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La viabilidad de la Argentina no es económica sino política, y no se conseguirá a costa o en contra del peronismo sino mediante su autotransformación.

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Viable/inviable

Hace unos años, no tantos ni tan pocos, Marianito y Bernardo que aun andaban en yunta, se saciaban el apetito insistiendo en la inviabilidad de varias provincias argentinas. Urgían a la fusión de provincias y a la revalorización de las regiones. Como si fuera tan fácil, como si solo se tratara de zurcir un ovillo, como si las idiosincrasias y los provincialismo fueran solo una entelequia

Las provincias no eran viables, pero al estar la Nación en manos del caudillo patilludo, La Rioja de pronto empezó a tener desde pista de aviación internacional hasta universidad propia. Ahora le esta pasando algo parecido a Santa Cruz, que esta recibiendo inyecciones de inversión inusitadas, aunque con sus regalías petroleras, esa provincia siempre haya sido viable.


Pero mas que discutir sandeces, o imaginar una rentabilidad económica donde si solo la hubiera social ya deberíamos sacarnos el sombrero, cuando pensábamos en la invialidad de la Argentina nos referíamos a otra cosa. No a su inviabilidad eocnomica in toto o en parte, sino a su viabilidad politica.

A la robustez o no del sistema político, a la necesaria existencia de partidos políticos, y a la necesidad de una reforma de cuajo que le de mas legitimidad al gobierno, mas entidad a la oposición y baraje algún juego democrático mas alla de las declamaciones y los discursos de circunstancia.

Y aquí la viabilidad es sinónimo de reforma política, es decir una que nos garantice un sistema político con transparencia, con competitividad y con rendición de cuentas, y que pasa necesariamente por cambiar el PJ.

Esta frase tajante da para deshilachar. Porque a lo mejor tan fácil como es de decir (tanto desde dentro como desde fuera del peronismo) ignoran ingenuamente su imposibilidad.

Comprender es peronizarse

Porque no hay posibilidad de comprender la Argentina del ultimo medio siglo (y por lo que parece de varias décadas por venir) sin entender al peronismo y mejor aun sin imaginar la reforma desde dentro del peronismo ya sea como partido ya sea como movimiento.

Todos hemos repetido la celebre frase de John William Cooke quien escribió que el peronismo era el hecho maldito del país burgués. Por tal entendía que un país como la Argentina no podía controlar social ni políticamente a sus clases populares mientras el peronismo estuviera proscripto, pero que el régimen tampoco tenía dentro del peronismo una dirigencia que pudiera garantizar que si se acababa la proscripción, y ese movimiento llegaba al gobierno legalmente, no iba a evitar o impedir la consolidación del «país burgués».

Parece que el augusto Mario Vargas Llosa quien estuvo hace unos días para revisitar la nueva puesta en escena de su celeberrima La señorita de Tacna casi 20 años mas tarde no puede sino coincidir con Cooke cuando insiste en que «Es muy triste, como he visto yo anoche, ver a la gente escarbando la basura en Buenos Aires. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo ha podido ocurrir este derrumbe? Ha habido allí una responsabilidad del peronismo. Claro que también la hubo de las dictaduras militares. Pero el peronismo lleva a la Argentina en sus hombros hace muchísimos años». «Y, pese a ello, hay una lealtad, una confianza (en el peronismo) de una masa enorme de argentinos. ¿Cómo uno no se va a sentir perplejo y completamente confundido?», señaló el gran escribidor.

Hoy el peronismo parece ser un hecho maldito en un sentido totalmente distinto al pronunciado por Cooke: ya no es el movimiento que desestabiliza a los gobiernos ilegítimos, sino el único movimiento capaz de gobernar el país en democracia y de garantizar un mínimo de estabilidad política, económica y social. Y esto es válido para las políticas neoliberales que se aplicaron en la época menemista, ya que fue el peronismo el que les dio el apoyo popular que permitió su implementación, incluso en contra de los sectores sociales que supuestamente el peronismo representaba. Y es válido cuando, a la luz de los resultados de esas políticas, se ensaya actualmente una salida con políticas económicas y sociales de signo diferente.

