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Regalar libros es regalar Caballos de Troya

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A caballo de Troya regalado si se le miran los dientes

Dice Alberto Manguel que los griegos que inventaron casi todo también inventaron los regalos. En ese sentido el Caballo de Troya que los griegos le regalaron a los troyanos a instancias de Ulises seria el regalo perfecto; admirable en lo estético, original hasta haber acuñado una expresión que cada día tiene mas vigencia, y sobretodo hipnoticamente atrayente, mas tal vez que esos perfumes que nos seducen con sus envases cada vez mas llamativos desde las paginas del EPS, o envuelven en el ensueño a advenedizos en la isla de Caras en Brasil.


Parecen querer decir lo mismo tanto el Caballo de Troya, como la opinión de Manguel en la revista Ñ nº 66 de fin del año 2004, todo regalo es (dulcemente) envenenado. Porque si bien cada regalo dice querer o buscar deleitar al homenajeado, rápidamente el destinatario se convierte en posesión del regalo. El hechizo- a diferencia de los links en las paginas de la web- es de ida y vuelta.

Cada regalo abre a nuevos placeres (e indigestiones), a nuevos aromas y también nuevas adicciones, a nuevos gustos que ensanchan los nuestros si somos ávidos y tenemos las antenas y el corazón despiertos.

Cortazar que de esto sabia un montón, comentando que pasa cuando regalamos un reloj (la Dra. Serra también debe saber mucho al respecto ella que se regala a si misma un Swatch por mes) insistía en que no nos regalan un reloj, sino que uno es el regalado para el cumpleaños del reloj (bah algo parecido pasa con los diarios y sobretodo los programas de televisión -aun los mejores). Creemos que un programador o editor bien intencionados nos regalan cultura, cuando en realidad nos regalan a nosotros como consumidores a los productos que se benefician de los programas para reproducir sus memes de consumo sin fin).

La trampa de regalar libros

Pero todo este devaneo no es para (como cada tanto hace Feinman, el bueno) mostrar que no sabiendo que decir se pueden llenar carillas, sino porque va a hacia lo que a mi me sale mas fácil que es regalar libros, y ello porque es uno de los pocos objetos que me causa placer comprar y cierta facilidad seleccionar y elegir. Para el resto de lo objetos (servicios o productos, futuros o pasados) mi incapacidad de elección, selección pero sobretodo de voluntad de compra es ancestral.

Regalar libros es la trampa mas grande que puede existir. Ya sea que nos lo tomemos en serio o en chanza, ya sea que optemos por perturbar o conformar a los otros, ya sea que regalemos lo que nos gusta a nosotros, o lo que creemos que le puede gustar a los otros, si es que alguna de las dos opciones resulta inteligible, cuando no especulación imposible de desentrañar.

Tampoco quiero ponerme solemne como Manguel y suponer pomposamente que regalar libros es introducir extraños en casa de amigos, incitar amoríos ilícitos o proponer seducciones inesperadas.

Aunque algo es también cierto en esto de regalar libros me estoy quedando corto, y cada vez me cuesta mas hacerlo ya sea para amigos o conocidos (a los enemigos ni un regalo diría el General Peron!). Tal vez porque sea cierto como insistía el Archipreste de Hita que regalar un libro es zurcir voluntades, pero también me queda cada vez mas claro que la intención es lo mas que va con el regalo, por cuanto la recepción o el efecto son tan azarosos como la evolución de las finanzas internacionales en la era de Internet.

Por supuesto que careciendo de la sutileza de Manguel no puedo jactarme -como el-, de haber regalado un quinteto de obras a quienes mas se le parecían o merecían. Y de hecho en este fin de año mi recuento de regalos librescos es mas que parca.

Regalos aqui y ahora. Libros alli y quien sabe donde

Apenas el siempre incomparable La cuestión del otro de Tszvetan Todorov y un insólito libro de Guillermo D´andrea y otros sobre Retail management a quien mas se lo merece. La cuestión de los judíos de Agnes Heller al Dr. Azubel, que ama a Mitteleuropa mas que a su mama supongo. Para la Dra. Serra -y asi se lo anuncio aqui- El pelotudo argentino. Manual para identificacion y usode Mario Kostzer. Nada personal.

