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La (In)Conclusión de Nativos Digitales

El lunes 2 de marzo entra a la imprenta Nativos Digitales. Dieta cognitiva, inteligencia colectiva y arquitecturas de la participación. Si todo libro es un parto, este lo fue de quintillizos. Iniciado tres veces, postergado por innumerables razones, abarcando mucho y apretando lo que se pudo, en un mes y medio estará en las librerías. Aquí la primera parte de las cuatro páginas de cierre/reapertura.

Los libros, como la vida, como la sociedad, nunca terminan, siempre continúan. Cuando estamos dando los toques finales a uno, otros brotan como simientes y esperan que se los abone adecuadamente. Es probable que los libros futuros sean, como esas ideas que se le ocurrían a Woody Allen por centenas y que recién fructificarían, debidamente seleccionadas en sus películas diez o más años después (Lax, 2008). Que el hombrecito tiene una veta fabulosa se testimonia en sus 38 películas hasta ahora, dudo mucho de que yo llegue a la veintena de libros, aunque ya orillo la decena.

Lo cierto es que este libro, al igual que otros anteriores, está plagado de citas y de bibliografía, de conceptos y de memes, de ideas y de referencias, y por eso mismo llama a regar muchas de ellas y a convertirlas en nuevos libros por derecho propio. Así merecería una obra entera el “Proyecto OLPC”, y lo mismo cabe decir de uno sobre las e-skills, otro sobre la experiencia educ.ar, uno mas sobre los nativos digitales y de otros ejes de cualquier capítulo, que son antes bien puntos de partida que puntos de llegada, tal como los lectores seguramente habrán comprobado.

Si a este libro -herencia a su vez como mencionamos en los agradecimientos de una veintena de lecturas y autores principales-, le faltara cierta exhaustividad, remediada eventualmente por esas obras que algún día aparecerán, en lo que sí abunda es en incisivas salientes, enganches (affordances, como se comentó en una nota), guiños, navegaciones, interpolaciones, conexiones, relaciones.

Frente a una cultura mediática que cada día inventa un neologismo, que genera nuevos formatos, que bautiza nuevos consumidores, que fabrica nuevas opciones de producción y consumo alternativamente, este libro se alza como baremo y como detector, como cápsula y como itinerario.

Aquí juntos, pero no amontonados, se han dado cita Heidegger y McLuhan, Spinoza y Los Simpsons, Los videojuegos y Sloterdijk, Zizek y el ciberespacio, 24 y Manuel Castells, y la lista se abre como un abanico en ese implícito capítulo 13 que es la “Bibliografía”. Pensada como cajón de retazos, como invitación a hacer tesinas y doctorados, como demostración de que viviendo en Internet, para algunos bifrontes, anfibios y polialfabetizados, hay que darle al libro lo que es del libro, a la red lo que es de la red, y a los dos del otro, en una danza vertiginosa y frenética, que también cada tanto puede apreciarse en cámara lenta, inmovilizándonos con un fogonazo, disfrutando en un ritmo slow.

Cuando iniciamos la aventura de la redacción de este libro hace tres años, queríamos hilar en un mismo entretejido las alfabetizaciones digitales junto con las culturas y los estudios visuales (Brea, 2005), la filosofía pática y el diseño de la información, la comunicación intergeneracional y la cultura de la convergencia, el paradigma indiciario y la sabiduría de las multitudes.

Pero, a diferencia de los ensayos tradicionales, de la hermenéutica de bibliotecas y de la apología del decir por encima del hacer, queríamos ver hilvanados estos temas a partir de experiencias y productos, de agrupamientos y de movilizaciones, de una libido potenciada por la tecnología, de recortes inusuales que prestaran atención indistintamente a los productos culturales de calidad, pero también a la producción masiva indiferenciada, a los capilares sociales genéricos.

Si nuestro paneo ha sido exitoso, le queda al lector decidirlo. Nosotros, en cambio, queremos mencionar dos o tres líneas de trabajo que convergen con la nuestra, pero que la profundizan y la llevan mucho más lejos. Quizás por haberlas descubierto demasiado tarde (o temprano quizás), no se encuentran debidamente representada en el texto. Y, al revés, nos invitan anclar en otros engranajes próximos reales o imaginarios.

Así nos ha sucedido con el material de Joost Smiers & Marieke Von Schijndel (2008), Imagine no copyright, quienes defienden que es posible configurar una situación de igualdad de condiciones, un mercado normalizado sin copyright y sin el dominio de un reducido número de conglomerados culturales. Este tema que abordamos tangencialmente por el lado de Benkler (20006) merece mucho más desarrollo.

Lo mismo puede decirse del aporte de Ricardo Sole (2009) en Redes complejas que afortunadamente en un original castellano, dibuja una cartografía de la complejidad, de algún modo otro título posible para este libro que tienen en sus manos. Todas la redes complejas, tanto naturales como artificiales tienen propiedades universales. Genomas, ecosistemas o redes eléctricas aúnan a su gran plasticidad y eficiencia una enorme fragilidad. El cáncer o Internet parecen conectados como sistemas en los que el fallo en un nodo clave desencadena el desastre. Todos temas que han aparecido en filigrana en nuestros libros previos -y también en este- pero que merecerían mayor destaque donde continuar esta saga.

