Un amigo manda un largo cuestionario bajo el título ¿Cómo impactó la pandemia en nuestra institución? Las preguntas son las de siempre, y las respuestas lo serán también. Contesto en una a todas las preguntas. En las públicas (con alguna excepción) desnudó que hace rato que los alumnos aprendían poco y nada, y ahora por su imposibilidad de pasar a una virtualidad virtuosa ahora lo harán todavía menos (por eso las evaluaciones cualitativas burocráticas pedidas por los Ministerios de educación).
Volvimos a entrar de vuelta en la confrontación política, de la que nunca salimos. La oposición (inexistente) ahora protesta por las historias interminables de la pertinencia de los DNU. Vilma Ibarra y Gustavo Béliz van a mandar una (anhelada) reforma de la justicia a un parlamento que está atado virtualmente con alambre. En ese contexto de discusiones a nivel almeja un ejercicio como el que hicieron Marina Amaral y Dan Jones The Colour of Time: A New History of the World, 1850-1960, merecen mucha atención (aquí una excelente reseña de las estrategias de la colorizadora Amaral) .
Revisando las entradas y leyendo en paralelo el maravillo Lo Viral de Jorge Carrion que enlaza dos diarios, el suyo propio eterno que viene escribiendo desde 1997, con el de la cuarentena que empezó casi en paralelo con el nuestro me regalo un montón de ideas acerca de la redacción apócrifa, el intertextualizado inventado, vivido, imaginado, la curiosa sensación de estar flotando en el tiempo y en la historia.
La confusión ambiente crece a un nivel ensordecedor. Desde que la cuarentena se terminaría el 10 de Mayo hasta que seguiría hasta septiembre [cuanta razón tenían los mas agoreros que seguramente se quedaron cortos]. En el medio escándalos y absurdos mayúsculos con la liberación de los presos fogoneada por al área mas garantista del gobierno.
Decididamente hemos pasado del tiempo de Internet (nanosegundos) al tiempo de la marmota (tiempo 0, vacío, inocuo). Cada cual atiende su juego y el que no ninguna prenda tendrá. Así como agota saber que mañana será igual a ayer, y que pasado, los anuncios del Capitán Beto para quien las vidas que le arrebatamos al virus (hoy récord de infectados y muertos) valen mucho más que los que la Parca se toma consuetudinariamente, son el anticlimax total. Me enteré de que un amigo que había estado en Ecuador zafó del coronavirus en Barcelona.
Y llegó el jueves santo, que esta vez no tuvo nada de jueves ni de nada de santo. Como bien muestra un meme ya no tenemos días de la semana sino solo el sufijo -day (porque los prefijos sun-, mon-, tues-…) se repiten monótonamente. Aunque no llegamos al extremo de algunos de nuestros alumnos que viven en pijamas, duermen de día y respiran de noche, esta prolongación sine die tiene un efecto adormecedor.
Dos semanas antes del inicio de la cuarentena iniciamos junto a Julito Alonso una cursada inolvidable en la carrera de Diseño en la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Andrés. Aquí en versión hiperresumida el objeto encantado de cada uno los 6 grupos de Escenarios del Futuro en los que se dividieron los cursantes. Gracias a todos
Marina Umaschi nació en Buenos Aires, estudió Comunicación en la UBA (donde fue ayudante de la Cátedra Comunicación II de Anibal Ford y mía). Dimos juntos talleres de epistemología constructivista y proto-digitalismo en La Universidad Nacional de La Plata y de Epistemología sistémica en La Matanza y de epistemologías virtuales en el Instituto Nacional de Antropología entre los años 1992 y 1994)
Cuando una de las primeras Quadra 840AV Multimedia de Apple llegó a la Argentina la usamos para armar una presentación multimedia sobre el 25 de Mayo para estudiantes de secundario en Astound un programa pionero. Allí juntamos a Castelli con Serrat y a Moreno con algún tango. Nos llevó como 40 horas de trabajo y apenas duraba unos minutos.
Aunque nuestro metier está bastante alineado con la educación, o mejor con la contra-educación, durante estos 60 días de cuarentena hemos escrito poco y nada, y especialmente nada de nada en materia tecnoeducativa. En parte porque estamos hartos del simulacro de normalidad que implicó el pasaje militar a la virtualidad. En parte porque vemos que sesgos de todo tipo están incapacitando imaginar otros futuros (y empezar a construirlos). En parte porque ahora se está endiosando la presencialidad de las escuelas y las universidades, como si fueron lugares de aprendizaje señeros. Hace rato que eso no sucede, salvo en casos excepcionales. En vez de aprovechar la pandemia para teñir con esa excepcionalidad (para nosotros la red de Colegios Montserrat y la Universidad Minerva y Team Labs serian excelentes ejemplos a seguir), caimos nuevamente en la tentación de endiosar el pasado, y a escaparle como a la peste a un futuro sin sorpresas. Así las cosas imaginar operativamente como podríamos hacer las cosas distinto (como mucha gente lo hacía antes de la pandemia y otra lo volverá a hacer después) es indispensable. Lástima que en el medio casi todos miran para otro la