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La historia argentina y el conflicto de la interpretaciones

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Lo popular vs lo científico

Para quienes tengan el oído sintonizado en la filosofía o en el psicoanálisis, el titulo de esta editorial podría aludir naturalmente a una obra clásica de Paul Ricoeur -de quien hace poco leímos su maravillosa autobiografía en forma de entrevista en Critica y convicción– publicado originalmente a fines de los años 60 en París (hay versión castellana reciente )


Personaje complejo si los hay resuelto a legitimar la hermenéutica frente a otras disciplinas, Ricoeur explora inicialmente las sendas que se abren a la filosofía contemporánea por el injerto del problema hermenéutico en el método fenomenológico, lo que conducirá luego a la indagación de las diferencias epistemólogicas entre las distintas hermenéuticas.

En esta obra se planteaba el encuentro con el psicoanálisis y sus derivaciones en torno al engaño de la conciencia y la arqueología del sujeto. Aunque centrados en la filosofía del lenguaje, los ensayos allí reunidos trasponían en este punto los confines filosóficos y dialogaban no solamente con Heidegger, Marx y Freud, sino también con la lingüística y la teología,

Claro cuando un titulo es tan rico como ese no importa demasiado a que se lo aplique y generosamente (si es que Ricoeur no hace como Ray Bradbury que casi lo demanda a Michael Moore por haber usado el titulo Fahrenheit en su película) podemos extenderlo a conflictos paradigmaticos de todo tipo.

Es decir a cada episodio de reconstrucción histórica en donde un mismo fenómeno es leído en forma diametralmente opuesta por recortes antagónicos, cuando en realidad el objeto sobre el que se aplican aparece como único e indivisible, pero al mismo tiempo preñado de deseos antagónicos de reapropiación y de relectura.

Pero no estamos aquí delirando acerca de pasados romances con la teoría sino que esta evocación viene a cuenta del extraño lugar alcanzado por un libro como es Los mitos de la historia argentina de Felipe Pigna que esta en el nudo de dos aceptaciones diametralmente opuestas, de allí que se nos ocurra que ponerlo en la mira del conflicto de interpretaciones sea mas que apropiado.

Porque se esta dando aquí un reiterada oposición entre el beneplácito que la obra ha encontrado entre los lectores masivos, al punto de figurar tercero en el decálogo de best-sellers y el rechazo bastante unánime que ha provocado el mismo entre los historiadores profesionales.

Lo mismo le había pasado a Michel Foucault en su época con los monstruos de La Nueva Historia, pero allí la polémica era de otra naturaleza -básicamente con el marxismo. Por otra parte lo de Pigna se inscribe en un reverdecimiento de la historia silvestre, estetizada o ficcionalizada en la Argentina en las últimas dos décadas (entran en esa categorizacion desde Pacho O´Donnell hasta María Esther de Miguel, desde María Seone hasta Felix Luna, desde García Hamilton hasta Andrés Rivera).

Lo que hace Pigna se parece bastante a lo que hizo Lanata -o sus escribidores- no hace mucho con Los Argentinos y con menor resonancia a algunas lecturas que hizo Eduardo Galeano en Memorias del Fuego de la prehistoria de nuestro presente

En el caso de Pigna sus relatos referidos a distintos episodios de la historia argentina; se inician con el descubrimiento de América de 1492 y llegan hasta la Declaración de la Independencia en 1816. Igual que en el caso de Lanata la escritura de Pigna es agradable y su publico barre desde ilustrados hasta los docentes de secundario, desde los ávidos que quieren conocer al pasado per se, hasta aquellos que imaginan al presente como eterno retorno de ese pasado convertido en un serie matemática recurrente e invariable.

La policía epistemológica trabaja y avanza

Los historiadores profesionales se enervan y preocupan porque si bien encuentran en este despertar de la avidez de conocer el pasado por parte del publico en general, un deseo cumplido, ese deseo no va hacia su propio intento científico de balizar el pasado, sino hacia este nuevo genero híbrido y mestizo que es mas fácil caracterizar por la negativa que por la positiva.

Ya que obviamente lo que hacen Pigna, Lanata y otros ficcionalizadores que no se dedican propiamente a la novela histórica -aunque a aquellos también se aplica la objeción- no pertenece al de la divulgación histórica, destinada a transmitir a un público amplio los resultados de la investigación historiográfica profesional.

