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Identidad, imaginacion, muerte y mentira

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Con esa mezcla de serendipia y azar que caracteriza todo lo que hacemos, aunque nos creamos deterministas, y cuando ya había abandonado la idea de encontrar la ultima obra de Paidos comunicación numero 154 que me había recomendado Perez Tornero, allí estaba esperándome en una pila enhiesta en un rincón del área de ensayos, critica literaria, semiótica o lo que fuera de libreria La Central de Barcelona.


Minutos antes había sopesado durante largo rato -para finalmente abandonarla- una obra desconocida de Jean Bollack. Mas precisamente unas conversaciones que mantuvo con Patrick Llored, genero que me puede, de un francés con este filólogo empedernido y ya mismo me estoy lamentando y espero reencontrarla en la librería del Circulo de Bellas Artes en Madrid.

Pero lo que finalmente encontré me vino de perillas y me sorprendió nuevamente porque otra vez se me había escapado de las mallas del encuentro, aunque el original data de 2001.

Se trata de La narración como realidad virtual. La inmersión y la interactividad en la literatura y los medios electrónicos de Marie-Laure Ryan autora de los no menos desconocidos para mi Possible worlds, artificial intelligence y narrative theory y compiladora de Cyberspace textuality: computer technology and literary theory -asi como de la compilación Narrative Across Media: The Languages of Storytelling– que habrá que investigar ya mismo, web mediante,

Aunque el libro pretende ser una totalidad incluye artículos publicados desde mediados hasta fines de los años 90, a diferencia de otras obras que se estancan en su primera parte, redundantemente titulada la virtualidad, esta obra avanza por caminos que hace rato queríamos explorar, con guías como esta, tales como la poética de la inmersión, la poética de la interactividad y la reconciliación de la inmersión y la interactividad -que nada casualmente van exactamente en la misma dirección que First Person ese monstruo maravilloso que analiza a fondo las diferencias y similitudes entre juegos y narrativas y busca un irreduccionismo latouriano de unos y/a otros.

Ya volveremos sobre el libro de Ryan y también comentaremos en detalle otra perla que conseguimos ahí mismo en la Central cual es Las teorías de los cineastas. La concepción del cine de los grandes directores de Jacques Aumont, tan flamante como la anterior, ya que se trata del numero 155 de la misma colección.

Pero también nos quedaremos con las ganas de investigar estas cosas en detalle, algo que intentaremos hacer mañana en el vuelo de regreso a Buenos Aires y nos concentraremos hoy en un cuarto descubrimiento del día cual fue anoticiarnos de la existencia de un desconocido -para nosotros- novelista local llamado Enrique de Heriz que tiene 40 años, que nació y vive en Barcelona, que no terminó filología y se ha dedicado a ser editor editorial. Que no se ha casado -aun- ni tiene hijos -todavía-, pero si tiene pareja estable y quiere tener hijos y quien recibió recientemente el premio Llibreter por su novela Mentira de Edhasa que mañana mismo comprare en Madrid a ver si me hace efecto.

Lo increíble de este señor es que uno lee el reportaje que le hicieron en la contratapa de La Vanguardia del jueves pasado y no termina de caer del asombro y la admiración permanentes que nos inspira, ademas de que las preguntas de la cronista Ima Sanchis son excelentes y revelan maestría en el arte generalmente insulso y apocado del reportaje.

De Heriz nos la deja servida cuando cuenta que en términos de verdad es mucho mas suculento y apetitoso buscarla que encontrarla. Que nuestra identidad esta fraguada en base a leyendas que se desenmascaran en momentos de crisis cuando la leyenda anterior es suplantada por otra mas modernosa y conveniente.. y así sucesivamente.

Para él la primer gran mentira es la constancia de estar vivo algo que curiosamente se convierte en la etapa equifinal de una búsqueda que se inicio hace miles de años con la filosofía y que hoy es refrendada en su indeterminación propia por la mismisima neurobiologia.

Porque lo que tanto esta como su prima hermana la epistemología experimental dejan de manifiesto es que no podemos conocer nada si no es conociendo su opuesto, lo que lleva a la paradójica constatacion de que para saber que es estar vivo deberíamos saber al mismo tiempo que es estar muerto.

Lo que solo se puede lograr a través de la imaginación y en este sentido el novelista es un chaman de primera. de Heriz rechaza toda constatacion y toda salida fácil. Después de haber contado el mas bello de sus mitos que incluye canibalismo y cambio del mundo disparado por la muerte y la necesidad de reinvencion permanente tal como ejemplifica la cultura caníbal amazónica de los wari, insiste en que la idea de que uno pervive en la memoria de los otros es una tautología precientifica y puramente retórica.

Porque en rigor cuando recordamos a alguien lo que en verdad estamos haciendo es recordar la ultima vez que lo recordamos, es decir estamos recordándonos a nosotros mismos.

Tampoco hay escape por vía de la sinceridad, ya que existen muchas ilustraciones de gente (chicos o grandes poco la diferencia) que a fuer de ser sinceros vuelven invivible tanto la vida ajena como la propia. Ademas el hombre dice (habrá que creerle) que el yo soy le parece pura poesía y que no define nada por cuanto en el momento en que terminamos de decirlo ya ese yo era.

Ante la objeción de que si somos un invento no por ello nos parecemos menos a nosotros mismos, el hombre insiste en que nos esforzamos en ser coherentes con la autoimagen que nos hemos fabricado.

Si se lo corre un poco diciendo que esto también se aplica a el mismo nos contestara -en la parte mas floja y menos convincente de la entrevista- que toda su vida ha sido volver a empezar, que dejo su trabajo de editor y que se separo dos veces. Lo que lleva a confundir hechos con palabras y acciones con emociones.

Pero si coincidimos con el, en cambio, en que dado que solo tenemos una vida todos deberíamos procurar que fuera lo mas variada posible. Y eso solo se logra cortándola en pedacitos, volviendo empezar y -la mayor revelación de toda la entrevista- leyendo ficción, la única formula infalible de vivir otras vidas.

Solo le falto decir que a lo mejor el paso hegelianamente superior de esas vivencias para escribir otras vidas y no solo en el papel sino en los multimedios. Pero allí circularmente deberíamos volver al principio al libro de Marie-Laure Ryan y sobretodo al de Jacques Aumont. Que paradoja.

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Publicado enLenguajes

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