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Cultura de la polémica

El insípido Diccionario de Filosofía de José Ferrater Mora (Alianza, 1979) define argumento como un razonamiento mediante el cual se intenta probar o refutar una tesis, convenciendo a alguien de la verdad o de la falsedad de la misma. En cambio no dice palabra alguna respecto de la palabra polémica que seguramente verá como algo mucho mas insubstancial e indigno de las profundidades filosóficas. Lo cierto es que a principios del siglo XXI lo que vemos es cada día mas polémica y cada día menos argumentación.

El hiato entre una cosa y la otra es inmenso. Parece increíble que un político entienda el abc de la argumentación, y es casi impensable que un académico o intelectual se interese por desmontar la carcaza de polémica estéril atizada infinitamente por los medios de masas, que agarrota las mentes.


Por ello es bienvenida una obra como La cultura de la polémica. Del enfrentamiento al diálogo, (Paidós,1999) de Deborah Tannen quien, mas alla de cierta sencillez y previsibilidad, horada con cierta sistematicidad en estas antípodas y echa un poco de luz acerca lo mucho que nos sobra y de lo bastante que necesitamos para reconvertir nuestras metáforas de la vida cotidiana (hoy presididas por el belicismo, el antagonismo y la exterminación mutua) en una lógica de la complementariedad, el mutualismo y la colaboración generalizadas.

Indice




1. Culturas del hiperdebate

En un país como el nuestro, en donde casi todo el mundo piensa igual o no piensa, la pregunta parece de un aburrimiento estúpido. Claro que necesitamos debate, se rasgarán las vestiduras muchos, claro que es necesario discutir dirán otros, claro que es necesario asambleizar, claro que es obligatorio cacerolear insistirán algunos.

Y muchos mas en el otro bando dirán que aunque no es bueno, ni hace demasiado bien, hay que permitirlo o tolerarlo, porque así es la democracia, porque después de todo los negocios se hacen mejor cuando hay apariencia de disenso, y porque si la gente grita y opina hay que aparentar escucharla y prestarle atención.

Como siempre estamos hablando de cualquier cosa. Es probable que el debate sea interesante en el Parlamento o en la Sociedad cuando lo que está en juego merece ser discutido. Es probable que el debate sea bienvenido cuando por diversas razones parecemos estar estancados en la oscuridad o el desconocimiento, y la confrontación, y las ideas, y las fuentes que el mismo moviliza nos ayudan un poco a salir de nuestra modorra y a empezar a entender que otros puntos de vista no son solo necesarios sino indispensables a la vida misma.

Pero también corremos el riesgo del debatismo, o del asambleismo, o de la imposición de una cultura del debate y de la polémica, cuando resolver, muchos de los ya hiperdiagnosticados problemas necesitarían que nos dejáramos de discutir y que empezáramos a hacer.

Es mas, podría haber ciertos rasgos del carácter asociados a una cultura del hiperdebate, o mejor aun de la polémica permanente, que terminarían viciando las decisiones de fondo, que romperían cualquier acuerdo, y que convertirían a todo proceso de toma de decisión personal o colectivo en una discusión sin fin.

De estas y otras cosas parecidas habla mucho y bien la conocida socioling¸ista yanqui Deborah Tannen, profesora de Ling¸ística en la Universidad de Georgetown (Washington D.C.). Sus trabajos bastante citados desde la década de 1990 han hecho hincapié en las repercusiones discursivas de las diferencias de género y en torno al análisis del discurso oral.

Entre sus publicaciones traducidas al castellano se destacan los siguientes libros: «Tú no me entiendes. ¿Por qué es tan difícil el diálogo hombre/mujer?, (Vergara, Buenos Aires, 1991); «Género y discurso, Paidós, 1996; °Yo no quise decir eso!» (Paidós, 1999); y «La cultura de la polémica. Del enfrentamiento al diálogo», (Paidós,1999) y que nos llevará de las narices para ver un poco de que se trata esto el debate y porque, tanto su ausencia como su sobreabundancia son igualmente contraproducentes.

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2. Una omnipresente atmósfera de beligerancia

Tannen parte de la constatación de la omnipresente atmósfera de beligerancia en nuestro discurso social que hace que cada vez que queremos conseguir un objetivo, nos pensemos a nosotros como combatientes

Cuando tantas cosas son opinables, cuando sobre temas cruciales para el futuro de la sociedad las posiciones son irreductibles, cuando hay sociedades enteras como la nuestra carcomidas por un empate permanente, y por una incapacidad para generar propuestas que interpelen a las mayorías, queda cada vez mas claro que hemos sido corroídos a fuerza de vivir en una atmósfera de tensión constante: una cultura de la polémica.

