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Día: 3 diciembre, 2011

La sociedad inteligente será hija de la política no de la tecnología

La política y la tecnología. Dos velocidades que no se mezclan ni de casualidad

El problema con la tecnología es que va demasiado rápido. No sabemos muy bien para qué sirven tantos gadgets, aparatitos, dispositivos, y antes de que hayamos aprendido a usar el 10% de sus disponibilidades (affordances), se vuelven obsoletos, algunos gurúes se esmeran por sustituirlos por versiones mas aggiornadas y supuestamente mas potentes y útiles, y asi se nos va acumulando chatarra tecnológica sin parar, y quedamos tan descontentos o «en pelotas» como antes, y los estantes y placares albergarán tantos juguetes que nos deslumbraron el dia de su bautismo y que ahora han devenido inútiles por motivos de los mas variados.

El problema con la política es que va demasiado lenta. Sus promesas no se cumplen, sus vaticinios rara vez encarnan en bienestar colectivo, su comprensión de la dinámica ecológica, tecnológica, económica y hasta convivencial es harto precaria y con algunas excepciones, en general, quienes ganan una elección pierden la siguiente, y a quienes toman las medidas mas antipáticas no les va ni mejor ni peor que a las que toman las simpáticas.

Hay excepciones y momentos históricos particulares, pero cada día queda mas claro que los votantes se encuentran tan sorprendidos e insatisfechos con sus gobernantes, como los mismos políticos que hacen malabarismos para husmear el aire del tiempo y ver de qué lado ponerse para no ser arrasados por los vientos de la historia, cada día mas casquivanos e impredecibles.

Para colmo quienes saben (o creen saber) algo de política desconocen por entero a la tecnología, a la ciencia, a las humanidades, a los discursos de la complejidad. Y viceversa quienes conocen (o creen conocer) de algunos de estas temas, o practicas no se imaginan, no les interesa, no pretenden ni se ocupan de bajar a la tierra de la confusión, las demandas contradictorias y la barbarie cotidiana, esos secretos arrancados a la naturaleza o a la historia, en prístinos laboratorios, o en silenciosas cavernas de la meditación pero que rara vez subsisten en el barro de la vida cotidiana, es decir de lapolítica.