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Cerebro y Ficción: la construcción narrativa de lo social

Cerebro y ficción. Raíces sociobiológicas de la imaginación

golden2.jpgEste cuatrimestre en la cátedra Datos abrazaremos una hipótesis intermedia, aunque empezaremos apostando muy mucho-urante el priemr cuatrfimestre- a esta idea de la ficción y de la narrativa como dominio constitutivo de nuestro ser social. Curiosamente la base conceptual de la que partiremos para hacer esta defensa (provisoria) no radica en el carácter profundo del arte, en las verdades abstractas de prácticas alejadas de toda corrupción práctica (el arte como kantiana finalidad sin fin), sino que están asentadas en una extraña e inesperada alianza que queremos restaurar entre la ficción y el cerebro humano.

Asi y apoyándonos en obras como la novela Thinks de David Lodge, pero mucho mas precisamente en Consciousness and the Novel: Connected Essays del mismo autor, donde se hace preguntas acerca de como la novela representa a la conciencia, y de cómo esto ha cambiado a lo largo del tiempo, cómo comparar a la novela con las peliculas, cómo opera el inconsciemte creativo, etc, queremos revalorizar el valor evolutivo de la ficción.

Evolución y ficción

Un error romántico (reacción defensiva elemental frente a la mercantilización de casi todo) consistió en convertir a la ficción en la marca de un genio, creyendo que la misma solo emergía en etapas tardías del proceso civilizatorio como durante la era letrada, o que estaba asociado a fases muy recientes contemporáneas de las primeras urbanizaciones o de sociedades con agricultura y/o a tipos de organizaciones políticas sumamente complejas.

Para las neurociencias esta posición es indefendible, ya que la ficción estaría aherrojada en los humanos desde las profundidades de la prehistoria.. Después de todo los mecanismos cerebrales que nos permiten lidiar con la realidad son los mismos que nos permiten cuestionarla, criticarla o reinventarla.

Mas aún, ya que no somos otra cosa que nuestro cerebro, la Realidad está toda contenida en nuestra corteza cerebral, y una parte significativa de esa realidad es la ficción lingüística que denominamos «nuestro Yo». No somos sino una ficción de nuestro cerebro. Nuestro yo es una fantasía de nuestro cerebro, aunque claro la mas poderosa de todas las fantasías ya que es capaz de controlar a todas las otras. El yo, que no tiene localización cerebral alguna, nos confiere por lo tanto una identidad que muchas veces creemos sustancial e inmutable.

Debemos hacer como que la realidad de nuestra mente se corresponde con la realidad inaprensible que brota y se desvanece segundo a segundo en el mundo externo, en una danza de correlaciones y superposiciones mas o menos feliz. Si la ficción se parece a la vida cotidiana es porque la vida cotidiana es una ficción (sui generis) ya que supone que la realidad es real, pero no por ello menos ficcional.

2. Mas alla del solipsismo y el rol de los medios como constructores de realidad

Aunque no somos tan ingenuos como para adherir al solipsismo (otra invención literaria), tampoco podemos obviar que el mecanismo que nos permite concebir a personajes inexistentes y darles vida mediante palabras es de la misma naturaleza que el que permite tener una idea de los otros como semejantes.

Todos los dispositivos ficcionales (teatro, opera, cine, televisión, videojuegos y la propia literatura) son simulacros verosímiles de la realidad. Lo interesante es que la fruición con que nos sometemos a los influjos y embrujos de la ficción, no provienen de caprichos, ni del escapismo mas cerril. Los humanos somos rehenes de la ficcion, no ha habido dictador pretencioso (ni aun a pesar de la forma como el stalinismo condenó al irrealismo capitalismo, o el nazismo despreció al arte decadente occidental en nombre del cristianismo, capaz de hacer cortocicuito a nuestras mentiras ficcionales. Si abrazamos estas mentiras con tanto ahínco es porque ellas también pertenecen al dominio de lo real.

