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We are as gods and might as well get good at it (Stewart Brand, 1968)

1. Unnatural Selection

Cuando programamos nuestras 20 palabras claves para el entrenamiento en #ecologiadisruptiva en Misiones, tuvimos especial cuidado en reservar las dos últimas reuniones (las de la pasada semana de diciembre) para ilustrar una sentencia de Stewart Brand escrita en 1968: We are as gods and might as well get good at it. Lo hicimos recurriendo, por una parte a la biología sintética, y también avanzamos en algunas dimensiones de la vida artificial. Para ello nos inspiramos en gran medida en los extraordinarios investigaciones y debates ilustrados en un documental reciente de Netflix Unnatural Selection

No se trata de una serie de ficción. Los temas, personas y casos tratados son reales. Es un documental de divulgación científica, que busca suscitar una buena dosis de debates y polémicas. Lo mas interesante es que no solo se trata de un documental de edición genética. En los cuatro episodios se habla de: experimentación animal, enfermedades raras graves incurables, terapias génicas tradicionales autorizadas, terapias experimentales no aprobadas, impulso génico y bebés de tres padres, no delimitando claramente lo que podemos esperar derivado exclusivamente de la edición genética y lo que ya está ocurriendo debido a desarrollos científicos anteriores a la misma.

Los cuatro episodios recuperan discusiones, análisis e investigaciones que combinan sorpresa y prodigios sin fin, pero al mismo tiempo señalan peligros llamativos y llaman a sopesar cuidadosamente decisiones que no solamente están teñidas de opciones éticas que desconocemos, sino además de consecuencias ecológicas que podrían alterar balances tróficos ancestrales.

2. La segunda vuelta de He Jiankui

Saboreábamos ese entusiasmo que depara anoticiarnos de investigaciones de punta, la existencia de asambleas públicas en donde se discuten estos temas (y no las tarifas o subsidios), el problema que suponen las ratas en Nueva Zelandia o la posibilidad de erradicar la malaria en Burkina Fasso con mosquitos OGM ayudando a reducir las poblaciones de vectores que propagan el paludismo [en Florida se liberaron 750 millones para combatir el zika y el dengue y en Brasil se habla de liberar miles de millones] mientras nos repiqueteaba aún en la memoria un tal He Jiankui científico chino.

Este (salvaje) adelantado en noviembre de 2018 conmocionó al mundo cuando anunció, primero en YouTube y luego en una reunión científica internacional en Hong Kong, que había usado Crispr para alterar la composición genética de los embriones humanos lo que devino en el nacimiento de los primeros bebés editados genéticamente del mundo.

Después de haber estado supuestamente preso durante 3 años, el científico de los bebé de Crispr está de vuelta y parecería que vuelve a las andadas. He Jiankui que fue puesto en libertad en abril, habla sobre sus planes para encontrar curas para enfermedades genéticas devastadoras ¿Se le puede creer a un desalmado como él?

La reacción en su contra -al menos en términos mediáticos, todos sabemos cuan (poco) transparentes suelen ser los chinos- fue contundente. Los miembros de la comunidad científica condenaron sus experimentos como poco éticos y expresaron su preocupación por la salud de los bebés, de los que hoy se sabe poco y nada. El gobierno chino suspendió su investigación, aduciendo la violación de normas médicas. A la luz del experimento de He, China adoptó (teóricamente) regulaciones que prohíben la modificación de embriones humanos con fines reproductivos.

En los últimos meses, He ha recurrido a Twitter y a la plataforma china de redes sociales Weibo para dar a conocer sus próximos pasos. Previamente investigador en la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur en Shenzhen, He abrió recientemente un nuevo laboratorio «independiente» en Beijing y quiere seguir trabajando en terapias génicas, un enfoque que intenta corregir enfermedades hereditarias reemplazando genes defectuosos con versiones nuevas y saludables, así como en la edición de genes.

3. ¿El mismo pero diferente?

En una entrevista por correo electrónico con la revista Wired, se escuda en la supuesta ayuda a las familias con enfermedades raras que podría proveer (como la distrofia muscular de Duchenne DMD), aduciendo que planea tratar a las personas que ya tienen estos trastornos, no prevenirlos haciendo cambios hereditarios en los embriones como hizo con los bebés Crispr.

He espera recaudar 7,2 millones de dólares y lanzar un ensayo clínico para la DMD para 2025. Como era de esperar dice buscar que la terapia génica sea más asequible; los pocos tratamientos que han sido aprobados en los EE. UU. y Europa pueden costar U$ 1 millón o más por una dosis única con resultados aún muy imprevisibles.

