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Los libros del 2018 que nos sirvieron para pensar/actuar


No siempre pero bastante seguido hacemos el listado de los libros que nos rompieron la cabeza durante el año en curso apenas transcurrido. Es un rito que no le hace mal a nadie, que ordena retrospectivamente nuestro gusto insaciable por los temas mas diversos y que nos lleva a justificar nuestras inversiones cognitiva (aunque cada vez compramos menos comparativamente con décadas pasadas).

Además estos listados son cada vez mas fragmentarios, limitados e inconclusos. Porque como en este caso están limitados a los libros de papel que han pasado por nuestras manos (a nivel de lecturas de solapas han sido muchos centenares), y que por razones de empatía, decoro o mucha ganas, han terminado por engrosar los estantes ya atiborrados de una biblioteca en estado de desquicio total (prometemos que la pondremos a cero en el 2019).

Y por otra parte propuestas como las de de Pierre Bayard en Cómo hablar de los libros que no se han leído, Anagrama 2011 (original 2007) vuelve aun mas inútiles a listados como el nuestro. Aun así nos llevamos (le llevamos) la contra a Bayard y hacemos nuestra síntesis anual con la misma

Porque en Cómo hablar de los libros que no se han leído, Bayard no solo asume con naturalidad nuestra sempiterna condición de no-lectores (por mucho que seamos ávidos devoradores de libros, el número de lecturas pendientes siempre será infinitamente mayor), sino que convierte esa en apariencia vergonzante no-lectura en el núcleo mismo de la lectura

Yendo a la cosecha del 2018

1.Agustín Fernandez Mallo Teoría general de la basura (cultura, apropiación complejidad). Galaxia Gutenberg, 2018.

Teoría general de la basura fundamenta su principio en que no elaboramos artes y ciencias a través de la excelencia sino utilizando la basura pasada, los residuos que sin querer nos dejaron otros. Un libro que plantea una muy original ontología y epistemología de nuestra contemporaneidad: en los residuos de nuestro presente se hallan los genes culturales del futuro próximo.

El ramo de flores pintado por Henri Fantin-Latour a finales del siglo XIX, y que en el año 1983 fue usado por el diseñador Peter Saville como cubierta del disco Power, Corruption and Lies, del grupo británico New Order, tiene insertado en su extremo superior derecho una serie de cuadrados de colores, patrones de «pruebas de color dice Agustín Fernandez Mallo.

Esos cuadrados de colores premeditadamente no eliminados son el primer recuerdo que tiene de haber pensado que algo parecido a un residuo, a un trozo de basura -o en cualquier caso a algo que «no debía estar ahí»-, era introducido en una obra original para, sin perder su esencia, transformarla, hacer aparecer una obra nueva. Es ese recuerdo -mitad sentimental, mitad técnico- de los residuos y de las creaciones que generan lo que justifica aquí y ahora su uso como portada.

Todas la cosas tienen su línea año cero, el lugar más allá del cual lo inventamos todo: ahí comienza la ficción. Y este libro termina desplegando toda una teoría alternativa acerca de qué es un producto artístico y qué es una máquina y un organismo, produciendo así nuevas acepciones a los conceptos «natural» y «artificial».

De un disco de New Order al caballo que Nietzsche abrazó en Turín, del cine de Chris Marker a Lady Gaga, de las teorías de sistemas complejos a los Durmientes de Éfeso, de la mitología del romanticismo a la no menos imposible mitología pop, o del porqué del reciente colapso económico mundial al «Blues del Bosón de Higgs» que cantó Nick Cave, todo viene en este libro a resignificar nuestra cotidianidad.

Se pueden leer las primeras páginas de la obra haciendo clic aquíEntrevista llamativa con Ana Maria Iglesia

El blog de Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967) licenciado en Ciencias Físicas. Mantiene junto con Eloy Fernández Porta, el dúo de spoken word Afterpop Fernández y Fernández.

2. Jamie Susskind Future Politics: Living Together in a World Transformed by Tech. 2018

La política del futuro enfrenta una de las preguntas más importantes de nuestro tiempo: ¿cómo la tecnología digital transformará la política y la sociedad? El gran debate político del siglo pasado fue sobre qué parte de nuestra vida colectiva debería ser determinada por el estado y cual debería dejarse al mercado y a la sociedad civil. En el futuro, la pregunta será en qué medida nuestras vidas deben ser dirigidas y controladas por sistemas digitales potentes, y en qué términos.