Maldito de muchos modos distintos

El peronismo sigue siendo, entonces, un hecho maldito, en el sentido que sin él es difícil gobernar este país, y gobernar con él implica asumir importantes costos, porque sigue siendo invertebrado y miope.

¿Pero entonces en que sentido podemos hablar de reforma del PJ? ¿Quien la haría? ¿Que se podría esperar de tal proeza?

Acunándose en el influjo de su adorado Vargas Llosa, el profesor Marianito Grondona acaba de hacer -inesperadamente en una de sus pomposas columnas de los domingos de la Nación un alegato en el que insiste que la culpa por el peronismo no es del peronismo

No abundaremos en los argumentos de Grondona que se despacha con sentencias redondas tales como El populismo ama tanto a los pobres que los multiplica, con reiteradas y previsibles referencias a las Catilinarias de Ciceron, o a la voz autorizada de Ortega y Gasset cuando ante el avance fascista este insistía en «¿Qué pasa con los liberales?» Y por ende se pregunta Grondona (no el pobre Ortega) ¿qué pasa con el no peronismo?

Pero Grondona en vez de tratar de entender la dinámica caníbal (hasta cierto punto) y camaleonica (sin exagerar) del peronismo comete el pecado mas obvio de los intelectuales gorilas cual es de recitar lo que haría falta en la Argentina para que esta fuera viable…. post-peronistamente

Que es nada mas y nada menos que la oposición al peronismo existiera con vigor y que el recambio institucional se produjera sin necesidad de recurrir al propio peronismo. Lo que es una lisa y llana petición de principios

Por eso dejémoslo a Marianito que de este entiende poco y nada como abogado que es devenido en periodista y avancemos de la mano dos analistas mas rigurosos y mejor entrenados.

La transversalidad que no pudo (¿o no quizo?) ser

En algún momento se imagino que esta reforma (que no invención de un partido alternativo) pasaba por la transversalidad pero como bien diagnostico el sociólogo Juan Carlos Torre hace poco, la izquierda progresista detrás de Kirchner no se diferencia en absoluto de la izquierda tradicional fragmentada y marginal. En el movimiento transversal veríamos la marca de una patología política que lo lleva a la fragmentación y a la división.

Si la transversalidad tuvo patas cortas fue entre otras razones por su tono nostálgico cuando para llevar a la práctica la crítica al pasado, a la clase política, a los partidos y a toda una época, se la entrego a los exponentes de la generación del í70.

Al emerger del exilio interior en el que por largos años estuvieron confinados, volvieron casi como la misma visión de las cosas, que fue la suya en los años 70. Entonces vemos consignas que tienen sí la marca de la época. Enarsa, el mercado interno. Es como si le levantara la tapa de un frasco y emergiera todo como estaba antes. Algo que pudimos constatar literalmente cuando asistimos a la cena de la militancia del 2004 en Parque Norte

Pero la nostalgia tiene su lado comprensible. Cuando por esto de los baqueteos argentinos sectores enteros de la militancia son mandamos al ostracismo por 10 o 20 años (como le paso a los radicales entre el 66 y el 84 y a la izquierda peronista entre el 76 y el 2003) ¿como no habrían de ocurrir episodios como estos?

Heidegger decía que la inversa de una frase metafísica es una frase metafísica de sentido contrario. En la Argentina con políticas tan sesgadas como las de los 90, lo primero que se vio fue una antipolitica de los 2000. Pero si bien es necesario el cambio 180º del modelo, lo que necesitamos ahora son proyectos que puedan producir riqueza? ¿Qué es lo que tiene la Argentina que le importa al mundo y qué vale la pena vender, para que con ese dinero podríamos mejorar?

