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Labs de arteciencia educativos, culturales y comerciales

Redefiniendo lo que es un Lab

Hace rato que me preguntaba donde estaban los Labs. Digo esas instituciones parecidos al Media Lab Prado de Madrid. Porque seguramente debía haber otros, además de los que pertenecen a esa red, y que se reunieron en septiembre en un trabajo colaborativo del que participó Carolina Gruffat.

Y como bien dice Juan Freire lo menos importante en el Media Lab Prado son las tecnologías. Por lo que lo que estábamos buscando no era una actualización trasnochada del Media Lab del MIT un cuarto de siglo mas tarde (por suerte para ellos al final en el 2009 inauguraron su segundo y renovado edificio), sino la propuesta de un espacio abierto y colaborativo.

E inesperadamente como siempre sucede cuando se encuentra lo que no se busca, me tope en un Barnes&Noble de Dallas con el libro de David Edwards The Lab Creativity and Culture (2010), que cuenta la historia de una seguidilla de laboratorios inspirados en parte en la Bauhaus y en parte en Google, Ideo, Ars Electronica Futurelabs y el ya citado Media Lab del MIT.

Un Lab Arteciencia es una desorganización o postinstitucion que potencia el diálogo entre creadores y público centrado en los procesos creativos, desmoronando de este modo la barrera usual que hay entre Arte y Ciencia. No se trata pues ni de laboratorios científicos, ni tampoco tampoco de ateliers de vanguardia, digitales o no. Se trata de otra cosa.

Todo empezó en 2007, o en 2005 o en 2010. ¿Qué importa cuàndo?

Esta (nueva/vieja) historia comenzó con Le Laboratoire, que se inauguró en el otoño europeo de 2007. Poco tiempo antes en el verano del mismo año Ken Arnold había abierto en Londres la Wellcome Collection. A free destinaton for incurable curious. Y pocos meses después el historiador del arte Michael John Gorman abrió en Dublín la Science Gallery. «Something was in the air«.

Lo que esas tres instituciones tienen en común es ser un híbrido emergente que presagia una reorganización en la ecología de la instituciones del conocimiento, que pronto se verá reflejada -si es que no lo está ya- tanto en nuevos circuitos de producción, como de enseñanza y de circulación pùblica de procesos y productos. A igual distancia de la Universidad, el Museo y las Fábricas y Empresas tal como las conocemos hoy.

Si bien cada una de estas desorganizaciones tienen partners institucionales, al mismo tiempo sus primeros pasos se vieron profundamente influenciados por una red preexistente de iniciativas arteciencia que aun no habían acuñado su identidad linguística. Entre esos partners contamos con The International Society for Arts, Science and Technology con su extraordinaria revista Leonardo (1968), Art & Sciences Collaborations (ASCI), 1988, Symbiotic A, UCLA Art/Sci Center, y la Ecole des Arts Politiques fundada por Bruno Latour en 2009.

Post-Instituciones mutantes y emergentes

No es el menor mérito, y lo que identifica a todas estas desorganizaciones, y muy especialmente a su conjunción, la falta de planificación y premeditación, y la enorme potencia de la autoorganizaciòn tanto en su lanzamiento como en sus tareas habituales.

La historia de Le Laboratoire muestra este estado transicional permanente. Pensado para testear ideas en las artes visuales y performativas en el campo del diseño. se ha dedicado a hacer lo imposible para convertir las ideas en bruto y traducirlas en beneficios culturales, comerciales, educativos y humanitarios a través de un proceso de revisión de pares. A medida que se iba constituyendo les quedó claro a sus fundadores que no podrían vivir en aislamiento o fuera de una red de pares.

Entre 2005 y 2010 David Edwards y otros emprendedores tecnoculturales afines abrieron Labs en Boston & Cambridge, en Paris, en Pretoria y en Ciudad del Cabo. En el modelo de los labs de arteciencia, ideas en el campo del arte o del diseño pasan del plano educativo al del cambio cultural y social mediados a través de un diálogo público disparado por una exhibición en vez de a través del circuito de las publicaciones académicas.