Pero su aparente regreso a la ciencia plantea dudas sobre si los investigadores que se involucran en malas conductas extremas (sic) deben ser aceptados nuevamente por la comunidad científica, y cómo debe verse su trabajo posterior, abriendo innumerables preguntas no solo sobre la ética y la dentología científicas, sino tambien acerca de como se compatibiliza la «ciencia para todos» con «los fondos y los premios para pocos», porque en la ciencia mas que nunca -como bien nos enseñó Marc Zuckerberg– de lo que se trata es de “move fast and break things” quickly.

Un reciente documental Make peoplebetter producido por Samira Kiani recapitulando la historia de las gemelas muestra la tenacidad de He.

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Muchos científicos entrevistados en el biopic aunque dudan de su “reconversión» no ven barreras morales para prohibirlo seguir trabajando si acepta las reglas de la comunidad científica (bastante flexibles por otra parte). Kiran Musunuru autor de The Crispr Generation un libro sobre la historia de la edición de genes y los bebés chinos no es tan concesivo. Lo mismo comentó Hank Greely autor de Crispr People, que explora la ciencia y la ética de la edición de genes humanos.Demasiadas voces en contra.

4. La ciencia prefiere no pedir ni permiso ni perdón

He no se disculpó públicamente por sus experimentos, cuyo objetivo era hacer que los bebés fueran resistentes al VIH mediante el uso de Crispr para crear una mutación en el gen CCR5. Este rasgo ocurre naturalmente en algunas personas de ascendencia europea y bloquea la entrada del VIH en las células. Pero los datos de He mostraron que las células de los bebés mostraban mosaicismo, lo que significa que la edición no era uniforme. Se desconoce si los niños han tenido algún efecto en la salud relacionado con la edición.

The MIT Technology Review consiguió en 2019 los manuscritos originales (nunca publicados) de sus sus trabajos, y la consulta a expertos de su evaluación fue terminante: las afirmaciones clave que él y su equipo hicieron no estaban respaldadas por los datos; los padres de los bebés podían haber estado bajo presión para aceptar unirse al experimento; los supuestos beneficios médicos fueron, en el mejor de los casos, dudosos; y los investigadores avanzaron con la creación de seres humanos vivos antes de comprender completamente los efectos de las ediciones que habían realizado.

Por ello los académicos están divididos sobre si se le debe permitir asistir y hablar en eventos científicos fuera de China. En sus respuestas a WIRED, no se refirió directamente a su trabajo anterior de Crispr, pero pareció reconocer indirectamente que tendrá que esfirzarse para reestablecer confianza en su persona dentro de la comunidad científica. Ha sido muy criticado por llevar a cabo su experimento Crispr en relativo secreto y no pudo obtener la aprobación ética adecuada o el consentimiento informado de las familias participantes.

Aunque ahora parece que jugara del lado contrario, el de la transparencia, la revisión de pares y la autorziaicon por parte de terceros, y mas allá de las supuestas regulaciones chinas, que impedirían reeditar sus aventuras mas llamativas, es la moratoria internacional (firmada por la propia Emmanuelle Charpentier) sobre la edición genómina, que finalmente no fue aprobada después de los escarceos de He, la que deja la pelota picando.

Noda casualmente todavía no existe un mecanismo por el cual los científicos puedan informar sobre actividades de investigación éticamente dudosas o potencialmente ilegales, especialmente a través de las fronteras. También ha fracasado el intento de establecer un registro mundial para la investigación de la edición del genoma en embriones.

Porque en definitiva no se trata de investigadores per se, sino de mecanismos institucionales que balicen las investigaciones y sobre todo de los vectores sociales y politicos que buscando premios importantes y avances en carreras profesionales, permiten finalmente hacer cualquier cosa. Sobretodo si suma al negocio de las Big Pharma.

5. Muertos (¿homicidios?) biotecnológicos

Aunque no lo recordemos porque el hecho aconteció en el prehistórico 1999, ya hay antecedentes de muertos biotecnológicos. El primero en sucumbir fue Jesse Gelsinger quien no estaba enfermo antes de morir. Sufría de deficiencia de ornitina transcarbamilasa (OTC), un raro trastorno metabólico, que se controlaba con una dieta baja en proteínas y medicamentos con 32 pastillas al día. La causa oficial de su muerte, fue el síndrome de dificultad respiratoria del adulto: sus pulmones se cerraron. La verdad es mas complicada. La terapia de Jesse consistió en una infusión de genes correctivos, encerrados en una dosis de virus del resfriado debilitado, adenovirus, que funcionaba como un vector.

