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Este es el diario de la cuarentena del grupo Círculo de Lectores (Días 51 a 55)

Día 51 SABADO 9 de MAYO

Volvimos a entrar de vuelta en la confrontación política, de la que nunca salimos. La oposición (inexistente) ahora protesta por las historias interminables de la pertinencia de los DNU. Vilma Ibarra y Gustavo Béliz van a mandar una (anhelada) reforma de la justicia a un parlamento que está atado virtualmente con alambre. En ese contexto de discusiones a nivel almeja un ejercicio como el que hicieron Marina Amaral y Dan Jones The Colour of Time: A New History of the World, 1850-1960, merecen mucha atención (aquí una excelente reseña de las estrategias de la colorizadora Amaral) . 

Una long history de 110 años a través de fotos coloreadas (originalmente en Blanco y Negro) de una base original de 10.000 imágenes/temas. Una rápida recorrida de esas foto coloreadas (que llevaron entre una hora y una semana cada una), además de sorpresa y estupefacción, nos habla de guerras y asesinatos, muertes sin parar, lo peor de lo humano, siempre en un  tono desconsolado. Frente a aquello el coronavirus parece mucho mas limpio en su accionar.  Hasta ni siquiera malintencionado. Una especie de ángel de la naturaleza que dice ya han jodido demasiado al planeta, pero sobretodo se han jodido entre ustedes. No supieron parar. Yo me hago cargo. Sigan jugando talladores que la banca (la naturaleza) siempre gana

Día 52 DOMINGO 10 de MAYO

Michael Jackson no leyó los guiones que le mandó el director de The Last Dance pero prometió ser preciso y no escaparle al bulto de las preguntas difíciles aunque suponía que “iban a pensar que soy un tipo horrible después de verme”. El director Jason Hehir de 43 años lo había tenido como héroe/poster en su juventud, aunque era fan del Boston Celtics. La serie dura 10 capítulos de 50 minutos exactos, y es una maravilla no solo como repaso de la mejor era de la NBA, sino porque nos dice mucho acerca del liderazgo, de la fuerza mental, de las Bandas Creativas y sobretodo de lo que es contar una buena historia del mejor modo posible. ¿Podrá de aquí a 5 o 10 años alguien hacer algo parecido con el Coronavirus? ¿Quienes serian los Jordan de esa película? Porque si bien es cierto que no todo es relato, no lo es menos que contar(nos) es de lo que está hecha la estopa de ser humanos. Como argentinos una de las peores maldiciones que tenemos es que el relato que nos contamos es tan de cuarta y de que no hay en él, lugar ni para héroes (como Jordan), ni para villanos (como Krause). O viceversa.

Día 53 LUNES 11 de MAYO

Mis semanas están escandidas por muy pocas reuniones y eventos. Los más importantes son nuestras reuniones de Lectores Tarariras de los martes; la clase sobre Escenarios de Futuros en UDESA, las reuniones de @datosuba los jueves a la noche y algunos eventos extra. Pocas reuniones semanales al final. Muchas veces me anoto en algun evento pero después los paso por alto. Los webinars me torran. Son reunionitis virtuales que siempre deteste, ahora se han trasladado al mundo virtual, que tampoco me entusiasmron mucho, salvo en los momentos liminares de fines de la década del 90, cuando de lo que se trataba era de poner en marcha las prácticas digitales CONTRA la resistencia de los dinosaurios analógicos.

Pero como pasa con cualquiera innovación, la educación y el trabajo cuando son virtualizadas no favorecen ni a los empleados ni a los estudiantes, al revés. Otra vez sopa. Como siempre lo mejor del día, de la semana y de los meses, son las lecturas, Viejas y nuevas. Casi siempre relecturas refrescantes. Ver el mundo desde los años 70/90 es una experiencia invalorable. Casi nada de lo que se predijo se produjo. No estamos ni mucho mejor ni mucho peor que entonces. Pero algo queda claro, nuestras lecturas de hoy son de una pobreza inenarrable. Estamos leyendo al coronavirus con los ojos del pensamiento único. La complejidad brilla por su ausencia. Propuestas como las de Campanario Cómo «aprender a bailar» con los sistemas complejos suenan más a canto del cisne que a miradas que crearán nuestro porvenir. Los 25 «No» del management no llegaron para poner en marcha al mundo post-COVID19. En nuestro país en vez de perdernos en el bosque nos perdemos en los relatos

Día 54 MARTES 12 de MAYO

Pronto cumpliremos 2 meses de encierro. Algunos lo han hecho a rajatabla, yo salgo cada tanto ocupándome del reaprovisionamiento. Lo que veo no es nada grato. Barbijos, negocios cerrados, mucha gente taciturna y una gran decepción colectiva. Supongo que por no haber sabido atajar al virus, salvo una decena de países (en las antípodas de nuestra libertad mental  y de nuestra espalda financiera) lo supieron hacer. La decepción ronda siempre alrededor de la pregunta que analizó Edmundo la semana pasada. ¿Porqué Argentina no fue Australia? ¿O siquiera Brasil o Chile en su mejor momento, o hasta Perú recientemente? Leer los diarios o escuchar las noticias cada día es sentir cómo le va entrando un clavo adicional al ataúd de la Promesa Argentina Incumplida. Mientras nos jactamos durante mucho tiempo- no se si vale aun hoy- de nuestra excepcionalidad cultural, creativa, innovadora en muchos campos, hicimos caso omiso de lo único que importa: salud institucional + futuro económico. Todo lo demás debería estar al servicio de estas tareas ingenieriles básicas. Arropados en las mieles de la cultura, el arte y las humanidades, hemos perdido todo contacto con la realidad, que era la única verdad. De tanto relatar y contra-relatar nuestro contacto con las cosas hace rato que se extinguió. Asi nos va. Abstracción mata desarrollo.

Día 55 MIERCOLES 13 de MAYO

SI hay algo que nos fascina desde tiempo inmemorial son las taxonomías, las clasificaciones. Tenemos muchas definiciones del género Homo: Sapiens, Ludens, Faber, Demens, Loquans cada una con su encanto. ¿Porqué no podemos sumarle una mas como Sorter Hominem: hombre clasificador? ¿Pero qué clasificamos? De todo. Existen categorias para hablar de nuestra pulsión clasificadora (y de los objetos que nos fascina clasificar): el coleccionismo por ejemplo como hace Philip Bloom en El coleccionista apasionado. ¿De dónde viene nuestro romance con los objetos? ¿Podemos fácilmente separar a objetos de sujetos? ¿Porque preferimos a un tipo de objetos en vez de otros? ¿Los objetos bellos son mejor clasificados que los que no lo son? ¿La belleza es una categoría transcultural? Con todo lo que aprendimos de neurociencias en los últimos 20 años (incluyendo los trabajos de Donald Norman y Sherry Turkle) ¿podemos o debemos hablar de objetos emocionales?, ¿O de objetos evocativos? ¿O de objetos apasionados? ¿O objetos encantados?  Ja cuantas preguntas para tan pocas respuestas. Pero mejor jugar a este juego que escuchar interminables listados de muertos o infectados, amenazas de hachas y machetes y otras brutalidades por el estilo.

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