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La sabiduria de las multitudes

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En una presentación en Mar del Plata que alcance a escucharle a Jaim Etcheverry, comentaba este la sorpresa que le había causado a sus camaradas de viaje profesionales en las artes de la educación, el éxito acaecido con La tragedia educativa de su autoría. Con una mezcla de sorna y desencanto que no le sabia tan cara ,Guillermo comento que en una mesa redonda dedicada supuestamente a la tragedia educativa (del país), lo que la mayoría de los participantes se habían dedicado a finalmente hacer, fue a examinar la tragedia de que sus obras sobre educación, supuestamente pulcras, técnicas y sabihondas, nunca habían tenido el éxito que si le había cabido a la obra de Jaim. Que no era, según los especialistas mas que una monografía mas de esas que siempre publican los otros, pero no uno.

Revisando la historia de los best-sellers y de los libros exitosos de los ultimo años, y tratando de cruzarla con obras desentumecedoras y de gran valía, por mas que se trate de divulgación científica o de esclarecimiento intelectual, no deben ser muchos los títulos que hayan aunado la novedad, la penetración, el insight, el descubrimiento de un nueva área de reflexión u acción, junto con un sonoro éxito de publico, y mas importante aun, con la difusión de un meme nuevo y original que pueda ayudarnos a pensar fenómenos concretos y de trascendencia para los que hasta hace poco no había ni pensamiento, ni espacio para capaz de reflexionarlos, peor mucho mas aun de rediseñarlos.

En esta categoría que generalmente podemos considerar como casilla vacía hay unas cuantas obritas que hemos tenido la dicha, la suerte y/o la habilidad de descubrir o la disposición a dejarnos encantaran por ellas.

Libros que interrumpen la somnolencia

Estando sentado en medio de un avión que era limpiado a destajo en la escala en Porto Alegre no pude en ese momento revisar ni estantes ni pilas acumuladas, para ver que libros se adecúan a esos contraejemplos, pero uno seguro cumple con creces esa endiablada condición. Se trata de El Momento Decisivo de Malcolm Gladwell, a quien casi conocí en Exponenciar este año pero que lamentablemente su aparición en videoconferencia me desalentó y le perdí la pista. Si hoy me acuerdo de el es porque nuevamente estoy leyendo una obra que traerá cola, y que funcionara como compuerta evolutiva, del mismo modo como lo hizo la obra de Gladwell, asi para dar algunos ejemplos al azar las de Kevin Kelly Out of Control; de Albert Barabasi Linked, de Duncan Watts Six Degrees of Separation, de Steven Johnson Emergence y varias mas.

Como siempre puede que la pista me la haya dado Alfons Cornella. Y como el librito en cuestión vino acompañado de la obra de Tuomi que ya me manduque, de un fascinante estudio acerca de los mercados de acciones a cargo de Benoit Mandelbrot y del llamativo Critical Mass: How one thing leads to another, lo deje dormitando por alli.

Craso error. Porque lo que me estaba perdiendo era algo muy pero muy suculento. La idea de Surowiecki, tan solo un periodista de The New Yorker (pero ya verán como el tan solo nos lo tendremos que comer sin mas) es que los grupos grandes de gente son mucho mas inteligentes que una elite de gurues o expertos. Y esto es así, mas alla de cuan brillantes sean los expertos en términos de resolución de problemas, capacidad de innovación, posibilidad de llegar a decisiones inteligentes e incluso de habilidad para predecir el futuro.

Si el libro resulta tan contundente es porque es tan contraintuitivo, sino mas, que otras maravillas que quedaron durmiendo por ahí cual es Inevitable Illusions de Massimo Piatelli-Palmarini.

Porque cuando nos encontramos con conceptos o nociones contraintuitivas, que encima tienen consecuencias operacionales fuertisimas en áreas tan estratégicas como ser el modo en que los negocios operan, como evoluciona el conocimiento, como están organizadas (o deberían estarlo) las economías y como vivimos cotidianamente, hay que sacarse el sombrero y como.

Como siempre este tipo de planteos horada todas las divisiones disciplinarias. Acudiendo a papers, a sitios en la red y sobretodo a una simpática erudición popular, matizada con la historia de las innovaciones y de fenómenos aparentemente inconexos Surowiecki mezcla una prosa y un enfoque que a veces parece salido del sentido común, y otras de la capacidad de preguntar mas ingenua y mas profunda propia de los chicos.

Preguntas sin respuestas

¿Porque la cola en la que nos metemos es siempre la mas larga? ¿Porque la televisión por cable es tan mala? Si tuviéramos que encontrarnos a alguien en París en un día determinado pero no pudiéramos avisarle, ¿donde nos juntaríamos? ¿Porque existen los embotellamientos? ¿Cual es el mejor modo de ganar plata en un programa de juegos la televisión ? ¿Porque cuando entramos en un negocio de 24 horas para comprar un jugo de naranja a las dos de la mañana lo encontramos? ¿Que pueden enseñarnos las películas de mafioso de Hollywood acerca de porque existen las megacorporaciones?

Las preguntas aparecen dislocadas como la revista de Delfor de hace décadas atrás. Pero lo llamativo del planteo de Surowiecki es que la pregunta es siempre la misma solo que la forma de contestarla tiene mil y una ramificaciones como la hidra.

Y lo mas increíble es que todos estuvimos equivocados siempre al respecto. Desde el comienzo el libro nos pega una cachetada que se repetirá una y mil veces.

Empieza con una anécdota (el libro es también eso un anecdotario bien reflexionado) del padre fundador de las estadísticas, sir Francis Galton, que se encontró una vez con un dato inesperado, que traería cola para todo tipo de reflexiones, que casi nadie hizo hasta que Surowiecki encontró la pauta que conecta.

