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Filosofía de la historia a la Baudrillard

baudrillard1.jpg ¿A quien pagarían ustedes por ver…..? ¿Por ver actuar, bailar, jugar, hablar, escuchar, mirar? Lo que fuera. Cada destinatario de nuestro deseo tendrá su ranking, y aunque sea oblando con porteños (porque los patacones y los lecop ya son una moneda vieja vieja) mas de uno juntaría sus monedas para ver desfilar delante de los ojos y los otros sentidos a alguna figura emblemática de un panteón no tan personal (después de todo nuestros gustos son demasiados sociales, y cuando se habla de nichos resulta que miles o decenas de otros miles usurpan nuestro supuesto único lugar).

Lo cierto es que hace mucho tiempo que deje de interesarme por la presentaciones magistrales de tales o cuales gurúes. Locales o extranjeros. Sobre temas de negocios o sobre la mas alta filosofía.


No puedo entender como cuando llega(b)n estos seres -tan parecidos a nosotros- se arma(ba)n aglomeraciones y se desata(ba)n multitudes que querían poseer en directo parte de la supuesta gran sabiduría que estos pensadores o hacedores transmiten en vivo y en directo.

Claro que no es una diferencia menor cuando quienes estan enfrente nuestro hacen algo que cuando simplemente habla. Obvio que hablar es hacer, que decir es hacer, que no se puede pensar sin palabras.

Pero rara vez alguien (a excepción tal vez de Francisco Varela y de Michel Foucault) me resultó mas interesante en la escucha que en la lectura, en la conversación que en la lectura cuidadosa de sus alambicadas frases inmortalizadas para siempre en el papel.

De porqué las Torres Gemelas estaban predestinadas a caer

Todo este preámbulo a propósito de un agitador cultural que tiene en Buenos Aires a una de sus orillas privilegiadas. Se trata obviamente de Jean Baudrillard que a fines del año 2001 abrió la IX Bienal de Arquitectura Internacional que tuvo lugar en Buenos Aires.

Si algo no le falta a Baudrillard es capacidad de anticipar lo que el auditorio quiere escuchar. Si algo le sobra son clichés y frases muy bien elegidas (Quizás una de las mejores haya sido la que preside su libro post-guerra del golfo previsiblemente titulado La guerra del golfo no ha tenido lugar).
Si de algo Baudrillard no podía dejarle de hablar a los arquitectos que tratan de combatir al tiempo contraponiéndole la monumentalidad de las estructuras, es una decidida endecha acerca de la inevitabilidad de lo impensable. En este caso se trata de una construcción intelectual sutil pero teleológica, según la cual las Torres Gemelas estaban predestinadas a caer, las paradojas únicas que esto plantea en la Historia, el comienzo no de la tercera sino de la cuarta guerra mundial y el carácter virósico del terrorismo dentro del sistema capitalista.

Según Baudrillard la gemelidad de las torres inauguradas en 1973 (justo dos años antes de que yo llegara por primera vez a Manhattan) rompió con la verticalidad competitiva, con la jungla piramidal de una variedad de edificios luchando unos con otros.

Según JB a partir de la «erección» de la gemelas la efigie del sistema capitalista pasó de la pirámide a la tarjeta perforada. Los edificios ya no son obeliscos, y se oponen unos contra otros sin desafiarse, como los diagramas de barras de la gráfica estadística. Esta nueva arquitectura encarna un sistema que ya no es competitivo sino contable.

Parece que a Baudrillard le pegó fuerte su experiencia de fines de los 70 contada en América, y qué mejor que dejar pasmados a los arquitectos, sosteniendo que Nueva York es la única ciudad en el mundo que ha trazado a lo largo de toda su historia, la forma actual del sistema de capital. Esta morfología arquitectónica es la del monopolio.
Pero Baudrillard va mas alla y jugando de semiólogo de las formas de consumo y de bienes simbólicos, se puso a hablar de paralelepípedos idénticos que significarían el fin de toda competencia, el fin de toda referencia original. Sosteniendo que el original es la prefiguración de la clonación, etc etc.

No se trata de metáforas poco interesantes -al contrario. Podemos concordar que las torres eran un detenerse de la verticalidad y que ambas remitían a la idea de modelo, y que al mismo tiempo que la retórica de la verticalidad, con el atentado desapareció la retórica del espejo.

Pero Baudrillard de cada observación exacta, o de cada lectura innovadora saca inmediatamente una filosofía de la historia. Una teleología de la cual la filosofía baudrillariana seria la perfecta reduplicación especular.

¿Que tiene que ver el atentando en si con una arquitectura de la desaparición y una forma de desaparición de la arquitectura? ¿Porque insiste Baudrillard en que estas dos torres estaban destinadas a desaparecer?

Destrucción de la arquitectura de la mundialización

Según Baudrillard porque la violencia de la mundialización también pasa por la arquitectura, por lo tanto la respuesta del terrorismo a la mundialización también pasa por la destrucción de esa arquitectura.

