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De los filósofos experimentales a los ingenieros filosóficos

Un programa académico que nunca Fue CARTOGRAFÍAS CONECTOGRÁFICAS

Después de un atrapante cuatrimestre de verano en el año 2018, recién vueltos de nuestras excursiones mexicanas, tratábamos de mirar en alguna dirección no tan prevista para hincarle el diente a nuevos desafiós, lecturas y propuestas.

En ese entonces (2 años que parecen 2 siglos) estábamos mas que influenciados por las tesis del Parag Khana de Conectografía. Mapear el futuro de la civilización mundial (inclusio le pedimos a Carlo Scolari que nos consiguiera una versión en papel de la traducción castellana de Paidos de 2018) porque queriamos compartirla con los alumnos.

En Conectografía, Parag Khanna nos guíaba hacia una red emergente de la civilización global en la cual las macro-ciudades compiten más por su conectividad que por sus fronteras. Su investigación nos llevaba de una punta a la otra del mundo para mostrarnos que en los conflictos del siglo XXI se disputan tuberías, cables de internet, tecnologías avanzadas y acceso al mercado. Es decir infraestructuras

Pero alguna neurona se nos atrofió en el camino, y decidimos ir por otro lado, erróneamente. Como el mundo post-COVID19 prohibe ver lo diferente con los mismos ojos, ese programa nunca verá la luz. Estaba centrado en los siguientes tópicos:

1. Cuando el código es poder (de la política de fronteras a la políticas de puentes)
2. De la soberanía a la cartografía (la infraestructura mueve al mundo)
3. De los estados a las ciudades-regiones
4. De las ciudades visibles a las ciudades invisibles

Quizás en algún momento lo recuperamos pero de un modo muy distinto. Porque si hay algo que está en cuestión en nuestras pesadillas covidianas son precisamente las ciudades-regiones, las cadenas de aprovisionamiento globales, la dependencia respecto de nodos alejados del aquí y ahora, y sobretodo la aceleración implacable de una globalización que genera riquezas (de valor muy desparejo) pero las deja en poca manos, y que genera pobreza creciente y carcome las infraestructuras de las multitudes.

Mas que cartografíaas conectográficas lo que hoy necesitamos reiventar son las ciudades de proximidad, la reducción del consumo espúreo, el aumento de la cultura artesanal; nuevas reglas de esparcimiento de la no-vecindad, todo alejado de lo gigantesco y fuera de escala que predomina(ba) hoy. Aun así el prólogo que escribimos en su momento es sumamente actual, y quedará como testimonio de un prograam que no fue pero que aun quiere ser.

La carrera por la innovación no se detiene.

A fines de 2018 nos enteramos de que https://www.technologyreview.es/s/10794/alibaba-reta-google-con-una-ia-que-conversa-como-los-humanos, está atendiendo a millones de solicitudes de clientes al día, habiendo resuelto tres intríngulis lingüísticos complejos cuáles son interrupción, conversación no lineal e intención implícita superando con ello ampliamente a su competidor de Google Duplex.

Como innumerables eventos nos lo demuestran (Fake News, IA, Big Data, Cuarta discontinuidad, Big Challenges) aún no estamos listos, intelectual-, filosófica- o moralmente, para el mundo que fuimos creando. En las próximas décadas, las viejas formas de pensar que nos han servido bien durante cientos, incluso miles, de años, se verán duramente cuestionadas y en muchos casos directamente reemplazadas por nuevas miradas, lecturas y sobretodo políticas.

Como bien nos lo señala Jamie Susskind en Future politics. Living together in a world transformed by tech, la política en el siglo XX estuvo dominada por una pregunta central: ¿qué parte de nuestra vida colectiva debería determinar el estado, y qué parte debería dejarse al mercado y a la sociedad civil? Para la generación que ahora se aproxima a la madurez política, el debate será diferente: ¿hasta qué punto nuestras vidas deberán ser dirigidas y controladas por poderosos sistemas digitales y en qué términos?

