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De porque no se puede ser premacluhaniano en el primer centenario del santo profeta



Primer centenario

En un capítulo de Internet Imprenta del siglo XXI (2005) dedicábamos unos comentarios agradecidos al Santo patrón Marshall McLuhan quien en Las leyes de los Medios nos habia regalado algunas perlas para pensar y rediseñar la red.

El 21 de Julio de 2011 se cumplirá el primer centenario de su nacimiento y a medida que la red se potencia y metamorfosea, catalizando inesperadamente revueltas sociales como las que acaban de ocurrir en Túnez y en Egipto -y que están siendo resistidas en Bahrein, Argelia, Yemen– ayudando a derribar tiranías de mas de 30 años de duraciòn, las enseñanzas de McLuhan, están mas vivas que nunca.

No nos equivoquemos. McLuhan no pretendía explicar nada, sino explorar todo. Sus modelos no eran ni históricos ni predictivos sino básicamente heurísticos. Para muchos sus aforismos suenan a jerga estructuralista francesa o a galimatías lacaniano, y como el hombre no medía objetividades le endilgaban los motes de poeta o de místico. Error tras error, prejuicio tras prejuicio, desidia sumada a ramplonería intelectual y a corporativismo académico.

You know nothing about my work!

Por suerte el año McLuhan buscará remediar tantas zonceras esta vez no criollas sino globales, y en esa dirección apunta una de las primeras obras del año que le hacen justicia al Gran McLuhan. Se trata de Marshall Mcluhan: you know nothing about my work! de Douglas Coupland publicada previamente en la colecciòn Extraordinary Canadians, dedicada originalmente a reinvindicar el pensamiento creativo y estratégico de los canadienses demasiado asfixiados por sus vecinos del sur.

Annie Hall, esa maravillosa película filmada en 1977 con la increíble Dianne Keaton en el rol coprotagónico- registró una aparición cameo de McLuhan desautorizando en persona la blableta empalagosa y academizada de un pretencioso amanuense suyo a quien McLuhan despacha para alegría de Woody Allen con un «You know nothing about my work.». Aunque Allen alcanzó a decir que eso solo pasaba en las películas, gracias al enorme empuje socializante de Internet y las redes sociales, hoy no estaríamos tan seguros de que esas cosas solo pasan en las películas. Con lo que la vida imita al arte cada vez mas en estos días.

Haciendo honor al pensamiento retroprogresivo (Paniker), Coupland, sugiere y nosotros compramos su tesis, de que McLuhan -como Gardel, zorzal que cada día canta mejor-, piensa cada día mejor y que ello se debe, entre otros factores, a que la idea de aldea global era solo una hipótesis a contrastar, en el momento en que McLuhan escribía, pero se ha vuelto una realidad cada día mas omnipresente y tangible en 2011.

Como le ha sucedido a tantos clásicos de la ciencia, de las artes, del pensamiento y de la acción, a medida que transcurre el tiempo, la voz de los críticos se oxida y opaca, mientras que la voz del original se tensa y oxigena y sin mayor esfuerzo vemos como los críticos viven de el o de ella pero a contramano.

La fascinación de la sofisticación

Si McLuhan nos fascina hoy quizás mucho mas aun que entonces, a 30 años de su muerte -y lo mismo ocurre con su compañero de travesuras intelectuales como fuera Walter J. Ong, S.J. (1912-2003), autor de obras cuasi ocultistas como Ramus, method, and the decay of dialogue: from the art of discourse to the art of reason, ello se debe en gran medida a que estos grandes «sondeadores (probes)» no pertenecían a ninguna feligresía epistemológica, ni se dejaban arrinconar por ninguna policía metodológica.