La gran sorpresa del final, fue habernos topado dos semanas atrás con la más reciente obra de Eloy Fernández Porta (2008), Homo Sampler, una lectura tercerista que profundiza mucho los análisis de Baricco, y permite echar una renovada lectura sobre la cultura contemporánea, generando en el ínterin una fenomenología del tiempo que merece más explicación y detalle.

Para Fernández Porta, lo que suele describirse como “nueva narrativa influenciada por las audiovisuales” constituye la verdadera alta cultura crítica de nuestra época. Con una prosa florida que cuesta leer por las infinitas asociaciones -más numerosas y mucho más intrincadas que las nuestras-, con mucho color local y guiños a veces demasiado generacionales, y con un desparpajo que hace rato reclamábamos, Fernández Porta profundiza muchas de las avanzadas crítico-literarias que habíamos visto anticipadas en Diederichsen, en Bunz, en Cippoloni, entre otros, sólo que esta vez elevadas a un nivel de contextualización y lateralización todavía más ambicioso, y al mismo tiempo con cierto cierre arquitectónico que lo vuelve más valioso, menos disperso, más sintético, menos difuminado.

Las preguntas de Fernández Porta son desopilantes e insólitas. ¿Por qué las mujeres con clase tienen novios heavy metal? ¿Cómo crear un tiempo propio en la época del Tiempo™ tecnológicamente producido? Y sobre todo: ¿cómo ha llegado a un poblado melanesio ese hombre que grita: «¡Mí Homer Simpson! ¡Mí huir de televisión pública!»?

Estas preguntas obviamente reclaman nuevas grillas interpretativas, nuevos formatos estilísticos, y exigen una tratamiento a fondo, del más inelástico de nuestros bienes: el tiempo propio y el tiempo del consumo, que la mayoría de las veces son la única y misma cosa.

Ese camino emprendido por Fernández Porta, en un prólogo de una densidad teórica y de una belleza estilística hoy poco común, llevaría a explorar la huella de lo atávico en el pop, la importancia creciente del desecho en los paisajes eléctricos y las respuestas subjetivas a la «cronología objetiva» impuesta por el mercado.

Fernández Porta lo hace desde una lectura irreduccionista, sin caer en las letanías y en las lamentaciones del buen crítico iluminista, que vemos destellar en Honoré (2008), en Sibilia (2008) y en tantos otros, y que llegan a un grado de chatura y de nostalgia por el mundo perdido notables en las tapas del suplemento cultural ADN del diario La Nación.

Como toda edición tiene un punto de cierre, mayores reflexiones deberán esperar a nuevas impresiones o, sino, hacer el cortocircuito pasando por nuestros weblogs y expresiones virtuales. Muy especialmente por nuestra alma mater Filosofitis, donde han anidado, inicialmente, la mayoría de estos capítulos

También ahora comienza el diálogo mas preciso con nuestro encuentro en el weblog del libro en y su correspondiente grupo en Facebook -aunque allí hay que andar con cuidado, no vaya ser que Marck Zuckerberg vuelva a las andadas y se quiera deglutir de un solo bocado todo el contenido generado hasta ahora por 175 millones de usuarios, como pretendió hacer a mediados de febrero del 2009, y por ahora desistió.

¿Quién dijo que el mundo virtual sería un Far West menos caótico que el real, como la crisis actual del capitalismo está dejando al descubierto? ¿Quién dijo que el mundo real sería mas fascinante y desafiante que los 1.000 mundos virtuales que frecuentamos a diario?
E la nave va.

Madrid/Barcelona/Pamplona, Rincón de Milberg, Tigre, Febrero de 2009

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10 comentarios

  1. ¿Cuándo van a distribuirlo en Europa? Me apetece leerlo ya Alejandro y con «une dédicace spéciale de l’auteur, s’il vous plaît».
    Sdos,
    Katixa

  2. ¡Qué buena noticia! Este verano leí Ciberculturas y imagino que seremos varios lo que estaremos esperando con ganas este nuevo libro.
    Saludos.

  3. […] La (In)Conclusión de Nativos Digitales – El lunes 2 de marzo entra a la imprenta Nativos Digitales. Dieta cognitiva, inteligencia colectiva y arquitecturas de la participación. Si todo libro es un parto, este lo fue de quintillizos. Iniciado tres veces, postergado por innumerables razones, abarcando mucho y apretando lo que se pudo, en un mes y medio estará en las librerías. Aquí la primera parte de las cuatro páginas de cierre/reapertura. […]

  4. Felicidades Alejandro!
    Desde luego que dan muchas ganas de leerlo. Saludos!

  5. dan3 dan3

    mil gracias, será leído con detalle, un saludo

  6. […] – Alejandro Piscitelli, autor del libro “Nativos Digitales. Dieta cognitiva, inteligencia colectiva y arquitecturas de la participación“ […]

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