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Desconfianza, apatía, contrademocracia

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Debatir lo imposible

Los argentinos somos capaces de debatir lo indebatible, y al revés de no debatir lo debatible. Fallos como los de la Cámara de Apelaciones de la provincia del Neuquén que consideraron que “es posible un embarazo sin acceso carnal” y que “no puede descartarse que no haya habido introducción ni siquiera parcial del pene en la vagina”, al referirse al abuso por parte de una nena de 12 años del crápula de un policía retirado de 73 años, nos dejan pedaleando en el aire. Mientras, somos bombardeados a diario por infinitos discursos acerca del debe ser, de lo que yo haría si estuviera en tu lugar, de una oposición que se cree santa y divina y siempre sabe lo hay que hacer hasta que llega al gobierno y allí se olvida de todo de repente, etc. etc.

Pero si casos extremos como estos nos indignan y nos sumen en la perplejidad, lo que debería llamarnos mas la atención es la sumatoria permanente de excentricidades, barbaridades, incomprensibilidades, fenómenos extravagantes y teratológicos que por su número, frecuencia y aparición en los mas diversos ámbitos algo nos deberían estar diciendo como síntoma. Porque es tan sistemática y generalizada su aparición y propagación que mucho mas que de una casualidad o eventualidad debe tratarse seguramente

Por suerte hay algunos indicadores de como pensar estos impensables. Es que hay que cambiar el marco y salirse de las patologías del sujeto critico y del sujeto neurótico a las que nos han acostumbrado a tomar como baremos tanto Kant por un lado como Freud, por el otro -y los grandes estándares de la cultura occidental durante los últimos 200 años. En realidad desde hace unas décadas hemos entrado en la era del sujeto esquizofrénico como bien teoriza Dany-Robert Dufour en El arte de reducir cabezas.

Disolviendo los procesos de intelección que constituyen la subjetividad

Efectivamente una operatoria maravillosa del neoliberalismo consistente en disolver los dos grandes procesos de intelección que constituyen la subjetividad. En lo tocante a la conciencia reflexiva (procesos secundarios) el neoliberalismo liquida definitivamente al sujeto crítico kantiano.Y en lo tocante al inconsciente (procesos primarios) liquida al sujeto neurótico atormentado por la culpa. En lugar de ese sujeto doblemente determinado, prefiere disponer de un sujeto acrítico y lo mas psicotizante posible.

Es decir un sujeto disponible para conectarse con todo, un sujeto flotante, indefinidamente abierto a los flujos comerciales y comunicacionales, permanentemente necesitado de mercancías para consumir. Se trata de un sujeto precario, cuya precariedad misma se ofrece en subasta al Mercado, que encuentra en ella nuevos espacios para vender sus productos, y se transforma así en el gran proveedor de kit identitarios e imágenes de identificación (como bien lo retrata Zygmunt Bauman en Vida de Consumo).

Bien lo dijo Foucault hace 20 años atrás. El mundo se ha vuelto deleuziano. Ante las miríadas de flujos que nos atraviesan la única forma de sobrevivir digna y enfáticamente es bajo la forma esquizo. Pero el deleuzianismo ambiente no es el que había pronosticado y bendecido el Deleuze vivo. El mundo se ha vuelto deleuziano invirtiendo las tesis y pretensiones del gran Gilles.

Para Deleuze había una manera de ganarle al capitalismo, se trataba de desterritorializar mas rápido que el propio capitalismo. Pero el mismo, Guattari, Debord y hasta los marxistas críticos como Althusser, Ranciere, el propio Badiou subestimaron la fabulosa velocidad de absorción de los capitales y su fantástica capacidad para recuperarse de la crítica. El neoliberalismo ha realizado el sueño (pesadilla de la razón) deleuziana. Es en este contexto que debemos pensar los dilemas de la democracia en una etapa de intensa incredulidad ciudadana. Para ello recorreremos un camino abierto por Pierre Rosanvallon en varias obras pero muy particularmente en La contra-democracia. La politica en la era de la desconfianza Manantial, 2007.

Apolítica, postpolítica, contrapolítica

La tesis principal de Rosanvallon que exploraremos en próximas editoriales es que, contrariamente al supuesto refugio en la vida privada (y las tesis de Dufour de algún modo nos llevan allí) los ciudadanos han descubierto la inanidad del lazo de confianza que pretenden instalar los procedimientos institucionales potenciando, en cambio, un continente de desafío activo.

Sometiendo a escrutinio las políticas públicas, impidiendo y juzgando la vida cotidiana de los ciudadanos se ha convertido en la contra-democracia. Mientras que por un lado la economía promueve los flujos irrestrictos la movilización negativa busca restringirlos. Como entender esta dialéctica, ¿a quien hacerle mas (o menos) caso a Dufour/Bauman o a Rosanvallon/Badiou?