Tanto Ong como McLuhan enseñaron inglés y literatura, Mc Luhan en Toronto y Ong en Saint Louis University. Para Coupland uno de los mejores artículos que alguna vez se escribieron sobre McLuhan estuvo a cargo precisamente de Ongcon su «McLuhan as Teacher: The Future Is a Thing of the Past» en Journal de Communication, volume 31, number 3 (Summer 1981): pages 129-35

Allí Ong definía a McLuhan como a uno de los grandes maestros de la historia, insistiendo en que el mejor docente es el que deja que los alumnos aprendan y se enseñen entre sí. El buen docente es el que activa la mente de los demás. Asi como el fascinante y excéntrico matemático húngaro Paul Erdos tocaba a la puerta de colegas diciendo «Mi cerebro esta abierto«. McLuhan sigue tocando a la puerta de infinidad de nosotros.

Mi cerebro esta abierto

Si buen docente es el que impulsa a los otros a pensar (a hacer distinciones), uno excelente es el que hace placentero el proceso de aprender, y uno excelso es el que convierte al pensar en una actividad de empoderamiento, aunque sea disruptiva y cansadora, McLuhan, como muy pocos perteneció a esta tercera y exclusiva categoría.

Para Coupland el estilo monológico de McLuhan era lo mas parecido a la asociación libre, pletórica de sentido, que se pueda imaginar. Para McLuhan pensar era pensar en público, ante una audiencia, con sparrings, dialógicamente.., consigo mismo.

Los monólogos de McLuhan eran en verdad la puesta en público de sus ideas frente a una audiencia donde el diálogo tenía lugar dentro de la cabeza del propio McLuhan, pero vertido ante la fascinante o perpleja mirada colectiva del auditorio. McLuhan no tenia Superyo cuando se trataba de gestar ideas nuevas. Nada paradójicamente la mayoría de los libros tardíos de McLuhan necesitaron de coescribidores.

Las clases y conferencias de McLuhan no seguían plan premeditado alguno. Su curriculum era el no-curriculum y muchas veces sus argumentos rayaban en el absurdo o en lo incomprensible. Muy cercano y muy lejano a otros de nuestros héroes intelectuales -como fue Gregory Bateson-, McLuhan fue incomprendido y desautorizado por la academia. Curiosamente sus últimos 15 años, solidarios de los años locos de la década del 1960 y los mas creativos del siglo XX junto con los años 1910/1920 como viene de mostránoslo Philip Blom en Años de Vértigo. Cultura y cambio en Occidente, 1900-1914 sirvieron para convertirlo en guru y en celebridad, pero al mismo tiempo opacaron muchas de sus ideas que recién hoy son reevaluadas y reapreciadas, como testimonia Coupland.

Se puede ser mcluhaniano o antimacluhaniano, pero no se puede ser premcluhaniano

Si en obras previos que hemos escrito quedó claro y explícito nuestra deuda con Gregory Bateson, con Fernando Flores, con Michel Foucault, con Thomas S. Kuhn y con Francisco Varela, sumamos a todos ellos este imprint que heredamos hace varias décadas vía Ong, Innis, Olson y varios mas. Que quedó latente y en estado recesivo durante muchas década,. y que por fin con El Paréntesis de Gutenberg. Litwin Lectures 2010 , la tercera parte de nuestra trilogía (Santilla,a 2011 a aparecer), amerita desarrollos y planteos que previamente solo figuraron en un lugar marginal, y sin agradecerle debidamente al César de los medios la enorme deuda que todos hemos contraído con el.

Como dijo alguna vez Louis Althusser de Karl Marx. Se puede ser marxista o antimarxista, pero no se puede ser premarxista. Lo mismo decimos nosotros, especialmente en el reino de la comunicación y las redes. Se puede ser mcluhaniano o antimacluhaniano, pero no se puede ser premacluhaniano. Nosotros lo somos en grado impar y nos alegra muchísimo a partir de esta obra nueva obra que acabamos de terminar de redactar, inspirada profundamente en sus enseñanzas, contribuir a revalorizar a McLuhan especialmente en el año de su centenario.

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