Cada vez que nos sumergimos en una ficción ponemos entre paréntesis la incredulidad. Mientras dura la ficción preferimos considerarla como un mosaico de verdades parciales. La evolución convirtió a nuestro cerebro en una máquina de inventar futuros, ya sea que los vivamos realista o imaginativamente. Y esta doble raíz de nuestra imaginación creativa soldó operaciones de distinciòn que ya nunca mas nadie lograría separar.

Madame Bovary c´ést moi (Flaubert)

Desde siempre empatizamos con los personajes ficticios, pero gracias a la neurocognición, hoy sabemos que empatizar no es un fenómeno gracioso, intuitivo u opcional, sino que tiene su orígen en las neuronas espejo que reposan en las areas motoras del cerebro.

Estas sorprendentes células nos hacen imitar los movimientos de los otros como si fuéramos nosotros quienes los llevamos a cabo. Al hacerlo no solo reconocemos a los agentes que nos rodean, sino que tratamos de predecir su comportamiento y comprenderlos a partir de sus actos.

Participar de las narrativas ajenas sirve para que experimentemos otros ambientes y para jugar (por el tiempo que queramos/podamos) a ser otros. Pero vivir otras vidas vicariamente, no es solo un juego sino una conducta con sólidas ganancias evolutivas, capaz de transportar, de una mente a otra, ideas que acentúen la interacción social, la empatia, la solidaridad.

Segun Jorge Volpi en Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción ( 2011) -que ha inspirado gran parte de los desarrollos anteriores-, la ficción literaria es mas profunda que dispositivos ficcionales como la televisión, el teatro o los videojuegos. Porque solo la narración en prosa despertaría en nosotros la sensación de penetrar en las conciencias ajenas de manera directa y espontánea. Leer cuentos y novelas (pero también participar de otras experiencias ficcionales) nos permitiría comprender al mundo, a los otros y a nosotros mismos. Y al hacerlo estaríamos desplegando una capacidad antropológica única e irrepetible en las otras especies, pero también presentes en los otros dispositivos ficcionales con menor poder evocativo.

De la narratología a la ludología y vuelta

Por ello será uno de los desafios de la cursada de este cuatrimestre en la Cátedra de Datos en la UBA, mostrar cómo ello ocurre, cómo han evolucionado el cerebro y nuestra capacidad narrativa, hasta qué punto el advenimiento de la Web podría suponer un cambio radical en la capacidad de ficcionalizar de la mano de las poéticas hipertetxuales, de las promesas de interactividad e inmersión.

No es la primera vez que incursionamos en estas lides. Hace mas de una década atrás la poderosa propuesta de Janet Murray en Hamlet en la Holocubierta nos adentraba en estas cuestiones y ponia en resonancia esta tensión entre narrativa y participación. La novedad que hoy traemos es matizar estas especualciones a la luz de nuevas propuestas neurocognitivas.

Por eso una y otra vez volveremos a la necesidad de complemenar la dimensión narrativa de nuestra experiencia como humanos, con la procedural, que pone en juego otras categorías y competencias, y que contrariamente al reduccionismo o la hipérbole narratológica, supone que si bien la ficción nos hace humanos mas que humanos, también otros procedimientos (como son los videojuegos) contribuyen de un modo distinto, pero no menos ambicioso, a terminar de definir nuestra humanidad.

3. Un teoría evolucionista de la ficción

Es probable que la ficción se haya inventado en las cuevas, cuando un homínido imitó a un tigre diente de sable o a un mamut enceguecido. Alli nació el arte de la ficción y quizás también en ese momento nacimos como la especie que somos hoy: homo narratur/narrans.

