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El mundo es horrible. El mundo está mejor que nunca. El mundo podría estar mucho mejor que ahora

“We’re living in an age . . . of really slow and boring technological change compared to what our ancestors managed to generate (Martin WolfOn the Technological Slowdown‘(2009)’

Tenemos una larga historia de decepciones con nuestras descripciones del mundo (de los hechos, los valores, los comportamientos, las expectativas) porque creemos que debemos binaria o ternariamente elegir siempre una opción en detrimento de las otras dos o tres. Cuando en realidad de lo que se trata es de aceptar -y operar- en el mundo de contradicciones en el que nos ha tocado vivir y que seguirá complejizándose crecientemente.


¿El mejor o el peor de los tiempos científico-tecnológicos?

Hay preguntas que aburren y aún así no podemos dejar de hacérnoslas. ¿Estamos viviendo en el mejor o en el peor de los mundos posibles? Este interrogante ha sido tema de innumerables charlas y conferencias que hemos dado en los últimos años y la respuesta es inequívoca: en ambos. Estamos viviendo en el mejor de los mundos posibles (infinidad de indicadores como estos de Our world in data) lo corroboran.

Pero al mismo tiempo estamos viviendo en el peor de los mundos posibles, con los 20 millones de muertos del coronavirus, la insensata guerra Ruso-Ucraniana y su amenaza nuclear latente; una inflación galopante, la ruptura de las grandes cadenas logísticas; una peligrosa colisión entre USA y China; el decrecimiento económico global, algo que también Our world in data) certifica.

Preguntas de este tipo están lastradas temporo-espacialmente y varían según quienes se las hagan. ¿Individuos o colectivos? ¿Norte o Sur? ¿Jóvenes o viejos? ¿Optimistas o pesimistas? ¿Letrados o gente del común? ¿Mujeres u hombres? Y los opuestos siguen y siguen.

Pero mas interesante que declinar todas esas variantes, es afinar la pregunta siguiendo una línea histórico-reflexiva interesante pero poco explorada: ¿estamos viviendo en el mejor o en el peor de los tiempos científico-tecnológicos?

Aquí la respuesta parece inequívoca, a menos que el enunciatario sea un fósil analógico de aquellos que añoran pasados tiempos mejores. Casi nadie podría descreer de que no estamos viviendo en una era de explracsiones, innovaciones e inventos maravillosos sin fin, desde los inicios de la primera revolucion industrial a mediados del siglo XVII, ininterrumpidamente hasta hoy.

¿Acaso no lo confirman las grandes innovaciones hechas durante 2022 o 2021, o 2020 y podemos retroceder en el tiempo todas las décadas que queramos sin peligro de discontinuidad creativa?

Primer inventario de innovaciones ¿pero mayúsculas?

Si bien la tarea de los científicos “normales” es morosa y no apta para la mayoría de los mortales, en algunos laboratorios o centros e investigación se juega con fuego y no siempre salimos quemados. Y algunas tareas logradas emulan a veces a las películas de Hollywood y nos quedamos cortos en la comparación.

La mayoría de los descubrimientos aquí reseñados fueron noticias de impacto público, algunas sumamente promisorias, todas teñidas de adalides y detractores, como que hace mucho que la ciencia dejó de ser un prístino santuario de mejoras transversales para la humanidad, y ella misma está atravesada por conflictos y contradicciones sin fin.

