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Las “Digital Humanities” y como pensamos en la era de la analítica cultural. 3ra Parte

La técnica es contenido en estado puro

Ya no se trata de suponer que se pueden desarrollar proyectos en donde los pensadores llevan la voz cantante y los técnicos son el apéndice indispensable pero de segunda clase, sino que ambas profesiones codo a codo son mucho mas que dos. Los cinco números de la revista Vectors: Journal of Culture and Technology in a Dynamic Vernacular asi lo testimonian.

Lo que queda claro en estos ejemplos y en muchos mas que inventaría Katheryn Hayles en How we think es que en las Digital Humanities prima el énfasis en las bases de datos desplazando el énfasis dominante en las humanidades clásicas centrado en la argumentación—una forma retórica que históricamente ha privilegiado el contexto, la prosa cuidada, las relaciones lógicas , y la respuesta pasiva de las audiencias —migrando hacia los datos embebidos en formatos abstractos cuya estructura y cambios en los parámetros involucran la producción de sentido.

Como bien lo mostraron Geoffrey Bowker & Susan Leigh Star en su notable Sorting Things Out: Classification and Its Consequences (2000) el ordenamiento de la información nunca es neutral. Las bases de datos no son mas objetivas que los argumentos, pero aun dada su labilidad la forma bruta en que los datos se ordenan permite, eventualmente, interpretaciones mas matizadas y complejas. Incluso hace posible ponerse en el lugar de la primera persona que toma decisiones (y que las ordena, categoriza y navega) involucrándose en actos impensables en los formatos convencionales de solo lectura (algo que se comprueba en Virtual Peace: Turning Swords to Ploughshares en donde en vez de simular la guerra se entrena a los jugadores para aprender a negociar la paz).

Diciéndole no a la hermenéutica de la sospecha

Para sorpresa de muchos la obra mas reciente de Steven Pinker The Better Angels of our Nature. A history of violence and humanity insiste en que nuestra época es mucho menos violenta que cualquiera otra en la historia. Es difícil de creer teniendo frescos en la memoria el Holocausto y dos guerras mundiales de por medio, pero la analítica abona esta tesis. En la misma línea la hermenéutica de la sospecha tan difundida en las ciencias sociales se ve cuestionada por esta manera muy poco intuitiva de hacerse preguntas (fuera del esquema binario y maniqueo que preside gran parte de las ciencias sociales y las divide sin resto en progresistas y reaccionarias), y busca abrir nuevos frentes de discusion y de análisis sin caer en esos reduccionismos.

Por eso Hayles -y otros autores similares- insisten en que es tiempo de que empecemos a criticar al mantra de la critica. Pero mucho mas interesante aun es que los humanista empecemos a diseñar nuevas herramientas que estén a la altura de nuestra profesión como propone Anne Balsamo en Designing Culture: The Technological Imagination at Work (2011). Debemos prestar cada vez mas y mejor atención a las búsquedas automatizadas de información, debemos enfrascarnos en el diseño y análisis de las bases de datos, y debemos mejorar y potenciar el diseño de interfaces ya que todo ello forma parte del «core» de nuestra pertenencia el mundo de las digital humanities.

Reingenieria institucional pro-digitalismo

Nadie debería sorprenderse de esta mutación en curso (y eventos como la convención de la Modern Language Association en 2009 #mla09 asi lo señalan) cuando se relevan los cambios epocales que supusieron el pasaje de la escritura manuscrita a la dactilografiada como lo reveló Friedrich Kittler especialmente en Gramophone, Film, Typewrite (1992).

El humanista digital debe estar atento a la información que se despliega en los monitores o pantallas, y al mismo tiempo al código que genera esos productos. La escritura del código se ve así afectada por su poder generativo (circularidad bien teorizada por Francisco Varela hace varias décadas atrás). En la literatura en/de la web parece haber una primacía de bloques cortos de prosa que no exigen deslizar la pantalla (scroll), y también de bloques conceptuales que puede ser rearmados a voluntad.

Pero no nos ilusionemos vanamente. La resistencia en USA y Europa hacia las digital humanities es enorme, y en estos lares el tema se desconoce e ignora casi por completo. Mas allá de la creación de departamentos potentes en muchas universidades norteamericanas como The University of Maryland; The University of Nebraska; The University of Texas; The University of Illinois; The University of California, Los Angeles; es enorme el camino que habrá que recorrer en las próximas deecadas hasta tanto esta fusión de forma y contenido genere productos potentes y respetados.

Sobretodo habida cuenta de que lo que está en juego no son meramente cuestiones epistemológicas, con lo importante que pueden ser, sino que lo que se ve trastrocado en este avance de nuevas formas de investigar, pensar, clasificar y orientar la investigación es nada mas y nada menos que el destino entero de la universidad.

