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A la informacion cientifica no le conviene ocultarse

red1.gif Empece mi efímera carrera de filósofo en la Universidad de Buenos Aires, el día en que me tope con el excelso Conrado Eggers Lan (le dedicamos una sentida editorial en el nÜ 393 de este News A la naturaleza le gusta ocultarse del martes 27 de febrero de 1996,) quien ante mi estupefacción, garabateó unos extraños jeroglíficos en el pizarrón de la vieja Facultad de Filosof¦a y Letras en la calle Independencia.

Se trataba de la celebre frase de Heraclito de Efeso que romanizada decía así: cruptestai filei (a la naturaleza le gusta ocultarse). Pues bien miles de años mas tarde, y justo en el momento en que Internet esta pasando de ser una pradera de los comunes para convertirse en planicies alambrabas, estamos escuchando cada vez con mayor asiduidad una cantidad de argumentos en favor del cobro masivo de contenidos dentro de la red.


Desde los diarios, como El País de España y Clarín de Buenos Aires, hasta Infonomia.com que tiene su sección paga, son muchos los que insisten en que si se quiere información de calidad disponible para la investigación y la formacion, lo mejor que puede sucederle a quienes la producen -trátese de investigadores, editores o propietarios de medios- es estar lo mejor pagados posibles, para mantener el nivel de calidad. Y que quienes paguemos (a falta de sponsors o de publicidad) seamos en definitiva los lectores.

Por eso pudo sonar medio extraño que la SECYT argentina siguiendo el modelo del CNPQ brasileño, hubiese hecho un convenio con una editorial monstruosamente grande como Elsevier, para poner a disposicion de los investigadores argentinos, el total de los contenidos completos de mas de 1600 revistas de primer nivel internacional por el módico precio de 3 millones de dólares (al menos durante un primer año).

Obviamente se trata de la celebre operatoria: la primera te la regalo (o casi, o te la cobro muy barata) y las que siguen te doy con un caño (en el caso argentino me imagino que iremos con este programa enseguida al default).

De todos modos øporque este interes en socializar tanta informacion? øQue intenciones ocultas pudo tener la SECYT para hacer este negocio? La razón -en este extraño y valioso caso- no tiene nada que ver con el mercado sino con un descubrimiento muy finamente argumentado por Steve Lawrence del NEC Research Institute publicado como Online or Invisible? que apareció en Nature, Volume 411, Number 6837, p. 521, 2001.

Porque lo que Lawrence -un profundo conocedor de los movimientos de citación y de funcionamiento de la topología de la red, cuyas ideas sirvieron de base a Barabasi para escribir su llamativo Linked– descubrió, es que los artículos que están libremente expuestos en la red, son infinitamente mas citados que los que están escondidos en los arcanos del papel impreso, carisimos (aunque la cifra de citas ha aumentando interesantemente en los últimos 10 años, los valores para el 2001 hablaban de una diferencia de un 20% de citas de papers que no están en la red contra 80% de los que si lo estan, sobre un corpus de 120.000 artículos).

libreacceso0.gif El gráfico -haciendo click sobre el a la derecha se lo agrandará- dice con toda claridad de que se trata. Cuando se considera a los artículos dentro de cada año, y haciendo un promedio entre todos los años de 1990 al 2000, los artículos online son citados 4.5 veces mas frecuentemente que los que no están on line.

La conclusión de Lawrence es obviamente que si se quiere tener mayor impacto científico, si se quiere ayudar a la circulación de ideas y si se busca compartir y potenciar el conocimiento generado en los laboratorios y centros de investigación, es obligatorio que la información circule lo mas libremente posible (a contrapelo de los intereses de las grandes editoriales, de las universidades privadas, y sobretodo de las empresas que quieren vivir de la neonata gestión del conocimiento).

Aunque la disponibilidad de trabajos varía mucho por disciplina, hoy hay mas de un millón de artículos de investigación accesibles en la red. Algunos journals (bastante pocos) permiten libre acceso a los contenidos completos, otros permiten que los autores pongan sus artículos en la red y otros exigen que los autores compren ese derecho.

La base del análisis de fueron 119,924 artículos de conferencias obtenidos de DBLP (dblp.uni-trier.de) que contiene información bibliográfica sobre los journals y proceedings mas importantes del mundo en ciencia de la computación

En estas disciplinas los articulos que se presentan en las conferencias son en general publicaciones mas prestigiosas que los artículos de revistas, con una bajisima tasa de aceptación de menos del 10% de los articulos que se presentan.

Steve Lawrence es mas que cauto, y sabe que los datos obtenidos y que pueden bajarse del paper completo, en vaios formatos incluyendo PDF, no permiten obtener conclusiones finales acerca de la correlación entre los altos índices de citas y la disponibilidad (o no) en linea de los articulos citados.

Muy bien podría suceder que los articulos online muy citados lo sean por ser de mas fácil acceso, o quizá porque los artículos de mayor calidad tienen mas facilidad para instalarse en la red

Lo cierto es que el analisis de Steve Lawrence muestra que aun en el caso de que se acote el análisis enfocándolo exclusivamente en las revistas mas buscadas y de mayor prestigio, también en ese terreno la relación entre cita y visibilidad en la red esta en el orden de las 4 veces o mas.

Queda por lo tanto clarisimo que la disponibilidad libre en linea facilita el acceso en múltiples modos, desde la obtención de los archivos, pasando por la conexión directa entre los científicos, los e-mails fáciles de obtener, los grupos de discusión, la indexacion por medio de motores de búsqueda en Internet ,y la creación de otros servicios de búsqueda.

Por todo ello la disponibilidad de esta información es de un altísima impacto social, que se veria totalmente coartado y llevaría la comunicación científica a grados mínimos en el caso de que este enorme sistema de convivencia y comunalidad establecida a lo largo de los siglos, se convirtiera en otra nueva tragedia de los comunes tal como Lawrence Lessig teme -con bastante razón- a menudo. Si se generalizara a rajatabla el pago por contenidos (cientificos).

Sin embargo análisis como los de Lawrence, bien recogidos por comités de ética de la informacion, y convertidos en política de fomento a la difusion, podrían tal vez inclinar la balanza en otra dirección y ayudar a consensuar entre los diversos actores sociales, la necesidad de impedir ponerle un corralito a la ciencia -como acaba de pasar con la economía argentina.

Publicado enInfo-Tecnologías

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