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El desencantamiento de la política y las listas colectoras y espejos

Todo el mundo coincide. Estas elecciones del año 2007 son las mas desangeladas y las menos frenéticas que jamás hayamos visto desde el retorno de la democracia en 1984. Si bien en ocasiones anteriores había cierta certeza acerca del ganador posible (la primera presidencia y la reelección de Mendez estaban cantadas) en varios casos tambien hubo una cuota de incertidumbre y alguna posibilidad de sorpresa.

Desde el batacazo que le dio Alfonsín a Luder, hasta el frenazo de De La Rúa contra Duhalde, sin contar la interna abierta peronista que fue la del 2003 donde Kirchner dio la gran sorpresa.

Hoy no pasa nada de esto, y aunque algún creativo imagine una segunda vuelta (contra la opinión del resto de los encuestólogos) Cristina de Kirchner es el caballo del comisario y la campaña brilla por su ausencia.

Este desencantamiento de la política es un fenómeno universal. El incumplimiento del deseo del que se vayan todos gracias a una reactivación económica inédita -y no sabemos si de patas cortas o largas- es la principal causa de este desentendimiento colectivo por nuestro futuro.

Mientras las ciencias de la complejidad y del caos prometen transformaciones abismales en las organizaciones, las empresas y los colectivos, rediseñar al propio sistema político se convierte en un absurdo.

Durante décadas nos quejábamos de que la democracia -mas formal que real- propia de la política no penetraba ni en en las familias ni en las organizaciones que se mantenían incólumes en su autocracia y en su despotismo. Hoy esta pasando al revés.

Y dado que la entrega del poder de un marido a la mujer es un hecho inédito en Occidente, otra vez los argentinos nos topamos ante una nueva sorpresa. Y hasta ahora esas excepcionalidades siempre han sido contraproducentes y nefastas. ¿Cambiará esta vez la rueda de la historia?

¿Seguimos viviendo en una sociedad menemista?

Hay algunos que dicen que los cambios de este último lustro han sido meramente cosméticos. Que el hachazo militar de 1976 fue en realidad una estocada a fondo para disciplinarnos de tal modo, que los 30 años anteriores de peronismo, anarquismo, disidencia y búsqueda de alternativas han sido desactivados para siempre.

En este sentido el Proceso Militar de Videla y cia habria sido nuestro Guernica. El ensayo de los poderes washingtonianos de exterminar a una generación entera de disidentes por las dudas. Una sublimación a través del terror que ahora se ejerce de otros modos en Irak y Afganistán pero que habría tenido en nuestro país a su ensayo generalizado.

Ideas parecidas sostiene Eduardo Gruner, un importante intelectual local que combina en dosis medidas desesperanza y resignación, una mirada lánguida sobre un mundo que no volverá y una combinación probablemente honesta pero extrañamente fechada de que la única manera de pensar lo distinto era a través de una inmersión cultural estratégica y de que el terror característico de la modernidad, pero supuestamente domesticable, se ha desbocado y nos llevará con el.

A diferencia de otros intelectuales mas tramposos Gruner es consciente de que modernidad, ilustración y terror vinieron juntos. No le escapa al bulto y hegelianamente reconoce en el terrorismo de estado primero, y en el terrorismo económico actual y en la democracias débiles y formales de hoy la impronta de la modernidad.

No nos va como nos va porque hemos olvidado la modernidad sino que nos va como nos va porque somos la coronación de la modernidad. Aunque no debamos seguir a Gruner en todos y cada uno de sus intrincados razonamientos, y aunque discordemos de el en puntos cruciales, concordamos eso si en que la crisis de representación actual, es la autentica matriz de la desidia política que lleva a que las elecciones de dentro de 10 días no movilicen a nadie.

Para Gruner la consolidación del desencanto es el legado mas duradero -y criticable- de la administración Kirchner encarnado en su política de la gestualidad. Un bonapartismo filoizquierdista -segun el- que si bien se encaramo en una necesitada política de los derechos humanos y rompió con el Fondo, debería haber sido, según el intelectual vernaculo, mucho mas

Gruner es desvastador en su diagnostico (a diferencia de Francisco Delich quien en Sociedades Invisibles. La cultura de la ingobernabilidad en América Latina, prefiere echarle la culpa al diagnostico, antes que a la realidad, de gran parte de nuestros males). Para Gruner se esta haciendo política partidaria sin partidos bajo la ilusión de que estos existen. Segun él pensamiento único no consiste es la inoculación de una verdad única sino en la constatación de que por mas que pataleemos, todo será en vano. Pensar cualquier cosa de la forma mas libre posible es deseable, pero los enunciados logrados estaran vaciados de todo efecto.

Tanto nacional como internacionalmente gana el que infunde mas miedo, el que amenaza mejor, el que dispara antes de preguntar, el que impone antes de empezar a negociar. Estamos en la era de la autocolonizacion y como ya no queda nada externo o ajena de que apropiarse la colonización termina y empieza por casa.