Jamie Susskind sostiene que la innovación rápida e implacable en una gama de tecnologías, desde la inteligencia artificial a la realidad virtual, transformará la forma en que vivimos juntos. Al pedir un cambio fundamental en la forma en que pensamos sobre la política, describe un mundo en el que ciertas tecnologías y plataformas, y quienes las controlan, tienen un gran poder sobre nosotros.

Algunos recopilarán datos sobre nuestras vidas, lo que hará que evitemos conductas percibidas como vergonzosas, pecaminosas o incorrectas. Otros filtrarán nuestra percepción del mundo, elegirán lo que sabemos, moldearán lo que pensamos, afectarán cómo nos sentimos y guiaremos cómo actuamos. Otros más nos obligarán a comportarnos de ciertas maneras, como los autos que conducen y se niegan a conducir por encima del límite de velocidad.

Aquellos que controlan estas tecnologías, generalmente grandes empresas de tecnología y el estado, nos controlarán cada vez más. Fijarán los límites de nuestra libertad, decretando lo que podemos hacer y lo que está prohibido. Sus algoritmos resolverán cuestiones vitales de justicia social, asignarán bienes sociales y nos clasificarán en jerarquías de estatus y estima. Ellos decidirán el futuro de la democracia, haciendo que florezca o decaiga.

Una innovadora labor de análisis político, Future Politics desafía a los lectores a repensar lo que significa ser libre o igual, lo que significa tener poder o propiedad, lo que significa que un sistema político sea justo o democrático, y propone formas en que nosotros podemos y debemos recuperar el control.

Esta obra sera uno de los pilares de la cursada 2018 de @datosuba

Excelente reseña de The Guardian

Review de The Irish Times

3. David Edwards Creating Things That Matter: The Art and Science of Innovations That Last. The MIT Press, 2018.

La mayoría de las cosas que creamos no importan. Este libro trata sobre crear cosas que si importan, desde un maestro innovador que reúne la ciencia y el arte en sus laboratorios de vanguardia. Arte y ciencia se oponen brutalmente desde hace décadas sino siglos.

La innovación contemporánea en su mayoría los mantiene alejados. Pero en este libro, David Edwards, inventor de renombre mundial; Profesor de Harvard de la práctica de traducción de ideas; creador de insulina transpirable, envasado de alimentos comestibles y aromas digitales (Fundador de Le Laboratoire y The Lab, y autor del libro del mismo nombre), revela que el secreto para crear cosas muy nuevas con beneficios duraderos, incluidas las innovaciones que necesitaremos para sostener la vida humana en el planeta, radica en percibir el arte y la ciencia como una unidad indivisible.

Aquí Edwards comparte cómo descubrió una forma de crear que trasciende las disciplinas e incorpora los principios de la estética. Nos presenta a artistas, músicos, arquitectos, físicos, matemáticos, ingenieros, chefs, coreógrafos y novelistas de vanguardia (entre otros) y descubre un ciclo de tres pasos que todos comparten para crear cosas que duran la importancia.

Este ciclo de creadores no se parece a lo que asociamos hoy con la innovación que cambia el juego, y alinea el arte más expresivo y la ciencia más revolucionaria en una reimaginación radical de cómo vivimos. David Edwards y los innovadores que él describe pertenecen a un renacimiento popular emergente que florece en entornos especiales que todos podemos reproducir y recrear en nuestras escuelas, empresas y hogares.

4 Santiago Beruete Verdolatría: La naturaleza nos enseña a ser humanos. Turner, 2018.

Las plantas pueden ayudarnos a comprender las contradicciones humanas y sirven de inspiración en «la ardua ciencia de saber vivir bien», de la que hablaba Montaigne. Verdolatría se articula en torno a cuatro preguntas esenciales de la filosofía: qué puedo saber, cómo debo actuar, qué me cabe esperar y qué significa ser humano. Se nutre del pensamiento ecológico, las lecciones del arte del jardín y la ciencia botánica para cambiar nuestra forma de entender la vida en el planeta y nuestro lugar en ella.

