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Alfabetización tecnológica en puntos de vista discordantes

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Hace tiempo que la Secretaría de Educación de la Ciudad de Buenos Aires viene trabajando en la capacitación docente en alfabetización tecnológica. Como parte de este proceso dictamos en septiembre del 2002 la charla inaugural en el marco del Posttitulo La Escuela y las nuevas alfabetizaciones .

En me esta oportunidad hemos sido invitados por la Secretaria a exponer en el marco del Encuentro Escuela Media. Impacto y transformaciones de la cultura escolar ante la inclusión de las tecnologías de la información y la comunicación.

A continuación encontrar€n una breve sintesis de algunos temas que tocaremos en la charla, aunque seguramente seran otros los que mereceran la oralidad. Cuando tengamos el PPT lo pondremos en linea.


EL CHAUVISMO DEL FUTURO O DE COMO CADA EPOCA SE CREE EL OMBLIGO (TEMPORAL) DEL MUNDO

Alfabetización tecnológica en puntos de vista discordantes

Corría 1998 en plena embriaguez tecnológica e IBM -no fue la única pero si quizas la mas ostentosa- empezaba una campaña mundial, en donde trataría de recuperar el tiempo perdido. No quería seguir siendo un gigante bonachón con mucha credibilidad pero falta de flexibilidad. Hizo dieta durante un tiempo destinó durante 1998 U$ 1000 millones en publicidad de los cuales un 30% se dedicaron a convencer a los mortales promedio, que sin Internet el mundo no vale la pena ser vivido. Después de todo oteando una torta de negocios -inflada como nunca- de U$385.000 millones para el 2000 por todo concepto, todas las empresas querían tener su gran porción en el reparto en la torta. En el interin se derrumbó la bolsa de la acciones tecnológiacs y todo cambió -o casi.

Basta darse una zambullida por cualquier manual de prospectiva, o por esos inventarios del futuro que asolan los estantes de las librerías norteamericanas, para ponernos colorados de contentos por lo maravilloso que será el mundo de futuro… gracias a la computación ubicua.

Dense una vuelta por el hall de la fama de Intel y van a ver de que estamos hablando. ¿O acaso los 25 socios fundadores de la mas grande corporación productora de chips del mundo no tocaron el cielo con las manos cuando anticiparon el negocio de las calculadoras de mesa -sin poder siquiera imaginar que habría un mercado de las computadoras personales a los pocos años, una red mundial de negocios un poco mas tarde y el universo convertido en switchboard universal frisando el 2000?

Todos estamos sacándole el jugo al descubrimiento de Moore según el cual cada 18 meses la cantidad de transistores que se pueden encapsular en un chip se duplica (cerca de 400 millones en el año 2000).

¿Mas allá de tanta alharaca las cosas van tan rápido como parece? ¿Que un Boeing 777 de United Airlines aterrice hoy en Buenos Aires mostrando por fin que usuarios y compañías pueden hacer algo juntos nos cambia tan radicalmente la vida? ¿Tener palmtops y notebooks, bases de datos y periodismo electrónico es equivalente en términos de disrupciones e impacto- a lo que pasó a fines del siglo pasado con los correspondientes inventos epocales?

¿Estamos hablando de auténticas compuertas evolutivas o de simples rectificaciones de nombres, el famoso bonapartismo tecnológico que frente a la opción de cambiar la sociedad o renovar la tecnología opta siempre por esta última… por las dudas?

Y cuando el festín no parecía sino comenzar de pronto nos damos cuenta de que la comida y la bebida no solo alcanzan y mucho sino que sobran para todos. Porque recientes informes de la propia Intel acompañada por la nada desinterada IBM revelan que la ley de Moore no se cumple…. por demasiado conservadora y que realmente estaríamos asistiendo como dice George Gilder, el profeta del microcosmos y el telecosmos, a una revolución tecnológica irreversible y sin precedentes.

Pero si nos salimos de las cápsulas en las que los ingenieros inventan y los marketineros venden, y si paseamos nuestra mirada un poquito por el polvo de la historia -o las paginas bastante sucias e infectas de los matutinos cotidianos- veríamos una realidad bastante distinta.

Nada de lo que sale hoy de las líneas de montaje, de los laboratorios de I&D y de los soportes mas variados en los que se vacunan los sueños de la humanidad puede competir ni de lejos con los inventos que cambiaron al mundo entre fines de 1850 y 1903. Nada hay de lo que está dando vuelta que pueda competir con los cambios y transformaciones disparados por el proceso de producción de acero Bessemer, la lamparita eléctrica, el tocadiscos, el teléfono, la radio, el coche, los subtes y motor diesel, las heladeras y los aviones.