Los vectores son como taxis que llevan ADN saludable a las células; los virus, cuyo único propósito es penetrar en las células e infectarlas, son vectores útiles. Los investigadores de Penn habían probado su vector, a la misma dosis que recibió Jesse, en ratones, monos, babuinos y un paciente humano, y habían observado los efectos secundarios esperados, similares a los de la gripe, junto con una leve inflamación del hígado, que desaparecía por sí sola.

Cuando Jesse recibió el vector, sufrió una reacción en cadena que las pruebas no habían previsto: ictericia, un trastorno de la coagulación de la sangre, insuficiencia renal, insuficiencia pulmonar y muerte cerebral: «falla de múltiples órganos y sistemas«. Los médicos todavía están investigando laz razones e esta catástrofe; su hipótesis actual es que el adenovirus desencadenó una reacción inflamatoria abrumadora, en esencia, una revuelta del sistema inmunitario. Lo que aún no entienden es por qué.

El incidente paralizó a todo el campo de la terapia génica, y al investigador detrás del ensayo se le prohibió temporalmente trabajar en ensayos clínicos, aunque volvió al ruedo, después de pasar años dedicados al desarrollo de terapias génicas más seguras.

Pero los problemas no quedaron allí. Recientemente tuvimos un nuevo caso de muerte por terapia genética. Terry Horgan, se trató de un joven de 27 años que padecía distrofia muscular de Duchenne quien murió hace unos meses en un estudio único que involucró una técnica de edición de genes. Quienes están detrás del juicio ahora están también están tratando de averiguar qué fue lo que lo mató.

He citó este caso en declaraciones recientes escudándose en el mantra de que “La historia nos dice que cuando surge una nueva tecnología, es a la vez un ángel y un demonio”. Pero lo que estamos discutiendo en nuestra calidad de dioses que estamos editando la creación , va mas allá de este binarismo o de esta tautología.

No podemos ignorar nuestra ignorancia acerca de todos estos ejercicios en pos de la cura de enfermedades terribles. Siempre son bienvenidos y achicar el sufrimiento humamo anida en el mandato hipocrático al cual todo médico suscribe.

Sin embargo la profunda contaminación cruzada que hay entre corporaciones, laboratorios, remedios carísimos, experimentos in vivo con humanos y resultados aleatorias a granel, nos obliga a revisar tanto entusiasmo, nos exige repensar protocolos y moratorias, y sobretodo muestran que cada vez es mas difícil neutralizar el mandato tecnológico que reza: “Si puede ser hecho, debe ser hecho” porque sino lo harán igualmente la competencia, la rivalidad ideológica, los gobiernos autoritarios o los militares.

Mientras, estamos sorprendidos por lo poco que se discuten y ventilan estos temas en la divulgación científica, el periodismo en general y las propias universidades. También nos pone sobreaviso que la única forma de lidiar con estos intríngulis es recurriendo a nuevos modos de pensar y de diseñar ligados al entanglement y la complejidad -algo que afortunaamente encaramos mínimamente en nuestro último entrenamiento en diseño de emergentes en Misiones.

Como muestra de que mientras balbuceamos sorpresa por estas pamrpas el tema viene siendo investigado en mucha profundidad en el último lustro les proponemos la lectura de esta maravillosa bibliografía en tiempos navideños y de reciente tri-campeonato.

Referencias

Davis, Kevin Editing Humanity: The CRISPR Revolution and the New Era of Genome Editing. Pegasus Books, 2021.
Doudna, Jennifer & Sternberg, Samuel A Crack In Creation: Gene Editing and the Unthinkable Power to Control Evolution. Mariner Books, 2017.
Greely, Hank Crispr People, The Science and Ethics of Editing Humans. The MIT Press, 2022.
Isaacson, William Isaacson, Walter El código de la vida. Jennifer Doudna, la Edición Genética, y el Futuro de la raza Humana. Debate, 2021.
Kirksey, Eben The Mutant Project: Inside the Global Race to Genetically Modify Humans. Bristol University Press, 2020.
Metzl, Jamie Hacking Darwin: Genetic Engineering and the Future of Humanity. Sourcebooks, 2020.
Mullin, Emily The Crispr Baby Scientist Is Back. Here’s What He’s Doing Next Wired, Dec 21, 2022.
Musunuru, Kiran The Crispr Generation The Story of the World’s First Gene-Edited Babies. BookBaby, 2019.
Myers, William Biodesign. Nature + Science + Creativity. The Museum of Modern Art, 2018.
Ungar, Laura Death in US gene therapy study sparks search for answers November 4, 2022.
Zimmer, Carl Gene Therapy Emerges From Disgrace to Be the Next Big Thing, Again. Wired

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Unnatural selection
Gattaca. Experiment genético.

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