Si bien los ejemplos que dan son a veces demasiado high-tech, invocándolos queda claro de que se trata. Un grupo de estudiantes africanos en el lab arteciencia de Harvard inventó un nuevo enfoque de como iluminar pueblitos en Africa Central usando células de combustible microbianas. Es decir de un dispositivo que convierte la energía química en eléctrica a través de la reacción catalítica de los microorganismos.

En este caso además de la circulación por los distintos Labs, los etudiantes recibieron un subsidio del Banco Mundial para crear una ONG productiva: Lebone. Queda así expuesta la dinámica de embudo de ideas (funneling) que supone la ecología de los Labs: las ideas se generan en labs arteciencia educativos, maduran a través de la exhibición pública en labs arteciencia culturales y se convierten en productos innovadores en labs arteciencia comerciales.

El negocio no se contradice con el ocio

Que los Labs son un buen negocio y tienen su público adicto se advirtió prestamente. La Wellcome Collection que quiere mostrar su colección de mas 1 millón de objetos médicos a la sociedad, está teniendo 330.000 visitantes anuales. La Science Gallery no baja de los 150.000. Lo mismo ha sucedido con Le Laboratoire en París que consigue unos 15.000 visitantes por cada nueva propuesta, y que al circular por una panoplia de galerías de arte y museos en Europa, Nueva York o Hong Kong llegan a un público que oscila entre el medio millón y el millón de personas.

Hubo 50.000 compradores de productos innovadores en Le Laboratorie en el año 2009, y se cree que habrá 500.000 en el 2010. Pero mas importante que los números son las dinámicas de la innovación cultural que van desde el endogrupo a la masa, desde la disciplina a la transdiciplina, desde el placer por la gestación de ideas al placer que brinda su ampliación y reapropiación.

No se inventa un Artsciencelab de la nada y por suerte si uno sabe buscar encontrará en la historia antecedentes con otros objetivos o intenciones pero con una afinidad muy profunda con lo que Edwards esta proponiendo hoy. Entre ellos contamos la experiencia de convertir a la ciudad de Antwerpen en un living lab como hizo Hans Ulrich Obrist con Laboratorium en 1999. Otro tanto puede decirse de la mítica The Factory de Andy Warhol en los años 60.

¿A quien se parecen, de quién discrepan?

Para Edwards los inicios de Le Laboratoire, concebido inicialmente como un laboratorio en donde los artistas y los diseñadores harían experimentos en la frontera de la ciencia, se asemejaban mas a The Factory que a Laboratorium. Los experimentos no estarían definidos por objetivos predeterminados, ni supondrían residencias ni serían exclusivamente desarrollados puertas adentro del laboratorio. Las exhibiciones serian como un peer review hecho por el público, y se esperaba que los experimentos llamaran la atención de los artistas en aras a la aventura, y de los científicos como exploración de las fronteras del conocimiento.

Las primeras exhibiciones de Le Laboratoire fueron confusas y desestabilizadoras. Comenzando con Matière à penser de Fabrice Hyber (artista) & Robert Langer, científico), que se preguntaban ¿Qué es la inteligencia? ¿Un patrimonio genético? ¿Un capital personal influenciado por el entorno, por la cultura? ¿Un proceso de transformación? y partía de como una célula madre engendra una neurona.

Lo mismo paso con la cuarta exhibición Dans la sphère et autre invention culinaire con Thierry Marx & Jérôme Bibette buscando perfeccionar la esferificación (corazón de la cocina molecular) sin el uso de gruesas membranas de lecitina, lo que llevó a la clausura de la exhibición solo un día después de abierta, hasta que finalmente pudieron resolver el intríngulis y terminaron inventando una forma de aspirar chocolate (el producto después conocido como Whiff) que daría lugar a los coloides culinarios. De paso se inventó el LaboGroup una instancia de comercialización de estos productos.

