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Mi (Tu/Nuestro) Pulso del Mundo se dicen de muchos modos

Tan atribulados estamos en Argentina y en América Latina que terminamos creyendo que nuestros males son endémicos, que nuestros gobiernos son incorregibles, que nuestros países se jodieron (de una vez para siempre) hace medio/un siglo o dos, y que vivimos en el año de la marmota condenados a repetir nuestros errores… interminable-, exponencialmente.

Tanta maldición junta (lo que no quita que algunos sectores privilegiados podamos vivir mas que decentemente en estos berenjenales) solo se exacerba porque entre las muchas miopías que padecemos, dos de las mas graves son la histórica (el ombligocentrismo de creernos el centro del universo temporo/espacialmente), y el desconocimiento de la historia comparada (sobretodo el del auge y caída de los grandes imperios y civilizaciones), de los cuales nosotros somos apenas una mera cola de cometa chamuscado.

Por un lado pregonamos saltimbanquinescamente que estamos viviendo en la era de la aceleración absoluta. Cada tapa de diario nos cuenta las historias mas mágicas posibles: inteligencias maquinales que superarán nuestra capacidad de admiración; gestación en embriones artificiales que mecanizarán la fertilidad convirtiéndonos por billonesen exploradores espaciales  posibilidades de generación de energía en escalas II y III de Kardachev volviendo a nuestro galaxia -y a todas las que podamos contagiar con nuestros entusiasmo-, en paraísos de abundancia sin fin -porque seguimos apegados a un paradigma del progreso indefinido que apenas tiene dos o tres siglos de vida.

Por el otro trenzamos de manera fuerte y aparentemente eficiente decenas de teorías sociológicas, políticas, históricas y económicas, convencidos de que habíamos diseñado sistemas de convivencia capaces de organizar la vida social de billones de seres humanos, protegidos por un cinturón de seguridad institucional, comercial y geopolítico (muy asociados a las democracias capitalistas), que aún debiendo retejerse permanentemente, nos aseguraban mayor permanencia histórica y mejor calidad de vida que cualquier civilización anterior.

Viviendo generacionalmente “fuera de la historia”.

Si bien muchas de estas bi-narrativas reflejan mejor al Norte que al Sur, al Oeste que al Este, también al estar alejados de las zonas de conflictos mas brutales -y al haber sido América Latina- patio trasero de la hegemonía norteamericana- podemos compartir pari passu el diagnóstico de inmovilismo histórico relativo post- segunda guerra mundial (fin de la historia).

Desde hace casi tres generaciones habíamos vivido bajo una hegemonía política global norteamericana con sus grados relativos de seguridad (según cuan alineados estuviéramos mental y materialmente con el modo occidental de vida) pero sobretodo de promesas de mejoras materiales sin fin.

Durante este período no hubo cambios tecnológicos radicales -como los que vivimos hasta la quinta revolución tecnoeconómica de la era de la informática y las telecomunicaciones iniciada a fines de los años 1950, invalorables aportes de Carlota Perez mediante. Dado su decalage de 20/30 años recién ahora estamos viendo los efectos de la sexta revolución industrial en marcha),

A menos que seamos muy Kominskys, lo suficientemente como para haber vivido a la sombra de la Segunda Guerra Mundial, estas características probablemente también describen toda la vida de quienes hoy todavía vivíamos en esa burbuja fuera de la historia.

Ahora, llegando a mediados de 2023, al menos una – y probablemente quizás las dos- de esas suposiciones se está desmoronando. Porque las IA’s (y a corto plazo también la biomedicina) representan un avance tecnológico verdaderamente importante y transformador de la misma magnitud que el que jugaron la máquina de vapor, el acero, el petróleo y los microchips en las revoluciones anteriores. Pero también -dependiendo de cómo les/nos vaya a/com Ucrania y Taiwán- podría también desmoronarse la primera invariante.

