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Adiós a Gregorio Klimovsky el mas tolerante de los epistemológos argentinos

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Amigos los hay de varias clases

Con el lío que inventó Facebook (demonizado esta semana en la nota de tapa Espías en Red por la Revista Veintitrés que suma todos los lugares comunes a la incomprensión periodística en estado máximo) de los amigos Nesquick, ya es difícil saber quien es un verdadero amigo -o así quieren hacernoslo creer algunos pícaros.

Yo los tengo en dos categorías, el puñado de incondicionales, que mas allá de la distancia y del tiempo, e indiferentes al contacto físico (otra vez gracias Internet por ser tan generosa) son sentidos como tales. Ya sea que los haya conseguido cuando estudiaba en la UBA hace 40 años atrás como Nora de México, o que nos hayamos cruzado en algún viaje o red como Mónica de San Pablo hace 30 años, o como Marcelo quien fuera hace 20 años marido de una jefa de trabajos prácticos de la Universidad Nacional de Rosario, pero también a quienes conocí en los últimos años como Horacio, Roberto, Iván o Ernesto y algunos mas.

Hay otro tipo de amigos, mucho mas episódicos, con los que alguna vez hemos compartido alguna tarea o proyecto, el ideal o forma de ver las cosas, con quien quizás no tomamos cafeses o sumamos cenas como con los anteriores, pero donde la amistad es una marca de afinidad registrada en la sensibilidad, el intelecto, la comprensión del mundo e incluso en las ganas y energía como ven las cosas -y que nosotros compartimos plenamente con ellos.

Es el caso por ejemplo de Tomás Abraham o de Alfons Cornella, de Juan Pablo Lichtmayer o de Concepción Virino. A Tomás lo conozco desde hace 40 años y a Concepción solo desde hace 2 o 3, pero encontrarme con ellos, leer su producción, compartir sus favoritos y valorar sus esfuerzos, los convierte en un tipo de amigos profundos y sinceros -equidistantes de los Nesquick Facebook y de los amigos de cafetín de ley.

Esos pocos connacionales que se nos antojan intocables

Lo mismo me pasó con Gregorio Klimovsky, con quien compartí tres o cuatro franjas de mi vida, y quien merece también estar en ese selecto grupo de amigos del tipo no físico, o no permanente, o no cotidiano o no del día a día, pero que indudablemente es un amigo, o al menos para mí lo era.

Ello se siente con una fuerza inusual cuando este tipo de amigos (igual que los intensos e íntimos) mueren. Y aunque de Gregorio era mas que previsible esperarlo porque ya había cumplido los 87 años, ello empero no borra la pena, el universo no se siente menos mal porque una persona buena inteligente, sensible (como fue el caso de Tati) deje este plano, sobretodo cuando a todo lo anterior se le suman convicciones firmes, epistemologías interesantes y un respeto supremo por la disidencia, la discusión, el (des)encuentro de las ideas, y un humor gracioso y simpático que lo convierten en inolvidable.

Me crucé con Gregorio en varias ocasiones, e interactué con él en varios espacios y en todos prevalecieron (mas allá de una disidencia conceptual que mas abajo aclaro), intercambios francos, la sensación de estar frente a un hombre estudioso, competente, serio, meticuloso, en fin uno de esos connacionales intocables (como lo fueron Julio Cortázar, Enrique Marí, Mario dos Santos, Manuel Puig, Cecilia Braslavsky, Silvia Bleichmar, Ignacio Lewcowicksz), que con cada una de sus desapariciones me dijeron mucho, me mostraron una falta y me indicaron un camino bien recorrido para compartir con ellos.

Compartiendo nichos y franjas de vida

La primera vez que vi seguido a Gregorio fue en la casa de Silvia Vetrano, una de mis primeras novias, en la calle Bulnes, cuando un grupo de psicoanalistas entre ellos la pareja de Silvia de entonces, lo contrató para que nos diera clases sobre Topología y Teoría de los Conjuntos buscando volver inteligible al gran y barroco Jacques Lacan.