Para complicar las cosas en ese ejercicio de policía epistemologica supuestamente avasallado por estos metecos, muchas obras de los historiadores profesionales aparecen citadas, pero sus conclusiones son forzadas para adecuarlas a la interpretación, muy personal, que los autores desea desarrollar.

Y cuando las fuentes existentes son las provenientes de las crónicas hispanas, a estas se las analiza supuestamente sin los requisitos y precauciones de la hermenéutica histórica, de modo que sus conclusiones tampoco se sustentan en un uso correcto de las fuentes.

Podemos entender esta irritación por parte de los historiadores profesionales pero no nos convence demasiado. Muchas veces podemos situarla obviamente en el lugar de la envidia personal y de la sorpresa epistemologica. No se diferencia mucho de la molestia o la incomprensión del triunfo de los best-sellers por encima de la literatura de calidad, o de los usos devaluados de la divulgación científica por parte del periodismo y en contra de rigor del paper académico o de las ecuaciones y la notación matemática originales e incomprensibles para el vulgo.

Sin embargo hay un segundo tipo de objeciones de los historiadores profesionales al trabajo de Pigna y adláteres que nos parece mucho mas interesante y defendible.

Después del redespertar de la historia en los años 40, cuando las figuras de un Marc Bloch pero mucho mas de los integrantes de la Nueva Historia con Jacques Le Goff y Pierre Nora al mando, son ya clásicos. Cuando la historiografía amamantada por gigantes como Ferdinand Braudel, Witold Kula, Perry Anderson y muchos otros que nos lego el recientemente fallecido Enrique Tandeter, son ya el caldo natural para fomentar el conflicto de la interpretaciones -antes que temer por su propagación- algo ha quedado mas que claro.

El trabajo de un historiador consiste en entender la especificidad de cada una de las épocas tratadas, siempre singular y, sobre todo, diferente del presente. El historiador que se interna en el pasado, como el antropólogo, tiene que comprender en sus propios términos una cultura distinta.

Las historias en futuro anterior

Pigna, Lanata y muchos otros en cambio, se preocupan por encontrar en cada caso la similitud que existe entre sucesos del pasado y episodios del presente cercano. La fórmula «es igual que hoy» preside su reconstrucción.

En epistemología este procedimiento tiene un nombre y se ha aplicado en casos famosisimos. Se trata de la figura del pasado en futuro anterior. O sea retroproyectar sobre el pasado el hoy y mediante un escamoteo de la historia virtual insistir en que las configuraciones, los antagonismos y hasta los conflictos de las interpretaciones de hoy repiten -sin mayores variantes- al pasado.

Usaron este procedimiento -con fines epistemo-paradigmaticos gigantes como Noam Chomsky al propagandizar la anacrónica versión de que su lingüística cartesiana solo actualizaba lo que los gramáticos de Port Royal habían entrevisto -sin poder desarrollarlo cual Leonardos da Vinci del lenguaje- en 1600.

Lo hizo Louis Althusser con su extraño rediseño de la obra de Marx ,al dividirla en dos en ideológica y científica e insistir en que el único futuro del proletariado en el siglo XX debería ser siguiendo las huellas científicas del Marx post-Ideologia Alemana y nunca antes.

Pigna y sus adlateres hacen lo mismo con nuestra historia. El caso de anacronismo mas flagrante es cuando afirma en su best-seller que el entierro en el mar de Mariano Moreno -de acuerdo con una práctica probablemente milenaria, quizá la única posible en esas circunstancias constituye un episodio precursor de los «vuelos de la muerte» durante la última dictadura militar. La Biblia con el Calefon

Como bien dice Luis Alberto Romero en su mordaz critica de la obra -mezclando como decíamos antes el asombro con la indignación- Pigna ha escrito un libro sobre el pasado, pero no un libro de historia. Para lo cual obviamente no tiene porque pedirle permiso ni a los historiadores, ni a los filósofos ni a los metodologos profesionales. Pero mas interesante que ese derecho -que Pigna usa y abusa- es considerar el éxito de su empresa.