Si sentimos tanta angustia, desazón, distopías y ucronías dando vueltas, es ni nosotros mismos (y mucho menos los mas jóvenes) los que ya pisamos las siete décadas, estamos preparados para vivir en una historia real «en movimiento». Por eso estamos tan asustados, desorientados y trastornados en nuestras fortunas, tanto materiales como morales, cuando ésta vuelve a arrancar, con todas sus contradicciones y ambigüedades como cada uno de esos apalancadores tecno-culturales revelaron.

La doble polaridad de toda innovación

Por supuesto que la imprenta brindó beneficios inconmensurables, posibilitando las revoluciones científica e industrial (Elizabeth Eisenstein lo analizó con lujo de detalles). Pero también ayudó a difundir los escritos de Lenin, Hitler y el Libro Rojo de Mao. La imprenta hizo posible (recombinada con otras innovaciones) un número notable de historia verdadera y conmovedora como las Guerras de Religión y el sangriento siglo XVII. Aún así, si estuviéramos rehaciendo la historia mundial, aceptaríamos a la imprenta en un santiamén. ¿Quién necesita pobreza, miseria y la recurrencia de figuras como Ghenghis Khan?

Dado que no estamos acostumbrados a vivir en una historia en movimiento y, de hecho, la mayoría de nosotros somos psicológicamente incapaces de imaginarlo siquiera, todos los nuevos desarrollos de la IA plantean (cual exquisito y temible test de Rorschach) un gran enigma. No sabemos cómo responder psicológicamente, y mucho menos mnstrumenjtal o filosóficamente a sus desafíos. Frente a los centenares de posts y artículos diarios que desperto el ChatGPT (algunas examimnadas en posts previos de este blog) casi todas las respuestas son meramente defensivas ya sea que provengan de los optimistas, los pesimistas o los pesimistas extremos.

 

Nuestra economía ha disfrutado de frutos al alcance de la mano desde el siglo XVII: tierra gratis, mano de obra inmigrante y nuevas y poderosas tecnologías. Pero durante los últimos cincuenta años, la fruta madura comenzó a desaparecer y seguimos fingiendo que todavía estaba allí. No hemos querido reconocer que estábamos en una meseta tecnológica, económica, política, sociológica y, sobretodo ecológica.

Derivadas de «n» orden y agnosticismo radical

Cuando se inventó la imprenta nadie tenía una idea real de los cambios que traería. Lo mismo pasó con la era de los combustibles fósiles. No somos buenos para predecir los resultados a largo plazo, o incluso ni siquiera a mediano plazo de los cambios tecnológicos radicales (apenas podemos hacerlo a corto plazo, aunque de manera imperfecta).

Cuando se anticipa un alto grado de riesgo existencial de la Inteligencia Artifcial General, quizás -como bien dice Tyler Cowan– «argumentar» los términos elegidos no sea la respuesta correcta. El agnosticismo radical es un enfoque mcho mas interesante, cuando todos los escenarios específicos son bastante improbables.

Una vez que se empieza a discutir en el vacío, empezamos a engañarnos a nosotros mismos inventado una ilusión de previsibilidad. Dado que es más fácil destruir que crear, una vez que se empieza a considerar el futuro en forma de tabula rasa, cuanto más hablemos de él, más pesimista nos volveremos (especialidad periodística por antonomasia).

Riesgos existenciales y timidez civilizatoria

El riesgo existencial de la IA es, de hecho, una posibilidad lejana, como cualquier otro futuro que podamos estar tratando de imaginar. Todas las posibilidades son distantes. La pregunta interesante ya no es por lo tanto «¿seguimos adelante?» (algo que la carta de quienes quieren una moratoria puso a la luz un par de meses atrás), sino más bien «dado que seguimos adelante con algo (aunque solo sea el caos) y abandonaremos la estasis de todos modos, ¿al menos obtenemos algo por desafiar a los Dioses?” Queda claro -y el caso argentino no es sino uno de los mejores ejemplos al respecto- si no hacemos nada, sí volveremos a entrar en la historia viva, y muy posiblemente no obtengamos nada a cambio.

