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Autor: Piscitelli

El proyecto 1@1 Sarmiento en Retrospectiva

sarmiento

Alla lejos y hace tiempo

Durante el año 2011 nos metimos de cuerpo entero en la aventura de pretender cambiar radicalmente el perfil de intervenciones en una escuela secundaria porteña. Después, abocados a crear un Lab de Innovación, reflexionamos y reubicamos muchas de nuestras estrategias, oscilando entre reintroducirlas en la universidad, o convertirlas en políticas públicas.

Hoy cuando ya hemos entregado nuestros informes finales, podemos ver en perspectiva lo mucho y bueno que hicimos con un equipo entusiasta proveniente mayoritariamente de la Universidad Pública. Pero también sabemos lo infinito que queda por hacer en la reforma educativa como bien nos lo enseñan Andy Hargreaves y Dennis Shurley en The Fourth Way? The Inspiring Future for Educational Change

Gracias a todos los colaboradores por su compromiso y dedicación. Para nosotros fue un desafío enorme que si bien estuvo tachonado tanto de sinsabores como de momentos sublimes, nos mostró (como esta revelando estos días Evgeny Morozov en su nuevo libro To Save Everything, Click Here: The Folly of Technological Solutionism), que ninguna transformación radical es posible sin ruidos, sin fricción, sin mugre, sin innumerables resistencias, sin efectos contraproductivos, sin ineficiencias varias.

Que no es posible disparar ninguna dinámica de cambio sin que debamos contrarrestar en el proceso una ingeniería social (o educativa) incapaz de respetar la diversidad y la variedad propias de metodologías reduccionistas, permedada de fantasías de aplanamiento y homogeneización digital (camisa de fuerza digital bautiza Morozov a esta fantasía tan presente en Silicon Valley y sus clones devaluados locales) que se suma a las analógicas archiconocidas.

Bienvenidos a los Revolabs. Lo digital como preludio (opcional) al cambio real


Una idea es una diferencia que hace una diferencia

Una idea es una diferencia que hace una diferencia. Lo sostuvo el genial Gregory Bateson e inusitadamente las vemos propagarse estos días por las latitudes menos imaginables a través de insurgencias sociales desplegadas en nombre de la democracia, los movimientos de liberación, el cuestionamiento del status quo, o una nueva oscilación del péndulo de la historia.

Lo cierto es que los vientos de cambio asolaron a Europa Oriental a principios de los años 90, destronaron al neoliberalismo en América Latina a principios de los 2000, están hundiendo al proyecto de la Unión Europea desde fines de la primer década del Tercer Milenio, y finalmente están liquidando a las autocracias árabes en el norte de África, con estribaciones recientes en Turquía (donde arrinconan al primer ministro Recep Tayyip Erdogan, el mayor enemigo de las redes sociales desde el destronamiento de Hosni Mubarak, y al propio Brasil -afortunadamente ganador-, cuando quería vivir su hora de gloria con la Copa de las Naciones, aperitivo del Mundial del 2014 y las Juegos Olímpicos de 2016).

Toda revolución siempre estuvo asociada o codeterminada a/por los medios de comunicación, desde las revoluciones burguesas y su filiación en el libro, hasta la caída de las repúblicas socialistas, corroídas por la radio y la televisión capitalistas. Siguiendo con este enfoque, son muchos los que creen conectadas causalmente a las redes sociales con las revoluciones árabes y las que vendrán.

Es un meme interesante y casi convincente. Sin embargo desde las dudas que abrigó Malcolm Gladwdell cuando insistió en que la revolución no sería twitteada, hasta las observaciones mucho más sutiles de Manuel Castells para quien correlación no es causalidad, desmienten tanta facilidad explicativa.