Evitar que los asteroides nos destruyan, aprovechar las promesas terapéuticas de los hongos; reconocer la fuerza estructural del cambio climática; cultivar neuronas para que hagan mejor que nosotros ciertas tareas; reducir en forma brutal el consumo energético de las criptomonedas; poder leer el ADN de animales extinguidos hace millones de años; que la IA pueda ganarnos en juego de estrategia, o que la fusión nuclear esté a la vuelta de la esquina, deberían ser noticias (podemos sumarle una veintena mas en este listado 22 Things That Made the World a Better Place in 2022) mas que auspiciosas para una humanidad tan herida en su narcisismo por el decrecimiento económico, las inestabilidades políticas y un peligroso analfabetismo en complejidad. Veremos

Coqueteando con asteroides

En la película “Armagedón” de 1998, el personaje de Bruce Willis detona una bomba en un asteroide con destino a la Tierra, impidiendo nuestra destrucción. Un cuarto de siglo después, tenemos la tecnología para lograr un objetivo similar de manera más elegante. Las naves espaciales similares a DART (que cambiaron de posición un asteroide que eventualmente nos chocaría en el futuro), combinadas con una observación cuidadosa y una detección temprana nos brindan la capacidad de defender el planeta que, mientras tanto, estamos saqueanado a mansalva.

Bienvenidos hongos mágicos

Más de un 250 millones de personas en todo el mundo se enfrentan a trastornos depresivos mayores, y al menos 30% padece de depresión resistente al tratamiento. El mes pasado, The New England Journal of Medicine publicó los resultados del ensayo clínico más grande jamás realizado con psilocibina, en el que participaron 233 personas con depresión resistente al tratamiento.

Cada uno recibió solo una dosis única (uno, diez o veinticinco miligramos). Tres semanas después, los que habían recibido la dosis más alta tenían una depresión significativamente menor que los del grupo de la dosis más baja. Los químicos trabajan y avanzan y logran resultados llamativos. Aunque los problemaas de fondo siguen.

La tierra entra en ebullición

El objetivo internacional de mantener los aumentos de temperatura muy por debajo de los dos grados centígrados ha llevado a la investigación a centrarse en escenarios de calentamiento de nivel inferior, dejándonos sin preparación para cambios más drásticos. La pérdida de capas de nubes estratocúmulos provocada por el dióxido de carbono podría calentar el planeta ocho grados centígrados adicionales para fines de siglo. Particularmente preocupante es una ‘cascada de ruptura de umbrales”.

Es probable que los daños al medio ambiente no sean lineales, lo que lleva a resultados poco anticipables: el cambio climático podría desencadenar o exacerbar apagones, hambrunas, pandemias, extinciones masivas, guerras nucleares (algunos de estos efectos ya están en operación). Debemos esperar lo inesperado pero mientras tanto miramos para cualquier otro lado sin contar a la feligresía de los negacionistas profesionales que tienen agenda propia y militan por la autodestrucción.

Neuronas en vitro aprenden a jugar al Pong… y nos ganan

Se cultivaron algunas células cerebrales a partir de células madre humanas y se recolectaron otras de embriones de ratón, luego se colocaron unas ochocientas mil células humanas o de ratón en conjuntos de electrodos en platos de Petri. (Un cerebro humano tiene aproximadamente cien mil veces más neuronas).

La actividad eléctrica de dos regiones de neuronas en cada matriz se tradujo en el movimiento hacia arriba y hacia abajo de una paleta en una pantalla de video. La posición de la pelota que rebota se retroalimentó a un conjunto diferente de neuronas en la red; cuando la paleta se conectó con la pelota, todos los electrodos emitieron una serie de descargas, reforzando el comportamiento de las neuronas. En unos pocos minutos, el sistema podría manejar rallies de unos pocos hits.

Una Blockchain redujo su uso de energía en un 99,95 por ciento

Ethereum era más importante que Bitcoin en muchos sentidos. No solo respaldaba una criptomoneda, sino también obras de arte digital (N.F.T.), que ejecutaban automáticamente «contratos inteligentes» y muchas aplicaciones informáticas para finanzas, entretenimiento y comunicaciones.

La fusión (The Merge) [una operación que pasó de usar una tecnología llamada proof of work a otra llamada proof of stake] ahora hace que las transacciones de Ethereum sean más rápidas, más baratas y más eficientes energéticamente, en un 99,95%. Se trata de una hazaña increíble. Quienes usamos la red no tenemos idea de que algo ha cambiado. Pero todo ha cambiado.