La 5ta experiencia de fines del 2008 V?L a cargo del compositor digital japonés Ryoji Ikeda y del teórico de los números Benedict Gross se convertiría en otro hito en la invención de un lab Artscience. Antes que una simple ecuación matemática, la expresión V?L (que el conjunto de Von Neumann se iguala o no al del universo construible de Godel), inspira la contemplación de lo que no podemos percibir y puede llevar a una experiencia transcendental de lo sublime.

¿Y la educaciòn qué, dónde, cuándo?

Con todo lo fascinante que son estas iniciativas y experienciaa para nosotros, particularmente lo que mas nos interesa en este momento es la dimensión educativa de los Labs Artscience. En la visión de Edwards los Labs Artsience educativos están enderezados a convocar a estudiantes del secundario y universitarios a través de una recorrido por los sueños innovadores. Se trata de laboratorios de traducción de ideas.

De lo que se trata es de que los estudiantes aprendan a aprender en entornos reales, al mismo tiempo que tratan de empujar esa realidad hasta sus limites. Los proyectos de los estudiantes empiezan como ideas semilla propuestas por artistas, diseñadores, científicos, entrepreneurs. Partiendo de ese inicio puntual, y contando con la iniciativa y la creatividad de los estudiantes en proyectos colaborativos en arte o diseño y a menudo en implementaciones duraderas en la propia sociedad.

Y aunque aprender traduciendo ideas pueda parecer herético, en rigor es la forma mas antigua que conocemos de aprendizaje. Desde la cuna al colegio primario todo lo que aprendimos surgió a partir del cambio de reglas objetivos y encuadre. Cambios dramáticos en nuestros entornos siempre nos advirtieron, generalmente en forma dolorosa, cuanto no sabemos.

A medida que el entorno se vuelve estable (cosa que pasará cada vez menos y sobretodo en el tercer mundo marginalizado) perdemos interés y habilidad en improvisar o cuestionar(nos). Inventarnos entornos inesperados es un catalizador bienaventurado de nuevos aprendizajes

Dos maneras muy distintas de aprender

Si los científico de renombre mundial han comprobado que sus chances de innovar son mas grandes cuando se evaden de la especialización y se extravían de los terrenos donde descollan, aunque ello suponga eventuales descalificaciones de los pares, ¿porqué habríamos de evitar esa posibilidad en el caso de los estudiantes y adolescentes que tienen todo por ganar y muy poco por perder en estas apuestas?

Cuando un matemático quiere innovar en un campo que le es totalmente ajeno como ser el tráfico celular, tiene que aprender muchas cosas tanto del campo de los celulares como de la biología molecular. Pero no necesita saber todo acerca de ese campo desconocido, como sí lo puede o debe hacer un estudiante de la especialidad. Lo mismo sucede cuando queremos comprar desde un zapato a una camputadora. No es necesario conocer todo el proceso de manufactura para hacer una buena elección de compra. Lo que tanto el matemático como el comprador hacemos es trasladar una idea a la realidad.

La educación y la innovación científica se basan ambas en aprendizajes. Pero son dos casos muy diferentes de aprendizaje. Porque mientras uno parte de lo particular el otro lo hace desde lo general. El primero promueve la sorpresa, el descubrimiento e incluso la incertidumbre acerca de la verdadera naturaleza de la novedad. El segundo promueve la repetición, el conocimiento ya descubierto, y busca reducir la incertidumbre. Los científicos aprenden como chicos, los estudiantes aprenden como adultos. La diferencia es abismal y explica las diferencias brutales de enfoque y de logros entre el sistema de innovación (los labs) y el sistema de reproducción (la escuela).

El aprendizaje en los Labs de Arteciencia se parece entonces mucho mas a cómo aprenden los chicos que los grandes, lo mejor pasa fuera de lo esperado, lo curricular, lo preseteado y lo determinado por las pedagogías de la enunciación. Pero las cosas nunca son unilaterales. A veces importa mas la intuición que los datos, otras es al revés. Lo mas importante es cambiar de idea, de enfoque, de propuesta todo el tiempo porque es solo esta inestabilidad y diferenciación la que cataliza la creatividad.

