollaron en Paidós son sustituidos por el marketinero de hoy.

Ni Baricco, ni yo, ni muchos que miramos con igual embeleso tanto a la mercadotecnia como a las industrias especializadas, podemos discordar un ápice de esta fotografía. Pero lo que nadie hace, pero Baricco si, es preguntarse ¿qué clase de mundo ha generado una mutación así? Como nos enseñó Benjamin, de lo que se trata no es de sacar fotos del presente, sino del futuro, no de lo que nos gustaría que fuese sino, de lo que está siendo porque tiene fuerza para ser y lo otro (todavía) no.

Es tan comprobable en tanto que ¿esta era masiva de libros está matando el alma de los lectores?, ¿La generación prefabricada de best-sellers está destruyendo el placer de la lectura de nuestros niños y adolescentes?, ¿La mercadotecnia participa de un genocidio civilizatorio?, ¿Esta idea de la aniquilación, propalada por los cultores del libro -primero contra la TV ahora contra Internet- en vez de ser critica e inteligente como cacarean sin cesar, no es falsamente inteligente?

¿Pigna está matando a Braudel?

La pregunta de Baricco es tan sorprendente como maravillosa: ¿es verdad que el énfasis mercantil mata el rasgo mas noble y elevado de los gestos a los que se aplica? ¿Pigna está matando a Braudel? ¿Pablo Coelho a Baruch Spinoza? ¿El código da Vinci a las obras completas de Aristóteles?, ¿Jorge Bucay a Sigmund Freud o a Jacques Lacan?

Baricco la tiene clarísima. El énfasis comercial no es la causa (habría que releer la globalización y toda la cuestión de la creatividad y el empoderamiento de los negocios en esta nueva clave) sino el efecto. Primero se hunde el episteme tal cual lo conocíamos, luego alguien, muchos, conquistan el nuevo espacio, con el «business» como motor y nombre de esta conquista.

Lo que irrita hasta el hartazgo, lo que pone de pelos a mas de uno, lo que hace trizas toda la idea misma de política cultural incluyente es la masificación y la emergencia de los prosumidores. El fin de la endogamia, la caída de la distinción (Bourdieu nos regaló páginas excelsas sobre el tema siendo el mismo uno de los distinguidos), irritan mucho a una clase sociocultural que ve amenazada su idiosincracia, sus prácticas ancestrales y sobretodo su distinción, aunque muchas veces hace de la democracia política un bonito adorno retórico.

La simetría lectores/escritores

Hasta mediados del siglo XVIII quienes leían libros eran sobretodo los mismos que los escribían. Se trataba de una pequeña comunidad endogámica identificada por la posesión de educación y por la indiferencia -dada su capacidad económica- ante los trabajos remunerados.

La invención de la burguesía liberó ingentes cantidades de ciclos ociosos y de plusvalía cognitiva, inventando a su vez un público de lectores que NO escribía libros. La máquina de fabricación de lectores se llamó novela, la varita mágica que convirtió en real al público potencial.

A ninguno de los críticos letrados que se escandalizan hoy por la mercantilización de la lectura les importó un rábano que la invención de los lectores de novelas a fines del siglo XVIII haya generado fabulosas ganancias para imprenteros y, eventualmente, para los escritores amateurs.

Porque lo que hoy vemos en ese gesto inaugural no son las infraestructuras materiales, sino la creación de una conciencia superior y formalizadas de si misma, una refinada idea de bellwza.

Pero de Melville a Dumas a los escritores les importaba un comino lo que generaciones posteriores dirían de ellos en términos de calidad, siendo su objetivo mucho mas cuantativo y masivo, mercadotécnico, llegar a la mayor cantidad de lectores posibles.

Expandiendo desesperadamente al círculo de los lectores

Claro que ese círculo expandido de lectores no era toda la población (¿lo es hoy, porqué/para qué se reúne la UNESCO invariablemente cada 10 años diciendo que en ese intervalo terminará con el analfabetismo en el mundo, sin nunca lograrlo?), pero seguramente era mucho mas grande que en tiempos de la endogamia literaria. Y en una de las operaciones cognitivo-comerciales mas grandiosas de la historia la novela se quedó con todo.

Al igual que hoy los civilizados frente a los bárbaros, los selectivos lectoescritores del siglo XVIII estarían mas que indignados por la socialización masiva del gusto literario a manos de los rústicos lectores de novelas por entregas.