Que Baudrillard juega demasiado fácilmente con las palabras se ve claramente cuando insiste en que para las 5 mil (o 4 mil o 6 mil, indeterminación que forma parte del problema) víctimas existió el terror de morir en las torres. Pero que el terror de morir fue precedido por el terror de vivir allí. Pura blableta francesa

Baudrillard hace rato que se clona insistentemente a si mismo(a diferencia del reciemntemenmte fallecido Pierre Bourdieu, mucho mas cascarrabias pero fiel a si mismo en su necesidad permanente de autoreinventarse). No hay conferencia charla o entrevista en donde no vuelva (al mejor estilo tautológico de Paolo Virilio) a repetirse etrnamente.
Porque todo lo que dijo acerca de las torres estaba ya en algún ensayo de «La Transparencia del mal. Ensayo sobe los fenómenos extremos» (original de 1990), «La ilusión del fin, la huelga de acontecimientos» (idem, 1992) o «El crimen perfecto» (idem, 1995)

Con esa facilidad que tiene para creerse lo que dice, insiste en que las torres fueron la mejor demostracion de que la gran potencia fue cómplice de su propia destrucción.
Baudrillard habla de cuarta guerra mundial, de resistencia contra la dominación de lo universal. El antagonismo del Islam contra los valores occidentales sería la contestación más vehemente a la mundialización. Por eso el Islam parece hoy el enemigo público número uno.

Baudrillard remite a sus libros en los cuales aportaba bosquejos, detalles, algún tipo de anticipación de este acontecimiento fatal: la simulación, la seducción, las estrategias fatales, la coherencia del mal, la pantalla total, el crimen perfecto. Todos temas comprendidos entre el intercambio simbólico de la muerte y lo imposible.

El sistema de hoy se regenera a través de la violencia a la que se le ha encontrado un sentido. Pero es amenazado verdaderamente por la violencia simbólica, la que no tiene sentido y que no conlleva ninguna alternativa ideológica. El terrorismo no lleva consigo ninguna alternativa ideológica ni política. Es a partir de esto que se convierte en un acontecimiento.

La desestabilización del Estado como pretensión terrorista

Si la pretensión del terrorismo es desestabilizar el Estado, si ésta fuera su pretensión, entonces sería absurda. El Estado o el orden mundial está tan desestabilizado en las fuentes, que sería inútil provocar más desorden. El peligro es que por este desorden suplementario se refuerce el orden y el control del Estado. Lo vemos hoy, sobre todo en la toma de nuevas medidas de seguridad.

Y Baudrillard continúa sosteniendo que tal vez ése sea el sueño de los terroristas: tener un enemigo inmortal. Si el enemigo deja de existir, ya no se lo puede destruir. Es una tautología, pero el terrorismo es tautológico. Su conclusión es una especie de silogismo paradojal: si el Estado verdaderamente existiera, le daría al terrorismo un sentido político. Como el terrorismo no tiene ningún sentido político, es la prueba de que el Estado no existe. Šsta es una manera de marcar el final de la política y su ironía.

Hoy miramos con parecido asombro a los terroristas islámicos. ¿Cómo pudieron asimilar todas las técnicas de la modernidad sin asimilar sus valores? Para nosotros hay allí algo de escándalo, de inmoralidad, porque para nosotros el progreso técnico es inseparable del progreso que llamamos moral. Y el progreso moral equivale a la eliminación de todos los otros sistemas de valores que no son el nuestro.

Paradoja del indiferente Baudrillard

La potencia mundial, frágil, lucharía consigo misma. En este sentido, el terrorismo sería un virus que estaría en todos los rincones del estadio último de la mundialización. Estaría en el corazón mismo del proceso de la mundialización y hoy, por un efecto de propagación, no importa qué actor use. El rumor impersonal invadiría el mundo; todos seríamos cómplices; las historias verdaderas o falsas del ántrax o los simuladores, incluso las catástrofes naturales, podrían ser interpretadas como actos terroristas. Todo el mundo se habría vuelto fotosensible al terrorismo. Con la caída de las torres del WTC, habría caído una pantalla de protección, y en los restos del espejo roto buscaríamos desesperadamente nuestra imagen.

Quizás la miseria, la desgracia y el sufrimiento podrían ser soportables. Habría una sola cosa que sería insoportable y sería la arrogancia del poder.

Todo muy bonito todo muy contundente, y sobretodo muy retórico. porque finalmente Baudrillard lo que desconoce es esa sabia sentencia de Wittgenstein, según la cual allí donde no hay nada que decir lo mejor es callar.

Porque si un cuarto de las cosas que Baudrillard comenta fueran ciertas, o certeras, o avizorables o creíbles, entonces todo lo que dice sobre el acontecimiento sería superfluo, post-hoc, vacío de expectativas, previsible y hasta aburrido.

Paradoja suprema la del indiferente Baudrillard. Allí donde no tiene nada que decir pasa el máximo de intensidad de lo vivido y cada vez que quiere dulcificar o tematizar lo vivido lo convierte en una serie de fórmulas chirles y descosidas.

Entonces que?

Publicado enAnti-Filosofia

3 comentarios

  1. Marcelo Marcelo

    Reci{en estoy comenzando a ller a J.B. y me encantó, quizá más adelante pueda abrir alguna discusión

  2. Noam Maler Noam Maler

    Si bien coincido con las nociones sobre «acontecimiento» y «simulación».
    Considero que no hubo complicidad por parte de la «gran potencia» como traduce Piscitelli, sino autoría.
    Es lamentable que semejante investigador persista en la estúpida idea que el terrorismo es islámico, coincidiendo con el estado americano en este punto.
    Coincido con la noción de necesidad que el terrorismo impone en la inmortalidad del enemigo.
    Quizás no sea la especularidad, sino la inversión de la imagen el nudo Borgiano, y es este el que le esté jugando una mala pasada a la mirada Baudrillariana.
    «Si el enemigo deja de existir, ya no se lo puede destruir»… será por eso que Bin Laden no aparece.
    No me sorprende que Baudrilard coincida con el departamento de Estado.

  3. Jhon Henry Barboza Jhon Henry Barboza

    Me dirijo a ustedes para pedirle me ayuden proporcionandome material basico para entender a fondo la filosofía de la historia.
    Creanme que lo solicito con urgencia

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