Con erudición y sin extremismos, este tratado sobre los vínculos entre la humanidad y los vegetales invita a reflexionar acerca del medio ambiente, tan maltratado, y de la visión zoocéntrica que los humanos han dado a la historia. «Pensar que somos superiores a las plantas es un gran error», afirma Beruete, y hasta los datos avalan esta sentencia: «El 99,7% de la biomasa del planeta es vegetal, frente al 0,3% que es animal».

«Las flores han manipulado a los hombres con sus colores, sus aromas, han conseguido que las tratemos de maravilla. Ha sido su estrategia de supervivencia, igual que alimentarse por sí mismas, en contraposición a los mamíferos, que preferimos huir cuando llega el peligro», cuenta el escritor en su segunda incursión en la ‘filosofía vegetal’ después de ‘Jardinosofía’. «En alguna parte de nuestro cerebro, añoramos el bosque».

En ‘Verdolatría’, Beruete pasea por lugares de ensueño, como el jardín de Versalles, que considera «una gran máquina de intimidar». «Allí llevaba Luis XIV a los embajadores extranjeros para infundirles temor. Los extranjeros se iban con la impresión de que si el rey era capaz de dominar así la naturaleza, qué no haría con sus países».

Una ‘diplomacia verde’ que, sorprendentemente, también funciona ahora. «En Corea del Norte, cada querido líder ha tenido su planta. La orquidea híbrida de color púrpura, la planta nacional, se llama ‘kimilsungía’, como el fundador de la dictadura comunista, Kim Il-sung. Han conseguido incluso que florezca coincidiendo con el cumpleaños del Jefe del Estado», subraya el autor, que invita a observar cómo, en los desfiles militares norcoreanos, destacan primero los misiles y después, las plantas. «Son una imagen para reforzar la autoridad», apunta. «A los jardines se les pone nacionales etiquetas, inglés, francés, y eso no es inocente».

Los vegetales sirven, además, para expresar estados de ánimo: el jardín zen, en busca de la tranquilidad; la rosa roja, amor y pasión; los crisantemos, la muerte. Y también muestran los pecados capitales, con la avaricia a la cabeza. La primera gran crisis global de la historia fue la provocada por los tulipanes de Holanda y ahora, en el mismo país, el Flora Holland es un gigante mercado de flores, «más grande y menos humanizado que la Bolsa de Londres», donde se mercadea con las plantas.

Sostiene Beruete que lo natural debe ser de verdad natural y que cuando comienzan a triunfar palabras como ‘ecoeficiente’, ‘bioclimático’ o ‘sostenible’, «aquello se convierte en un objeto de lujo y traiciona los ideales que dice defender».

En el alocado siglo XXI, la naturaleza aparece como el último refugio físico y mental. «Uno de los placeres más genuinos es ver crecer las plantas, igual que ver crecer a los seres humanos. Quien es capaz de llevar con éxito una huerta también es capaz de criar a un hijo», dice Beruete, usando una de las analogías de las que está lleno el libro. «Los urbanitas vuelven a la naturaleza para recuperar sus ritmos vitales porque sienten que se están perdiendo algo. El tiempo en la naturaleza es otro y reconecta con nuestros ritmos vitales», añade.

«El jardinero va a la fiesta de la naturaleza vestido de mendigo», apunta el autor, que opina que la naturaleza enseña mucho también sobre la futilidad de las fronteras. «En los bosques no hay límites, hay codependencias, allí se crean mallas de conexión que a la vez hacen brotar música del subsuelo», asevera.

Entrevista a Santiago Beruete: «El jardín es un acto de rebeldía frente al consumismo»

5 Jorge Luis Marzo La competencia de lo falso. Cátedra 2018

Tradiciones inventadas. Pintores que no existen. Libros que debieran haber existido. Identidades tomadas en préstamo. La rica cultura de lo falso se ha tejido a la sombra de diferentes regulaciones de la verdad destinadas a delimitar qué es ficción y qué realidad. Hoy sabemos que son la misma cosa, y que la ficción funda realidades, que tiene voluntad pública, cuestionando la común interpretación de lo verdadero. La gestión de la verdad y de sus formatos es la base de toda autoridad. El «fake» surge precisamente para cortocircuitarla, explorando sus quimeras lingüísticas.