Y por fin podemos censar el DNA de animales extintos hace millones de años

Los enlaces químicos del ADN son sumamente frágiles y tienen una vida media de alrededor de quinientos años. Los investigadores lograron sin embargo reconstruir el ADN de dos mamuts siberianos con más de un millón de años, utilizando material extraído de sus muelas. Ese trabajo casi duplicó el récord de la secuencia de ADN más antigua.

Mientras, calcularon que el paisaje donde lo encontraron, que ahora es un páramo helado, alguna vez debió haber sido veinte grados más cálido. Trabajos como éstos proporcionan pistas sobre formas de vida anteriores y demuestran qué es posible en el futuro. Quizás podamos reconstruir linajes biológicos e imágenes de ecosistemas históricos completos. Incluso podemos extraer genes para ayudar a las plantas y animales de hoy a hacer frente a un mundo cambiante cada vez mas imprevisible y al borde de la extinción.

LA IA antes nos ganaba a las damas, al ajedrez, al GO y al Jeopardy y ahora….

La tarea era jugar a Diplomacia, un juego de mesa en el que siete jugadores que controlan unidades del ejército y la marina compiten por el control de un mapa de Europa. Los jugadores pueden atacarse o apoyarse entre sí, y cada turno comienza con una ronda de negociación no vinculante. Pueden proponerse rascarse mutuamente la espalda y luego darse una puñalada por la espalda. Es un juego de confianza y engaño, elaborado a través de la colocación de piezas en el tablero y un uso muy elaborado del lenguaje.

Fue Meta (ex-Facebook) quien desarrolló a CICERO ese sistema que aprendió a fundamentar sus declaraciones en términos de contexto y objetivos. Después de observar juegos de diplomacia humana y jugar consigo mismo (como había hecho Alpha Go en su momento), CICERO se unió a una comunidad en línea y jugó cuarenta juegos, superando a nueve de cada diez jugadores. Y recién está dando sus primeros pasos.

Y el ganador es… La fusión nuclear (Bueno, un barrunto)

Un viejo chiste dice que la fusión nuclear siempre está a treinta años de distancia. Y en esa dirección fue The National Ignition Facility, en el Lawrence Livermore National Laboratory, en California. Su principal objetivo es contribuir a la investigación de armas nucleares, con la energía sostenible como un tipo de subproducto.

Completado en 2009, al triple de su presupuesto inicial, originalmente se esperaba que lograra el «encendido», en el que la energía emitida por la reacción de fusión supera la impartida por los láseres, para 2012. El progreso fue mas lento de lo esperado: el encendido finalmente se produjo el 5 de diciembre de 2022.

En total, el objetivo recibió alrededor de dos megajulios de energía (suficiente para encender una lamparita de cien vatios durante cinco horas, pero se condensó en un destello) y liberó más de tres, un poco más de energía de lo que esperaban los científicos. El resultado falló y superó las predicciones.

1873 ¿el año que divide a la historia de la innovación en dos?

Aunque todas las noticias anteriores -tomadas de la nota de The New Yorker– merecen su crédito -como innovaciones importantes en el largo camino de la ciencia- la última nos deja en la misma pregunta con la que empezamos este recorrido, al mostrarnos cuan lejos estamos de alcanzarla aunque los medios científicos nos venden otra realidad inminente.

¿Y si hubiera una fatiga del descubrimiento y la innovación? ¿Y si contrariamente a lo que el hype digital repite como un mantra, no estuviéramos en un ciclo de rendimientos crecientes sino decrecientes (barriendo un espectro muy amplio que va desde la política y la economía, hasta la tecnología y ecología)? Sin ánimo de deprimirlos/nos empecemos a revisar esta posibilidad.

Según Vaclav Smil un polímata actual, autor de cerca de 70 libros y gurú personal de Bill Gates, podemos fechar con números precisos la línea divisoria en el tiempo y en el espacio que separa los rendimientos crecientes (en todos los territorios) de los decrecientes.

