Mi amigo Mario Kiektik, una ambiciosa combinación de médico y comunicador social, está obsesionado por desentrañar el proceso de la emergencia que convierte un chisporroteo eléctrico, o una danza de neuronas en una obra mayor o menor, en una emoción o una expectativa, un sueño o un delirio. Pero siempre mucho mas que ese nivel neuroquimico o puramente físico que tiene lugar efectivamente en la caja craneana. No es el primero en sucumbir a esta preocupación.
Tomándonos en solfa a la filosofía y en serio a todo lo demás