En sus inicios la novela fue vista como una terrible amenaza, los médicos recomendaban dejarla fuera del alcance de las damas (especialmente las casadas) y de los niños (como ciertos fundamentalistas del libro de hoy que insisten en prohibir un sola gota de TV a los menores de 2 años y en racionar todo lo posible el visionado de los chicos mayores y el de los adolescentes).

Todo lo masivo fue siempre comercial y si los públicos letrados no se ampliaban no era por una cuestión de gusto sino por restricciones económicas. Mozart y Verdi en siglos distintos y con limitaciones de alcance diferentes eran lo mas populares posibles, como hoy lo son Coelho y Richard Clayderman (entre nosotros Waldo de los Rios y Bucay, Pigna y Lanata).

La calidad no muere con la cantidad

Resumiendo. Independientemente de que la masividad genera basura cultural, que por otra parte la historia se encarga de enterrar, por mas que la popularidad infecte todo, ello no impidió la emergencia de un Verdi o de un Puccini, de un Proust o de un Joyce y hasta de un Stockhausen y de un Schoenberg, para mencionar algunos extremos.

Baricco se mofa de los letrados con un garbo y una suficiencia que querriamos tener nosotros. Mostrando como la Italia de Pavese, Calvino, Gadda, di Lampedusa, Moravia y Pasolini de los años 50 fue barrida por los bárbaros de los medios y los premios, recuerda un detalle siempre pasado por alto pero que es de una importancia explicativa crucial para tratar estos temas con una minimisima cuota de seriedad.

Se trataba de una época en la que 2/3 de la población hablaba en dialecto, el 13% era analfabeta y de los sabían leer y escribir 20% no habían terminado la escuela. Una Italia en donde la popularisíma trilogía de Calvino apenas vendió 30.000 ejemplares en 8 años.

Libros a mansalva

Como en el caso anterior, como en la Argentina anterior a Eudeba en 1958, y mucho mas en la década -peronista con su culto a las alpargatas en desmedro de los libros, aunque el Leonidas Lamborghini de El solicitante descolocado desuatoriza esta fácil chicana-, los autores existentes cubrían todo el mercado y le daban a este todo lo que pedia, y esperaban el milagro de la masividad.

Que en Italia llegó con El Gatopardo con 400.000 ejemplares vendidos en 3 años, y que en la Argentina tardaría décadas en llegar y lo haría recién en los años 80/90 de la mano de el Nunca Mas y de los docudramas politicos como fueron los best-selleres de Joaquín Morales Solá, Horacio Verbitzky y varios mas

En Italia el mercado de bolsillo se invento recién en 1965 con la editorial Oscar Mondadori que llegó a vender 210.000 ejemplares en una semana. El tema queda mas que claro. Comparar una industria cultural de calidad del pasado con otra industria comercial del presente es de una infantilismo supino.

Las industrias editoriales siempre ocupan todo el espacio posible hasta el límite. Y cuando el diámetro era pequeño así sucedía con sus productos. Pero hay que desenmascar la ficción de una buena vez. Nunca se trató de una oposición calidad vs mercado, sino de encontrar la calidad dentro del mercado.

Consiguientemente no es la mercadotecnica la responsable de masacrar la calidad. Por eso hay que cambiar las preguntas, como haría Benjamin, como hace Baricco y llegar al meollo de la cuestión interrogándonos con ¿qué tipo de calidad ha sido generada por el mercado? ¿Cual es la idea de calidad de los bárbaros? ¿Que cornos quieren leer? En definitiva ¿que es para ellos un libro?

¿Y qué vínculo hay -si es que hay alguno- entre su idea de calidad y la nuestra, la del canon occidental, la pregonada por la catedral literaria, aquella defendida a rajatabala por George Steiner y por Harold Bloom? y por nuestros propios literatos tan rapidos para separar la paja populista del trigo vanguardista.

Que nadie está exento de tirar la primera piedra queda al descubierto con la indignación de Eduardo Arcos ante la tabla de la lista de libros mas leidos de la historia.

Coexistiendo con la literatura de calidad

Decididamente los bárbaros no han barrido con la literatura (que nosotros) consideramos de calidad. Cualquier bibliófilo y cualquier marketinero coincidirá en que esa literatura vende un poco mas, a veces mucho mas y nunca mucho menos que antes de la aparición de los bárbaros.

Antonio Tabucchi hoy vende infinitamente mas que Fenoglio. Cortazar, Borges y Piglia venden hoy mucho mas que hace 20 o 40 años, aunque no parece tanto porque las orillas a su producción si que han crecido agigantadamente. Baricco llama a esta coevolución: yema (alta gama), y clara (márgenes y literatura popular, populista o francamente de segunda).