Los fakes nacieron en talleres obreros, bajo la guisa de bromas pesadas; en tabernas literarias en las que los escritores se mofaban los unos de los otros; entre berrinches de artistas cuya obra no fue seleccionada para una exposición; en oficinas de historiadores o científicos que no encontraban las evidencias históricas de sus anhelos. Surgieron también en las frecuencias de radio y televisión, y en las páginas de los diarios; engaños embozados en un lenguaje técnico y sorpresivo y destinados a engatusar audiencias con algún hecho de lo más increíble. La historia del fake revela una intensa pulsión creativa para diluirse en la vida social y política, para insertarse en el orden “natural” de las cosas y, como bomba de relojería, explotar con temporizador. La historia del fake es la “otra” historia del arte.

En la era de la posverdad, de la verdad privada, del algoritmo infalible, de la sofisticada manipulación técnica, la esfera pública se ha convertido en un complicado teatro de apariencias iconográficas, de enunciados y formatos de los que apenas somos capaces de establecer su verosimilitud. El fenómeno del fake desborda ya las noticias, la política, el arte, el consumo, la guerra: se ha hecho competente. Se ha convertido en el adjetivo universal que confirma lo que tantos siempre han sospechado: que el lenguaje -como bien señaló Umberto Eco- tiende, sobre todo, a engañar.

6. Carlos Scolari Las leyes de la interfaz. Gedisa, 2018.

Cuando alguien dice “interfaz” todos pensamos en una pantalla interactiva, un teclado o un joystick. Esa es la “interfaz de usuario”, el lugar donde los seres humanos interactuamos con los dispositivos digitales. Y de ello se ocupó el prehistórico libro de Carlos Hacer clic: hacia una sociosemiótica de las interacciones digitalesen el año 2004. Si ampliamos esta idea –la interfaz como el lugar de la interacción- no tardaremos en descubrir un mundo de relaciones, hibridaciones, competencias y cooperaciones que marca el ritmo de la evolución del gran sistema tecnológico.

Las leyes de la interfaz propone una exploración de ese universo a partir de diez principios que nos ayudan a comprender, de manera sencilla y con muchos ejemplos – desde la máquina de vapor hasta la computadora Macintosh, pasando por los cuchillos, los anteojos o los aviones- la complejidad de la red sociotécnica que nos rodea. Las leyes de la interfaz lleva la idea de “interfaz” mucho más allá de lo digital y la convierte en un concepto fundamental no solo para entender sino también para transformar nuestro entorno. Desde la escuela hasta los partidos políticos o las universidades son interfaces que están en crisis y deben ser urgentemente rediseñadas.

Habiendo presentado el libro ya en dos ocasiones, en Marzo de 2018 en Barcelona y en Noviembre del 2018 en Guadalajara, pudimos comprobar su audacia, su capacidad de síntesis, su relevancia y sobretodo el nuevo organizador conceptual que propone, para investigar la ecología de los medios en el momento de las fake news.

7. Manuel Arias Maldonado La política en la era humana. Taurus, 2018


El Antropoceno es una nueva época geológica cuyo rasgo central es el protagonismo de la humanidad, convertida en agente de cambio medioambiental a escala planetaria.

La colonización humana del planeta ha terminado por conducirnos a una nueva época geológica: el Antropoceno. Al menos, así lo indica una sólida hipótesis científica según la cual el progresivo acoplamiento de los sistemas sociales y naturales ha hecho de la humanidad el principal agente de cambio medioambiental global. De manera que el Holoceno, bajo cuyas benévolas condiciones climáticas ha prosperado la humanidad, está dejando paso a un nuevo régimen planetario lleno de peligros y oportunidades.

Del cambio climático a la extinción de especies, de la urbanización a la reforestación, el Antropoceno es un fenómeno ambiguo: un efecto colateral del progreso humano que despierta a las fuerzas telúricas que operan en el tiempo profundo y nos recuerda que somos criaturas terrenales.

¿Cuales son las consecuencias políticas. O sea: por los efectos que para la sociedad liberal y la democracia tiene una mutación planetaria que obliga a reorganizar las relaciones socionaturales.

Esta obra tuvo un protagonismo muy alto en la confección del programa de @datosuba2018 y dio lugar a una presentación no muy popular pero no por ello menos necesaria en La Noche de la Filosofía en Mendoza.