Ejemplos de la vida real

En el último lustro se han creado una cantidad importante de labs arteciencia educativos. Los vemos en Boston, Cambridge, París, Oklahoma City, Singapur o Dahran. Y esperamos que pronto haya uno en Buenos Aires. Y como mejor que un ejemplo no hay nada revisemos como desarrollaron su proyecto Hugo Van Vuuren un Ted Fellow del 2010 y Carrie Fitzsimmons que culminaria en una empresa como Lebone.

Hugo -un estudiante avanzado talentosisimo- en 2007 siguió el curso que dicta David Edwards en Harvard sobre Traducción de ideas (TI), que en esa ocasión versaba sobre cómo iluminar las Olimpíadas de Londres en 2012. Las clases de TI están abiertas a cualquier tema desde la física a la literatura. Los estudiantes forman grupos de 3 a 5 personas. En las clases prestan atención a ideas bastante exóticas formuladas muchas veces por innovadores externos que pueden tener relevancia cultural, comercial y/o humanitaria.

Durante varias semanas los estudiantes dan vuelta alrededor de estas ideas, cada uno rediseñándola a su imagen y semejanza, y difiriendo cada vez mas de las originales. Las nuevas ideas tratan de resolver alguna cuestión significativa con un camino de desarrollo imposible de determinar en esas etapas iniciales.

Una vez que un grupo adopta una idea, la función tanto de los compañeros como de los tutores es mostrar cuan complejo es el problema, y lo difícil que será solucionarlo desalentando inteligentemente a sus compañeros de proseguirlo facilistamente. Pero su funciòn es también -contradictoriamente- proponer experimentos para testear la idea, algo que se lleva a cabo en las semanas siguientes. En esta fase los instructores enseñan a los estudiantes como presentar en forma profesional la idea para externos, focalizándose en habilidades comunicacionales de escucha, capacidad de rediseño y resiliencia en diversos registros.

Del dicho al hecho

Varios meses después los estudiantes -después de practicar reiterademente frente a sus pares-, deben exponer públicamente sus ideas frente evaluadores externos que no están interesados en el proceso sino en el producto. Entrenados y motivados los estudiantes pulen las ideas y reciben algún tipo de certificado o reconocimiento. En general mas de la mitad de los presentadores quieren seguir adelante con el proyecto -llevándolo a la práctica. Los tutores refuerzan el coaching y buscan recursos para enviar al equipo a otro lugar, laboratorio, ciudad, país – para seguir mejorando la idea.

En el caso del curso de Hugo se empezaron a investigar señales bioquímicas, tecnologías LED y sensores bioquímicos. Pero antes de hacer la primer demo los estudiantes -todos con raíces africanas profundas por ser nativos del continente o habe vivido mucho tiempo en él- cambiaron de idea y en vez de iluminar a Londres decidieron que querían iluminar a Africa.

Las soluciones convencionales (eléctricas, mareomomotrices o hidroelécticas para no hablar de la inverosímil nuclear) suponen inversión constante y atención local permanente. Y del enunciado a la solución la distancia es inmensa. En su caso la ciencia los llevó a identificar una fuente de energía y el arte hacia una nueva forma de emisión de luz.

Con la inmensa suerte que supone estar en Harvard dieron con Peter Girguis especializado en células de combustibles fósiles (microbial fuel cells), que derivan su energía de la actividad metabólica de bacterias terrestres, que pueden ser fabricadas a muy bajo costo para producir las pequeñas cantidades de energía que necesita la luz básica en los países del tercer mundo.

Solo que encontrar la energía era la mitad de la historia, porque lo que también necesitaban era una forma de consumir baja energía en forma de luz, algo que aprendieron del artista y entreprenerur inglés Richard Kirk quien favorece el uso de LED´s que resultarían tener un lugar protagónico en el avance del proyecto.

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