Efectivamente en el otoño de 1906 uno de los padres fundadores de la estadística, con sus 85 años a cuestas se dirigió a la feria anual del ganado gordo y los pollos cerca de Plymouth. Si Galton se paseaba por esos lares era por una razón muy simple estaba obsesionado con la medida de las calidades mentales y físicas y con la reproducción.

La sorpresa de Galton

Si la reproducción lo obsesionaba tanto era porque para el la eugenesia (la selección población sobre la base de características elegidas) era una necesidad, dado que solo un grupo selecto de la población tendría las características necesarias para mantener «sanas» a las sociedades.

En esa feria se encontró ante un extraño concurso en donde pagando unos centavos se podía apostar a cuanto pesaría un buey, una vez carneado. Los apostadores fueron 800, entre ellos carniceros y granjeros que sabían de que se trataba. Pero en el lote también hubo muchos inexpertos como dijo el propio Galton en su autobiografía.

Con su gran perspicacia Galton puso en un pie de igualdad los votantes del concurso con los de la democracia, sosteniendo que cada uno de ellos estaba en condiciones de establecer el peso post-mortem el buey como un votante promedio lo esta de conocer la mayorías de las cuestiones políticas por las que vota cuando elige un candidato.

Si Galton estaba tan interesado en averiguar de lo que era capaz el votante promedio es porque en su concepto el votante promedio era capaz de poco sino de nada.

Utilizando 787 de los votos armo una curva de Bell y calculó la media de todas las estimaciones. Ese numero representaba la sabiduría colectiva de la masa de Plymouth. Si la masa fuera una sola persona, ese numero daría su estimación.

Galton estaba mas que convencido de que el estimado promedio estaría a años luz de la respuesta correcta. Después de todo juntemos a un grupo de gente brillante con un grupo de tarados y la respuesta necesariamente debería ser tarada. La belleza de los ejemplos elegidos por Surowiecki es demostrar cuan equivocado estuvo Galton y todos los que piensan como el, es decir la mayoría de nosotros.

La respuesta de la multitud había sido 1.197 libras. Cuando se lo peso después de muerto el buey llego a las 1.198 libras. La medida de la multitud había sido casi perfecta. A lo mejor lo hereditario jugaba un rol mucho menor de lo que Galton había creído siempre.

La tesis central de Surowiecki es que en las circunstancias adecuadas, los grupos son bastante inteligentes, y en general son mucho mas inteligentes que el mas inteligente de sus miembros. Mas alla de nuestra simoniana racionalidad acotada, a pesar de nuestra incapacidad para predecir, de nuestra pereza por realizar buenos estudios de costo-beneficio y de que casi siempre prefiramos antes que la mejor decisión posible, la mas aceptable, de todos modos cuando nuestros juicios imperfectos se agregan del modo adecuado nuestra inteligencia colectiva suele ser muy buena.

La sabiduría de las multitudes vulnera nociones elementales de como creemos que es el mundo, de como creemos que operan los sistemas decisionales, y sobretodo de nuestra ferviente visión antidemocrática en lo cognitivo al suponer que si bien todos tienen derecho a votar, al final así nos va.

Porque casi todos nosotros, trátese de inversores o de consumidores, de administradores o expertos estamos mas que convencidos de que el conocimiento valioso está concentrado en muy pocas manos, es decir en muy pocas cabezas.

Estamos mas que convencidos de que la clave para solucionar los problemas, o para tomar buenas decisiones, es encontrar a la persona adecuada que nos dará la respuesta correcta,

Tendemos a querer cazar al experto. La tesis demoledora de la obra es Surowiecki es que cazar al experto (una debilidad de los políticos argentinos cuando de atrapar al guru económico de moda se trata – al menos se trataba hasta el default) es un error sumamente costoso. Deberíamos dejar de correr tras ese snark inexistente y empezar a preguntarle a la multitud. Que seguramente sabe mucho mas que el experto. Como bien lo trabajo Howard Rheingold en su reciente obra Multitudes inteligentes y como reaparece aquí en esta maravillosa obra de Surowiecki.

Breve sintesis de sus propias ideas en un articulo en Wired

Importancia de la disidencia al momento de tomar decisiones

Publicado enMemetica

4 comentarios

  1. […] sin proponer acciones de cambio, alternativas de viraje. En los no cursos, se vivencia la sabiduría de las multitudes y se defiende en actos, el mero concepto de cogniciones distribuidas. Nadie monopoliza el saber, […]

  2. […] sin proponer acciones de cambio, alternativas de viraje. En los no cursos, se vivencia la sabiduría de las multitudes y se defiende en actos, el mero concepto de cogniciones distribuidas. Nadie monopoliza el saber, […]

  3. […] eso significa. Así que es bastante común escuchar apologías tajantes sobre las virtudes de la sabiduría de las multitudes, y críticas rabiosas en sentido contrario. Por eso se necesita un abordaje con rigor del tema, […]

  4. Creo que la interpretación de la sabiduría de las multitudes, o al menos la conclusión, es completamente equivocada. El experimento de Galton ponía una serie de condiciones que no se dan en una votación sobre asuntos políticos, especialmente la independencia del conocimiento de los votantes al momento de hacer estimaciones. En política esa independencia no existe sino que por el contrario, la información fluye y se intercambia rápidamente lo que provoca «avalanchas de opinión» que anulan completamente el efecto de Galton.

    En política la creación de avalanchas de opinión -es decir manipulación del electorado- es lo fundamental por lo que la sabiduría de las multitudes nunca se cumple.

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