Las clases fueron para mí demasiado morosas, me aburrí de la interminable introducción a la lógica simbólica y proposicional que Gregorio nos daba cada mediodía una vez por semana, pero los chispazos eran divertidos, las ocurrencias y las anécdotas lo mas valioso del intercambio, y el valor de Gregorio quien -contrariamente al oscurantismo de Mario Bunge que paradójicamente dice combatirlo- no se amilanaba ante la posibilidad de que una epistemología del psicoanálisis fuera posible (desacreditada por don Bunge como un mero fetichismo del concepto), se desentierran de mis neuronas, aunque eso pasó en 1973/4, nada menos que hace 35 años

Mi segundo coqueteo con Gregorio estuvo ligado a la terapia familiar, y a la primer venida histórica de Francisco Varela a la Argentina en 1982. Como parte de una preparación para poder absorber sus heterodoxas posturas acerca de la imposibilidad de la comunicación (y de la no intersección entre mundo externo e interno, y de la información como mero catalizador de las perturbaciones neuronales), impartí junto a él un seminario en la calle Soler (a pocas cuadras de mi dpto eterno en Palermo) en el Instituto del psicoterapeuta Alberto Gonzáles.

Esta vez la disidencia fue mucho mas fuerte que la vez anterior. Gregorio discrepaba muchisimo de las lecturas constructivistas con las que yo coqueteaba -que tanto Victor Bronstein como yo hacíamos de las ideas de Varela-, promocionando el lnformacionalismo cerrado, pero las diferencias eran planteadas por él con tal nivel intelectual, y sus objeciones eran de una profundidad tan acerada, que nos servía mucho mas de sparring y de organizador de nuestras propias ideas que de contradictor obcecado e intolerante.

Tuve un tercer encuentro intenso cuando Klimovsky estaba a pocos días de desalojar el decanato de Ciencias Exactas (habiendo tenido un encontronazo fiero con el rector de entonces Francisco Delich, quien apelando a su cargo hizo que el Ministro de Educación de entonces lo defenestrara cuando Klimovsky se opuso a la elección de Oscar Shuberoff) -y al consiguiente pisoteo de la flamante Ley Universitaria- para hacerle un espacio a Shuberoff, en ese entonces alero de Delich a quien traicionaría a los pocos días de hacerse con el cargo, quien no era profesor concursado, y que por consiguiente no merecía el podio que usufructuaría durante 16 años en beneficio propio sumando mucho a la actual decadencia de la UBA.

Jornadas de Inteligencia Extraterrestre en la Facultad de Ciencias Exactas made in 1985

Pero no nos desvíemos tanto, la cuestión es que Gregorio había aceptado apadrinar un extrañísimo simposio sobre Inteligencia Extraterrestre que tuvo lugar en diciembre de 1985, en el aula magna dela Facultad de Ciencias Exactas de la UBA en la Ciudad Universitaria de Nuñez. Si hay un tema arriesgado, que puede perdernos en las nubes de Ubeda, es precisamente ese, pero Gregorio no se amilanó. Permitió que el astrónomo Guillermo Lemarchand lo organizara con suma seriedad y convocara a especialistas en el tema desde Félix Mirabel a Pablo Capanna, desde el malogrado Guillermo Magrassi hasta el propio padre Ismael Quiles S.J.

Fuimos mas de 300 personas las que a lo largo de tres días nos deleitamos con la fórmula de Drake, con hipótesis creíbles tomadas de Carl Sagan acerca de las inteligencias posibles en el universo, y con expectativas, a veces ingenuas y otras fantásticamente maravillosas, acerca de las posibilidades de la comunicación intercultural, ahora no ya entre humanos (lo que es un milagro que pocas veces ocurre), sino entre nosotros y los bárbaros de la galaxia, los extraterrestres (mi ponencia Del contacto como experimento mental. Intoducción a la xenología, fue publicada originalmente en la revista Astrofísica dirigiga por Lemarchand en 1986 y 15 años mas tarde fue retomada en Metacultura, La Crujía, 2002 y aun hoy la sigo considerando como uno de mis ensayos mas logrados).