Baricco nuevamente observa mejor que nosotros y descubre que la clara (esos centenares de millones de libros que se venden en el mundo) no son libros en el sentido tradicional o convencional del canon. Porque la mayoría de los que compran libros no son lectores. Pero no se trata de menear la cabeza a la Barcia & cia sino aceptar una realidad.

La mayoría de los libros que se venden hoy son libros delegados, remediados. Libros de los que se ha hecho una película, novelas escritos por personajes televisivos (Araceli Gonzalez, Valeria Mazza y la lista sigue y sigue), relatos escritos por famosos mas o menos (Victor Sueyro, Felipe Pigna ). Se trata de libros que cuentan algo que ya pasó en otra parte, lugar, formato o relato.

Y si bien este vicariato hace que los letrados detesten a esta literatura de pacotilla, la misma encierra una comprensión a la que deberíamos prestarle mas atención. Se trata de la comprobación de que estos libros (¿todos los libros bárbaros?) se abren a experiencias mucho mas amplias que las textuales.

La sabiduría de los bárbaros

Cada libro bárbaro es un segmento de una secuencia que empezó en otro lugar que el libro y que probablemente también terminará en otro lado. He aquí la sabiduría del bárbaro y correlativamente el ejercicio de su rechazo. Los bárbaros no valoran, no leen, no les interesan esos libros (nuestro sagrado canon) que remiten por completo a la gramática, a la historia al gusto de la civilización del libro. Porque para ellos esta gramática intertextual es de una pobreza de sentido sin igual.

Al no poder insertar esas secuencias en caminos transversales, les resultan áridas, ríspidas, abstractas, formales, baños de formal que nada tienen de interesante como son la interferencia, el barrido, la interpenetración, la navegación transmedia (lindo término utilizado por Henry Jenkins para caracterizar una de las competencias digitales en su informe Confronting the challenges of participatory culture: Media Education for the 21st Century (2006))

Leer a Faulkner o a Hemingway, a Shakespeare o a Cervantes, a Joyce o a Proust, a Balzac o a Dickens exige sumergirse en libros que remiten a libros que remiten a mas libros. Una aventura paratextual que se aprecia mas cuando mas uno se abstrae del mundo y se aboca a la literatura. Para los bárbaros este es un viaje que no les promete sensaciones placenteras, mas aun no les promete ningún tipo de sensación

¿Para qué hacer un esfuerzo sobrehumano para aprender una lengua menor, cuando existe un universo al alcance de la mano escrito en un lenguaje que es el nuestro y que no nos cuesta nada?

Las instrucciones de uso

La regla es clara. Los bárbaros tienden a leer únicamente los libros cuyas instrucciones de uso se hallan en lugares que No son libros. Pero el fenómeno es infinitamente mas complejo que leer libros de canciones de rock o confesiones de algún viaje al mas alla. La venta masiva ha inaugurado canales inéditos. Empezando por los libros vendidos con los periódicos que han alcanzado cifras fabulosas en Europa. 80 millones en Italia solo en los dos primeros años.

Y fenómenos increíbles como la venta del nuevo disco de Diego «el Cigala», Dos Lágrimas que no se vende en las tiendas de discos ni en grandes superficies: sino en exclusiva con el diario El País, y con un precio bastante inferior a otros nuevos CDs. El propio periódico, al actuar como medio publicitario de un producto que él mismo distribuye tiene costes mucho menores. Es lógico que los medios de comunicación actúen como productoras, ya que controlan la distribución: hay un gran paralelismo con los hipermercados que venden su marca propia.

Tras la experiencia de Radiohead ofreciendo su disco por la voluntad (y muchos otros grupos que ofrecen su música gratis), este nuevo ejemplo demuestra que el esquema tradicional de distribución de música (y progresivamente también de otros productos culturales como el libro) está roto, y no se va a arreglar. Los artistas se ganan el sustento dando conciertos, no vendiendo discos, en línea con la tendencia actual de premiar las experiencias sobre los productos físicos. Y lo mas llamativo del asunto es que las ventas por los canales tradicionales no se han visto afectado en lo mas mínimo.

Hay aquí un verdadero efecto Munchausen donde se inventa al mismo tiempo el fenómeno y el sujeto del fenómeno. Lo que la gente compra no es la experiencia del libro sino la experiencia periódico + libro, la ubicación de un grande de la literatura en una extraña y muy poco convencional secuencia noticias + gustos culturales + pasión política + hobby compartido.