Arrimándonos muy de refilón a la magia de Marruecos

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No fue mi primera vez en Africa. Ya había pasado un tiempo en Dakar, otro tanto en Túnez en un par de visitas recientes, y lo mismo sucedió con Dubai y Riyahd. En todos esos lugares estuve mas o menos cerca del desierto, subí a algún camello, comí toneladas de appetizers locales, ví mujeres con más o menos velos, visité mezquitas, llegué a charlar con árabes vestidos en distinguidas túnicas blancas, y pude apreciar la belleza de sus construcciones (hermoso pueblo blanco Sidi Boud Said que visitamos con Alejandro Prince y Patricia Bertolotti), lo pretencioso de sus apuestas arquitectónicas (como la Kingdom Tower en Riyahd), y sobretodo la voluntad de hacerle pito catalán al desierto, a la pobreza y a la tradición e inventarse una Las Vegas de carne y hueso como es el caso de Dubai y sus mil y una fantasías hechas realidad empezando con el hotel vela Burj Al Arab y el edificio mal alto del mundo el Burj Kalifha.

Pero sin quitarle mérito a ninguna de estas sensaciones, faltó mucho en esas visitas anteriores para captar y apreciar algo mas profundo y mas auténtico de la Africa sentida. No se trataba de fechas ni de cargos, ni de lecciones de historia a la page, ni de guías mas o menos versátiles y poliglotas, capaces de transmitir en mayor detalle y con capacidad de traducción cultural algunos de los secretos imperecederos de la cultura árabe.

Mas allá de estarnos completamente vedada su lengua, la posibilidad de sumirnos en sus valores y deseos, en sus tradiciones y en sus acervos, en su sensibilidad y en su forma de vernos, condenada desde siempre al fracaso y al silencio, distanciados como estamos por de la comunicación directa, franca y transparente con ellos era una deuda que había que pagar.

Por eso una breve excursión a Marruecos (frustrada en Julio de 2009 por la enfermedad de Francis Pissani que me llevó a suplantarlo en Málaga -impidiéndonos llegar a Tánger y Fez- en la clase inaugural de los cursos de la UNIA) pudo llegar a ser el fiel que inclinara la balanza y decidiera de qué lado del mostrador estamos cuando queremos determinar cual es el nivel de «arabeidad» que tenemos en el cuerpo y en la mente.

La interminable querella entre los duros y los blandos, los antiguos y los modernos, los datos y la interpretación

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La Tradición Clásica

Hace chiquicientos años compré dos voluminosos tomos del FCE laboriosamente burilados por Gilbert Highet titulados la Tradición Clásica (traducción del original de 1949 de The Classical Tradition: Greek and Roman Influences on Western Literature). Alli en mas de 800 págines Highet se hacía preguntas que tienen hoy tanta vigencia (sino mas) que hace medio siglo atrás.

¿Qué debe nuestro mundo contemporáneo al mundo de Grecia y Roma? ¿Qué lazo nos une con Homero y Virgilio, con Píndaro y Horacio, con Cicerón y Plutarco? Para Highet los hombres del Renacimiento no necesitaban preguntárselo: la atmósfera en que ellos vivían estaba saturada del hálito de la Antigüedad, pues el Renacimiento, en la literatura, no fue en gran parte sino una resurrección del admirable pasado de Grecia y Roma. Highet, Batesonianamente buscaba (inventar) pautas que conectan.

Pero el hombre moderno, envanecido por sus adelantos técnicos, necesita plantearse esas preguntas. Es lo que hace ese libro de Gilbert Highet. Nuestra deuda para con el mundo clásico, el lazo que con él nos une, los bienes espirituales que de él hemos recibido: tales son sus temas. Tradición y creación individual son las dos grandes fuerzas que mueven la literatura. Y la tradición clásica ha sido y es, una de las más poderosas. Amplifivada hasta el paroximo por la daga de la muerte del libro que hoy vive su enésima reencarnación.

Gilbert Highet traza la historia de esta deuda de las literaturas modernas para con las literaturas clásicas, desde la remota Edad Oscura (bastante menos de lo que creemos) hasta los tiempos presentes, pasando por la Edad Media, el Renacimiento, la era barroca, la era revolucionaria o romántica y el siglo XIX.

Las Big Humanities y el futuro de la lectura digital

Viviendo en la era de los incunables digitales

La aparición del Kindle en el año 2007 y la de la iPad en el 2010 han cambiado de forma irreversible el futuro de la lectura. Como bien dijo José Antonio Millán en Leyendo Pantallas una nota reciente en El Pais aunque el contenido sea el mismo, el soporte define claramente diversas estrategias de lectura, que se van complejizando y adoptando perfiles cada vez mas diferenciales a medida que nos vamos separando del papel, y a medida que nos vamos sumergiendo en la pantalla.

