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El primer taller de OLPC. Un trasfondo hipercomplejo. La batalla del hardware y su analogía con Cannas

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Un taller para docentes donde educadores apasionados pero sin mayor formación en informática buscaban entender por primera vez en su vida como funcionaba la contra-intuitiva interfaz sugar, no parecía ser el lugar mas adecuado para discutir algunos supuestos vinculados con la viabilidad de la difusión, la aceptación, el financiamiento y finalmente la eventual adopción masiva de una nueva ecología tecnoeducativa como es la OLPC.

Y aunque este tema apenas se mencionó muy marginalmente en el seminario de Porto Alegre, el mismo fue ventilado reiteradamente en las charlas entre los enviados de OLPC y los representantes de los gobiernos. Por eso creemos que es conveniente iniciar conversaciones sobre estas cuestiones que son tan -o al menos no menos- importantes que las relativas a la implementación, el modelo pedagógico, la logística y otras dimensiones críticas del proyecto.


La experimentación importa, y muy mucho

Pasar de una idea o de una maqueta y contar con el marcianito verde, la versión B1 de la OLPC en el escaso tiempo de menos de un año es una proeza muy singular que quedará en la historia de las grandes sagas tecnológicas.

Pero un prototipo por mas sofisticado y avanzado que sea dista enormemente de convertirse en un bien de uso masivo. Y todavía mas si lo que se tiene entre manos es un aparato fetiche -los norteamericanos los bautizaron como gadgets– que salido de la nada de un día a otro conquistaría las mentes, los corazones, los bolsillos, pero sobretodo rediseñaria de cuajo las prácticas sociales. (Es indispensable en este sentido internarse en las aguas turbulentas de Experimentation Matters. Unlocking the potential of new technologies for innovation de Stefan H. Thomke (Harvard Business School Press, 2003).

Por eso cuando alguien -¿nosotros mismos?- comparamos varias veces recientemente a la OLPC con los dos aparatejos/fetiches tecnológicos mas significativos del último lustro, el iPod y sus mil encarnaciones hasta coronarse en el increíble Shuffle del tamaño de una uña, y la extraordinaria proeza que significará, si cumple con lo que promete, el iPhone, cometimos una gravisima falacia de concreción mal aplicada.

Mediante esta estrambótica y poco musical denominación el gran filósofo decimonónico Alfred Whitehead aludía a la mezcla de géneros, a la aplicación equivocada de categorías a fenómenos que nada tenían en común, al intento de comparar -y eventualmente alabar- objetos o dispositivos que pese a semejanzas superficiales son diametralmente inconmensurables en función y en uso.

Es el caso indiscutiblemente de la OLPC que solo puede entrar en el panteón de los objetos innovadores para taxidermistas como los críticos de la revista Popular Science de noviembre del 2006 que la calificaron como la invención del año. Porque nada hay mas desgastante, peligroso y comprometedor para la OLPC que convertirla en un gadget.

Del Yo-fono (iPhone) al nosotros-libro (weBook)

Como bien dice Owen Williams en The Anti-Gadget lo propio de un gadget es su unusefulness -sin utilidad-. Combinación de una necesidad artificialmente inventada, una estrategia de mercado oportuna y eficaz, pero sobretodo de un logro tecnológico impar, nada refleja mejor que el iPod tal sitial particular.

Si queremos ser mas precisos el gadget parece complacer alguna necesidad y se pueden ventilar argumentos muy sofisticados para su compra, pero en definitiva ésta es discrecional, en muchos casos superflua y en otros absolutamente innecesaria.

Owen Williams elabora un poco mas sobre el tema al sostener que en el primer mundo (y en la voluntad de las clases adineradas del tercero de tener una OLPC) lo que se aprecia es el potencial gadget de la máquina, al alabar su pantalla de modo dual, su red mesh o la cámara incorporada. Pero para una persona de altos recursos del primer mundo estos tres rasgos revolucionarios del hardware son no-indispensables. Nadie usa una computadora en el sol, todo el mundo tiene un access point cercano y todos poseen en en ese universo socioeconómico, cámaras digitales de alta resolución

En su contundente nota iProducts vs. weProducts Adrián Duyzer muestra con vehemencia la diferencia epistemológica entre ambos tipos de productos tomando como emblemáticos al futuro iPhone (con sus códigos propietarios de protección DRM, su nicho de mercado de alta gama, sus restricciones de todo tipo, su asociación a una única compañia telefónica como Cngular), y a la OLPC por el otro, donde toda sofisticación se ha dejado de lado y donde a lo que se apunta es a prestaciones de calidad pero al mas bajo costo posible. Y sin embargo la viabilidad de ambos proyectos es diametralmente opuesta. Seguro que el iPhone triunfará. En cuanto a la OLPC…. es demasiado prematuro pronunciarse a favor o en contra.

Por mas que la OLPC (en sus versiones B2 y B3) mejore en 6 meses enormemente respecto de sus prestaciones actuales. Aunque el software se estabilice y su interfaz sea domesticada masivamente por usuarios que nunca antes tuvieron una máquina en sus manos. Mas allá de que la comunidad de software libre genere a destajo programas y traductores que permitan fácilmente portar los documentos desde la plataforma naciente a la consolidada y viceversa, aún así el éxito de la maquina estaría lejos de estar asegurado.

¿Porque parece mucho mas fácil asegurar el éxito de un gadget que el de un dispositivo educacional y tecnointelectualmente indispensable pero cuya viabilidad depende de factores mutuamente contradictorios y altamente inestables?

