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Cenando a la vera del Charles River.

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Hay mas de 7 milliones de historias como esta en la ciudad desnuda

Hay escenas imborrables, de esas que aunque se deshojen las décadas siempre estarán tan vivas como la primera vez que las vivimos. Tambien hay frases inolvidables. Asociadas casi siempre a la radio o la TV. O a algún dicho de un personaje mas que famoso. Que nos vuelven siempre a la memoria, sin ninguna excusa, porque forman parte de nuestro cableado mental, casi como si estuvieran grabadas quimicamente en las neuronas.

Una de esas frases la pronunciaba el narrador de una película en blanco y negro que veía cuando estaba en el primario y que se llamaba La ciudad desnuda -en sus versiones de 1958 y 1963 que llegaron mucho despues a nuestro pais . Despues de contar una intrincada historia, generalmente de crimenes o complicaciones insondables, el narrador cerraba el capitulo sosteniendo con voz engolada «Hay mas de 7 milliones de historias como esta en la ciudad desnuda».


Se trataba obviamente de NY y a mi me encantaba la posibilidad de que cualquiera de sus habitantes tuviera su propio programa, fuera una narrativa posible, y que perdido en medio de millones de otro seres, gracias al artilugio de un cuento se convirtiera en una vida hecha y derecha que merecia atencion, consideracion y sobretodo la sorpresa de esopizarnos con alguna fabula.

Hace unos días habiendo bajado en la estacion Kendall y acercándome al 100 de Memorial Drive, esa imagen -que se cruzo con varias otras como ahora veremos- se tomo su revancha y me obligo a internarme una vez mas en una replica de la ciudad desnuda. Esta vez no se trato de NY sino de su vecina Boston, la historia que voy contarles no es de crimen y misterio, pero no por ello es menos interesante, y los protagonista no fueron esta vez personajes de ficcion, sino hombres y mujeres de nuestra patria (y de alguna mas) que tuvimos la suerte de coexistir en el tiempo y en el espacio frente al Charles River en una cena que seguramente no se reptirá y logrando un clima que cualesquiera buen programa de TV o pelicula de cine -especialmente a la Woody Allen- seguramente envidiaria.

Cenando con Richard Senett, Saskia Sassen y alguien mas

Se trataba de la casa de Richard Sennett, autor de una cantidad de celebérrimos libros entre los que se cuentan The Culture of the New Capitalism, (Yale, 2006), Respect in an Age of Inequality, (Penguin, 2003) and The Corrosion of Character, (Norton 1998) -y desde 1999 profesor en la London School of Economics. Ya habia visto a Richard hace una decada atras en el corazón de Washington Square, pero en esa ocasión no habíamos pasado de un hola y chau. En la cena en Cambridge también nos acompañaron, ademas de la infaltable opinologa, dos personajes mas. Se trato de Diana Davis ex-vicedecana en MIT y de su marido el hindu Debish Sanyal.

100 Memorial Drive no se parece en nada a un lugar ostentoso o destacable. Al reves esta en las antipdoas de la hermsoa townhouse en la que habíamos visitado a Martin Varsavskyunos días antes. Si alguna similitud tiene con algun edificio conocido, este no es otro que la abandonada (y siempre por ser demolida) carcel de Caseros.

Bueno estas pajareras son un must en la vida universitaria norteamericana. ¿O acaso George Yudice no vivia en una parecida en la esquina de Bleecker y La Guardia antes de mudarse a su actual loft de Brooklyn Heights? Pero convengamos que no se trata precisamente de lugares donde sobre el lujo o el diseño, o donde sea mas o menos atractivo vivir. Claro despues de todo Richard solo sera profesor visitante en MIT este semestre -m s precisamente porque aqui todo es muy preciso Bemis Professor of Social Sciences en MIT-, y anda mascullando si deja o no NY y se muda a Boston. Todos debemos encontrar nuestro lugar en el mundo y quizas este sea el suyo.

Despues de todo cuando párvulo pasó varios años de su vida en Boston, cuando se frustro su carrera de concertista de piano profesional (a la Condoleeza Rice aunque en las antípodas ideològicas), y de buenas a primeras dio marcha a un lado y se convirtió en uno de los sociologos mas renombrados del mundo.

En cuanto a Saskia dificilmente haya persona mas cosmopolita y brillante que ella. La conozco de cuando ella era una hermosa y alocada ventiañera que pretendiendo dar sus pininos serios en sociologia en Roma no fue tomaba en serio, hasta que se mudo a NY y llego a ser decana de planeamiento de la Universidad de Columbia.

Nunca me olvido de su interes por estudiar ruso para leer la literatura de ese pais en el idioma original, de las maravillas que hablabla de ella Mr Guettal, el profesor de frances de The Florida School al que ambos ibamos –hasta que ella y su hermana Hanneke se pasaron al Nacional Vicente Lopez y San Isidro- y de su militancia acendrada en NY en los comienzos de su carrera por los salvadoreños y otras etnias y grupos vilipendiados.

Nos cruzamos muchas veces. Incluyendo un almuerzo en el SSRC en NY cerca del Central Park, una cena en su departamento en el Upper West Side, nuestro encuentro en Pomona, California, y los mas recientes en Barcelona.