Por fin las publicaciones y los premios

Después le perdí el rastro a Gregorio aunque me sorprendí mas que alegremente cuando empecé a ver publicadas algunas obras suyas. Porque Gregorio cual Sócrates contemporáneo durante décadas había sido mas que reacio a verse espejado en letras de molde. Así vi aparecer Desventuras del conocimiento científico, con Guillermo Boido (1994). También salieron a fines de los años 90 La inexplicable sociedad (1998), con Cecilia Hidalgoy un par de ensayos sobre Epistemología y psicoanálisis, y mas recientemente publicó Mis diversas existencias, donde pasó revista a la miríada de personajes que conoció a lo largo de una vida impulsado por una avidez intelectual insaciable.

En el 2005 recibió el premio de ciudadano ilustre de Buenos Aires, y se jactaba con ganas de su porteñidad, recordando insistentemente que había nacido a dos cuadras del Obelisco en el seno de una familia culta. Sus padres habían llegado al país desde Ucrania antes de la Primera Guerra Mundial. Su madre, Lluba Wishñevsky, era maestra y llegó a ser directora de escuela. Su padre era relojero. Gregorio fue el menor de seis hermanos varones.

Apelando a esas boutades llenas de verdades que lo caracterizaban, Gregorio solía decir que le debía su amplísima cultura a que vivió en Paso del Rey y que usaba el interminable tiempo que le tomaba llegar a Plaza Once para leer, leer y leer.

El enorme atractivo de las matemáticas, la lógica, pero sobretodo de la epistemología

De chico creyó que iba a ser astrónomo, pero más tarde ingresó en la facultad de ingeniería, hasta que el gran matemático Julio Rey Pastor le sugirió que estudiara matemáticas. De allí pasó a la filosofía, a la epistemología, y luego al psicoanálisis, campos en los que alcanzó renombre internacional. Últimamente era profesor de la Facultad de Sociología de la Universidad de Buenos Aires.

Allí fue, ya emerítisimo, titular durante décadas de Epistemología de las Ciencias Sociales, una cátedra que alguna vez me tentó como para concursarla y seguir en sus pasos o en los de Enrique Mari que detentaba la otra que se dictaba alli.

Pero hasta ahora hablamos mas de nuestra relación con Gregorio que de sus propias ideas. Y sobretodo de la forma en que su concepción (popperiana) de la ciencia -o mas precisamente lakatosiana- nos contra-influenció al punto tal de seguir siendo su discípulo pródigo, mas allá de los cambios de maquillaje y de estrategias en nuestra forma de trasmitir ideas, memes y viruses conceptuales.

Según Gregorio su dedicación a la epistemología en forma autodidacta se debió a la inexistencia de la disciplina en la Argentina. Buscando mentores y colegas con quienes encender esta chispa se vinculó intensamente a Rolando García (junto con Félix Schuster probablemente el triunvirato mas relevante de epistemólogos de los años 60/70), y entre los tres, juntos o separados intentaron hacer un diagnóstico lo más acabado posible de cómo era el pensamiento científico-filosófico en la Argentina contemporánea. 8000 volúmenes en su biblioteca documentan mas de 7 décadas de esa búsqueda.

Del normativismo a la construcción social de la ciencia

Mi tesis de licenciatura -presentada en 1975- fue sobre Epistemología de la lógica así que las enseñanzas de Gregorio mucho marcaron esas investigaciones de principios de la década de 1970. Sin embargo yo no seguí su camino -mas allá de no haber sido su discípulo directo- sino que me corrí a la vereda opuesta. Siempre me interesó mucho mas la obra de Thomas S. Kuhn que la de Karl Popper o Imre Lakatos, estaba mucho mas interesado en la epistemología genética de Jean Piaget que en los formalismo de Carl Hempel y Ernst Nagel. .