8. Daniel Innerarity Política para perplejos Galaxia Gutenmberg 2018

Vivimos en una época de incertidumbre. En sociedades anteriores a la nuestra, los seres humanos han vivido con un futuro tal vez más sombrío, pero la estabilidad de sus condiciones vitales -por muy negativas que fueran- les permitía pensar que el porvenir no les iba a deparar demasiadas sorpresas.

Podían pasar hambre y sufrir la opresión, pero no estaban perplejos. La perplejidad es una situación propia de sociedades en las que el horizonte de lo posible se ha abierto tanto que nuestros cálculos acerca del futuro son especialmente inciertos.

El siglo XXI se estrenó con la convulsión de la crisis económica, que produjo oleadas de indignación pero no ocasionó una especial perplejidad; contribuyó incluso a reafirmar nuestras principales orientaciones: quiénes eran los malvados y quiénes éramos los buenos, por ejemplo. El mundo se volvió a categorizar con nitidez entre perdedores y ganadores, entre la gente y la casta, entre quién manda y quién padece a los que mandan, al tiempo que las responsabilidades eran asignadas con relativa seguridad.

Pero el actual paisaje político se ha llenado de una decepción generalizada que ya no se refiere a algo concreto sino a una situación en general. Y ya sabemos que cuando el malestar se vuelve difuso provoca perplejidad. Nos irrita un estado de cosas que no puede contar con nuestra comprensión.

Pequeña selección

9. Serge Gruzinski El águila y el dragón. Desmesura europea y mundialización en el siglo XVI. FCE, 2018.

El gran iconógrafo francés nos brinda aquí es una comparación histórica de la conquista de México y China de parte de los españoles y portugueses respectivamente. Mediante el análisis de formas de gobierno, infraestructura, geografía y sociedad, Gruzinski enfrenta a las dos civilizaciones que tuvieron contacto con la maquinaria expansionista de la península ibérica y mediante esta comparación muestra la reacción de cada civilización frente a ella. El autor analiza cómo el águila azteca se arrodilló y el dragón chino resistió ante los europeos y las implicaciones que tuvieron estas reacciones para una historia global del siglo XVI.

Cuando China esta por volver a ocupar su lugar hegemónico en los dos últimos milenios (del que solo abdicó durante dos siglos) y AL se hunde en innumerables confusiones, derrapes y errores autoinfligidos, esta comparación nos duele y también nos ilustra acerca de la diferencia esencial entre el imperio del medio y los pseudoimperios mesoamericanos.

10. Deyan Sudjic El lenguaje de las ciudades. Ariel, 2018.

«Para dar sentido a una ciudad, hemos de saber algo acerca de las personas que viven en ella, y de la gente que la construyó. Es necesario preguntarse cómo lo hicieron y por qué.»

Una ciudad está hecha por personas. Tiene una identidad distintiva, que consiste en mucho más que una aglomeración de edificios; clima, topografía y arquitectura forman parte de lo que crea esa distinción, al igual que sus orígenes. Lo apasionante es que todos estos elementos no siempre producen los mismos resultados: muchas ciudades tienen un río, pero el Sena es único, parte esencial de lo que hace París distinto de Berlín. Hong Kong es una ciudad comercial, y también Dubái, y Hamburgo, pero son ellas mismas, inconfundibles. Cada ciudad es una experiencia única.

La mayoría de nosotros vivimos en ciudades, pero ¿sabemos qué es lo que hace que una ciudad sea una ciudad? ¿Es un lugar… o una idea? ¿Cómo debemos definir la ciudad hoy, tal y como evoluciona en el siglo xxi?

Un libro que nos ayuda a comprender por qué a menudo nos sentimos más cómodos con nuestra identidad como barceloneses, londinenses, moscovitas o mumbaienses que con nuestra identidad nacional.

Justo cuando las ciiudades-regiones (como in siste Parag Khanna en su Conectografia -que será también uno de los ejes de la cursada de @datosubs2018) pre anuncian el fin de la hegemonía de los Estados Nacionales volver a las genealogías de las ciudades, al desmonte de su maetriuadad (como hizo brillanetemente Bruno Latour en Paris. Ville invisible) y como también nos muestra

Aqui va nuestra lectura/no-lectura el del año pasado

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