Mas formalmente Saskia es Ralph Lewis Professor of Sociology en la University of Chicago, y Centennial Visiting Professor en laLondon School of Economics. Esta terminando de escribir Denationalization : Territory, Authority and Rights in a Global Digital Age basado en proyecto quinquenal sobre gobernanza y accountability en una economia global . Sus libros mas recientes fueron Guests and Aliens (New York: New Press 1999) y su compilacion Global Networks/Linked Cities (New York and London: Routledge 2002). Una de sus obras mas conocidos The Global City aparecio en version corregida en 2001 y Saskia estuvo en Buenos Aires hace un par de semanas atras

Verse no es lo mismo que pensar juntos

Pero en casi todas esas ocasiones si bien pasamos mas o menos tiempo juntos no se había encendido la chispa que detono ese viernes en Cambridge. Azuzados por los comentarios de Richard y por las preguntas provocadoras de Diane, en el relativamente corto pero intenso tiempo que duro la conversación, pasamos por mil y un temas, deshojamos mil y una margaritas, nos hicimos preguntas, dimos respuestas que no nos convencieron demasiado, y logramos esa extraña alquimia que es convertir una reunión de pares en una autentica fiesta para la imaginación y el descubrimiento.

No hubo esta vez –como cuando hace un par de semanas atrás fundamos el grupo Complejidad– un Nacho hacendoso que tomara nota de los temas y mi memoria -sobre todo a 10.000 m de altura- era tan frágil como la del mas tendencioso de los periodistas, así que sin recorrer el espinel trataré de aclarar porque me pareció que esa charla junto al Charles River merecía ingresar al listado de historias únicas de la gran ciudad desnuda, aunque esta vez no se tratara de Nueva York, sino de Boston, aunque no hubieran aquí ni crímenes ni misterios, solo relatos e hipótesis, y aunque en mas de una ocasión se me patino la neurona y no entendí realmente de que se estaba hablando, sorprendido por el vértigo, los nombres propios desconocidos y el carácter tan saltarín de la charla.

En estos casos no importan tanto de que se habla, sino como se persigue a un snark (mitico animalito inventado por Lewis Carroll siguiendo la tradicion de Edward Lear y sus limmericks) y a veces se lo encuentra. Cada uno andaba con sus preocupaciones a cuestas, que iban desde que estudiar antes de cumplir los 30, de que vivir antes de cumplir los 60, porque seguir investigando y enseñando en el primer mundo, hasta preguntas mucho mas certeras y ponzoñosas acerca del grado de cooptacion de la elites tecnicas, politicas y religiosas en los parlamentos del primer mundo (y probablemente tambien si hubiera parlamentos y etnias que los ocupen en el tercero).

Para gente que viene del diseño o de las ciencias sociales, pero que son profesionales del metier y no meros aprendices locales, si hay un punto ciego, este esta asociado a la cultura tecnológica. Por eso la conversación giro mucho en torno al proyecto de las laptops de los U$S 100 (después de todo ese era el motivo por el cual estaba en Cambridge)y sobretodo alrededor de la cuestión de la alfabetización digital, especialmente a nivel de la formación docente.

Ese misterio del acople entre decir y hacer

Pero la verdadera preocupación subyacente estaba ligada a la relación entre conocimiento y acción, a la impotencia de las teorías sociales y la a necesidad de instaurar una tercera cultura, al desaguisado que supone no poder tratar ningún problema complejo global porque literalmente se nos vuela la cabeza al tratar de analizarlo, y a la necesidad de parcelar y fragmentar para entender.

Un punto de anclaje sumamente interesante en la charla fue la referencia a conocidos comunes. Así Sennett por ejemplo fue muy amigo de Michel Foucault, pero también conoció y frecuento muy mucho a los estructuralistas, a los lacanianos y a cuanto pope vivo o no de la intelligentsia se haya cruzado en el firmamento europeo.

La charla discurrió por infinitos andariveles y se centro muy especialmente en las estrategias de las políticas par a par, en la posibilidad de imaginar un sistema de producción par a par y, sobretodo, en la ilusión/necesidad que muchos tienen de imaginar que la revolución es todavía posible, aunque las estrategias de cooperación del sistema se despliegan permanentemente y de manera cada vez mas eficaz y cíclica.

Muchos de estos temas son abordados por Bruce Abranson en Digital Phoenix Why the information economy collpased and how it will rise again MIT Press, 2005 y por Michael Strangelove en The empire of the mind. Digital piracy and the anti-capitalist movement, University of Toronto Press, 2005, dos de nuestros libros insignia de este viaje- ya que ambas insisten en la necesidad de repensar el presente a partir de una triple lectura que articula, la innovación tecnológica, los derechos de propiedad y la economía de las redes, aunque al momento de la charla aun no los había hojeado debidamente.

En Cambridge los nombres de Lessig y Sunnstein eran pan comido -especialmente para Saskia-, allí los argumentos y contraargumentos eran escupidos como si una ametralladora colectiva estuviera parseando ideas por nosotros. Allí alguien metía un bocadillo que el otro inmediatamente se lo engullía e iba por otro mayor.

Cuando estábamos en el momento culminante de nuestra boutique de ideas, de pronto Richard se paró, farfulló algo y de inmediato el resto de los cuatro hicimos lo mismo con el consiguiente mutis por el foro. Diane y su marido tuvieron la gentileza de cruzar el Charles River y dejarnos en nuestro hotelito del Financial District. Un largo día bostoniano habia llegado a su fin y uno de los picos mas interesantes de nuestra visita a Boston, se había alcanzado.

Publicado enCrónicas

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