Todas las semanas, especialmente si vivimos en los trópicos y somos azuzados por la agenda de los grandes medios, los únicos que en Argentina, a excepción del gobierno nacional -y ahora el porteño- hacen política, nos encontramos con un gran proselitismo en contra de la concepción que los gobiernos en el poder tienen de la política. A veces inocentemente, otras taimadamente, pero el resultado es casi siempre el mismo. Todo lo que hace el gobierno está mal y todo lo que dice la oposición, fundamentalmente mediática está bien. Y la mejor caja de resonancia de esta asimetría está en la protesta social, en el cuestionamiento permanente que distintos estratos hacen de las políticas del gobierno, en las críticas y en los descontentos, en los conflictos y en el rechazo por parte de de la ciudadanía de lo logrado/legitimado en las urnas.
Lo que hace agua en estas críticas mediáticas en la que se enanca una oposición básicamente retórica y logorreica, es en el desconocimiento de que la teoría política que abrazan está un tanto desteñida. Desde las revoluciones francesa, americana y sudamericanas las sociedades civiles se han desarrollado muchísimo. Antes se pensaba a la democracia totalmente incluida en las instituciones políticas y parlamentarias, ahora es más abarcante.

Democracia parainstitucional

Como bien dice Pierre Rosanvallon hay que volver a Tocqueville quien ya en 1830, decía que la democracia no era un régimen político sino una forma de sociedad. Su último libro Contrademocracia está precisamente enteramente dedicado a estudiar ese desarrollo democrático que desborda los márgenes de las instituciones.

Es cierto que en Argentina, a diferencia de Francia, muchos no están convenidos de que las elecciones son “el poder de la última palabra” y que a partir de la elección hay cosas que no se discuten más. Pero mas allá de esta nada trivial diferencia queda claro que tanto allá como acá las cosas estámn camnbiando. Con una claridad meridiana Rosanvallon dice de que va la cosa: «el ciudadano activo es más que un elector, no se limita a elegir cada cuatro o cinco años. Es un actor de la sociedad civil. Interroga al poder, lo pone a prueba, lo obliga a rendir cuentas. El voto expresa la confianza, la actividad diaria de los ciudadanos es actuar la desconfianza».

Rosanvallon, de quien oímos hablar por primera vez en el París de 1984 cuando formaba parte del CREA liderado en ese entonces por Jean Pierre Dupuy, y a quien alguna vez llevamos a cenar en alguna noche clacsiana, tiene mas que claro que el problema de la democracia contemporánea es que se pasa fácilmente de la desconfianza positiva a la desconfianza negativa. La democracia actual es un régimen ambiguo porque porta un desarrollo de la actividad ciudadana y mucha capacidad de destruir los fundamentos del sistema.

La política siempre va mas alla de lo particular

Para Rosanvallon la organización de la desconfianza no alcanza para hacer un relato de la sociedad porque ésta no es la suma de sus partes ni la de sus voces ni las de sus demandas. Ese es el lugar de la política que no solamente ve la confrontación de diferentes intereses particulares. Es un espacio muy único donde se forman las reglas de la vida común. Lo propio de la política es organizar el conflicto, tronchar en un punto el debate, hay intereses en conflicto y se elige entre ellos. Las elecciones fuerzan a hacer una opción que corte la discusión. Al mismo tiempo hay que organizar el consenso. Al principio se fantaseaba que podía conseguirse pleno consenso, que la división era una patología, que podía llegarse a la, superadora, unanimidad. No es así: hay conflictos de intereses, de clases, culturales.

El gran desafío de la democracia tal como la conocemos consiste en como articular un régimen de deliberación con uno de decisión. El problema es la filosofía política centrada en uno solo de los dos aspectos: el decisionista o el deliberativo. Hay un faltante, allí.

Para Rosanvallon en este tipo de democracias falladas en las sociedades complejas que hemos logrado conseguir, el escándalo tiene un valor fundante. El escándalo revela y alerta sobre las acciones subterráneas hermanadas con la corrupción y con la invisibilidad. Pero en estas sociedades de la fluidez, la incertidumbre y la articulación friccional, las denuncias de escándalo (propias del periodismo de hiperdenuncia como Lanata & cía, y también de la hiperoposición retórica como el ARI) pueden ser, en cierto sentido, una renuncia a la política. El auge de los escándalos es consecuencia de una crisis de la política: la desideologización y al desencanto. Cuando se discutían sistemas, las cuestiones personales eran secundarias. Se debatía el sistema, no sus desviaciones.

