Aunque es cierto que la educación no le preocupa en serio a casi nadie (y menos aún a los políticos -tema excelentemente tratado por Mariano Naradowski en Al círculo rojo no le importa la educación (y no se está equivocando); no es menos cierto que en muchos nichos, proyectos ad hoc; alguna provincia en particular, y en un arco de búsquedas generalmente encarnadas por algunas escuelas privadas, pero también cada tanto por las públicas) hay un movimiento a contracorriente, que cree que otra educación (ademas de necesaria) es posible.
Nosotros mismos, con nuestra gran suspicacia ante la retórica y la monserga, desconfiamos como somos/estamos frente a pedagogías que se dicen disruptivas, pero que no arañan la costra de la repetición autista y la Ingenuidad epistemológica supina.
Hemos participado de esos ensayos y aspiraciones en un serie de proyectos como los que están sintetizados en la imágen mas arriba, y de todo los que codiseñamos hoy queremos recordar particularmente al 1@1 Sarmiento realizado en 2011
Porque se trató (como también hicimos en México con la Escuela Hebrea Maguen David) de una escuela puntual mostrando que se podía llegar muy lejos desde dentro, casi reinventando la noción misma de escuela, mejorando exponencialmente los aprendizajes.
En ese sentido hemos analizado (y prologado su publicación) algunos resultados del programa Eutopía creado en 2017 de la mano de la Fundación Pampa Energía, que están implementando propuestas de transformación de la cultura escolar en más de 130 escuelas públicas de la Argentina en las provincias de Neuquén, Buenos Aires, Mendoza, Santa Fe y Salta)
El tiempo de vida de la escuela técnica (Prólogo)
«Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos, era el siglo de la locura, era el siglo de la razón, era la edad de la fe, era la edad de la incredulidad, era la época de la luz, era la época de las tinieblas, era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación, lo teníamos todo, no teníamos nada «Charles Dickens Historia de dos ciudades [1869]
Esas dos ciudades tan (in)actuales de las que habla Dickens, bien podrían ser el mundo del libro vs el de la computadora y el celular; el mundo lento de lo analógico vs el mundo hiperacelerado de lo digital; el mundo de la escuela vs el mundo del trabajo; el mundo del pasado/presente y el mundo del futuro. Pero cualquiera sea nuestra adscripción o búsqueda de equivalencia entre las ciudades de Londres y Paris de antaño con las polarizaciones de hoy, no queda duda de que estamos viviendo -como los personajes de Dickens y probablemente él mismo- en el mejor y el peor de los tiempos simultáneamente.
Y la escuela (técnica) está en el centro de este Maelstrom o vorágine. Con cerca de 17.000 establecimientos (sobre un total de 63.000 escuelas en Argentina) y 710.000 alumnos, habiendo crecido 20 % en el intervalo 2011/2020, los rendimientos escolares en disciplinas claves como matemáticas son muy superiores en las escuela técnicas, sustentados por una articulación entre una formación general integral y una formación técnica que dialoga con las necesidades y transformaciones socioproductivas que en los bachilleratos convencionales . Eppur…
En este contexto una compilación como la que aquí presentamos busca entablar un diálogo que recupera logros, atiende vacancias y sobretodo registra la revolución mental en curso (Baricco) -potenciada por la revolución del ChatGPT introducido masivamente en las redes sociales a partir de noviembre de 2022.
Raro (o no tanto) que en un mundo crecientemente tecnologizado solo 20% de nuestras escuelas sean técnicas
En los diversos capítulos (centrados en el programa Eutopía creado en 2017 de la mano de la Fundación Pampa Energía, que implementa propuestas de transformación de la cultura escolar en más de 130 escuelas públicas de la Argentina en las provincias de Neuquén, Buenos Aires, Mendoza, Santa Fe y Salta), los autores coinciden en que “la propuesta escolar actual se encuentra desincronizada con los intereses, las búsquedas, el ejercicio de la libertad y las formas de comunicarse y de construir conocimiento de los jóvenes dificultando que los estudiantes descubran el profundo sentido del aprendizaje (Luciana Alonso Moreno).
