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Las tribus filosóficas

No solo los filósofos no argumentan ni discuten como si lo hacen los ingenieros o los médicos. Su idea misma de discusión y especialmente de quienes -por hacerlo- son miembros de su tribu y de quienes no, cambian en cada caso.

Pero con un poco de candor y ganas, es bastante fácil aproximar el estudio de la evolución del pensamiento filosófico al de las creencias de distintas tribus, tales como los Azande y los Nuer, los Hopis y los navajos, los Trobriandeses o los somoanos, tal como lo han hecho en monografías brillantes, especialmente los antropólogos pertenecientes a la escuela etnográfica inglesa.


Esto sucede justo en un momento en que la filosofía se ve escarnecida doblemente. Por un lado por su dilusión en un tecnicismo arrobado de si mismo, que cada día dice menos e imposta mas. Y por el otro en una panoplia de recetas new age y de autoayuda como lo testimonian best-sellers como Más Platón y menos Prozac de Lou Marinoff (Ediciones B, 2001), Las Consolaciones de la Filosofía de Alain de Botton (Taurus, 2001) o el ya trillado El Mundo de Sofía de Jostein Gaarder (Siruela, 1994).

Por eso es mas que bienvenida una etnografía de la filosofía que no tiene nada que ver con la antropología filosófica. Aunque aquí no la insinuaremos, avanzamos mínimamente en el camino que conceptualiza a los filosófos (como a cualesquiera otros integrantes de una disciplina) como a un miembros de distintas tribus que ocupan distintos territorios académicos.

Ello quizás explique mucho mejor que otros enfoques (inexistentes) porque la filosofía está tan atomizada, porque importa tan poco, y porque los vacíos que deja, son ocupados prestamente por esta versiones pasteurizadas del no-pensamiento convertido en recetas de pensamiento rápido o light. Con el agravante de que encima son capaces de vender entre decenas de miles y millones de ejemplares de sopa. Como diría Mafalda. Otra vez sopa.

Sociología y antropología de las comunidades científicas

Cada vez resulta mas difícil decir algo original y llamativo. O hacer algo original y llamativo. Inundados como estamos de palabras y prácticas gastadas, nos cuesta imaginar modos nuevos de mirar lo viejo, o modos viejos de hacer lo nuevo. Pero también hay cierto facilismo en esta constatación. Como si fuera menos costoso quejarnos, que usar la poca energía que nos queda -tanto individual como colectivamente- para seguir buscando, revisando, rehaciendo, rediseñando.

Como si hubiera cierto placer en el malestar y en el gozo del síntoma antes que un renovado interés en reincidir en este juego interminable que es vivir en un estado de incertidumbre permanente. A saber la necesidad de saber, el placer de jugar, la sorpresa del encuentro, y la necesaria decepción que conlleva cualquier cierre.
Por suerte en las últimas décadas algunos nombres ya célebres removieron la abulia y nos enseñaron a hacerle pito catalán a la modorra, abriendo campos de investigación suculentos que todavía no están agotados ni mucho menos. Y no lo hicieron en cualquier terreno sino en uno especialmente sutil y necesitado, a saber el de la historia de la organizaicon del conocimiento.

Pero aunque ya hay disciplinas consagradas que se ocupan de estos temas, como la sociología del conocimiento y de la cultura, o la historia de la ideas y las mentalidades, estamos avizorando en otros cortocircuitos o atajos.

Desde Thomas S. Kuhn que planteó una teoría discontinuiste de la acumulación de conocimientos, pasando por Clifford Geertz y su fascinante excursión por la construcción del conocimiento local, o Carlo Guinzbug y su análisis de los indicios, o la genealogía del saber y la microfísica del poder de Michel Foucualt, o el propio Bruno Latour que descubrió que los científicos eran tribus y que sus hazañas mucha veces rayaban en la brujería.

Fue precisamente Latour el primero en poner de manifiesto que nada inhibe de considerar a los científicos, aun los mas duros, como los que trabajaban en el laboratorio Jonas Salk en la Jolla alrededor de la hormona GRF, como una tribu en el mas puro sentido antropologico.