El nihilismo siempre acecha a la vuelta de la esquina

Rosanvallon sabe que entre la contrademocracia de la vigilancia y su caricatura, que se inclina hacia el nihilismo, no hay mucha distancia. Es fácil pasar de una a la otra. Y ése es el problema del populismo el que cree ver muy difundido en A.L que llevaria a a lo impolítico. En ese proceso, la preocupación activa y positiva de vigilar la acción de los poderes y de someterlos a la crítica se transforma en una estigmatización compulsiva y permanente de los gobernantes, hasta convertirlos en una suerte de potencia enemiga, radicalmente exterior a la sociedad. Esos impugnadores contemporáneos no designan ningún horizonte; su actitud no los lleva a una acción crítica creativa. Esa gente expresa simplemente, en forma desordenada y furiosa, el hecho de que han dejado de encontrarle sentido a las cosas y son incapaces de hallar su lugar en el mundo. Por otro lado, creen que sólo pueden existir condenando a las elites a los infiernos, sin siquiera intentar tomar el poder para ejercerlo.

Curiosamente lo que Rosanvallon critica son las posturas muy aclamadas en los últimos años de Toni Negri, Michael Hardt y hasta las del propio Slavoj Zizek (este es exactamente el mismo tipo de criticas y de lecturas muy contrapuestas esgrimidas por Ernesto Laclau en su última obra La razón populista) quien al mismo tiempo reivindica -contra Rosanvallon- al populismo.

Como vemos en esta apretada síntesis, enfocando nuestra realidad con las ideas de Rosanvallon mas de un fenómeno resulta, sino aplanado al menos mejor entrevisto. El conflicto es ineludible en sociedades como las nuestras en donde las síntesis aun no se han hecho y en donde las diferencias de clase son hoy tan fuertes como de costumbre.

El engorroso trabajo del concepto

Hay mucho criticable en las políticas de gobierno, pero la mayoría de las criticas de la oposición son de una ingenuidad o de una mala leche sin fin. Como bien decía Georges Canguilhem «trabajar un concepto es hacer variar la extensión y la comprensión. Generalizarlo por la incorporación de sus rasgos excepcionales. Exportarlo fuera de su región de origen. O inversamente buscarle un modelo, es decir conferirle progresivamente, por transformaciones regladas, la función de una forma«.

Con el concepto de contrademocracia en nuestras alforjas teóricas es ya hora de repensar nuestra democracia impura e imperfecta. Con solo percibir lo que está juego en el supuesto nuevo enfoque que el fiscal porteño quiere dar al tema de los piquetes y la replica del ahora ministro de Justicia Anibal Fernández para quien de lo que se trata no es de reprimir sino de contener, tendremos bastante de que ocuparnos. Ademas de poder poner en sintonia y/o corcoticuito -según como corresponda- tantas lecturas y enfoques

Referencias

Entrevista a Rosanvallon por Mario Wainfeld y Fortunato Mallimaci

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Entrevista de Luisa Corradini en La Nacioncontrademocracia.jpg

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2 comentarios

  1. No hay debate sistémico sino cambio de figuritas. Vivimos el arte de la (im)postura llevada a las últimas consecuencias. El poder de pocos, la sobrevivencia de muchos.

  2. martin silva martin silva

    Mi joven cerebro se abruma de solo intentar analizar la democracia y el capitalismo y sus valoraciones. Como bien resumieron, en la democracia hay una dialéctica entre el debate y la decisión, el cual es una dialectica distorsionada y corrupta.
    Por que el «debate´´ político de la Argentina actual carece de instituciones serias y juegos limpios, al final todo se reduce a cuanto poder se maneja y no sobre la retorica de una ideología o un concepto. Entonces del lado del debate tenemos una imitación mediática de debate. Y del lado de la decision tenemos como bien mencionaron arriba, «una completa perdida de conocimiento y estrategia´´. Todos los políticos hablan sobre lo que van a hacer, y lo maravillosos que son y que sus soluciones son las verdaderas. Pero cuando llegan arriba esas soluciones desaparecen, es como si nunca existieron, ni hay un esfuerzo por recuperarlas.
    Del lado de las instituciones tenemos una traicion al voto y un manojo de decisiones improvisadas que responden a los intereses del gobierno oficial, sea cual sea. Lo que es pero, el gobierno ni siquiera actua como una entidad, ya que dentro de el cada individuo hace lo posible para traicionar a su compañero y quedarse con mas poder.

    Entonces la pregunta que a mi me come la cabeza es ¿como salimos de esto? ¿se sale? ¿queremos salir? ¿saldremos? ¿QUE HAGO?

    La angustia sobre que debo hacer en mi vida se cruza en una feroz balanza que no perdona la imprudencia de conciencia.

    ¿Estudio abogacia, filosofia o fisica? Elegi abogacia. ¿Me hago juez, abogado ambiental, feroz neoliberal o me exilio con alguna multinacional?.

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