Estamos viviendo en la era de los incunables digitales. Esta no se inició ni en el 2007 ni en el 2010, empezó una década y media atrás tal como dimos acabada cuenta de ello en el capitulo 4 (anticipatorio) «Portabilidad de documentos e intercambio electrónico de nuestro» libro Post-Televisión. Ecología de los Medios en la era de Internet (Paidós, 1998), y está afectando de tal manera a la ecología de la lectura que ya no hay vuelta atrás.

Segun datos del INE en España en 2011 el número de libros impresos se redujo un 24.4%, mas del 20% de las licencias ISBN que se emiten en España son para contenidos digitales. En 2011 se vendieron 500% mas de dispositivos de lectura electrónica que en el año 2010.

El lector medio de libros digitales lee 24 al año, mientras que el lector en papel lee una media de 15. En España no llega a tres millones el número de personas que leen libros en formato digital (en AL sos bastante menos). En 2010 representaban el 4,3% de todos los lectores. En diciembre de 2011 ya eran el 6,8%, según el estudio Hábitos de lectura y compra de libros en España 2011 que publica la Federación de Gremios de Editores de España.

Son numerosos los factores que incidieron para que la lectura electrónica alcanzara velocidad de escape. Uno de los mas llamativos fueron precisamente los lectores (se han vendido ya mas de 140 millones de iPads, 280 millones de iPhones, 500 millones de Smartphones Android y un número varias veces millonarios de Kindles que Amazon se niega a enumerar). Sin contar que la existencia de programas como el Kindle for Mac y Kindle for Windows (y la opción de usar el Amazon Cloud Reader para los usuarios de Linux o BlackBerry) multiplica por centenares de millones estas posibilidades.

La tercera cultura: de la retórica a la epistemología experimental. Del Reality Club en Manhattan a la Universidad de Buenos Aires

Brockman at the Factory with Andy Warhol and Bob Dylan

La retórica de la Tercera Cultura. Todo bien con eso pero…..

Si bien nunca participé (como si lo hizo por ejemplo nuestro entrañable amigo Francisco Varela) de las reuniones que John Brockman organizaba los viernes a la tarde (y que tenían lugar en restaurantes chinos, lofts de artistas, salas de la Rockefeller University o en The New York Academy of Sciences entre los años 1981 y 1996 en Manhattan, y que se convertirían en las maravillosas conferencias del Reality Club, siempre estuve muy atento a lo que allí ocurría, primero gracias a los libros que las condensaban y después (desde 1997) a su brillante despliegue en la red a traves del sitio edge.org.

Con un valor agregado que no se encuentra en casi ningún otro sitio, Edge.org convocó en esta década y media desde que está on line a mas de ciento cincuenta reverberadores seriales entre los que se encuentran: Daniel C. Dennett; Richard Dawkins, Freeman Dyson, Niles Eldredge, Murray Gell-Mann, Stephen Jay Gould, Stewart Kauffman, Benoit Mandelbrot, Lynn Margulis, y George Williams (científicos); Mihaly Csikszentmihalyi, Howard Gardner, Steven Pinker y Roger Schank (psicólogos); así como artists, teólogos, editores, escritores y críticos sociales (aquí algunas charlas).

Dada la calidad de los aportes (curiosamente mucho mas fuertes del lado científico que del literario o artístico) nos pusimos muy contentos cuando vimos traducidas al castellano una variedad de sus publicaciones anteriores (que hoy alcanzan a las 15 antologías) empezando con La Tercera Cultura. Mas allá de la revolución científica por Tusquets en 1996, seguidas de varias compilaciones mas recientes como Cultura, Mente y Vida en ediciones Critica que, diseminan esas charlas en nuestro idioma

Pero todo esto es ya historia vieja. Si hoy volvemos al tema es porque en el marco del rediseño del Programa de la cátedra Datos del año 2013 creemos llegado el momento de salir de la nebulosa conceptual de la Tercera Cultura y adentrarnos profundamente en sus usos pragmáticos.

La big data llegó a la política y ya nada será lo mismo

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¿La Big data salvará a la política?