Con la IA, ¿aparecerán nuevos emergentes? Puede haber inmensos beneficios al hacer que la inteligencia esté disponible más libremente. También puede ayudarnos a lidiar con otros riesgos existenciales. Y puede pasar todo lo contrario como la inesperada actitud de Geoffrey Hinton (el Oppenheimer de la IA) acaba de mostrar al renunciar preventivamente (aunque 10 años mas tarde) a su rool de padrini de las redes neuronales en Google después de que su compañía, DNNresearch Inc., fuera adquirida por la GAFA.

Curiosa -¿inesperadamente?- la IA ofrece la promesa potencial de extender un poco más la hegemonía estadounidense, un factor de importancia crítica, ya que los norteamericanos son ahora los líderes de la IA. ¿Significa esto que la IA le dará un certificado de extensión (como lo han hecho las revoluciones tecnológica previas) al imperio norteamericano, o siempre les toca a sus sucesores -en este caso ¿China? ocupar ese rol?

Además -nos ilustra Tyler Cowan-, ¿qué tipo de civilización es la que se aleja del desafío de lidiar con más… inteligencia? ¿Que no tiene el desparpajo de afrontar confiadamente una gran dosis de más inteligencia? ¿Tales sociedades (las que fantasen con la moratoria y la regulación de la innovación- no perecerán bajo su vigilancia actual, con o sin IA?

Muchos pulsos del mundo

Si algo nos han “regalado” la pandemia, la guerra Ruso-ucraciana y el nuevo “veranito” de la Inteligencia artificial (vía ChatGPT y GPT4) es habernos despertado del sueño dogmático de que vi(vire)mos en un mundo sin sorpresas y habiendo lograr encapsular a la historia la dentro de una nueva burbuja, deteniéndola.

Mal que le pase al Fukuyama que todos llevamos dentro (ese que insiste en ver fines (de la historia, de la guerra, del conflicto, de la ambigüedad) apaciguados por una política woke de la cancelación (no ya de las ideas y prácticas que no comulgan con nosotros sino de la propia dinámica histórica de los conflictos y sus superaciones hasta recaer en nuevos conflictos) por todos lados. La historia -70 años mas tarde- se ha vuelto a poner en marcha.

Somos muchos los que atentos a estos movimientos tectónicos (muchos mas visibles en lo cultural y estético que en lo politico o económico) encaramos un lustro atrás una metodología y una ecología de las ideas tendientes a auscultar el pulso del mundo a intervalos, diarios, mensuales, anuales, decenales y mas allá aún. Por eso nos alegra sobremanera que muchos lectores estén trabajando en simultáneo en direcciones similares.

Así dentro de pocos dias aparecerá Le monde, modes d’emploi: Comprendre, prévoir, agir, protéger de Jacques Attali obsesionado por entender: De los mecanismos del poder a los desafíos de la ciencia. De la historia a la tecnología. De las finanzas a la política. De la geopolítica a la ecología. De la cultura a la ética. De las luchas sociales a las luchas de las mujeres y las minorías.

Temario que intenta responder a las preguntas que todos nos hacemos: ¿estamos clavados en nuestrro destino? ¿Quién gobierna realmente el mundo? ¿Está condenada la humanidad? ¿Se está muriendo la democracia? ¿Es definitivamente el dinero el amo del mundo? ¿La Tierra se volverá irrespirable? ¿Qué debemos aprender para vivir mejor y qué batallas debemos pelear? ¿Nuestros hijos tienen posibilidades de vivir mejor que yo -algo que parece muy poco probable?

La humanidad ha pasado por mil crisis. Sufrió mil tragedias. Las atravesó. Las que vendrán son mucho más terribles que cualquiera que hayamos vivido en el pasado. Sin embargo, todavía hay un camino estrecho que dar hacia un futuro armonioso para todos y sostenible para el planeta. Un camino demasiado estrecho. Para pedir prestado lo antes posible, si queremos tener la oportunidad de evitar lo peor. Y lograr lo mejor

Las humanidades también se juegan cuando de entender el entanglement se trata

Mientras Martin Caparros publicará en breve El mundo entonces. Una historia del presente, un intento de describir el mundo contemporáneo. Está hecho a partir de una serie de notas que acaba de terminar en El País, de Madrid, que tratan de describir aspectos de la vida actual con una excusa narrativa, la de un manual de historia de 2020 escrito en el siglo XXII [Jorge Carrión ya lo había hecho estupendamente en Membrana (20129) y encima esa historia la escribieron las IA.. antes de la pandemia -vaya clarividencia. Caparrós busca mirar con perspectiva cosas que están muy integradas a nuestras vidas y que no advertimos, como el hecho de que ya no existen las colonias. Cada país se gobierna a sí mismo. Como eso otras cosas.