Pero la palabra debate (como el ser en Aristóteles) se predica de muchas maneras. Lo que le llama la atencion a Tannen no es tanto la existencia de mucho (quizás demasiado debate) cuanto del tipo de debate, aquél que se establece desde un marco de interacción (selección de participantes, tono conversacional, actitud de los actores encargados de la moderación, uso de símbolos) que es mucho más favorable al enfrentamiento que al consenso.
Entre las paradojas de esta situación tenemos que al adoptar una postura basada en el supuesto de que deba existir «la otra cara de la moneda», cabe la posibilidad de que se tenga que remover cielo y tierra hasta poder dar con dicho opuesto. Es aprovechando este clima que el creacionismo de la década de los 20 volvió en los años 80, y quiso imponerse en pie de igualdad con el darwinismo. Y volvemos a ver estas escaramuzas a principios del 2000.

Un gran corresponsable de este endiosamiento del debate son los medios de comunicación que propician la intervención de las «dos caras de la moneda» como una supuesta muestra de objetividad, obviando el hecho de que a veces son más de dos «partes» las implicadas y dejando a un lado, también, el que se pueda estar concediendo una excelente tribuna a personas que manipulan a su conveniencia determinados hechos sociales o históricos y que, de esta forma, por el mero hecho de aparecer, adquieren visos de verosimilitud para quienes no están suficientemente informados sobre la realidad.
El ejemplo mas reiterado de la supuesta existencia de dos caras de la moneda es el caso del Holocausto. De la mano de escritores e intelectuales revisionistas como David Irving, Robert Faurisson, o de las increíbles piruetas del ex-comunista, devenido católico, devenido islamista, fanático Roger Garaudy son numerosos los autores que han inventando un revisionismo anti-anti-nazi (para una síntesis de sus descabellados argumentos).

Por suerte estos delirios han sido contrarrestados en obras como «Denying the Holocaust: the Growing Assault on Truth and Memory» de Deborah Lipstadt (ver el excelente análisis de Mario Vargas Llosa al respecto).

El éxito de los que niegan la existencia de tales hechos radica en su capacidad de obtención de un espacio televisivo, y de una columna en una revista universitaria, erigiéndose en representación de «la otra cara de la moneda» en un «debate». La presencia en un espacio de televisión o en una publicación tiende a otorgar credibilidad, con lo cual se propicia la posibilidad de airear opiniones carentes de fundamento.

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3. Metáforas del lenguaje cotidiano

Uno de los aspectos mas interesante del trabajo de Tannen (que en este sentido profundiza las agudas intuiciones de George Lakoff y Mark Johnson postuladas en su obra seminal «Metáforas de la vida cotidiana» de princípios de los 80 y mejoradas en sucesivos trabajos, es sostener que el lenguaje moldea de forma invisible nuestra forma de pensar sobre las demás personas, sus acciones y el mundo en general. Las metáforas militares nos enseñan a pensar y a ver nuestro entorno como si se tratara de un campo de batalla, de conflicto, de lucha. Una vez adquirida, esta perspectiva limita nuestra imaginación y nuestras posibilidades de comprender o cambiar una situación determinada.

Ante semejante panorama, es normal que las interacciones verbales se planteen en términos de ataque, contraataque y autodefensa, como también lo es el que ciertas personas prefieran mantenerse al margen, conocedoras de la falta de perspectivas que caracterizan estas luchas conversacionales en cuanto a consecución de conclusiones y de soluciones con respecto a los problemas tratados.

La propuesta de Tannen es comenzar a utilizar metáforas no bélicas o deportivas, y cuyo formato conduzca a un intercambio de ideas sin que medie el debate pero también ampliar el significado que damos a la palabra «debate» para que en él tuviera cabida el diálogo
Tannen no propone para nada eliminar la discusión ni el intercambio de puntos de vista opuestos, pero si empero cuestiona el uso automático del formato adversarial, o lo que es lo mismo, el supuesto de que la mejor forma de solventar un conflicto es siempre por medio de la confrontación.

Su análisis es amplio e involucra durante un gran trayecto al análisis de la cultura de la polémica en los medios de comunicación. Cada vez que un actor social quiere ver promocionados sus puntos de vista confrontará, hostilizará o agrederá a un adversario real o imaginario.

Al revés muchas veces son los mismos periodistas quienes hostilizan a los entrevistados y logran provocar en ellos el efecto de escándalo que éstos a veces quieren generar por su cuenta, cayendo en una trampa que ellos mismos se tendieron.