Si esto es ser de izquierda, yo no lo quiero ser

Frente a este nihilismo casi absoluto Gruner se erige en defensor de algo. Para el ser de izquierda hoy significa asumir cierta posición conservadora de la modernidad, cierta posición que salve lo salvable de la cultura moderna. Nuevamente no coincidimos con el, no practicamos una nostalgia del mundo idealizado de las conversaciones emancipatorias -que supuestamente existió en algun pasado mítico. Dudamos mucho de que otras épocas históricas hayan sido mas racionales o que hayan aparecido en ellas proyectos de cambio social viables y alcanzables a través de una feliz conjunción de teoría de primer nivel y de voluntad política insobornable.

Pero no queremos seguir por este derrotero sino deslizarnos hacia la ingenieria que hace posible la crisis de la representación y la vacuidad de la política. Se trata de la ingeniería electoral y de la forma concreta como cierta construcción de la política, evitando el Scila de la cooptacion, termina naufragando en el Caribdis de la licuación del valor transformador de la política, y sobretodo de opciones atendibles de cambio social que necesitan de la alternancia y sobretodo de la disidencia y la confrontación de los puntos de vista -algo inexistente hoy- para devolverle a ésta su capacidad transformadora.

Listas colectoras y listas espejo

Confieso que la primera vez que escuché estas expresiones las asocié instintivamente con autopistas por un lado y con la estética por el otro. Pero a medida que me iba dando cuenta de que se trataba de múltiples boletas partidarias respondiendo a un mismo candidato a Gobernador, Diputado, Senador y hasta Presidente, ya que gente con trayectorias diametralmente opuestas estaban apoyando a las mismas personas y de que todos los que están siendo elegidos lo son mas alla de sus creencias políticas originales, de los cargos desempeñados bajo otras administraciones o de la defensa efectiva de las promesas electorales de ayer, me di cuenta de que la cosa es mucho mas compleja que la filosofía de la historia abrazada por Gruner.

Porque así como en la red la arquitectura es su política, ha sido precisamente acudiendo a las reglas electorales, o mejor dicho a su contorsión permanente, a su manipulación deliberada y a la ignorancia de sus principios basales como hemos llegado al desaguisado de estas elecciones a las cuales se presentan mas de 700 (setecientos!!!) partidos políticos y donde en ciertas municipalidades hay mas candidatos -o casi- que electores.

La politóloga Ana María Mustapic, profesora de la Universidad Torcuato Di Tella e investigadora del Conicet, sostiene que la política partidaria ha pasado a funcionar como “una agencia de colocaciones laborales”, desvirtuando su función de representar a los ciudadanos. Y ello se debió principalmente a dudosas interpretaciones judiciales que facilitaron la dispersión electoral.

Porque existe una relación lineal entre la fragmentación de los partidos y la proliferación de las listas colectoras y espejo en una inesperda causacion circular mutua. Como no hay liderazgos unificadores: los candidatos presidenciales, empezando por el Frente para la Victoria, suman listas de distintos partidos.

También hay una fuerte incidencia de las reglas y las prácticas electorales. Las reglas relativas a la existencia y el funcionamiento de los partidos políticos son muy generosas en Argentina.

Y después tambien tenemos la viveza criolla que permite -contra el sistema electoral vigente- que un mismo partido (aunque escondido detrás de distintos nombres) presente tres candidaturas como fue el caso de Menem/Kirchner/Ropdriguez Saa en 2003 o peor aun que se usen las elecciones nacionales para dirimir internas partidarias

Si inventamos la birome y el dulce de leche tambien podemos inventar cualquier otra cosa. Las listas colectoras ( listas de diputados, de gobernadores, de intendentes que quieren beneficiarse del arrastre) como las anteriores son un buen ejemplo. Pero por si eso fuera poco también tenemos las listas espejo o sea una misma lista que se presenta por distintos partidos. Por ejemplo, ahora en Córdoba hay una lista que se presenta por seis partidos. En Mendoza, hay una lista que va por seis partidos, otra va por cinco, otra por dos.

Promoviendo infinitas opciones para que nadie pueda elegir nada

Aquí la responsabilidad es de la bajisima tasa que sirve para mantener el reconocimiento como partido político o su financiamiento a través del Fondo Partidario Permanente que distribuye el Ministerio del Interior

Como bien dice Mustapic hay un fallo de la Corte Suprema que avala la posibilidad de sumar listas. Aquella decisión de la Corte en el ’89 dio lugar a una especie de lemas, donde no se suman los votos a un partido, sino a una lista. Antes no se utilizaba y ahora sí por los factores contextuales ya mencionados

Reeditando las preocupaciones del sociólogo del consumo Barry Schwartz quien en La paradoja de la elección mostró como a partir de cierto umbral el consumidor de supermercados se transforma en un Burro de Buridan, ¿cómo hace el elector para elegir, por ejemplo, en Mendoza, donde va a encontrar 26 listas para diputados nacionales, además de las otras para gobernador?

Decididamente no tenemos opciones alternativas, derrochan y desbordan nombres desconocidos que se cuelgan de algun nombre conocido, empezando por el de la propia Cristina, y nada que uno pueda imaginar para sanear el ejercicio electoral tiene prioridad para quien sea. Menudo enchastre.

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