Para el trabajo mas reicentte de Latour, su curadoria de una extravgante exhibicion en Alemania sobre iconochoquismo. Contamos con una larga y esclarecedora entrevista de Bruno Latour con T. Hugh Crawford
También Philippe Breton retomó la cuestión en su desconocido La Tribu Informatique. Enquete sur une passion moderne Metailié, 1990, en donde al autor pasa revista etnograficamente a esos apasionados de la interacción hombre/máquina que conforman una tribu con sus territorios, reglas, valores, historia e imaginario que se vincula paradojalmente a tradiciones ancestrales.

En todos y cada uno de estos casos, nos encontramos con enanos trabajando sobre los hombros de gigantes anónimos que cambiaron para siempre nuestra forma de entender como conocemos, para que lo hacemos, que chances tenemos de lograrlo y que nos es dado esperar de nuestros esfuerzos y de los ajenos.

En una línea que profundiza y enriquece esta problemática, autores provenientes de distintos áreas se han dedicado en las últimas décadas a trabajar con esmero cuestiones relativas a la sociología el campo intelectual. Desde los aportes decisivos de Pierre Bourdieu (recientemente fallecido ver editorial 2550 Adieu Bourdieu. La muerte de uno de los ultimos mandarines proletarios, pasando por los trabajos variados de los sociólogos de los laboratorios y las redes (como Michel Callon, H.Collins, Michael Mulkay) hasta llegar a los trabajos de R.Whitney sobre el estudio de las negociaciones científicas, cada vez nos vamos aproximando mas al meollo de la construcción de sentido dentro de la propia ciudadela científica).

Un hito en este señalamientos fue la publicación de la obra de Tony Becher Tribus y territorios académicos. La indagación intelectual y las culturas de las disciplinas (traducción de la primera edición de 1989 por Gedisa, Barcelona, 2001 aunque ya existe una segunda edición en coautoría con Paul Trowler, Open University Press ISBN: 033520627). (Se puede bajar el prologo y primer capitulo nuevos de esta edición en pdf).

Becher no se ocupa tanto o tan solo de la clasificación, descripción y valoración de las diversas disciplinas académicas cuanto de su situación actual. Está especialmente interesado en ver como se conectan las disciplinas entre si y con sus representantes, como se ven a si mismas y a la otras disciplinas, como entienden su propia función desde el punto de vista científico y social.

Becher hace un mapa del territorio del conocimiento académico y caracteriza los que lo habitan y cultivan la distintas áreas del saber. Está interesado tanto en los aspectos de la vida comunitaria como, como en los modelos de comunicación, las carreras académicas o las consecuencias para la teoría y la practica de sus análisis.

Pero si bien en su obra (que examinaremos en futuros editoriales del ILHN) hay mucha tela para cortar, una de las cosas que llama la atención desde el vamos son las dimensiones imprevistas e impensadas que tiene la supuesta practica aséptica de las habilidades profesionales condensadas en tradiciones comunitarias.

No hay ninguna inocencia en la acuñacion de una disciplina, en los sistemas de reclutamiento, en la forma en que anteriores miembros de una tribu se pasan a la otra, o fisionan y generan una nuevam en los esquemas de financiamiento de las investigaciones y en los intereses sectoriales de todo tipo que presiden la investigación.

Por si todo lo anterior fuera poco ahora sumamos a estas presiones selectivas las que emanan del nuevo dipolo virtual/real, y todos los problemas que se generan con el advenimiento del alfabetismo electrónico.

En una excelente compilación de notas tomadas de la On-lineConference Teaching in the Community Colleges (TCC) 1998 nos reencontramos con una serie de materiales que nos sacan del terreno a veces árido de las comunidades científicas strictu sensu y nos devuelven a las de comunidades de practicas electrónicas

En el continuum que une ambos mundos se encuentran muchas de las preocupaciones que orientan a nuestra cátedra de Procesamiento de Datos en la UBA, y que serán motivo de variadas investigaciones en los años por venir

Publicado enAnti-Filosofia

2 comentarios

  1. Eduardo Citto Eduardo Citto

    Felicitaciones, muy bueno el articulo.
    Cordialmente, Citto

  2. gabriel pavese gabriel pavese

    OJALA LEAS ESTO EDUARDO CITTO, SOY GABRIEL PAVESE, DE SANTA FE 451 2º E DE CORDOBA TE ACORDAS?, ESTOY QUERIENDO CONTACTARTE CON VOS, OJALA LO LEAS. UN ABRAZO
    gabrielpavese@arnet.com.ar

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