Quizás nadie como Brian Boyd en su estupendo On the Origin of Stories: Evolution, Cognition, and Fiction aquí buena reseña-, fue mas lejos en el intento de brindar una perspectiva darwiniana acerca de los orígenes y de la función de la ficciónOn the Origin of Stories: Evolution, Cognition, and Fiction. Pero contrariamente a lo que se podría pensar, la suya no es una visión reduccionista sino que pretende ser una visión amplificadora. Si al final resulta que la ficción (¿O acaso hace 4 décadas atrás Edgar Morin no sostenía en El paradigma perdido. Ensayo de bioantropologia (1973) que los dos rasgos definitorios de la humanidad eran la pintura y el culto a los muertos, en ambos casos ficciones acerca de entidades que no existen en el aquí y ahora?)

Las explicaciones evolucionistas (y en particular la noción de evolución por selección natural) aunque son ideas peligrosas -o quizás precisamente por ello- (haciendole eco al título de la exquisita obra de Daniel Dennett Darwin’s Dangerous Idea: Evolution and the Meanings of Life), mas de una vez han sido rechazadas acusándoselas de reduccionistas.

La vida nunca empieza, siempre continúa, y busca perpetuarse en un proceso de autopoiesis sin fin. La vida anhela la eternidad pero la entropia se interpone en su paso. La evolución es a su vez neguentropizante y, aunque parece bonapartista, finalmente logra parcialmente su cometido, gestando adaptaciones naturales que sobreviven en el tiempo. Para Bay, para Zunshine, para Lehrer para Volpi que abreva en todos ellos, la ficción es una mutación adaptativa convertida en una invención imprescindible para el bienestar de nuestra especie.

Ingeniería inversa de las máquinas de ficcionar

Richard Dawkins lo enunció por vez primera en 1976 y desde entonces no hacemos sino sacarle punta a ese lápiz: nuestros genes son egoístas. El huevo es la excusa que necesita una gallina para empollar a otras gallinas semejantes. Los seres humanos buscamos la ultraestabilidad y para eso hemos inventado (en rigor la selección natural lo ha hecho) un cerebro mas que inteligente capaz de funcionar como máquina de supervivencia de nuestros genes ramplones y sencillos (aquí conviene hacer un atajo y volver a las propuestas provocativas de George Dyson en Darwin Among The Machines: The Evolution Of Global Intelligence).

Los sistemas nerviosos, nuestra capacidad de anticipar el futuro y la inteligencia colaborativa no son sino diversas encarnaciones de la «voluntad» de los genes por seguir reproduciéndose y el resultado hasta ahora no ha sido demasiado malo.

La aparición de la corteza cerebral (tercera fase evolutiva del cerebro triuno de Mc Lean) hizo posible la emergencia de regiones abstractas que dieron lugar a una mente híbrida capaz de combinar el sustrato biológico con lo producción eidética. En vez de ser una máquina ciega presa de impulsos elementales, el cerebro genera memes que sirven como buffer para respuestas de mediano y largo plazo que aseguran entre otras cosas nuestra supervivencia.

No lidiamos con el mundo a ciegas como aparentemente lo hace la mayoría de los animales -a excepción de los primates superiores- sino que interponemos entre el mundo y nuestras acciones nuestras representaciones del mundo (y de nosotros mismos a traves de la ficción del yo). Con la aparición del lenguaje, mecanismo de remate de esta lotería evolutiva, la ficción se vuelve posible.

Como no se cansa de repetir Umberto Eco el lenguaje se inventó para mentir (es decir para poder negar la realidad antes de aceptarla). Porque podemos mentir podemos decir la verdad. El lenguaje nace dos veces, primero como compuerta evolutiva (ese destello innovador que divide a la historia en dos), y después como herramienta consciente que permite que nos reinventemos indefinidamente a nosotros mismos.

Del lenguaje a la ficción

¿Como se da el salto del lenguaje a la ficción?¿Qué prerrequisitos son necesarios para que el cerebro aprenda a hablar? (hemos tratado someramente la cuestión en el capítulo 2 de El Paréntesis de Gutenberg siguiendo las asombrosas enseñanzas de Stanislas Dehaene en Reading in the brain. The science and evolution of a human invention y sobre eso versa nuestro incunable iBook desarrollado hace unos días).