Nunca creí mucho en la versión idílica, normativa (a lo Robert Merton) que Gregorio compartía, y si mas bien en la versión agonista, casi cínica de un Bruno Latour o de la escuela de estudios sociales de Edinburgo con David Bloor a la cabeza. Lo que quedó documentado con mucho mayor detalle en mi tesis de master en Flacso acerca de los paradigmas en conflicto en la epistemología de las matemáticas.

Y así podría seguir mi discrepancia con Gregorio por muchos caminos. Lo que es maravilloso porque la mejor manera de pensar -para mi gusto- no es con sino pensar contra.

Pero lo que aquí importa no es mi evoluciòn intelectual sino que Gregorio era un interlocutor de fuste como muy pocos que haya tenido yo en mi vida filosófica y epistemólogica, a la que renuncié hace muchos años profesionalmente, pero que como vuelta de lo reprimido me alcanza permanentemente. Por eso a pesar de estar vestido de internetólogo y de interactivista, de especialista en multimedios y en comunicación paratextual, el único sayo que me cabe cómodo hoy es el de epistemólogo (interactivo, internetiano y multimedial). Por eso le rindo tributo a Gregorio que con sus formas (mucho mas que con su contenido) me hizo ser parte importante de quien soy.

Referencias

Nora Bar Murió Gregorio Klimovsky, una figura brillante de la ciencia local

Entrevista a Klimovsky en Universia

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6 comentarios

  1. Lo recuerdo cuando armamos juntos esas jornadas en la Biblioteca Nacional con el paraguas de Clarín, en una mesa interminable sobre clonación allá por 1997. El humor chispeante y mordaz y el lanzar ideas provocativas en medio de un chiste cosa de entrar una discusión seria y aguda sin dar espacio para que genere un duelo a espadas o pistolas a la salida del lugar. Me acuerdo como pidió algo para tomar en la sala previa donde estaban los panelistas: todo en términos científicos. O como lanzó desde un panel de manera chistosa y amable que un embrión hasta el mes es una célula más (con cura presente en el panel). La verdad, pocas personas tan dúctiles amables y que podía opinar de una variedad de temas con conocimiento y altura.

  2. Fue un placer compartir clases con Gregorio en la Facultad. Gracias por el recordatorio.

  3. Guillermo A. Lemarchand Guillermo A. Lemarchand

    Alejandro: muy buena la nota… simplemente te señalo agunos errores fácticos, las «Jornadas sobre Vida Inteligente en el Universo» se realizaron en diciembre de 1985 no en 1986 como señalás y tu articulo alli presentado, antes de ser publicado como decis en METACULTURA, salió publicado en la revista ASTROFISICA, en el año 1986 antes de ser re-editado 15 años despues. En esa reunión también se contó con la presencia de Bruce Crow un especialista de la NASA y gracias a esa reunión se comenzo a hacer SETI desde el Instituto Argentino de Radioastronomia del CONICET en 1986, en 1988 se firmó un convenio con The Planetary Society y se construyó el duplicado de una supercomputadora de la cual habia una sola que funcionaba en la Universidad de Harvard y que nos permitió a nosotros hacer el primer relevamiento del cielo del hemisferio sur buscando señales que pudieran estar originadas en otras civilizaciones de la Galaxia… por esa razón considero que el Goyo Klimovsky sabía lo que hacia cuando nos permitió a unos pocos estudiantes de física de exactas organizar ese evento en la Facultad…

  4. Gracias Guillermo. Correcciones realizadas e interesante recordar lo de Crow que tenía completamente olvidado, con lo importante que fue en la firma del convenio con The Planetary Society .

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