En 2022 Eutopía emprendió el desafío del cambio en escenarios de educación técnica, recurriendo entre otras herramientas al design thinking e insistiendo en que a diferencia de los cambios incrementales, que buscan un progreso continuo dentro de los procesos existentes, se necesita un diseño disruptivo que modifique la estructura escolar
Directa o tangencialmente todos los capítulos del libro prestan debida atención a una matriz referencial de seis dimensiones que identifica los componentes esenciales para pensar en el cambio escolar: currículum, evaluación, tiempo, espacio, relaciones y estrategias de enseñanza. Estos elementos sirven como indicadores de lo que debería cambiar. En los distintos capítulos se modulan formatos, probabilidades, recorridos y sugerencia para cambios efectivos en el aula ilustrados con numerosos y valiosos ejemplos.
Enanos sobre hombres de gigantes (Juan de Salisbury, 1159)
Un trabajo de esta naturaleza sería imposible sin un sólido anclaje epistemológico sobre el cual pivotea la mayoría de los autores. Asi nos encontramos con referencias y señalamiento a Mariana Maggio, Edgar Morin, Alicia Camilloni, Donald Schön, Graciela Cappelletti, Carlos Scolari, Michael Hargreaves, Michael Fullan, Joan Ferrés i Prats, Lila Pinto et al, lo que conforma un aire de familia, necesario y renovador.
Pero como de educación técnica se trata (en un mundo de supuesta desmaterialización creciente, pero eso es una fantasía promovida por la industria del software de programas que corren sobre materiales chips y servidores pantagruélicos consumidores de energía y agua, átomos al fin), no menos interesante es el conjunto de artefactos y de propuestas que hacen posible esta revalorización de lo técnico y lo maquinal no como oposición a la naturaleza (humana), sino como su complemento y amplificación.
Así nos encontramos con tramas de conjuntos de estrategias y actividades artesanalmente elaboradas y el aprendizaje a través de proyectos como ‘El taller en casa’ (Ornique); construcción de instancias de formación sobre proyectos transmedia pensadas a partir de la centralidad de la voz y las experiencias de los sujetos que las protagonizan (Ferrarelli & Alonso); creación de estrategias de enseñanza compartidas para trabajar el clima escolar, un actor silencioso en la trama educativa + el relevamiento del “efecto Pigmalión” y la “mentalidad de crecimiento” (Gonzales); conocimiento en la práctica (Moreno y Ornique); liderazgo de movimiento, etc
¿Cómo sigue el juego?
Como bien dice Ornique: “los problemas del mundo real no están delimitados por asignaturas, sino que precisan la intervención y mirada desde diferentes disciplinas”. Y todo el libro es una invitación al autoaprendizaje; al pensamiento pre-figurativo (cuando los chicos también enseñan a los grandes); a la recuperación del deseo y al diseño de aprendizajes significativos.
Pero una cosa es trabajar con una o con veinte escuelas y otra muy distinta es escalar a nivel municipal, provincial o nacional. Todos los autores tienen un conocimiento (y práctica) muy profundas de la multidimensionalidad indispensable para multiplicar exponencialmente estas experiencias micro.
Pero en un escenario acelerado, de mutación de las racionalidades (donde lo líquido ha devenido gaseoso), de agotamiento institucional, de desfondamiento de las certezas políticas y desprestigio creciente de la democracia (en la última década, el número de regímenes autoritarios ha aumentado de 52 a 60 países, abarcando el 39,2% de la población mundial), y de diseño de la tristeza (el individualismo, el consumismo y la ruptura de los lazos colectivos) a manos de multinacionales de la manipulación de la conciencia y la persuasión de lo inane, parecería que esfuerzos como estos son una gota perdida en el mar.
El mundo (y su pulso) patas para arriba
Macrofenómenos para-culturales recientes permiten dudar de una fácil escalabilidad de estas experiencias de innovación boutique (que nosotros gustosamente compartimos) a nivel masivo. Con el hexahackeo (del tiempo, espacio, vínculos, curriculum, evaluación y aprendizajes) no alcanza para dar cuenta (pero sobre todo revertir) el tsunami ontológico en curso.
La impresionante cascada de reflexiones, estupor, choque generacional y ampliación de la brecha alfabeto-generacional provocada por la serie Adolescencia de Philip Barantini (Netflix) con casi 30 millones de vistas a nivel mundial, así lo confirma. Adolescencia angustia porque muestra un mundo lleno de violencia, de vulnerabilidades que está ahí, en nuestro día a día, pero que luce encriptado. Es trabajoso descifrar a un adolescente y el hiato intergeneracional está alcanzando cotas inconmensurable, volviendo al mundo incomprensible para la mayoría (tanto adolescentes como adultos).