Para Smil el período entre 1867 y 1914 sigue siendo el mayor hito en la historia humana desde el surgimiento de las sociedades agrícolas asentadas: el momento en que nació una civilización en expansión basada en la sinergia de los combustibles, la ciencia y la innovación técnica.

En sus inicios en la década de 1870 fueron la dinamita, el teléfono, la película fotográfica y las primeras lamparitas eléctricas. Su apogeo, la asombrosa década de 1880, trajo electricidad: plantas generadoras, motores eléctricos, turbinas de vapor, el gramófono, automóviles, la producción de aluminio, los neumáticos de caucho llenos de aire y el hormigón pretensado. Y el período posterior a 1900 vio los primeros aviones, tractores, señales de radio y plásticos, luces de neón y producción en cadena.

Hay cuatro clases fundamentales de estas innovaciones que marcan época: 1) la formación, difusión y estandarización de los sistemas eléctricos; 2) la invención y rápida adopción de motores de combustión interna; 3) el ritmo sin precedentes de nuevas síntesis químicas y las sustituciones de materiales; y 4) el nacimiento de una nueva era de la información. Todos estos avances en si, son compuertas evolutivas que dividen a la historia en dos, y llevaron a crear en el siglo XX sociedades de alta energía dedicadas a la producción en masa destinadas a mejorar los niveles de vida. Algo quen hicieron con creces.

Lo que estamos sugiriendo aquí siguiendo a autores como Vaclav Smil, Michael Bhaskar, Jonathan Huebner; Martin Wolf; Danny Dorling, J Storss Hall y varios mas (aunque no son muchos y tampoco se trata de las voces dominantes), es que probablemente la línea divisoria en términos de aceleración de la innovación no está en 2007 (como sugirió Thomas Friedman), ni está vinculada con Internet, ni con los chips o la Inteligencia Artificial [por mas fuegos artficiales que emitan].

Hace muchos años tocamos muy por encima estos temas cuando discutimos obras como El fin de la ciencia de John Horgan o la Enciclopedia de la ignorancia editada por Ronald Duncan. Es hora de cuantificar esas intuiciones y de aplacar un tanto la ansiedad que nos provoca confundir el final de las innovaciones de las Tercera Revolución Industrial con el comienzo de la Cuarta (¿tendrán el mismo poder de amplificación?), algo muy bien analizado por Carlota Perez sobre lo que volveremos próximamente.

Obviamente una tesis de esta magnitud necesita mucho mas trabajo y esclarecimiento y ello formará parte de posts que haremos durante el verano. Solo que para salir del hype fácil y de la denostación tecnofóbica también infantil, necesitamos entrar en mucho mas detalle en problemas y planteos muy suculentos que están reflejados en casi cada página de la reciente obra de Bhaskar Human Frontiers. The Future of Big Ideas in an Age of Small Thinking que será una guía ineludible en este recorrido.

Navigare necesse est, vivere non est necesse (atribuida a Pompeyo por Plutarco).

Referencias

Bhaskar, Michael Human Frontiers The Future of Big Ideas in an Age of Small Thinking. The MIT Press, 2021.
Huebner, Jonathan ‘A possible declining trend for worldwide innovation’, Technological Forecasting and Social Change, Vol. 72 No. 8, pp. 980–6, 2005.
Hutson, Matthew Eight Times Science Exceeded Expectations in 2022. From asteroids to A.I., this was a year of scientific superlatives.The New Yorker 29/12/2022.
McKinsey Global Institute Thomas L. Friedman: Technology moves in steps
March 15, 2019 | Video
Smil, Vaclav Creating the Twentieth Century: Technical Innovations of 1867–1916 and Their Lasting Impact. New York: Oxford University Press, 2005.
Weiss, Charles The Survival Nexus: Science, Technology, and World Affairs. Oxford University Press, 2021.
Weiss, Sabrina 22 Things That Made the World a Better Place in 2022 Wired30/12/2022.

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