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Adiós a Silvia. La interrupción de una reconciliación tan necesaria como difícil entre el pensamiento y la acción

“Los intelectuales deben ceder los pensamientos, pero no la máquina de pensar”

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Todo lo sólido se desvanece en el aire.

La genial descripción del fin de una era y el advenimiento de otra que pertenece al inescrutable Karl Marx y fue venteada por la intelectualidad postmoderna gracias a su reapropiación por parte de Marshall Berman, se va lentamente trasvasando a nuestra cotidianeidad letrada -tanto a nivel nacional como internacional.

Hace una semana murieron con apenas 24 horas de intervalo Michelangelo Antonioni e Ingmar Bergman. Nunca hemos hecho en este News un detalle de los grande inventores de las formas de pensar, narrar, diseñar, intervenir y ayudar a entender el mundo que hemos perdido en los últimos 12 años, pero sin extraviarnos en el inventario, comprobamos que inexorablemente se van yendo los mejores, los mas lúcidos, los inmarcesibles, aquellos que escapan a cualquier clasificación y que jamás transaron con los poderes establecidos, pero mucho menos claudicaron en sus visiones y misiones arremolinando con una habilidad única la teoría con la praxis.


En la Argentina donde hay tan pocos que piensan y hacen –y donde sobran los fundamentalistas de todo tipo incluyendo especialmente a los republicanos– hace 3 años perdimos a Ignacio Lewkowicz, un teórico de fuste que tenia muchisimo aun que dar y de quien en estos días estamos asistiendo a la publicación póstuma de.. (Ver Editorial del ILHN nº 3352 Una infausta noticia mueren jóvenes y productivos Ignacio Lewkowicz y su mujer Cristina Corea )

La semana pasada fue el turno de Silvia Bleichmar, una psicoanalista de teorías tomar quien cayó a manos de un cáncer en su plenitud. Porque la plenitud se dice de muchas maneras distintas. En su plenitud (florecimiento le decían los griegos a quien recién desplegaba todo su potencial a los 40 años) estaba Ignacio, pero en su plenitud también estaba Silvia -con sus 62 años recién cumplidos- aunque su obra hubiese sido mucho mas frondosa y sus acciones mucho mas visibles y efectivas que las de Ignacio, aunque toda competencia en estos menesteres es absurda.

Inicio tardío, partida temprana

Conocí a Silvia en 1994. Me contactó para formar parte de un grupo de no psicoanalistas con quienes quería dialogar en plena expansión de la interdisciplinariedad. La propuesta era encontrarnos, charlar y bocetar ideas -en su casa de la calle Talcahuano que daba a la plaza Libertad del otro lado del augusto Teatro Colón-a ser presentadas en un debate publico que tendría lugar muchos meses mas tarde en el Colegio Nacional Buenos Aires.

Fue de la partida Martín Vul como coordinador y el evento que recorrió un espinel que rara vez se cumple en nuestras latitudes cumplió con todas nuestras expectativas y deseos. Los convocados fuimos Anibal Ford, Alberto Kornblitt, Ricardo Bernardi, Luis Hornstein, Francisoc Naishtat, Denise Najmanovich, Janine Puguet y Fernando Ulloa.

Mucha discusión previa, una excelente convocatoria, un lleno total de publico en la augusta Sala Magna, primera vez que la pisaba en mi vida. Mucha discusión y mucho interés del público y finalmente una excelente publicación Temporalidad, determinación y Azar. LO reversible y lo irreversible Paidós, 1994. conteniendo los 10 trabajos y exposiciones y un cuidadoso prólogo a cargo de Silvia, en donde lograba articular en forma vehemente pero bien lograda las necesidades de revitalizar el psicoanálisis a través de un diálogo crítico con otras disciplinas en particular las ciencias duras, la filosofía y la epistemología.

Para Silvia en el orígen de esta convocatoria yacían solo las nociones pre-interpretadas de azar, determinación, temporalidad, tales como aparecen en el mundo de la vida y el desafio de controlar las diferentes construcciones que dan ugar, desde las categorías y relevancias apuntadas por cada uno de los autores. El lector, por su parte, debería situar en su recorrido de los textos los multiples caminos y aires de familias por donde la problemática se amplía y profundiza.