Una semana atrás OpenAI lanzó su último modelo de generación de imágenes, con capacidades mucho más potentes que la tecnología de hace un año. Alguien tuiteó que la nueva IA podría usarse como un filtro «estilo Studio Ghibli» para fotos familiares. Veinte millones de visitas después, todo en línea era Studio Ghibli. Bienvenidos a la era de la Ghilibización gracias a la conversión del estilo gráfico Ghibli en un filtro de ChatGPT. Para analistas agudos como Hoel se trata de un auténtico apocalipsis semántico, la última demostración de que todo atisbo de creatividad y originalidad (no precisamente lo que predomina en las escuelas y hacia donde soñábamos llegar con sumo esfuerzo como el libro muestra), será sometido a la dictadura algorítmica también.
Lo extemporáneo nos pega en la línea de flotación
¿Por qué juntar a la biblia con el calefón? A intentos bien logrados en el presente libro de curar la experiencia escolar (técnica) devolviendo el protagonismo a los adolescentes con una mención a dos amenazas a la autonomía como son la “brecha alfabeto-generacional” y la “ghiblisización” de todas las imágenes posibles.
Porque nos muestra que quizás el problema no es tanto de sincronización de la escuela (y la formación) con el trabajo, (a lo mejor esa fase del desarrollo capitalista centrada en el papel del trabajo en la vida social y personal está llegando a su fin) sino de imaginar -y construir- un mundo basado en instituciones (holocráticas = sistema organizativo en el que la autoridad y la toma de decisiones se descentralizan en lugar de ser establecidas por una jerarquía de gestión) muy diferentes a las actuales.
Seguimos viviendo bajo el paraguas de la polarización disciplinar. No sólo tenemos escuelas técnicas por un lado y generalistas por el otro, sino universidades fragmentadas en unidades académicas monolingües que hablan ciencia por un lado y humanidades por el otro. El error de Descartes, la dualización de casi todas nuestras categorías, es más notorio en 2025 que nunca antes. Dada la naturaleza antidisciplinar de prácticas, innovaciones y competencias multilingües necesarias para entender el entanglement actual, pero sobre todo para orientar el futuro en direcciones menos autodestructivas que las presentes, debemos dejar atrás el binarismo y el disciplinarismo. Yendo el dirección de los círculos creativos que hilvanan inconsútilmente la ciencia, la ingeniería, el diseño y el arte.
La figura de los polímatas (alguien con conocimientos amplios y variados teórico/prácticos;público/privados; mono y pluridisciplinares, en diferentes materias) nos surge como ideal formativo para poder lidiar con esos cambios culturales acelerados, terminar con las divisiones técnico vs generalista; contemplación vs acción.
Bioingeniería, materiales sintéticos, diseño computacional, manufactura aditiva, biología sintética, terraformación, inteligencia artificial generativa tendiente a la general y otras manifestaciones sincréticas por el estilo muestran la impotencia disciplinar por entender la complejidad ambiente y mucho mas para cabalgar sobre ella.
Durante milenios vivimos en tribus, diseñamos instituciones e inventamos los mercados y todo lo que hacemos, conocemos, aprendemos y legamos sirve para mantener vivas estas instituciones en constante evolución. Pero la aparición de las redes lo cambia todo. Las redes no son entidades, no son cosas, son un flujo dinámico que metamoforsea a los otros tres vectores existenciales. Y consiguientemente a las escuelas (técnicas) exigiéndoles cambios epocales que no sabemos si están dispuestas o pueden afrontar.
Aplaudimos todos y cada uno de los ejercicios que ilustran este libro porque son la punta de lanza de un diseño innovador (boutique) sen un entorno turbulento y conflictivo. Pero debemos estar no menos atentos a imaginar futuras instituciones educativas muy distintas de las actuales sin tantos dualismos, tantas asimetrías y sobretodo tanta inercia epistemológica como las que padecemos actualmente.
Agradezco a Luciana Alonso Moreno la convocatoria y la presencia en el backstage de Julito Alonso quien junto a Mariana Ferrarelli están trabajando en talleres para profundizar estas iniciativas, que aunque son de innovación boutique cuentan las bases para escalar a futuro.
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