Operaciones de transcodificación, de la expresión a la comunicación

Flaubert & Faulkner son inmunes a estas operaciones de transcodificación, hasta cierto punto. Lo concreto es que millones de personas que jamás los habrían leído como entretejido puramente textual, los compraron y (un porcentaje indescifrable pero acumulativo) los leyeron, como parte de un laberinto de secuencias y entrecruzamientos propios de los intereses extratextuales de los bárbaros. Asi se hizo pedazos la autoreferencialidad de la literatura y el libro se ha convertido entonces en un nudo por donde pasan secuencias originadas en otras partes y destinadas a otras partes. Lo que antes era clara ahora empezaba a contagiar a la yema.

Revisando donde empezó este contagio, haciendo de topo tratando de descubrir la fecha de esta mutación, Baricco la ubica a principios o mediados de los 70, mucho antes de las macrotiendas y de los libros de actorcitos o de modelos. Lo cierto es que la época en que una generación disfrutó de la belleza estilística y de vivir los frutos creativos de ese ánimo ya pasó hace rato y desde hace varias décadas la palabra escrito dejó de ser expresión y se convirtió en comunicación

De pronto la palabra escrita desplazaba su centro de gravedad desde la voz que la pronunciaba hasta el oído que la escuchaba. Lo que vino después es mero contagio bárbaro que Baricco como siempre sintetiza magistralmente «privilegiar la comunicación no quiere decir escribir cosas banales de la manera mas simple para hacerse entender, significa convertirse en teselas de experiencias mas amplias, que no nacen ni mueren en la lectura (pag 89)».

Calidad es otra cosa

Para los bárbaros la calidad de un libro reside en la cantidad de energía que ese libro es capaz de recibir desde otras narraciones y verter después en otras narraciones.

Si por un libro pasan cantidades de mundo, ese es un libro que hay que leer. Un libro legible debe adoptar la palabra del mundo. Debe ser un libro cuyas instrucciones de uso se hallan en lugares que NO son únicamente libros. La lengua del mundo se gesta hoy en la publicidad, en la música ligera, en el periodismo, en el deporte, en la moda, en muchísimos lugares externos a los libros en si.

Para los bárbaros los libros son captura de esas secuencias, segmentos de algo mas amplio que a lo mejor se ha generado en el cine, ha pasado por una canción, ha desembarcado en la televisión y flotó después en el imaginario colectivo gracias a la ayuda de Internet. El libro no es un valor, lo que vale es la secuencia.

Quien funge como bisagra de este fin y recomienzo no es nada mas ni nada menos que Umberto Eco con su El nombre de la rosa (1980), momento en que la literatura italiana, en su significado antiguo de civilización de la palabra escrita y de la expresión llegó a su fin. Y algo nuevo, bárbaro, nació .

NB La increíble historia de Andrea Camilleri un barbaro italiano nacido en 1925. Publicó recién en 1994 La forma dell’acqua, primera novela policial con Comisario Montalbano como protagonista, tocanco el cielo con las manos a los 69 años. A la fecha ha vendido mas de 10 millones de ejemplares

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5 comentarios

  1. Hay varias descripciones de tiempos antiguos por la piedra de poder y él sobre cada uno del las piedras de poder Se describen varios efectos y se han pasado.

    – En shui del feng, cristal se ha tratado como una piedra importante (piedra de poder).

  2. (suspiro) quisiera devorarme este blog, como he devorado muchos libros… Con una vida tan agitada me he permitido creer que ya no hay tiempo… tengo que cambiarme de esquema.

    Saludos Alejandro. Estuve en tu conferencia en la Omar Dengo en CR y te cité hoy en el blog que estoy estrenando. Quisiera saber si hay alguna manera de obtener el video de Day of the Longtail con los subtítulos que le pusiste.

  3. Estimado Alejandro:

    Es un placer enorme leerte. El placer que deviene del esfuerzo por comprender ,más allá de lo que nos viene dado.
    Me pregunto qué tipo de pensamiento o estructura mental se generará a partir de las nuevas generaciones… Nos esforzamos en casa para que nuestros hijos tengan en la lectura una fuente inigualable de vocabulario, al que no accederán jamás en la vida cotidiana, y nuevas formas de ver y sentir el mundo.
    Es muy difícil conquistar el equilibrio entre la avasallante cultura virtual y el esfuerzo intelecutual ,que demanda la lectura . También el tiempo de quietud, el saborear cada página recreando en nuestra mente, cada instancia, perfilando personajes creados a partir de la subjetividad.
    Gracias por tus reflexiones. Estaré atenta a tu voz.
    Un abrazo
    Adriana

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