Yendo mas a o lo político que es nuestra preocupación cotidiana, el gran dilema del señor K es que la necesidad de garantizar su gestión de gobierno lo lleva a buscar apoyos partidarios, pero esos apoyos partidarios conspiran en cambio, contra otro de sus objetivos: que es el proyecto de regeneración política. Hoy día, atenazado por ese dilema, el Presidente ha establecido una tregua en su confrontación original con el PJ. Por eso es que hablar de la transversalidad hoy suena un tanto exótico porque los tiempos actuales están dominados por la tregua.

La gran pregunta que todo el mundo se hace, analistas y funcionarios, militantes y opositores es saber si: ¿Kirchner viene a cambiar el PJ tal como lo conocemos? ¿Lo va a cambiar? ¿O quedará para una tarea tan imposible que va a resignarse acomodándose a la relación de fuerzas existente?

Mas alla de preguntarse interminablemente si Kirchner es o no peronista -obvio que lo es pero también lo son Duhalde, Mendez o Rodriguez Saa- y de si su estilo caudillistico de conducir Santa Cruz se ve reflejado o modificado cuando asume el gobierno central de lo que no cabe duda es de que con Kirchner hubo un cambio en la manera de gestionar el Estado. Ese cambio tiene que ver con redefinir las prioridades de las políticas públicas. Aunque llevarlas a la práctica no depende exclusivamente de quién ocupa las posiciones de gobierno. Depende de las relaciones de fuerza.

Infinitas transiciones hacia la democracia… que no llega del todo

La Argentina vivió una primera transición del autoritarismo a la democracia a principios de los 80. Ahora estamos preguntándonos por una segunda transición dentro de la democracia. Es la que apunta a reconstruir el sistema político. La Argentina ha sido profundamente transformada a lo largo de tantos años. Pero hay algo que ha resistido todos los cambios: su sistema político.

La UCR y el PJ se mantuvieron casi incólumes, mientras que la fortuna de la gente cambiaba, las oportunidades del país cambiaban. Hemos arribado a esta democracia con aparatos antiguos. El caso del PJ es un ejemplo paradigmático de un partido del cual han surgido todas las políticas que uno se pueda imaginar. Por eso Torre lo llamo el partido de todas las estaciones.

Un partido que con el viento a favor gana todas las elecciones y le quita competitividad al sistema con una consecuencia: introduce la competitividad dentro del partido de gobierno con efectos que dañan la transparencia. Con efectos que se vuelcan sobre la gestión del Estado. Cuando el Partido Justicialista gobierna, la oposición y el oficialismo están dentro del partido. La segunda transición dentro de la democracia tiene un punto de llegada: un nuevo sistema de partidos.

Un sistema político regenerado como el que aspiramos tiene que garantizar la accountability, una palabra en inglés que se refiere a que los dirigentes se hacen responsables de sus actos. Y para que se garantice la rendición de cuentas, tiene que haber alternancia. Cuando uno se sabe por años en control de la cosa pública, muy difícilmente se preste o se exponga a la rendición de cuentas.

Por eso el énfasis que pone Torre -mas alla de su propia afiliación política y de una mirada siempre cuasi-gorila sobre estos temas- es que la verdadera reforma política en la Argentina no pasa por cambiar el sistema electoral, no pasa por el voto electrónico debe ser tomada muy seriamente en cuenta

La verdadera reforma política, que nos garantice un sistema político con transparencia, con competitividad y con rendición de cuentas, pasa por cambiar el PJ. De la oposición que se ocupen los opositores.

Pero aquí -como siempre- la tecnología y la economía deben estar subordinadas a la política y no a la inversa. No hay solución digital que borre las rigideces e imperfecciones del mundo analógico. No hay gesto o cara de perro que haga olvidar que la distribución del ingreso y un crecimiento económico sostenido y mejor repartido es la única garantía de viabilidad de la Argentina.