No menos llamativo es Aceleración. Corrientes utópicas desde dada a la CCRU de Edmund Berger que releva una trama secular de movimientos de vanguardia artística, política y contracultural. Entre las provocaciones dadaístas en la Europa de entreguerras y el pensamiento apocalíptico del aceleracionismo contemporáneo. Es un flujo subterráneo que lleva desde la Internacional Situacionista al gamberrismo callejero de los movimientos revolucionarios estadounidenses de los años sesenta, pasa por el punk y atraviesa los setenta italianos, conectando el autonomismo alemán y el activismo hacker, el ciberfeminismo y la cultura rave, el neoísmo y Luther Blissett, la magia del caos y el Chaos Computer Club. Todos colectivos que comparten un mismo objetivo: sustituir nuevas mitologías a las na­rrativas del poder, lo que siempre es bienvenido cuando de futuros con sorpresa se trata.

Corolario

Trátese de la Inteligencia Artificial o de las revoluciones tecnológicas, de los movimientos culturales o de las historias secretas del siglo XX que relevan los estallidos de violencia (cultural), la negación del presente y del pasado, exigiendo cambios radicales y definitivos son el ADN que exigen que multipliquemos los pulsos del mundo en cantidad y variddad, si queremos saber qué esta pasando, cómo rerutear el presente, y cómo evitar cometer los mismos errores de siempre.

Mejor que lo vayamos sabiendo, y que estemos contribuyendo a diseñarlos y explorarlos. La historia no tiene fin y, nos gusten o no las brutales inestabilidades que estamos viviendo en estos días, son muestras de que la historia otra vez se ha puesto en marcha. Y que si no nos subimos (para bajarnos en alguna nueva estación) a su tren, seremos parte de los olvidados de antaño.

Obviamente esta reinvención exige nuevos pactos tecno-ecológicos, nuevas conversaciones con las persona no-humanas y sobretodo una revalorización de todo lo diferente y la aceptación de que no somos humanos sino de que estamos deviniendo humanos-cum-natura.

No se trata de proclamas grandilocuemtes, ni de manierismos literarios, aunque todavía no abemos quien será el Stefan Zweig que escribirá El mundo de ayer (refiriéndose esta vez al siglo XX y no al XIX) queda claro que se vienen mundos muy diferentes a los de ayer nomás.

¿Se imaginan el esfuerzo cultural-educativo que tendremos que hacer para desencallar de aquellas certezas que se están hundiendo imparablemente en las últimas décadas, camino a un siglo nuevo? De allí la importancia de los Pulos del Mundio, el diseño especulativo, la gestión hipercompleja del entanglement o todo lo que quieran sumar 🙂

Referencias

Cowan, Tyler The Great Stagnation: How America Ate All the Low-hanging Fruit of Modern History, Got Sick, and Will (Eventually) Feel Better. Duton, 2011.
Eisenstein, Elizabeth Divine Art, Infernal Machine: The Reception of Printing in the West from First Impressions to the Sense of an Ending. University of Pennsylvania Press, 2011.
Marcus, Greil Rastros de Carmin. Una historia secreta del siglo XX. Anagrama, 1989.
Perez, Carlota Revoluciones Tecnológicas y Capital Financiero: La dinámica de las burbujas financieras y las épocas de bonanza. Siglo XXI, 2004.
Ray, Dalio Principles for Dealing with the Changing World Order: Why Nations Succeed and Fail. Avid Reader Press. 2021.
Sloterdijk, Peter ¿Qué sucedió en el siglo XX? Siruela, 2018.

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