Proyectos de trabajo automatizado

Cuando nos centramos en la obra de diseñadores textuales totalmente desconocidos entre nosotros como Kenneth J. Knoespel McEver Professor of Engineering & Liberal Arts at Georgia Tech nos encontramos con ejemplos vivos de la Tercera Cultura (que nos viene prometiendo John Brockman hace décadas), a partir de una combinación de análisis textual y una enorme variedad de otras modalidades de trabajo automatizado que llaman poderosamente la atención y nos inspiran a revisarlos atentamente.

Lo mismo vale cuando analizamos un proyecto como la iniciativa Transcriptions de Alan Liu, director del English Departamento de la Universidad of California en Santa Barbara, (que por otra parte se inició en el prehistórico 1998).

También ocurre cuando revisamos los números de la revista Vectors codirigida por Tara McPherson. En todos los casos y en la mejor tradición edupunk no solo cambia la naturaleza de la investigación sino también el formato pedagógico y, muy especialmente, el lugar de los no-alumnos que rompen con todas las divisorias y estructuras momificadas propias de la academia tradicional.

Pero no se trata solo de tecnología o de análisis sino también de implicancias ideológicas de largo aliento. Inspirado en los análisis de Francis Jameson de los años 1970 durante casi medio siglo uno de los enfoques obligados cuando de hacer humanidades (tradicionales) se trataba era de seguir a pies juntillas su motto «hay que historizar«, que en América Latina en los últimos 10 años se ha radicalizado de un modo extremo.

En esta orientación la función del crítico es hacer aflorar la ideología del texto a plena luz para así develarla y resistirla del mejor modo posible. Iniciada en áreas del psicoanálisis y del marxismo ya han pasado décadas de lectura sintomática (uno de los ejemplos mas salientes hoy sigue siendo la obra de Slavoj Zizek), y lo que se obtiene mas que nueva comprensión, inmersión en la complejidad, sutileza interpretativa y colisión de sentidos buscando policausalidades cada vez mas entretejidas, es una mera retahíla de fórmulas, conclusiones mas que previsibles y una cantidad llamativa de tautologías.

Estamos hartos de las lecturas sintomáticas (entre líneas)

Por eso vemos emerger junto a esa lectura profunda o de cerca (que mas que nada proyecta sobre el material analizado sus propios juicios y reflejos) una lectura «superficial» para la cual el texto no vale por sus claves ocultas sino por su mensaje explícito, una recuperación de su valor estético y una variedad de estrategias de lectura centradas en el afecto, el placer y el valor cultural.

Retomando la idea-fuerza de L. S. Vygotsky de «zona de desarrollo próximo» con su énfasis en la capacidad real del lector (punto de partida para su amplificación a futuro) los trabajos de Robertson, Fluck & Webb acerca del «encofrado«, igual que la noción de «zona de capacidad reflexiva» de Tinsley and Lebak, muestran que el aprendizaje (aquí la lectura en nuevos soportes medios y formatos) puede ocurrir por instrucción directa pero también trabajando con pares mas avezados.

La noción de hyperreading de James Sosnoski centrada en la yuxtaposición y el escaneo, la lectura en F de las páginas web descubierta hace ya mas de una década atrás por Jakob Nielsen, el énfasis puesto por John Guillory, autor de “How Scholars Read” (2008) en el valor evolutivo de lecturas salpicadas y fragmentadas cuando de lidiar con avalanchas de texto producido como es el caso del mundo digital se trata, revelan nuevas adaptaciones cognitivas.

También estamos hartos de diagnósticos como los de Carr y Bauerlein que basados en interesantes corpus desconocen por entero la irreducibilidad de nuevos estilos cognitivos, habilidades lectoescriturales y capacidades de bisociación tratando de impugnarlas porque no logran develar el significado profundo (hiperideologizado) de los textos como el análisis literario tradicional solía hacer.

Porque su diagnóstico de que la especificidad de la lectoescritura en la web está generando ciudadanos culturalmente distraídos dice mucho mas alla de sus angustias y temores frente al cuestionamiento de El Paréntesis de Gutenberg, que lo que las humanidades digitales están efectivamente produciendo en los lectoespectadores jóvenes y no tanto en términos de disminución de la capacidad crítica y de la capacidad de análisis.

Reading on the brain

Hace un tiempo hicimos referencia a los llamativos gráficos de Stanislas Dehaene , quien examinando en detalle el área del cerebro denominada “letterbox”, mostraba hasta que punto la arquitectura cerebral impone restricciones en las formas físicas que pueden llegar a ser legibles para los humanos. Nada casualmente cerca de 115 sistemas de escritura (alfabéticos e ideográficos) usan símbolos visuales de tres líneas, líneas que a su vez corresponden a la geometría de las formas en el entorno natural.

Empezamos a escribir hace casi 10.000 años atrás en el contexto de nuestra habilidad para reconocer formas naturales. Los escribas utilizaron estas correspondencias para diseñar sistemas de escritura que pudieran reorganizar circuitos neuronales preexistentes. A lo largo de milenios tuvo lugar un poderoso proceso de selección que permitió la aparición de sistemas de notación cada vez mas eficientes adecuados al funcionamiento cerebral. Queda claro pues que el neocortex no evolucionó para escribir sino que la escritura evolucionó para adecuarde a las demandas y posibilidades del neocortex.

