Aunque es cierto que la educación no le preocupa en serio a casi nadie (y menos aún a los políticos -tema excelentemente tratado por Mariano Naradowski en Al círculo rojo no le importa la educación (y no se está equivocando); no es menos cierto que en muchos nichos, proyectos ad hoc; alguna provincia en particular, y en un arco de búsquedas generalmente encarnadas por algunas escuelas privadas, pero también cada tanto por las públicas) hay un movimiento a contracorriente, que cree que otra educación (ademas de necesaria) es posible.
Nosotros mismos, con nuestra gran suspicacia ante la retórica y la monserga, desconfiamos como somos/estamos frente a pedagogías que se dicen disruptivas, pero que no arañan la costra de la repetición autista y la Ingenuidad epistemológica supina.