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¿Cuán útiles son las herramientas útiles?

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La inflación lingüística llamada Web 2.0

Desde hace mas de una año el sanbenito de la web 2.0 no ha hecho mas que crecer y crecer. Si hasta hace un tiempo atrás quien no estaba en la web 1.0 no existía, imagínense ahora, cuando cualquier weblogger que se precia tachona su sitio de 10 o 20 íconos que remiten a los usos mas abtrusos y supuestamente mas maravillosos que puedan imaginarse.

En estos días se trata de Feevie que se anuncia como la gran revolución emergente. Pero pasó hace poco con 20 o mas aplicaciones, applets, widgets, plug-ins o lo que mas les guste.


Claro como corresponde a toda oleada de hiperoptimismo, no hace falta que pase mucho tiempo, ni que haya demasiadas objeciones, para que un mar de gente denoste de pronto, lo que hasta ayer otro grupo no menos entusiasta alababa empedernidamente.

Entre las maravillas que imaginaban cambiar al mundo estaban los agregadores de RSS, esa fantástica máquina de recuperar información a partir de los tags. Y, sobretodo, los sistemas de votación de posts o de noticias que supuestamente habrían de reemplazar a los editores profesionales, demasiados pagados de si mismos y de sus criterios, por la voluntad popular, el saber colectivo, las multitudes inteligentes y otras apelaciones y denominaciones no menos democráticas, pero de las que meritocracia duda cuando de decidir si lo que verdaderamente importa esta de un lado o del otro del filtraje y de nuestra atención.

Agregando noticias de periódicos y blogs ordenadas por votación de los usuarios

Mas especificamente 2006 puso de moda las páginas que agregan noticias de periódicos y blogs ordenadas por votación de los usuarios. Esta tendencia empezó con Digg en Estados Unidos, paso por la españolisima Meneame.net, y parió variantes como son Chido o como Rankia, un agregador de noticias de Bolsa en México.

Desde hace mucho, diarios ilustrísimos como el argentino La Nación permiten que los lectores «voten», dando tráfico y legitimidad a estas páginas. Pero mientras mucha gente -nosotros incluidos- estábamos mas que fascinados y contentos con esta tendencia, no paso mucho tiempo hasta que Jesús Encinar nos diera un mandoble como pocos, al descerrajarnos brutalmente que nuestra idea de que el filtrado social de noticias que, en principio, tendría que ser mejor que el filtrado de una sola persona, directamente es un error garrafal.

Según el autor los agregadores son un entretenimiento divertido, pero no sirven para estar informado. Porque cuando se visitan páginas de periódicos o se leen weblogs lo haríamos para enterarnos de noticias y novedades que:

– Influyen y dan forma a la sociedad, la economía, la cultura o la tecnología.
– Tienen relevancia social y dominan las conversaciones en alguno de esos campos.
– Son útiles para nuestro trabajo o nuestra vida social y personal.

Importancia de las noticias mas leídas

Según Encinar los agregadores no nos sirven. El problema es que las noticias más leídas o más votadas no son las importantes. Si leemos agregadores nos enteraremos de lo más absurdo, grotesco, extraño, sórdido, chocante, llamativo. Pero paradójicamente, si nos dedicamos a leer las noticias más leídas o votadas, no nos enteraremos de lo que está pasando en el mundo.

Aparentemente ninguna de la noticias que aparecen en el primer lugar de Digg o Meneame tienen algo que ver con estos criterios o jerarquías y en general al revés resalta lo bizarro, lo curioso, lo divertido o lo simplemente extravagente.

Mas alla de que coincidamos o no con que es lo que la gente busca en los periódicos mas formales, y aunque concordemos en que en general las votaciones se desvían hacia temas de esta naturaleza, lo que nos llama a atención en esta observación de Encinar es este mecanismo tan usual en Internet de sobrevaloracion inicial y de sobremenosprecio final.

De poner tantos huevos en una canasta a después romperlos todos y no hacer ninguna tortilla.

Independientemente de su valoración lo que plantea Encinar es interesante porque pone en tela de juicio nociones mucho mas atrevidas como las analizadas por James Surowiecki en La sabiduría de las multitudes, o por Howard Rheingold en Multitudes Inteligentes, acerca de un conocimiento que es mas valioso cuando se multiplica, de una capacidad de acercarnos mas a las verdades cuando lo hacemos en manada, y fundamentalmente de que el conocimiento compartido o distribuido es en promedio mucho mas eficiente y mucho mas preciso que el que puede generar el mas valioso o emplumado de los expertos.

En general en estos deslizamientos a favor y en contra en algún momento en la emergencia/ocaso de un concepto, el fiel se instala en un lugar intermedio, y mediante una combinación de tecnologías mas refinadas y de criterios de selección mas sofisticados que los primigeniamente existentes, se llega a resultados inconseguibles manual o análogamente, y a la vez que se valorizan el lugar particular de algunas plumas o mentes destacadas y privilegiadas, se eleva consensualmente las opiniones del colectivo.

Al respecto es atinado el comentario de Martín Varsavsky en El Encanto de las Películas Viejas, comparando el cine de los años 60 y el de hoy haciéndose la inevitable pregunta de cual de los dos es mejor.

Según MV no es que la gente fuera más culta en los 60 que ahora -aunque la mayoría de los intelectuales están seguros de que asi fue. Lo que pasa es que el pasado nos llega editado por el mejor editor que existe, el tiempo. Lo que sobrevive, en este caso las películas que sobreviven, son lo mejor de lo mejor de esa época. Y claro, lo mejor de esa época comparado con lo que aparece cuando encendemos el televisor nos crea esa falsa impresión de que el pasado era mucho mejor.

Todo lo malo es bueno para nosotros (Johnson dixit)

Siguiendo con lo que hemos dicho en muchos lugares a lo largo del 2006, a partir de la proliferación de herramientas de comunicación y de expresión, dados los fenómenos de globalizacion e intercomunicación, habida cuenta de la posibilidad de remixaje y de bricolage de todo lo que hay, con el proceso creciente de digitalizacion que vemos hoy en día que aumenta todavía mas la posibilidad de reelaboracion y pastichizacion. ¿cómo podríamos suponer que todo tiempo pasado fue culturalmente mejor?

Hoy no tenemos solo alta y baja cultura, cine nouvelle vague y spaghetti western. Hoy tenemos gradaciones de todo y categorías intermedias inexistentes antes. Es como si de pronto el boxeo hubiese pasado de tener solo dos categorías: peso pesado y peso pluma a toda la gama de las que tiene hoy en una gradación variopinta.

Con la cultura (el cine, las artes, la literatura, etc.) ha pasado lo mismo. Ya no tenemos solo best-sellers y clásicos imperecedores sino combinaciones inesperadas, best sellers de calidad, productos valiosos que se replican entre medios (cross-media), autores noveles y productores muy jóvenes que pueden generar todo tipo de criaturas culturales fabulosas, a la vez que seguimos canonizando a los clásicos y vamos a su encuentro con las mismas ganas de siempre.

Por eso ni Digg ni Meneame son la maravilla que prometían, ni la ramplonería que hoy se les diagnostica. Son apenas embriones o formas primitivas de nuevas criaturas tecnoculturales que reinventadas y reanalizadas seguramente ofrecerán una potente combinación de calidad (personalizada e individualizada) como antaño con la potencia creativa y el valor selectivo y de filtrado (colectivo) de hoy.

Publicado enMemetica

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