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“Hoy la utopia de los jovenes es subsistir” habla Griselda Gambaro y mejor sera que escuchemos

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Una cierta falta de experiencia…

Una de mis mas grandes taras es la falta de pasión por el teatro. Leer obras de teatro me resulta aburrido (casi o mas que leer un guión de cine) algo que tampoco esta entre mis manjares de cada día. Pero ir al teatro me cuesta y pesa. Es cierto que hace poco vi y goce Copenhague pero de cada 10 obras que digo merecen ser vistas (ahora por ejemplo Las Troyanas) algo me inhibe y me detiene.

Si en general dejar de hacer algo de este tipo (igual que tener hijos, absurda pero pertinente comparación) es solo un pasaporte para la falta de experiencia, en el caso del teatro la perdida es evidente porque autores de todo tipo (desde Sofocles hasta Arthur Miller) han encontrado en el teatro una forma de decir y de hacer que que no puede ser suplantada por ningún otro medio. Al punto de que Harold Bloom acertadamente sostuvo que las obras de teatro de Shakespeare inventaron a lo humano.


En la Argentina contemporánea, aunque se pueden contar con los dedos, hay al menos una pleyade de autores que deberían llevar al teatro a personajes como yo (Carlos Gorostiza, Roberto Cossa, Carlos Somigliana, Ricardo Talesnik, German Rozenmacher, Ricardo Barthis, Daniel Veronese). Y entre ellos descolla evidentemente Griselda Gambaro cuyas obras figuran en numerosas antologías y están reunidas en la Colección Teatro (6 tomos) de Ediciones de la Flor, Buenos Aires; habiendo sido traducidas a 12 idiomas.

No necesariamente un gran autor es un buen entrevistable. Porque los consagrados en general se reciben de pontificadores y es muy difícil encontrar a alguien que aúne en si criterio, desafío, estilo, proyección, recogimiento y sobretodo don de gentes.

Pues bien todos estos epítetos y muchos mas aun se aúnan en esta señora ejemplar que bien puede ingresar en el panteón de nuestras heroínas donde solo hemos dejado instalarse a personajes como María Elena Walsh, Beatriz Sarlo y a no muchos mas.

Aprovechando una entrevista de esas que casi siempre salen pomposas en la colección de los sábados acerca de los intelectuales argentinos en La Nación hecha por Carmen María Ramos una cantidad de buenas cosas quedan en claro.

Una Andres Rivera femenina y dramaturgica

Cada vez que Griselda Gambaro -una especie de Andrés Rivera en versión dramaturgica- opina escuchamos un latigazo y las suposiciones todavía conformistas propias y ajenas se sobresaltan sin poder reacomodarse

A diferencia de tanta protesta el cuete para la autora, que ya dejo atrás la setentena, la queja sin reacción es una inútil forma autocompasiva (¿Cuando lo aprenderán los periodistas vernáculos, los políticos de la oposición retórica, los críticos de café o de salón? tamaña verdad?).

En consonancia nada de lo que dice en la ficción o en la realidad esta demasiado alejado de textos o de frases que duelen, molestan, sacuden, conmueven, irritan.

Gambaro pago con creces su indignación ante todas las formas de violencia y debió exilarse en Barcelona cuando, en 1977, la dictadura militar prohibió su novela Ganarse la muerte, por considerarla contraria a las buenas costumbres y al orden social. Así abandono su Don Bosco elegido y se quedo por muchos años en la madre patria volviendo a su terruño apenas la democracia le hizo un guiño. Natural de Barracas vivió toda su vida en Don Bosco mostrando que las luces de la ciudad no le hicieron torcer el rumbo.

Lo que llama la atención en Gambaro es no solo que nunca se la creyó sino que tiene un respeto y una devoción por la memoria, la historia, el trabajo ajeno y el reconocimiento del valor de la diferencia y del otro que hace rato que no existe en otras cofradías o comunidades.

Cuando era un párvulo leí sus obras El Desatino y Los Gemelos y aunque después no segui de cerca su prolífica e inmensa trayectoria desde entonces quede fijado en la imponencia simbólica de esta mujer.

Contra quienes se imaginan que personas como Gambaro son siempre melancólicos utópicos o nihilistas, ella misma insiste en que si todos estos temas aparecen recurrentemente en su obra es porque no han desaparecido de la realidad. La realidad ha cambiado a lo largo de los años, pero, en ciertos aspectos, para que nada cambie. La violencia persiste, aunque no sea la misma que en la época de la dictadura militar. Cambió su rostro, que indudablemente es más benévolo, sin la metodología del crimen de la dictadura, pero aún en democracia no se puede ocultar que ese rostro es temible.

Temas que la buscan y se le imponen

No es que Griselda Gambaro se interese por los temas lúgubres dolorosos -bien quisiera no tratarlos-, pero los temas la buscan, le imponen que se ocupe de ellos, porque su responsabilidad es hacerlos visibles de un modo tal que nos lleve a preguntarnos por qué las cosas son como son, aunque no tengamos las respuestas.