Porque después de todo el iPhone pertenece a una ecología comunicacional centrada en el yo. Mientras que la OLPC pretende dar un salto arrogante y temerario -pero desesperadamente necesario- en dirección de la constelación del nosotros. Lo que Yves Winkin preconizaba retóricamente en los años 80 en La Nueva Comunicación hablando del pasaje de una concepción telegráfica a una orquestal de la comunicación está encarnada en la OLPC no en el iPhone. Y el cambio no es nada menor.

Factores de adopción de mercado altamente inestables. Un desvío por la batalla de Cannas.

Aunque aparentemente extravagante una analogía del campo militar es mas que bienvenida en este punto. El 2 de Agosto el año 216 AC un ejército romano de proporciones colosales conducido por el cónsul Terencio Varron eligió provocar y dar batalla al general cartaginés Anibal Barco en las llanuras de Cannas al norte de Apulia y a orillas del mar Adriático.

Se trataba de una formación formidable, 80.000 soldados romanos armados en falange, en su propia tierra, defendiendo su civilización y con un armamento superior al del enemigo invasor que apenas contaba con 40.000 hombres, de lenguas variadas, mercenarios en su mayoría, expertos en el saqueo y la ganancia puntual.

Para sorpresa de estrategas e historiadores militares todos los elementos a su favor no impidieron que una combinación de locura estratégica única -incluso criticada por genios como Napoleón y Clausewitz dado el enorme riesgo supuesto-, sumado a errores increíbles de los generales romanos y de su conducción civil, significaran una cuarta derrota consecutiva de Roma durante la Segunda Guerra Púnica y un límite a su expansión en el Mediterráneo.

Sin embargo a pesar de la brillante victoria en Cannas, Anibal no cambió en lo mas mínimo la historia (un compatriota subordinado como Maharbal la lapidó con la expresión «Sabes vencer Anibal; no sabes aprovechar la victoria«), su genio no logró impedir una sangría permanente de sus objetivos y mas allá de algunas batallas importantes intermitentemente ganadas posteriores a Cannas, durante 14 años todo lo logrado por Anibal no impediría el asedio de Cartago, una paz deshonrosa con Escipión el africano y su destrucción final medio mas siglo mas tarde en 146 AC.

La Historia inconclusa de la guerra del hardware

Lo cierto es que la peor derrota acaecida en un solo día en la historia de cualquier ejército occidental no alteró en absoluto el curso final de la guerra inmensamente favorable para los romanos.

Como la historia esta abierta y la estamos escribiendo día a día no sabemos si la aparición de la OLPC, el equivalente de Cannas para Microsoft e Intel, se repetirá como hecho curioso, pero finalmente intrascendente, o implicará verdaderamente un cambio civilizatorio a nivel de la tecnología educacional.

Porque Nicholas Negroponte está a punto de ganar la guerra del hardware, habiendo creado en tiempo récord una máquina que por 100/140 dólares cumple mucho mas de lo que promete cualquier otra, que cambiará para siempre el valor testigo de lo que un aparato para chicos necesita tener, y que obligará a todos los fabricantes de hardware a modificar de cuajo prácticas ancestrales y una perversa mercadotecnia del progreso (software cada vez mas elefantiásico para hardware cada vez mas códigofagico) sin consecuencias cognitivas, educacionales u organizacionales significativas.

Nada ingenuamente Negroponte acaba de dar a luz la primer máquina pensada especialmente para el Tercer Mundo. Porque en nuestro entorno, para el cual la OLPC ha sido especialmente diseñada los tres rasgos que la convertirían en un gadget mediocre, la entronizan como un dispositivo tecnoeducativo de carácter superior.

Así sin la pantalla de uso dual la máquina sería inútil para su uso en las clases al aire libre. Sin el poder del mesh no habría infraestructura de red. La cámara será en muchos casos la primera que los chicos alguna vez habrán usado en su vida y para mas de uno será también su primer espejo.

Cada rasgo de la máquina ha sido diseñado para cumplir estos objetivos inalcanzables -tanto por precio como por calidad- en cualquiera de los mas de 20 modelos que actualmente se disputan este nicho incluyendo obviamente a la OLPC y a la Classmate como sus ejemplos mas destacados.

¿Pero cual será el destino de Negroponte, el de Anibal o el de la república romana, que a pesar de esa catastrófica derrota se reinventaría y conquistaría al mundo entero? Además de vencer Anibal; ¿sabrá aprovechar Nicholas Negroponte esta primer victoria?

La perversa lógica de los mercados tecnológicos

Llegados a este punto conviene volver a los siempre interesantes análisis de Geoffrey Moore y de C. M Christensen, al proclamar que la mejor tecnología no necesariamente es la que se impone en la sociedad. Mientras la historia, desde el sistema operativo Windows derrotando al Mac OS, desde la norma VHS aniquilando al Beta, así como muchos otros ejemplos muestra cuan compleja es la dinámica de la innovación y cuan difícil es lograr alterar o no los patrones de incorporación masiva de nuevas tecnologías.

Pero eso lo veremos en una próxima post

Para pensar mas y mejor

Duyzer, Adrián iProducts vs. weProducts.

Williams, Owen The Anti-Gadget .

Norman, Donald The Life Cycle of a Technology: Why it is so difficult for large companies to innovate .

Davis Hanson, Victor Matanza y Cultura Batallas decisivas en el auge de la civilización occidental. Mexico, FCE 2006.

Publicado enReveladores

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