Movida por la urgencia y la vehemencia hacía las preguntas que un psicoanálisis adocenado hacía rato que no quería escuchar: ¿podrá posicionarse el psicoanálisis como campo del conocimiento a la altura del siglo XXI?, ¿caerá, como la alquimia ante la química, frente al avance arrollador de otros continentes científicos?

Interlink Headline News Nº 4587 del Miércoles 22 de Agosto

EDITORIAL ADIOS A SILVIA. LA INTERRUPCION DE UNA RECONCILIACION TAN NECESARIA COMO DIFICIL Segunda y última Parte

Segundas partes que no fueron

Silvia volvió a contactarme a principios del 2002 cuando el país se había venido abajo. Junto a un grupo de intelectuales quería juntar fuerzas entre tanta energía desilusionada e imaginó hacer patriada en un formato similar al anterior pero masivo y mucho mas amplio en temáticas y voluntades. No funcionó al menos conmigo, pero ella no se amilanó.

Silvia escribió muchos libros sofisticados y técnicos de los cuales alcance a pispear un par como En los orígenes del sujeto psíquico, La fundación del inconsciente y Clínica psicoanalítica y neogénesis sin entenderlos como se merecían. En los últimos años cambió el tono y el interés y le dedicó con igual vehemencia y finesa su inteligencia -como bien dijo Juan Carlos Volnovich en esos días contagiaba socráticamente a la de cualquiera que no le llegaba al suelo de sus pies- a entender nuestro presente.

Publicó dos libros en esta dirección que dieron -y darán- mucho que hablar y pensar durante largo tiempo. Su Dolor País (Zorzal 2002) y recientemente su No me hubiese gustado morir en los 90 (Taurus, 2006), fueron ambos un bálsamo y una alternativa ante tanto denuncialismo barato, ante tanta deontología poco creíble y ante tantos llamados a inventar un futuro distinto, cuando quienes los vaticinan y pontifican son incapaces de hacer nada mas que hablar y escribir en el aquí y ahora.

Estado ausente, subjetividad aniquilada, vidas reinevntadas

Como muy pocos Silvia examinó a fondo las consecuencias que tuvo el retiro del Estado en la subjetividad –el saldo objetivo de millones de desocupados, un altísimo nivel de pobreza, una educación degradada–, pero sin perder de vista lo que ella llamaba “las reservas fenomenales” de la gente. La recuperación del “valor esperanza”, que el cuerpo agobiado de la sociedad civil encuentre un alivio, una brecha, no convirtieron sin embargo a la psicoanalista en una intelectual complaciente y satisfecha como hay tantos por aquí.

La vida de Silvia estuvo cruzada por el exilio pero ella lo reinventó creativamente como pocos. En vez de llorar y quejarse tanto en México como en Francia convirtió la acogida y el puente hacia un futuro en palancas que terminaron en títulos y oropeles, en doctorados y cátedras peor también en experiencias practicas y políticas, Ya sea como cuando en México formo parte de proyectos de Unicef de asistencia a las víctimas infantiles del terremoto de México, en 1985, y del proyecto de ayuda psicológica a los afectados por el atentado a la AMIA, en 1994.

Eligió a Jean Laplanche como su director de tesis porque lo consideraba el mas freudiano de los lacanianos a lo que este le respondió con una finta digna de su discípula. que el se consideraba el mas lacaniano de los freudianos.

Mientras que las luchas teóricas de papel en al Argentina siguen contraponiendo las vulgatas lacaniana y freudiana Silvia se pronunció siempre por una tercera posición. Mientras que todavía hay quienes machacan a diestra y siniestra el valor abstracto del pensamiento y la necesidad de liberar a la teoría de la política, o por el otro lado hay quienes no tienen miedo de embeber políticas necesarias en pensamientos escrachados, Silvia se planteó firme y defendió con el mismo ahínco y contundencia el derecho a un pensamiento critico y a una acción comprometida sin someter ninguno de los dos términos de la ecuación al otro.