Vimos la revista en Miami y no alcanzó a llamarnos tanto la atención. Se trataba de una tapa que florea a un Bono de U2 gigante, y cuyo pie de página anuncia en gran tipografia «Big Data will save politics«. Curiosamente mientras que todo lo que diga «big data» nos convoca a un consumo instantáneo, que se tratara de una intersección entre la big data y la política no nos movió un pelo, y eso que íbamos camino a un Seminario Internacional de Campañas electorales. Y eso que mas de la mitad de la revista, de la siempre llamativa MIT Technology Review, estaba dedicada a analizar hasta el caracú los vericuetos de la reelección de Obama.

Pero algo nos hizo ruido en las jornadas y ya despegando de México de regreso a Buenos Aires pareció un sacrilegio pasar por alto la lectura de un conjunto de artículos bastante complejos que empezaban con una historia de los intentos de usar datos personalizados en las campañas electorales en USA a manos de Joe Trippi quien fungió como jefe de campaña en la celebre nominación perdida de Howard Dean y participó de las campañas presidenciales de Ted Kennedy, Walter Mondale, Gary Hart, Dick Gephardt, Jerry Brown. Su articulo se titulaba nada inocentemente «Technology has given politics back its soul» y tuvieron su culminación en la extensa y compleja nota de Sasha Issenberg (Autor del notable The Victory Lab: the secret science of winning campaigns del cual este articulo es una brillante síntesis) «How President’s Obama campaign used big data to rally individual voters«.

De estratificaciones, accountability y organizaciones egoístas

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Estratificación y responsabilidad gerencial

Cuando hace un par de años atrás Ricardo Czikk me pidió que leyera una nota de Harald Solaas (lamentablemente desaparecido en Octubre de 2012) inspirada de pe a pe en su aprendizaje de las ideas de Elliott Jacques me negué, diciéndole que aunque me parecía llamativamente convincente y de un rigor intelectual sin par, había «un no se qué» que me hacía ruido en su planteo, pero que rebatirla sería sumamente arduo y requeriría de un tiempo y una energía enormes, que no estaba dispuesto a invertir entonces, y como terminó sucediendo, tampoco ahora.

No es la primera vez que me encuentro con interlocutores formidables que cumplen con el axioma central de la discusión creativa cual es de que no se piensa a favor de ciertas ideas o pensadores, sino que se piensa en contra. Como la realidad es lo que se nos resiste (dixit Max Scheler), la realidad de las ideas ajenas es lo que pone en marcha el motor de nuestra propia capacidad de reflexión, de crítica y de superación (provisoria) de las ideas de los demás. Y en este sentido la dupla Solaas/Jacques despierta grandes dosis de discrepancia argumentativa.

Una idea es batesonianamente una diferencia que hace una diferencia. Para Solaas esas diferencias en el pensamiento de Jacques están encapsuladas en dos máximas de un poder enorme cuales son la estratificación natural del trabajo humano y la responsabilidad (accountability) gerencial.

Ciencia abierta y mentes cerradas en la era de las desintermediación desenfrenada

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En el mundo hay mucha gente que piensa y hace de lo mejor. Antes identificarlos era mucho mas difícil porque vivíamos en un mundo de escasez, de bajo acceso, de nichos incomunicados. Hoy gracias al poder desintermediador de Internet estas murallas (como las de Loudun) empiezan a derribarse, y de pronto es posible entablar conversaciones y fomentar encuentros de alto voltaje intelectual, aunque vivamos a miles de km de distancia, o cuando nuestros antecedentes de encuentros físicos hayan sido mínimos. Despues de haber departido con Joaquín Rodríguez y Antonio Lafuente en algunas ocasiones, habiendo leído La Nueva Ciudad de Dios. Un Juego Cibercultural Sobre el Tecno-Hermetismo con coautoria de Andoni Alonso, estos tres quijotes de lo abierto me pidieron un prólogo para su próxima obra a ser publicada en Cátedra bajo el titulo “Todos sabios! Ciencias ciudadana y conocimiento expandido”. Mas alla de mi vagancia crónica y de lo cómodo que es leer en vez de escribir, ante su insistencia no me quedó sino complacerlos y he aquí lo que su excelente obra despertó como eco ligeramente desfasado. Gracias amigos

Dar la vida por lo abierto

Enero de 2013 nos despertó con una noticia que jamás habríamos querido encontrar como titular de algún medio y mucho menos ver devenido en un hashtag muy concurrido en la red. Un joven de 26 años se suicidaba, no por motivos amorosos o por algún desengaño político, sino por haber sido amenazado por una fiscal federal de USA con penas de 30 años de cárcel y 1 millón de dólares de multa por haberse animado a regalarle al mundo una base de datos conteniendo 4 millones de artículos científicos.