La inevitabilidad de las democracias liberales se topa con un dique inesperado: las autocracias algorítmicas, de las cuales China es el mejor (o peor) ejemplo, cuestión para la cual recién hoy empezamos a hacer los primeros mareos de la mano de Kate Crawford y otros adelantados.

¿Pero a quién beneficia la innovación?

A largo plazo, podremos aumentar nuestras mentes y cuerpos más allá del reconocimiento, liberándonos de las limitaciones de nuestra biología humana. Sin embargo, al mismo tiempo, algunas tecnologías tendrán un gran poder de somegtiemiento sobre nosotros. Algunas podrán obligarnos a comportarnos de cierta manera. Otras tecnologías filtrarán lo que vemos del mundo, prescribirán lo que sabemos, moldearán nuestra forma de pensar, influirán en cómo nos sentimos y, por lo tanto, determinarán cómo actuamos.

Los que controlan estas tecnologías nos controlarán cada vez más al resto de nosotros. Tendrán poder. Cada vez más, establecerán los límites de nuestra libertad, decretando lo que se puede hacer y lo que está prohibido. Ellos determinarán el futuro de la democracia, haciendo que florezca o se deteriore. Y sus algoritmos decidirán cuestiones vitales de justicia social jamás resueltas en el modo analógico.

Mientras que en los últimos años la Cátedra Datos ha trabajado in extenso el uso de algoritmos, algunas vetas de la nueva epistemología vinculada a la ontología orientada hacia objetos, el realismo especulativo y teorías como ANT y semejantes, los alcances de una política arrasada por los algoritmos no han sido entrevistos ni en detalle ni en profundidad. Es hora de que diseñemos una filosofía política de la Inteligencia Artificial, antes de que ésta arrase no solo con la democracia, sino con la misma capacidad de reflexionar sobre la democracia algorítmica.

«No somos filósofos experimentales, somos ingenieros filosóficos.»

Lo dice enfáticamente Berners-Lee. Hoy en día, las revoluciones más importantes( Ial menos para quienes sus sus dueños y protagonistas), tienen lugar no en los departamentos de filosofía o de humanidades, ni siquiera en los parlamentos y plazas de las ciudades, sino en los laboratorios, instalaciones de investigación, tecnología. empresas, y centros de datos.

Hay mucha evidencia que sugiere que la tecnología digital está diseñada con demasiada frecuencia desde la perspectiva de los poderosos y privilegiados. A medida que pase el tiempo, necesitaremos más ingenieros filosóficos dignos de ese nombre. Ponemos mucho en riesgo cuando delegamos asuntos de importancia política en el pequeño grupo que tiene la tarea de desarrollar tecnologías digitales en un momento dado (o cuando se convierten en consejeros del príncipe de turno).

Y sin embargo salvo en casos de escándalos mediáticos muy difundidos (como los Cambridge Analytica o la manipulación genética de embriones como acaban de hacer en Sun Yat-sen University) es poco y nada lo que se ha avanzado en diseño de políticas para el futuro que ya llegó.

La teoría política pretende comprender la política a través de los conceptos que usamos para hablar de ella. ¿Qué es el poder? ¿Cuándo debería recortarse la libertad y sobre qué base? ¿Requiere la democracia que todos tengan la misma capacidad para moldear el proceso político? ¿Qué es una distribución justa de los recursos de la sociedad?

Lamentablemente tales preguntas de los teóricos políticos que los enorgullecen al pensar profundamente sobre la historia de las ideas políticas estaban casi totalmente desinteresados en el futuro. ¿Qué pasaría si los desarrollos en la tecnología sucedieran tan rápido que nos faltara el aparato intelectual para darles sentido? ¿Qué pasaría si, sin pensarlo, estuviéramos a punto de desencadenar un futuro que no podemos entender, y mucho menos controlar?