¿Qué nos está pasando a los Argentinos, que convertimos en best-sellers -después de la debacle post-convertibilidad- , a estas reconstrucciones en futuro anterior? ¿Es algo propio nuestro o -como insiste desfachatadamente James Neilson cada semana en sus columnas de vitriolo anti-peronista y anti-kirchnerista en la revista Noticias– otra sandez nacional, por cuanto no existe ninguna excepcionalidad argentina, latinoamericana o para- o post-europea?

Porque lo que hace Pigna es ya un clásico en nuestro país. A saber reconocer la existencia (sancionada por los historiadores profesionales) de una versión oficial del pasado, que ha sido elaborada por los poderosos, los vencedores, los mismos que oprimieron y oprimen al pueblo argentino. Algo que aunque a Romero le llame la atención es rigurosamente cierto, porque si en Argentina algo no ha funcionado nunca son las dos campanas.

Ante esta constatacion los anarco-historiadores, los historiadores silvestres, los divulgadores etc. se arrogan la misión de revelar la historia verdadera, oculta por la versión oficial; de lo que se trata según ellos es de denunciar los modos de la opresión y a la vez subrayar las diferentes maneras en que, desde siempre, se ha desarrollado una resistencia popular.

Historia oficial/Hitoria anti-oficial

Según Romero estas operaciones discursiva cometen un doble desliz. Usan a la historia para justificar políticas (pasadas o presentes) pero lo que es peor la «versión oficial» que discuten consiste en la composición caricaturesca de algún episodio, fácil de corregir o mejorar

A Romero que a aveces luce con sus criticas como si se tratara de un dandy de Oxford le llama la atención que Pigna hable de unos «dueños del poder» nunca bien definidos, que operan de la misma manera desde tiempo inmemorial. Y similar continuidad se manifiesta en el «pueblo». Al que Pigna idolatra como fuente de la resistencia y que para Romero no es nada mas que la concepción del pasado conocida, de raigambre romántica, que postula la continuidad de un «alma del pueblo» a través de los tiempos.

Ojo la cosa es compleja porque Romero puso el dedo en la llaga. Creer que Pigna está contando la historia anti-oficial es tan ingenuo como suponer que no hay una historia oficial como parece indicar Romero
. El problema con los argentinos es que nuestro maniqueísmo y volatilismo es tan enorme que tendemos a ignorar tanto una cosa como la otra.

Evidentemente hasta tanto no se instaure una tercera cultura, y en la medida en que signamos tironeados por este conflicto de las interpretaciones que pone de un lado a la ciencia neutra pero ineficaz, y del otro a la literatura movilizadora pero farcesca y fraguada, seguiremos nadando en el mar de las confusiones y contradicciones que nos embargan década tras década.

Obviamente es imposible entender nada de lo que cuestiona Romero sin recordar la reciente polémica que se desato con la creación de una cátedra paralela a la que él detenta en la UBA. E igualmente es imposible entender de que va todo esto sin reconocer que en la Argentina ni la historia oficial esa saldada ni la anti-oficial esta consiguientemente fraguada. Viviendo en el magma que es nuestro presente estos conflictos de las interpretaciones saldrán a la luz una y otra vez. Bienvenidas discusiones porque muestran que aun estamos del lado del imaginario instituyente.

Para recorrer este debate reciente
donde hay una quincena de documentos con toda las idas y vueltas de ambas partes. Desde la carta inicial de Romero a las sucesivas respuestas de Vazeilles.

Publicado enMemetica

2 comentarios

  1. ARIANA ARIANA

    ARGENTINA ES LO MEJOR AUNQUE YO Y MI FAMILIA HALLAMOS TENIDO K EMIGRAR SEGIMOS ESTANDO ORGULLOSOS DE HABER NACIDO EN UN PAIS COMO EL MIO Y MI DESEO ES QUE NOS SALGAN LOS PAPELES PARA PODER VOLVER SIN EMBARGO AQA EN ESPAÑA SE VIVE MUY BIEN .
    PASANDO A OTRO TEMA YO QUISIERA QE ALGUIEN ME ESPLICARA(DE SER POSIBLE) PORQUE EXISTE TANTA GENTe en este mundo que su unico deseo es ver a nuestro pais undido a lo mejor quando cresca podre entederlo.

  2. Felipe Pigna Felipe Pigna

    Lamento leer una crítica tan absurda y que, además no esté firmada. No han leído el libro y dan por ciertas las absurdas imprecisiones de Romero que tampoco lo leyó. Saludos a la policía epistemológica.

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