El juicio que debería haberse celebrado a principios de abril del 2013 lo ponía entre las cuerdas, no por haber intentado (y logrado) hacerse de números de tarjetas de crédito, no por haber usufructuado información confidencial en provecho propio o de terceros, no por haber descollado en el comercio algorítmico, no por haber ganado un sólo centavo con sus habilidades magistrales habiendo convertido al código computacional en un arte. Sino porque usufructuando clandestinamente la red del MIT y sus credenciales -el que era un alumno de lujo de Harvard- logró acceder a la base de datos de JSTOR (archivos académicos) y descargar 4 millones de archivos sin siquiera ocultar su identidad. Al punto de que en cuanto se descubrió que había enchufado una portátil a la red y que era suya, entregó los discos y JSTOR quiso que todo terminara -no asi el gobierno de USA y el propio MIT.

El suicida se llamaba Aaron Swartz y fue uno de los activistas de Internet que hicieron de la libertad de expresión y de la internet abierta una de sus banderas; fue parte gigante del freno a SOPA/PIPA, y como hacker había colaborado en la especificación RSS a los 14 años y hasta cofundado REDDIT en 2010 .

Como bien dijo Cory Doctorow en una de las innumerables obituarios que sacudieron a la red: “Para el mundo: todos perdimos hoy a alguien que tenía más trabajo por hacer, y que hizo del mundo un lugar mejor cuando hizo su trabajo.”

Este infortunado suicidio de Swartz está mas que ligado a la tesis de Antonio Lafuente/Andoni Alonso/Joaquín Rodríguez acerca de que ser sabios no es cosa de unos pocos. ¿Cómo es posible establecer este inesperado paralelismo?

Interfases del futuro, de la ciencia ficcion a la crasa realidad y vuelta Primera Parte de Varias

Viñetas de un futuro que aún no llego… por suerte

Una de las escenas mas dramáticas de la historia del divorcio entre humanos y máquinas pertenece a la película de Stanley Kubrick 2001. Odisea de espacio. (1967). A la orden dada por el astronauta Frank Bowman a HAL (Heuristically programmed ALgorithmic computer), la computadora que controla al Discovery One, la nave que lo lleva a Jupiter sin que él lo sepa: «Open the door Hal» varias rondas de conversación mas tarde Hal contestará: «I know that you and Frank were planning to disconnect me, and I’m afraid that’s something I cannot allow to happen«. (Hal 9000 VS Dave – Ontological scene in 2001: A Space Odyssey). El gran impact psicológico de esta desavenencia trágica está dada por el tenor de la voz humana de Hal. Para desafiar a un humano nada mejor que hacerlo en un registro verbal terso y convencido. Cuando se trata de discusiones ligadas a la vida y a la muerte nada mas potente que un tete a tete sonoro.

En Star Trek IV: The Voyage Home (1986) que transcurre en el año 2286 al ingeniero Montgomery Scott confrontado con una computadora del siglo XX le acercan un mouse (disponible públicamente recién dos años antes gracias a la Mac 128K) y él le habla como si fuera una interfaz verbal (natural en su futuro), hasta que alguien le recomienda que use un teclado (natural en nuestro presente).

En Minority Report (2002) así como en IronMan 2 (1992) nos encontramos con interfases hápticas y gestuales que todavía hoy nos sorprenden por su belleza, eficacia pero sobretodo diferencia abismal con las interacciones efectivas que tenemos con las computadoras actuakes, que oscilan desde una primacía casi total de los teclados y el mouse en las desktops y portátiles, hasta la presencia creciente de las interfases táctiles (hipereduccionistas, lo que un critico ha denominado Pictures under screens) en las tabletas y en las computadoras híbridas.