Si en algo no cree Griselda es en un arte inútil, del sinsentido -aunque haya sido una de las inventoras del teatro del absurdo en 1969 Junto a Tato Pavlovsky mostrando siempre que la aproximación directa a las cosas es el camino mas recto para hacerlas sentirlas con todo. Según ella en las sociedades actuales, que marchan tan aceleradamente hacia formas deterioradas de vida, el artista tiene una doble responsabilidad: no traicionar a su arte ni a su época. Y, sobre todo, no callar ni mirar de costado.

A diferencia de la mayoría de los entrevistados previamente en esas columnas Gambaro es muy ecuánime y reconoce lo poco bueno hecho y lo mucho bueno por hacer por el actual gobierno: la recomposición de la Corte Suprema de Justicia, con una selección rigurosa de sus integrantes. En cambio, cree que existe una percepción más confusa sobre la generalización de la violencia delictiva y la manera desolucionarla.

Lo que mas le preocupa es la perdida de horizonte mas que de utopía en los jóvenes contemporáneos. Hace una revisión critica de los que lo fuimos en los 60 y si bien por un lado nos beneficia al reconocernos por haber tenido una especie de sueño de cambiar las cosas, al mismo tiempo no tiene empacho en señalarnos que no supimos calibrar que las cosas se cambian por la presión de un convencimiento mayoritario y que la fuerza es la última instancia de ese convencimiento. Si ciertos cambios históricos fueron posibles -la Revolución Francesa, la revolución rusa, la revolución cubana- fue porque la chispa que encendió la hoguera se produjo por deseo de la mayoría. Según ella no fue ésta la situación en los años 70, cuando jóvenes idealistas, generosos, también dogmáticos, se empeñaron en una lucha dispar que terminó en masacre.

También le pasa a ella como a casi todos nosotros que solo conoce jóvenes de hoy, individualmente y por segmentos. Supone que algunos deben conservar las utopías de un mundo mejor, aunque más no sea por un simple ejercicio de la solidaridad, pero cree que por el momento la principal utopía de la mayoría de los jóvenes es subsistir.

Cada pregunta es contestada con una mezcla de obviedad y fortaleza interior inclaudicables. Si volvió del exilio es porque éste es su país, el lugar de su infancia, de sus afectos. También el lugar en el que deseaba llevar a cabo su oficio de escribir.

No conoce el rencor, pero sí guarda rechazo muy profundo hacia los actores, principales y secundarios, que ejercieron el poder en aquellos años. Ese rechazo se mantiene en estado de vigilia.

La cultura como sintoma de la desconfianza

Para ella la cultura no tiene nada ver como eso que Ambrose Bierce en el Diccionario del diablo llamaba erudición, A saber el polvo que cae de un libro viejo en un cerebro vacío. Somos cultos dice cuando desconfiamos de la verdad revelada, cuando nos entregamos al placer del arte, pero sobre todo cuando compartimos su sentido primordial: el que nos permite salir de nosotros mismos, de nuestro yo egoísta, limitado y perecedero, para entregarnos a una experiencia colectiva en la que el otro se nos revela, nos continúa y nos explica.

Para ella un país posible y deseable es recordando a Italo Calvino -Un país donde la inevitabilidad de la muerte, no sea nunca el término de una vida sumergida.

Coincidimos con los críticos en que las creaciones de Griselda Gambaro constituyen, junto con las de Eduardo Pavlovsky, el conjunto más original del teatro argentino contemporáneo. Sus personajes tratan desesperadamente de mantener su identidad, pero acaban siendo frustrados y trampeados sin esperanza por insondables fuerzas internas y externas.

Todo su teatro es un juego de dualidades. Combina el ingenio con el humor negro, su argumento en apariencia realista y su lenguaje en apariencia lógico se funden con una atmósfera de pesadilla y la lógica, corrosiva, es aplicada a situaciones absurdas.

Su visión de la naturaleza humana pone sobre el tapete a la crueldad como uno de los elementos destacados de dicha naturaleza; crueldad tanto física como psicológica. No es de extrañar entonces que el tema de la violencia sea posiblemente su tema mayor, apareciendo en sus trabajos y dándole unidad a su obra, la mayor parte de las cuales han sido representadas en distintos países de América y Europa.

Ah si Griselda esta casada con el increíble y maestro de la resina epoxica Juan Carlos Distefano uno de los mas maravillosos y provocadores escultores contemporáneos. Que pareja increíble. Chapeau!

Algunas entrevistas
El éxito suele ser un malentendido” por Silvina Friera. Página/12. 15 de junio de 2003
El Celcit en accion  (Argentina) 26/8/02 
Paradójicamente, el despertar nos permite soñar un país mejor
La Nueva Señora Macbeth en Nexo
Raquel Garzon en Los Andes

¿Quien es Griselda Gambaro?
Minibiografia

Publicado enGlobalifobia

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