La necesaria interrelación entre una epistemología de la tecnología y una política del futuro

Como las incesantes novedades tecnocientíficas lo demuestran ese tiempo ha llegado y en @DatosUBA hemos bordeado muchas de estas problemáticas en los últimos años, pero solo marginalmente pudimos combinar en forma precisa y profunda una epistemología de la tecnología con una política del futuro (hace muchos años mordimos estos temas de la mano de J. J. Salomon y de Lucien Sfez, en particular en el program del año 2007 Tecnologia, ideologia teoria y practica en la era de internet. Nuevas categorias para pensar/rediseñar al capitalismo en los tiempos de las postorganizaciones).

En parte como resultado del entorno comercial y político en el que creció, internet ha estado bajo la dirección y el control de grandes entidades corporativas y políticas que filtran y dan forma a nuestra experiencia en línea. Desafiando esta inevitabilidad Tim Berners-Lee está creando una nueva web-descentralizada capaz de remontar este ciclo de concentración y superganancias hecho sobre la base de tecnologías neo-pavlovianas.

Para poder avanzar en esta dirección tenemos que reconocer que los sistemas socio-técnicos son cada vez más capaces: máquinas que son iguales o superiores a los humanos en una variedad de tareas y actividades. Que la tecnología está cada vez más integrada: tecnología que nos rodea todo el tiempo, integrada en el entorno físico y construido. Que nuestra sociedad está cada vez más cuantificada: más y más actividades humanas (nuestras acciones, expresiones, movimientos, emociones) capturadas y registradsa como datos, luego clasificadas, almacenadas y procesadas por sistemas digitales.

Para Susskind este futuro es el mundo de la vida digital, un sistema denso y repleto que trenza a los seres humanos, máquinas poderosas y abundante información en una red de gran complejidad y delicadeza. Mundo que nos arroja desafíos políticos e intelectuales inextricablemente asociados al futuro del poder.

La autonomización creciente de la tecnología

Ciertas tecnologías serán una fuente de gran poder en el mundo de la vida digital. Algunas ejercerán poder al aplicar un tipo de nueva fuerza cognitiva a los seres humanos. Otras ejercerán poder a través del escrutinio, reuniendo y almacenando detalles íntimos sobre nosotros, e incluso prediciendo nuestro comportamiento antes de que suceda. Un conjunto final de tecnologías ejercerá poder al controlar nuestra percepción.

Estas plataformas podrán filtrar lo que sabemos del mundo en su amplitud, establecer la agenda política, guiar nuestro pensamientos, avivar nuestros sentimientos y movilizar nuestros prejuicios con mayor fuerza y éxito incluso que los barones de los medios del pasado.

Este es el contexto pero la bajada del análisis la haríamos por un camino no demasiado recorrido. Nos interesaba examinar las propuestas de Parag Khanna y su Conectografía. Nos llamaba mucho la atención la posibilidad de que las unidades políticas del futuro nofuesen las naciones sino las ciudades-regiones (como otrora lo fueron las ciudades-Estado).

Profundizando en las propuestas latourianas, y volviendo de las lecturas de Morton se nos ocurría que las ciudades(regiones) eran hiperobjetos y que necesitábamos descajanegrizarlas para examinar en detalle su viabilidad como alternativa a la gakvanizaciín política de los Estados.

Atravesando todas estas capas y niveles queríamos insistir en propuestas operacionales de gobernanza en un mundo global (en estado de implosión), con nuevos actores que estiman el futuro de la dinámica mundial con centro en Asia -y no ya en Europa o América-, y todo lo que esto puede suponer en términos de los análisis puntuales que queríamos desarrollar en forma descentralizada en las comisiones de trabajo bajo los acápites: Medios locativos, Big Data, IA, Fake News (en Modo Cartográfica), quizá las #PlataformasGAFA, etc. varias de las cuales seguramente desaparecerán y se verán reemplazadas por otros.

Pero hace no mucjo llegó el CoronaVirus que mandó a parar y que nos oliga a pensar en un programa que revoltee alrededor de las ciudades, pero de un modo muy distinto

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