Algunas personas pierden el don de la palabra cuando se sienten heridas, contrariadas o se les encuentra desprevenidas. Otras se levantan y abandonan la entrevista. Sin lugar a dudas, hay ocasiones en las que el periodista necesita formular a su invitado preguntas arriesgadas. A Tannen lo que le preocupa es el uso automático y gratuito con que algunos entrevistadores abordan su cometido.

En el campo político estas situaciones han llegado al paroxismo donde el maltrato de las características personales del adversario puede llegar a niveles de espanto como se vio la semana pasada en el comentado episodio de Alicia Castro tirándole la bandera norteamericana por la cabeza al titular de la cámara de diputados Eduardo Caamaño -y siendo en el camino calificada como torta, zurdita de Barrio Norte y otros epítetos por el estilo.

Las referencias a la necesidad de eliminar el aburrimiento de la política, la campaña permanente, la impúdica alusión a datos y circunstancias personales son argumentos de uso frecuente para desacreditar al adversario y para promover las interacciones basadas exclusivamente en el enfrentamiento.

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4 Polémicas por todos lados

Tannen dedica otro capitulo de su obra a una critica demoledora del sistema legal norteamericano tomándolo como un buen ejemplo de la práctica de resolver casos por medio del enfrentamiento, es decir, colocando a las dos partes en disputa contra las cuerdas y permitiendo que resuelvan sus discrepancias en el cuadrilátero. Con este procedimiento se refleja y se refuerza el supuesto de que la verdad emerge a raíz de la polarización, de situar a dos extremos uno frente a otro.

Casi al final de su última obra traducida, Tannen dedica un capítulo entero a considerar las formas de confrontación verbal entre chicos y chicas en edad adolescente reiterando aquí algo ya conocido, cual es el uso diferencial según genero de los insultos. Porque lo que Tannen demuestra en ellos es el arraigo de la polémica en nuestra cultura y, por otra, de su adaptabilidad y polifuncionalidad.

Todo este diagnóstico seria mas que interesante, aunque a veces demasiado detallado, y excesivamente periodístico en las citas y los casos tratados, es decir un tanto chato en su enunciación, si no llevara al final del libro a la búsqueda de otros métodos para dirimir diferencias buscando aprender de otras culturas para lograrlo.

Porque Tannen remarca acertadamente que la controversia y el debate son estilos muy marcados culturalmente. Así la tradición en Israel exige que se manifiesten las opiniones en voz alta, particularmente cuando se disiente. Esta misma actitud prevalece en muchas otras culturas, especialmente en la parte más oriental de Europa y entre individuos de origen mediterráneo, armenio, africano o sudamericano. Todos ellos al parecer disfrutan con una buena polémica, un argumento, una sesión de debate. En India y Sri Lanka, por ejemplo, se espera que los individuos sean agresivos en su discurso.

En Bali. Allí las discusiones emocionales son casi inexistentes, y cuando una persona de aquella isla llega a Estados Unidos se asusta cuando tiene ocasión de presenciar una polémica de cierto calibre. Sin embargo los estadounidenses se asustan, o cuando menos sienten desagrado al presenciar ciertos tipos de polémica que se dan en algunos países de Europa y naturalmente, en ciertos ámbitos de su país que ellos desconocen.

Tannen cierra su análisis con una obligada mención a la forma en que el discurso académico ha incluido esta cultura de la polémica lo que se traduce en discusiones y análisis de obras ajenas en donde predomina el interés en encontrar el error y la falta, las insuficiencias y las limitaciones, antes que cualquier intención seria y productiva de colaborar con los demás en un desarrollo conjunto y mutuamente enriquecedor.
Para saber y leer mas. Hay cerca de 20 paginas gratuitas del libro en ingles.
Entrevista a la autora en el sitio de Tom Peters
Este es el Website oficial de Deborah Tannen, autora de La cultura de la polémica Del enfrentamiento al diálogo, así como de Tú no me entiendes. ¿Por qué es tan difícil el diálogo hombre/mujer?, (Vergara, Buenos Aires, 1991); Género y discurso, (Paidós, 1996); °Yo no quise decir eso!, (Paidós, 1999), entre otros títulos .

Esta breve nota fue publicada originalmente en el Interlink Headline News No. 2657 ISSN 1514-349X del viernes 10 y del sabado 11 de mayo de 2002 bajo el titulo ¿Necesitamos mas o menos debate? No confundir polémica con confrontación, ¿necesidad de disentir con ganas o de hacer pelota al otro?

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Publicado enVida Cotidiana

Un comentario

  1. gianfranco italo mariselli andrade gianfranco italo mariselli andrade

    Interesante articulo. Me ayudo a resolver un trabajo de la universidad. Gracias

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