Cuirosamente, o no tanto, desde un diagnostico mucho mas sofisticado Juan Carlos Torre llega a una concusion semajante a la que desvela a Marianito.

Capacidad de diagnostico e incapacidad de gestión

Sobre el exceso de demanda, la accountability y muchas otras pócimas de laboratorio de los cientistas políticos y los sociólogos, habría mucho que decir. La verdad que nos asombra su capacidad de diagnostico y su incapacidad de gestión, la lucidez que tienen para los experimentos mentales y la ceguera para la construcción real de un mundo político mas justo y eficiente.

¿Se aplica lo mismo a la ultima nota de Beatriz Sarlo quien hace poco en una entrevista decidió haber archivado para siempre su vocación política? Si y no.

Porque la nota Doble óptica. Un intento (mas) de observar al peronismo. Punto de Vista nª 80, Diciembre del 2004, provee una visión que excede por fin el maniqueísmo y que busca afincarse en la complejidad y en la contradictoriedad sin ningún miedo ni reserva.

Al cerrar el articulo Beatriz espeta oronda «A lo largo de 50 años. los intelectuales sufrieron, desconocieron o celebraron la duplicidad de la escena peronista donde la variación del foco nos era simplemente un ejercicio intelectual, sino una condición de la percepción. lejos de establecer un equilibrio tranquilizador que toma lo bueno y rechaza lo malo de la representación, el doble foco e s inescindible y produce, como en el barroco, la incomodidad de una percepción a la que no e esta permitido concentrarse, porque, en ese momento mismo, dejaría de ver».

Aunque resulta dificil degustar su propuesta en ausencia de la larguisima explicación/argumentación que la fundamenta, el énfasis con que Beatriz corroe las criticas periodísticas (entre las que cae como anillo al dedo la de Marianito) acusándolas de pasotistas y presentistas, de ignorar esta profundidad en sus contradicciones y en sus iluminaciones, es ejemplar.

Porque las contradicciones (del peronismo o de cualquier otra moivmiento de esta porosidad y longevidad) no son eliminables por decisión, ni la racionalidad se consigue hegelianamente simplemente porque la conciencia haga la experiencia que la ciencia le indique.

Curiosamente estas contradicciones y furcios, estas limitaciones y necesidad de trascenderlas, estos desajustes y correcciones permanentes, que el peronismo exige e impone, parecerían estar mucho mas de acuerdo con el mundo cambiante, falaz e inestable en el que vivimos, que todos los sueños dorados de arquitecturas políticas pedidas a destajo por quienes creen que la estabilidad aseguraría la ganancia, y que el cierre de la lucha de opuestos (clases, estamentos, polos de fuerza, etc.) por fin habría llegado, parsimoniosamente y como producto de la maduración social, a su fin.

La cosa es mucho ma socmpleja y la inestabilidad institucional habria que adjudicarsela mucho mas que a la irracionalidad de un partido/movimiento al empate entre sectores economicos en pugna, a la incapcidad de generar mitos (comunidades imaginadas) abarcativas, y sobretodo a cierta generosidad de lo que mandan, que brilla por su soberbia, ausencia y voluntad de suicidio colectivo.

Publicado enInvolucramientos

Un comentario

  1. Christian Schwarz Christian Schwarz

    Muy bueno, denso e interesante, con muchas puntas y debates por generar, que es difícil decidirse por dónde empezar. Lo único que puedo decir es el absoluto y rotundo fracaso del establishment político e intelectual por comprender sus propias acciones, lo cual ha devenido en un deslizamiento hacia la decadencia hasta ahora inmanejable, como si fuera un auto desplazándose sobre una pendiente de superficie helada, que cada tanto pega contra un guard rail, sin detener la patinada a la deriva. En esto, la Argentina, por mal que le pese a buena parte de los argentinos (en especial a los de la Pampa Húmeda), es un país netamente latinoamericano.

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