Volpi fantasea con la existencia de un ur-narrardor alardeando de un coraje supremo y de una valentía a prueba de críticas, que le habría permitido por si solo la hazaña de matar un mamut y encima tener el tupé de ufanarse de esa improbable hazaña frente a una ronda de atentos oyentes que no solo festejarían la efectividad narrativa de la historia, sino que también repararían en su carácter ficticio. Pero en vez de enfurecerse con la falacia gozarían vicariamente (miméticamente) de la hazaña, y la misma serviría para ubicarlos en ese mismo lugar privilegiado que permite generar mentiras convincentes.

La ficción se inaugura pues, no cuando un ser humano miente, sino cuando los demás reconocen esa mentira y prefieren ignorarla. Pero su negación/exaltación proviene no de su calidad estética, sino que emana de su valor reproductivo. Quien ha combatido a decenas de mamuts de fantasía tiene mas probabilidades de sobrevivir a la embestida de uno auténtico.

En ningún momento el cavernícola confunde realidad y fantasía. Como decía Juan Jose Saer (El concepto de ficción) aunque la verdad es lo contrario de la mentira, la ficción no es lo contrario de la verdad. La ficción es tan verdadera como la realidad. (algo que puede reconstruirse analizando como la pantomima de los chicos rememora la primitiva inauguración de las ficciones y como ca dez que los chicos juegan reinventan/rememoran los orígenes de la ficciòn).

La imitación y la cooperación en lo orígenes de la hominización

Todo este largo racconto se reduce a dos adaptaciones evolutivas: la imitación y la cooperación. Son muchos los que suponen que nuestra capacidad de imitar mas que nuestra tendencia reflexiva determinó nuestro deriva evolutiva. El lector acepta las mentiras del narrador, siempre y cuando el contador de historias nos mantenga en vilo, nos lleve a vivir nuevas experiencias, nos emocione. Esta clase de juegos es la que produce narrativas.

Dicho en difícil: «La ficción literaria es un juego evolutivo con patrones previsto de información socialmente relevante«1 (Boyd ). La síntesis que hace Volpi al final del capitulo 1 «El falso mamut y los auténticos superheroes aclara muchísimo este itinerario»: «la ficción literaria es una adaptación evolutiva que animada por un juego cooperativo, nos permite evaluar nuestra conducta en situaciones futuras, conservar la memoria individual y colectiva, comprender y ordenar los hechos a través de secuencias narrativas, e introducimos en la vida de los otros, anticipar sus reacciones, y descifrar su voluntad y deseos«.

No es poca cosa. Pero ya ha llegado el momento de dejar de preguntarnos cómo es que la ficción aparece en nuestra especie, mas interesante aún es tratar de averiguar cómo se origina y funciona en nuestro cerebro.

A lo que responderemos en sucesivas entregas editoriales.

Referencias

Boyd, Brian On the Origin of Stories: Evolution, Cognition, and Fiction
Butte, George Know that you know that i know
Crane, Mary Thomas Shakespeare’s Brain
Dehaene, Stanislas Reading in the brain. The science and evolution of a human invention
Dennett, Daniel Darwin’s Dangerous Idea: Evolution and the Meanings of Life
Dyson, George Darwin Among The Machines: The Evolution Of Global Intelligence).
Lehrer, Jonah Proust Was a Neuroscientist.
Michaud, Éric La estética nazi Un arte de la eternidad)
Morin, Edgar El paradigma perdido. Ensayo de bioantropologia (1973)
Murray, Janet en Hamlet en la Holocubierta
Robin, Regin
Socialist realism. An impossible aesthetic),
Saer, Juan Jose (El concepto de ficción)
Vargas Llosa,Mario La orgía perpetua
Volpi, Jorge Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción
Zunshine, Jonah Why we read fiction: theory of mind and the novel

Publicado en#TransmediacionesDiseñoInfo-TecnologíasInteligencia ColectivaIrreduccionismoLexiasMemeticaVideojuegosVirtual/Artificial

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