Todo aquello de lo que se habla y mucho (a veces con temor, otras con esperanza, pero siempre dentro de un aura futurista) desde los viajes espaciales a la clonación de ovejas y la propia Internet, pueden ser anuncios enternecedores o apocalípticos, pero ni remotamente han cambiando (o están cambiando) a la sociedad con la velocidad, el determinismo y sobretodo la globalización como lo hicieron los inventos en términos de átomos.

Una medida de lo lento que son los cambios (a pesar de la promoción que les hacen sus vendedores) es el hecho de que el software que maneja las mainframes siga siendo el mismo que se les programó no 2 o 3 años atrás sino 20 o 30. Por eso hoy tuvimos el fantasma de tener que gastar 600.000 millones para resolver el síndrome del año 2000. No importa si la memoria era cara y escasa entonces. De lo que los programadores estaban seguros es de que sus líneas de programación hace rato que serían obsoletas.

Paul Saffo director del Instituto para el Futuro, atribuye esta fascinación con la aceleración del presente y la ignorancia de parámetros comparativos a un chauvismo temporal, que nosotros llamamos cronocentrismo. Cada época se cree el ombligo del tiempo (y del espacio).

El marketing también hace de las suyas en esta devaluación del pasado, y en este encumbramiento del presente al confundir (muchas veces deliberadamente, otras por mera ignorancia o falta de sofisticación) una verdadera innovación -hasta llegar a las compuertas evolutivas- con un mero mejoramiento o upgrade.

Todos sabemos que el pasaje de una economía de los átomos a una de bits que la industria del software en USA es la tercera en dimensión y facturación después de la automovolistica y la electrónica.

También nos quieren correr a veces con la vaina de que las innovaciones son tan intangibles y subliminales que no las podemos estar viendo, pero que cuando menos nos demos cuenta estaremos viviendo en un mundo mucho mas diferente de todo lo que alguna vez pudimos imaginar.

No vamos a reiterar aquí las mil y una voces que desde la revista Wired -biblia del digitalismo- nos vienen amenazando desde por lo menos sus inicios en enero de 1993, que el mundo es otro y que nosotros o nos subimos a el, o nos quedaremos varados para siempre en el desierto tecnofobico. De profecías como estas viven y muy bien, aparte de los gurues Gates/Negroponte, Peter Schwartz, presidente del Global Business Network, y una de las voces mas escuchadas y reverenciadas acerca de donde poner los huevos para que la gallina del progreso los empolle en su medida y armoniosamente.

Mas me llama hoy la atención la opinión de Paul Krugman, profesor de economía del MIT, varios de cuyos críticos y escépticos libros fueron traducidos recientemente al castellano, quien sostiene que no hay ninguna evidencia de transformaciones epocales. Metiendo el dedo bien en la llaga se pregunta como es que en esos últimos seis años y medios de expansión económica -que se derrumbaron estrepitosamente en el mundo en el año 2000, no han prácticamente mejorado los ingresos a pesar de lo fuerte que estaba la economía y lo controlados que estaban los mercados de trabajo.

Para Krugman la dinámica de los ingresos tiene poco y nada que ver con la tecnología, a menos que el miedo de volverse obsoletos por parte de la tecnología haga que la gente no quiera pedir aumentos de salario. Pero si ese fuera el caso entonces estaríamos frente a los aspectos mas negros de la tecnología y no en cambio frente a las maravillosas promesas que la tecnología nos tendría reservados.

Por lo tanto sí muchas ley de Moore… y de Metcalfe….. pero cuando se aguza el lápiz, pero sobretodo la imaginación histórica y los análisis comparados, vemos que aquí hay demasiado cacareo y no suficientes pies sobre la tierra.

Las organizaciones que saben y pueden miran con otros ojos estos fenómenos. Así como nadie le daría demasiado credibilidad a una empresa periodística que se hiciera autobombo todo el tiempo, y mucho menos a un canal de Televisión que mostrara lo bien que le va en el rating porque la medidora forma parte de su holding, habría que creerle mucho menos a las empresas de computación, informática y aledaños que hacen de la profecía de auto-realización su rito cotidiano.

La construcción de este imaginario acerca de un futuro utópico para nosotros -devenido presente en otras latitudes- enmascara que nuestros futuros no son uno solo e inexorable sino un abanico entre muchos posibles, y que las ventanas de oportunidad político-culturales son mucho mas distintas, variadas y coloridas que las tecno-económicas.

El grueso de la charla estará orientada pues a relevar esos futuros divergentes y a mostrar como la alfabetización tecnológica en puntos de vista discordantes puede ser mas que un aliado al momento de diseñar nuestro futuro y de multiplicar nuestras posibilidades civilizatorias.

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