También quedo pendiente cual conjunción de regalo de cumpleaños postergado y de inicio de un año que esperamos todos fecundos La narracion como realidad virtual de Marie Laure Ryan… para la gurrumina.

Aunque pensándolo un poco tiene razón Manguel (y por eso el El pelotudo argentino que viene un espejo en la tapa va por el buen camino) regalar un libro mas que brindar una ventana -como siempre tendimos a creer- es ofrendar un espejo, revelar a quien se lo ofrecemos que eso que le regalamos es de una o muchas maneras, poco o en demasía el otro.

Como ademas a mi la ficción cada día me encandila menos, estoy en un aprieto infinitamente peor que el de Manguel, ya que el es un autor prolífico y conocedor detallista de toda la literatura universal y por lo tanto puede regalar espejos con mucho mayor capacidad de reflexión que los que se me ocurren a mi.

Al regalar ensayos uno sin querer queda atrapado en una linea productivista y mercantil. Porque regalar ensayos es de alguna manera regalar interpretaciones, mientras que regalar ficción es distribuir vivencias e invitar a sentir con los personajes que abundan en esos mundos de ficción que son también los nuestros -aunque a mi no me guste verme reflejado en ellos.

La condena de regalar ensayos

Así cuando regalo mis ensayos favoritos (trátese de Tzsvetan Todorov o de John Berger, de Giorgio Agemben o de Edward Said, de Susan Sontag o de Jacques Derrida) no puedo decir -como si hace Manguel- que regalo estos libros porque su historia es la de los homenajeados, o porque hay en esas paginas alguien de quien mi lector se enamorara.

Pero si les estoy diciendo a mis regalados que se los regalo porque me gustan y quiero que les gusten, y porque estoy seguro de que con esa gente mis lectores que son los suyos multiplicaran puntos de vista, y aprenderán a pensar mejor y mas lejos, cuando tanto erial de falta de criterios y de discriminación esta convirtiendo nuestra cotidianeidad en una pasta insulsa.

En cuanto a estar del otro lado es decir ser objeto de regalo de libros el compromiso es igual sino mayor. Porque también allí coincido con Manguel. La mayoría de las veces que me regalan un libro debo inmediatamente decir Domine, non sum dignus (no es para mi), es tan difícil que yo mismo me regale un libro que me encante, que lo haga otro es cercano al milagro. Pero aun así a veces ocurre. No claro cuando me regalan a Kovladoff pero si quizás a Guillermo Martinez, no tanto cuando me insisten con mamotretos y monsergas y si tal vez con herejías y heterodoxias.

Por las dudas si alguien me quiere regalar algo aquí le doy la lista de mis últimos autorregalos… los mas recientes y aun no reseñados.

El listado incluye de John Berger El tamaño de una bolsa; de Cristina Corea & Ignacio Lewkowicz Pedagogía del aburrido; de Regis Debray & Jean Bricmont A la sombra de la ilustración. Debate entre un filosofo y un científico; de Ernesto Tenembaum Enemigos. Argentina y el FMI; de Tomas Abraham Fricciones; de Jorge Nielsen La magia de la televisión argentina 1951-1960. Cierta historia documentada. de Jacques Aumont Las teorías de los cineastas, La concepción del cine de los grandes directores, entre varios mas.

Para una historia de mis autorregalos en los últimos años o meses aquí encontraran un rico inventario… Comprando libros en Buenos Aires Parte 1, Parte 2 y Parte 3. También revisando mi listado de compras en Amazon de los últimos 6/7 años encontramos perlas inauditas -pero ese listado quedará para otra vez..

Decididamente regalar o ser regalado libros es un caballo de Troya. A animarse.

Publicado enComprando libros

2 comentarios

  1. Sara Sara

    Andres; si resumes este artículo en «esa potrita se ve sexy».. de verdad, eres un zoquete. el mundo va asi de mal por gentuza como tu. hazme un favor, vete a petardas.com que es tu página y deja la cultura para otros.

  2. roberto roberto

    q son culiaos esa foto es una mierda conoscan a akiles pos mierda yo soy alexander de magno y son unos culiaos marakos

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