Los intelectuales tienen que ceder los pensamientos, pero no la máquina de pensar

Lúcida como pocas antes la dificultad que plantea el kirchnerismo como política activa y necesaria mas alla de su constante tentaación hacia la autocracia y el hegemoniismo se pronunció al mismo tiempo por la independencia intelectual y por el compromiso con causas necesitadas de la intervención inteligente.

No se considero una kirchnerista. Pero tenía respeto por el Presidente, que no es lo mismo que ser una kirchnerista. Para ella la diferencia está en que los intelectuales tienen que ceder los pensamientos, pero no la máquina de pensar. Los instrumentos de producción no se pueden ceder. «Puedo colaborar con los ministerios y en todo lo que se me solicite porque pienso que hay buenas intenciones en educación, en cultura, pero de ninguna manera me embanderaría en una propuesta política mientras la sociedad civil no logre una politización más alta o saludable. Yo me embanderaría en un proyecto, que es muy diferente».

Comparto el saludo que su nieto le hace en el weblog del diario La Nación.
Nos entregas muchísimas herramientas y aprendemos de tu fuerza para atravesar pobrezas naturalizadas. Somos muchas las personas que podemos seguir adelante y queremos! Estas salvando a una generación de niños a través de tu trabajo y tus discípulos. Estas salvando nuestro futuro y el de tus nietos; más que lo que un abuelo puede soñar.

Con abuelas como Silvia no todo está perdido. Como siempre me lamento de haberla frecuentado tan poco y de no haberla -salvo una felicitación que le mandé por su pagina web cuando recién la abrió- frecuentado mas.

Hace unos días me sorprendí al recibir un correo electrónico en donde se me indicaba su actualización, mientras ella agonizaba. La voz popular, el padre de doña Rosa quiere seguir hacíendonos creer que cuando nos juntamos los argentinos somos menos.

La vida y la trayectoria de Silvia muestra por el contrario que voces y alientos como los suyos merecían una oreja mas atenta y una disposición mas abierta para formar parte de estos mundos pequeños que apalancados en las reservars fenomenales y en el valor esperanza permita diseñar una Argentina y un mundo mejores.

La muerte de Silvia supone una interrupción de la reconciliación tan necesaria como difícil entre teoría y práctica, entre proyecto y política entre inteligibilidad y diseño. Otros deberán retomarla. Mas deberán profundizarla.

Referencias

Compleja y exquisita entrevista realizada por Emilia Cuto en El Sigma

Entrevista con Silvina Friera “Para poder pertenecer hay que dejar de ser uno mismo”

«La humanidad se autodefine para excluir» Silvia Bleichmar en educ.ar

Dolor por la muerte de Silvia Bleichmar
Supo interpretar las realidades sociales

Premio Konex de Platino

Publicado enInvolucramientos

Un comentario

  1. Heloisa Heloisa

    Con profundo dolor, me he enterado de la muerte de Silvia. Uno de los libros que más me impresionó en los últimos años, por su capacidad de traducir algo tan complejo en tiempo casi real, fue su «Dolor país», del cual tengo a decir que no guardo ningún ejemplar. Un muy corto ensayo, donde dijo todo lo necesario para develar un aspecto oculto para la mayor parte de nuestros intelectuales de la crisis argentina, bastante más vieja que el mero estertor de diciembre. Todos los que compré (tal vez cuatro) los he regalado a amigos que creí necesitaban completar su visión particular con esa inspirada lectura. Lo mismo me pasó con Maíra, de mi inolvidable Darcy Ribeiro, aunque guardo mi ejemplar dedicado al lado de la cama, con la excusa de que está en Portugués y nadie comprendería sus maravillosas palabras escritas con marcador turquesa. Eso me hizo pensar en qué pasaría si nos atreviéramos a regalar todos los libros a las personas indicadas? Estoy empezando con la ropa y otros objetos «personales», ya seguiré con los libros. No tengo dudas de que hay que soltar para permanecer. Gracias, Silvia, por la inspiracion. Y mucha, pero mucha pena por no tener el próximo ensayo.

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