Así las cosas no debería sorprendernos ver a la brevedad nuevas evoluciones notacionales y de formatos, navegaciones, escorzos y propuestas enderezadas a una coevolución cada vez mas intensa entre weblectoescritura y evolución cerebral. Pero esta eventualidad no tiene nada que ver con las conclusiones facilistas de Carr, Small y Bauerlein (y también de Zizek) de que Internet seria el medio adecuado para matar el recableado cerebral propuesto por la Imprenta, y correlativamente de nuestra capacidad critica de resistir a los cantos de sirena propuestos por los usos mas ingenuos, superficiales y filoespectaculares que serian la estopa profunda de la que estaría hecha la web (la compilación de John BrockmanHow Is the Internet Changing the Way You Think?‘ mayoritariamente respalda la posición de la web como amplificador cognitivo).

Trabajos de campo y las manos en la masa

Mas allá de las generalidades y de los lugares comunes, cuando nos ensimismamos en las intricadas relaciones entre analisis maquinal y lectura humana emergen prácticas de lectura inéditas y de enorme interés para la refundación de los estudios humanistas, pero sobretodo para la arquitectura institucional asociada a la universidad tal como ha vivido indisolublemete a la imprenta durante 5 siglos (Ver The  futures of digital humanities is a matter of words).

Sin embargo no todo es oro lo que reluce en este terreno. También hay una inflación de promesas y de reiteraciones poco felices al tratar a las digital humanities como una panacea. Porque una cosa es plantear a las humanidades digitales como horizonte epistemológico (Willard McCarty en Humanities Computing) y otra muy distinta es creer en el poder mágico de los algoritmos.

Articulos recientes como los de Stephen Marche Literature is not Data: Against Digital Humanities y las siempre insistentes pullas de Nicholas Carr como en Will Gutenberg laugh last llevan a que nos tomemos las cosas con mas calma, a que los análisis sean mas mesurados, a que no creamos que las digital humanities son un genio salido de la botella dispuesto a ir por todo… y conseguirlo sin mas.

Y aun asi se trata de un territorio lleno de desafíos y propuestas que examinaremos con detenimiento y expectativas lo largo de todo el año 2013, especialmente en la nueva cursada en la materia de Datos en la Universidad Nacional de Buenos Aires.

Referencias

Balsamo, Anne Designing Culture: The Technological Imagination at Work (2011).

Bartsherer, Thomas & Roderick Coover (eds) Switching Codes. Thinking through digital technology in the humanities and the arts (2011).

Clark, Andy Supersizing the mind. Embodiment, action and cognitive extension (2011)

Epstein, Mikhail The trasformative humanities. A Manifesto (2012)

Fuller, Matthew Media Ecologies Materialist energies in art and technoculture (2005)

Gold, Matthew K. (Editor) Debates in the Digital Humanities «Indice» (2012)

Howard, Jennifer «The MLA Convention in Translation.» Chronicle of Higher Education. December 31, 2009.

Kirschanbaum, Matthew G. Mechanisms. New media and the forensic imagination (2008)

Liu, Alan The laws of cool Knowledge work and the culture of information (2004)

Ramsay Stephen On Building

Ramsay, Stephen Who’s In and Who’s Out

Terra, Melisa Peering Inside the Big Tent: Digital Humanities and the Crisis of Inclusion Interface 2011, 27th July 2011, UCL London.

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4 comentarios

  1. Acabo de leer estar tres últimas entradas de un tirón Alejandro, y me he quedado de piedra, por la cantidad de datos y la erudición que demuestran, me he sentido profundamente identificado con tu visión de las digital humanities, creo que en torno a este debate está el meollo de toda la evolución que estamos viviendo, pero creo que aún hay muy poca consciencia del calado de la misma. Vemos en general planteamientos bastante simplistas en torno a evolución tecnológica y las posibilidades de la evolución digital. Veo una cuestión de fondo para mi muy interesante, y es cómo afecta el cambio que está provocando la irrupción de la cultura digital en los procesos de construcción de la identidad individual, creo que es uno de los aspectos más interesante a estudiar en los próximos años. Alejandro, me gustaría contactar contigo para plantearte una pequeña cuestión si es posible. Ya me dices. Un saludo y gracias. Josu

  2. […] Serie de tres posts de Alejandro Piscitelli sobre las Humanidades Digitales. Es una presentación de la disciplina que la encuadra en el contexto actual y donde se comenta la actividad de los investigadores más conocidos y muchos libros que han llegado a un mercado amplío. Los enlaces: uno, dos, tres. […]

  3. saul fuks saul fuks

    alejandro: desde hace tiempo te tengo como uno de mis «teros» culturales, escucho tu canto y miro para ver lo que viene! (o lo que ya vino y no me di cuenta!) gracias
    coco

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